LA CHICA DEL VESTUARIO|ZABDIE...

By gloriamturrubiates

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DE LA CHICA DE LOS PATINES LLEGA: LA CHICA DEL VESTUARIO. "Una mirada siempre lo confesará todo". A ZABDILA'S... More

Prólogo
C1: Recuerdos y presentaciones.
C2: Una nueva amiga.
C3: Falsa pelirroja.
C4: Paseo en Perú.
C5: Palabra de niño explorador.
C7: Una mirada.
C8: Mal plan.
C9: Seres nocturnos.
C10: La apuesta de Zabdiel.
C11: London love.
C12: Salida no cita.
C13: Complot.
C14: Las modelos.
C15: Un buen día para ser cupido.
C16: Un trato de besos.
C17: Existir.
C18: Amor de película.
C19: Un favor.
C20: La mamá de Zabdiel.
C21: Vacaciones.
C22: La videollamada.
C23: Regalos de navidad.
C24: Espejismos y campamentos.
C25: Hasta el fin del mundo.
C26: Malas sugerencias.
C27: Preguntas incómodas.
C28: Querida Camila del pasado.
C29: Ayuda de amigos.
C30: Uno en un millón.
C31: Planes a largo plazo.
C32:El principe de Camila.
C33: Anécdotas.
C34: Cartas para papá.
C35: Por lo que dure la vida.
C36: Una sorpresa para Camila.
C37: Una vida de mentira.
C38: Fuerte.
C39: Jodidos mundos perfectos.
C40: La caja de Marcelle.
C41: La hija de un asesino.
C42: Héroe.
C43: La vida es un minuto
C44. Valentía.
C45. Hermana mayor.
C46. Solo Zab y Cam.
C47. Mi lugar favorito.
C48. El amor impulsa, no limita.
C49. Horvat de corazón.
C50. Si el mundo se acabara mañana.

C6: Una roomie loca.

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By gloriamturrubiates


—¿Puedo saber a qué se debe esa sonrisa maliciosa que no augura nada bueno?—cuestionó Camila observando a Danna.

—Joel me contó que saliste con Zabdiel—inquirió la castaña moviendo sus cejas de manera divertida un par de veces. Camila entornó los ojos y negó.

—Que comunicativo que es Joel—se quejó y luego rieron.—Además, en sí no salí con él—decretó. Danna se quedó quieta observándola y Camila se ruborizó.—Bueno, sí. Si salí con él pero no en una cita...sólo fue porque se ofreció para acompañarme al centro comercial...necesitaba un portarretrato para tu regalo...pero eso es todo...—explicó llevando su mirada hasta las perchas de ropa que tenía encima de un silla.

—Aja, claro...—susurró Danna.

—Es la verdad—replicó Camila con las mejillas un poco más sonrojadas que antes.

—Pero si yo no estoy diciendo nada—reprochó la castaña. Camila dejó escapar el aire de sus pulmones y le sonrió un poco.—¿Cómo fue?—cuestionó.

Camila rio.—Se me hacía demasiado raro que no me preguntases esto...—comentó sentándose junto a Danna.

—Entonces... ¿Cómo fue...?—insistió.

—No fue una cita, Danna...es decir, sólo fuimos juntos a comprar tus regalos de cumpleaños. Dudo mucho que eso cuente como una cita, la verdad—exclamó Camila soltando un largo suspiro.—Además, ¿Por qué estás preguntándome esto?

—Porque creo que te gusta Zabdiel y no lo sé, tal vez también le gustes a él—hilvanó.

—Deja de decir tonterías, amiga—se burló la pelinegra.

—Dame una buena razón por la cual no le puedas gustar a un chico como Zabdiel—pidió la castaña.

—Mejor tú dame una buena razón por la cual yo le podría gustar a un chico como Zabdiel—replicó Camila.

—Yo pregunté primero—se quejó la chica en medio de una risa divertida.

