Querido...
Chico del café, Steve, tengo mil manera de las cuales llamarte.
Me observas desde hace meses. Tengo que admitir que al principio me dabas algo de miedo, hasta se podría decir que me transmitías cierta incomodidad. No eras disimulado, siempre supe de tu existencia.
No voy a olvidar la primera vez que te vi de cerca. Tiraste mi teléfono por accidente, y te morías de la vergüenza.
Te ves muy tierno cuando te pones nervioso.
Luego de eso te vi como un simple empleado que tenía un crush por mi, pero todo cambio el día que me salvaste de aquel chico que quería golpearme como usualmente hacía. No me conocías y aun así me salvaste de igual modo.
Lamento haber salido corriendo ese día. Estaba muy asustada, la verdad es que ni siquiera se como pude correr hasta un taxi, debido a que mis piernas se sentían como gelatina ante el movimiento.
Esa misma noche mis padres me notaron más desanimada de lo normal, sin embargo no les dije el motivo. Llore en silencio toda la noche. Al no quedarme más lágrimas por derramar tu rostro me vino a la mente como un flash.
En los días que estuve ausente pensaba montones manera de agradecerte lo que habías hecho por mi. Cuando volví a verte pensé en solo darte las gracias y pedir que no le dijeras a nadie sobre lo ocurrido. Apenas estuvimos cara a cara creía que una disculpa no sería suficiente para compensarte.
Salí contigo sin saber que podrías a llegar a gustarme tanto; tus chistes, tus largas charlas sobre teorías de astronomía, son esas cosas las que te hacen especial.
Muchas veces sentí que estaba rota en mi interior y que todos los que me rodeaban llegarían a lastimarme a la larga.
Tu nunca me lastimarías.
Hace un tiempo que no reía hasta que me duela el estomago, hace un tiempo que no tenía que fingir una sonrisa. Deje a todas mis amigas de lado por él. Lo deje todo por él. Y a fin de cuentas todo fue en vano.
No entiendo como puedo gustarte siquiera si soy un autentico desastre.
Aunque hoy en día podría decirse que me siento bien todavía hay una parte de mi que tardara tiempo en sanarse.
Mi corazón estaba partido en mil piezas y logras juntar pedazo por pedazo hasta reconstruirlo con tu increíble forma de ser.
Pd: Me debes un café
Con amor, Sam