—Si hay alguien aquí que se robó el corazón de los chicos fuiste tú, y déjame decirte que da la impresión de que a Christopher se lo robaste más a que todos—le informó la pelinegra.

Las mejillas de Danna se sonrojaron y negó.—Muy buena manera de cambiar de tema, Camila—se quejó—Y eso no es cierto y tampoco importa en este momento. Estamos hablando sobre ti...—replicó.

—¿Te gustó el regalo?—cuestionó Camila ignorando el comentario de la chica. Danna entornó los ojos pero prefirió cambiar de tema, ya tendría más tiempo después de seguirla molestando.

—Está increíble...de verdad no me puedo creer que hayas vuelto con el dibujante de la calle para que lo hiciera. Es hermoso. Es algo que definitivamente va a estar en mi habitación—explicó con decisión. Camila sonrió.

—Me gusta que seamos amigas—confesó Camila mientras Danna cruzaba sus piernas y le sonreía ampliamente.

—También me gusta que seamos amigas y si entente halagada porque eres la primera amiga verdadera que hago en mi vida...o por lo menos la primera de mi edad.—susurró y Camila rio.

—Pues entonces es todo un honor, Danna Francis...

(...)

Las Vegas era lindo, pensó Camila mientras caminaba en dirección al restaurante del hotel. Realmente no le había puesto demasiada atención al lugar puesto que habían llegado de madrugada y todo lo que quería era dormir pero ahora que por fin despertaba –gracias a su estómago que no dejaba de protestar por un poco de comida- se daba cuenta que inclusive el hotel en el que se encontraban hospedados los chicos era completamente hermoso.

Cuando entró en el lujoso restaurante un poco demasiado abarrotado de personas lo primero que vio fue a Danna sonriéndole y a los chicos ocupando una mesa un poco alejada de ella. Rio en voz baja y se encaminó hasta la mesa que era ocupada por su nueva mejor amiga dejándose caer en la silla junto a ella.

De inmediato su estómago volvió a protestar por algo de comida cuando un mesero pasó junto a ella y el olor exquisito a comida inundó sus fosas nasales. Charlaron un poco mientras el chico regresaba con sus órdenes y rieron en voz baja.

—Cami, ¿Tú compartes habitación con alguien?—cuestionó Danna casualmente ese mismo día durante el mediodía.

Camila dejó el pan dulce que acababa de tomar de la cesta del centro de la mesa y arrugó la nariz. Frunció los labios, negó un poco y soltó un prolongado suspiro como sí decir con quién compartía habitación fuese la cosa más cansada del mundo.

—¡Con Azul, desgraciadamente!—murmuró con fingida tristeza pero sólo a medias.

—¡No puedo creer tu mala suerte!—se burló Danna. Camila llevó su atención a la mesa de los chicos a unas cuantas más atrás de la suya y rio en voz baja mientras Danna le sonreía amablemente al muchacho.

Las mejillas de la castaña se sonrojaron encontrándose con la mirada de Camila y negó un poco.

—¡Creo que Renato me odia! O es la ley del karma. Debo estar pagando todas las cosas malas que hice en mi otra vida...probablemente fui una nazi a la que le gustaba molestar a las personas por eso lo estoy pagando de esta manera—exageró.

Danna soltó una carcajada y negó un poco. —Yo podría decirle que quiero que compartas habitación conmigo—ofreció la muchacha una vez que si risa cesó.—Después de todo; yo no comparto habitación con nadie. Y no me importaría tener una cama más chica...

—Creo que sería algo realmente interesante—observó la pelinegra.—Pero no lo sé, Danna...yo no quiero incomodarte o algo parecido o incomodar a Renato con este tipo de cosas...dirá que es una tontería o algo parecido y la verdad es que prefiero ahorrarme ese tipo de problemas...puedo soportarlo...—Danna negó.

—Vamos, Cam... ¿Qué puedes perder?—la presionó la chica.—Además, ya te dije que yo hablo con él...

—Dan...

—Hablaré con él hoy mismo...

(...)

Camila realmente no podía terminar de creer que Danna, en efecto; hubiese hablado con su padre y que ahora ella estuviese caminando por el pasillo alfombrado del hotel, tirando del asta de su maleta para llegar hasta su nueva habitación. Rio en voz baja y tocó un par de veces hasta que Danna le abrió.

—¿Qué es lo que haces, Danna?—cuestionó Camila cuando entró y descubrió una de las camas gemelas repleta con la ropa de Danna.

—Estaba tratando de organizar mi ropa para que la mitad del armario sea tuyo el resto de la semana...—inquirió ella. Camila llevó su mirada de nueva cuenta hasta la cama repleta de ropa de Danna y negó un poco.

—Eres un desastre ¿sabías?—masculló y ella rio en voz baja.

—Ya me lo habían dicho antes—comentó.

—De verdad ¿Qué es lo que le pasó a toda esta ropa?—cuestionó Camila y sin poder evitarlo tomó un par de perchas entre sus manos. Danna la contempló un momento y arrugó la nariz.

—Mejor te diré que es lo que no le pasó a toda esta ropa—replicó.—Le pasó que le tocó ser propiedad de una persona que no tiene en absoluto sentido para la moda...de verdad soy un desastre—comentó afligida. La pelinegra negó un poco.

—Bueno, pues creo que yo podría hacer algo con este desastre ¿no lo crees?—cuestionó la pelinegra con media sonrisa.

—No hace falta, Camila. Ya es suficiente con que te encargues de la ropa de los chicos así que...sólo olvídalo—demandó su amiga.

—¿Recuerdas cuando yo te dije que no me regalases ese cinturón y tú de todas maneras lo hiciste? Bueno, pues es mi turno de no escucharte, además...no es en sí encargarme de tu ropa, sólo la pondré en perchas y espero que así es como termine cuando el tour llegue a su fin—inquirió ofreciéndole una sonrisa.

Danna se echó a reír y negó—¿Es algo así como una especie de venganza?—cuestionó. Camila asintió firmemente.—¿Sabías que guardar rencores no te deja nada bueno?—añadió frunciendo las cejas.

Los ojos marrones de Camila la observaron un momento, arrugó la nariz de manera divertida y negó.—Mira que conveniente, Danna Francis...—ambas rieron—Por cierto, desde hace un par de días te quería contar algo pero la verdad es que no había encontrado el momento adecuado para hacerlo...—susurró.

—¿Qué es lo que pasa?—musitó lentamente.

—Sé que no debería de importarme lo que Azul diga pero...literalmente me dijo que como eres la hija del jefe no debería de tener una amistad contigo...—anunció. Los ojos de la chica se abrieron con sorpresa y soltó un pequeño gemido.

—¿Qué?—susurró.—Dame un segundo...¿Por qué?—la pelinegra se encogió de hombros.

—La verdad es que es lo que menos me importa, Dan...y si me lo preguntas, yo diría que siente celos de ti...es decir, tú misma viste como los chicos la defendían el día de la piscina...creo que realmente tiene un poco de influencia sobre ellos...—explicó la chica jugueteando con sus manos de manera nerviosa.

—Camila, yo...

—Pero Renato está totalmente de acuerdo que nosotras seamos amigas así que...—susurró.

—¿Se lo preguntaste a Renato?—cuestionó la castaña todavía más confundida.

—No. En realidad se lo comenté inconscientemente, pensé que quería hablar conmigo sobre nuestra amistad pero al final de cuentas estaba equivocada...—inquirió en medio de un suspiro.

Danna se quedó quieta observándola un momento, le ofreció una pequeña sonrisa y negó un poco—¿Sabes una cosa? No me importa lo que diga Azul, tampoco me hubiese importado lo que Renato hubiese dicho en caso de que se negara a que nosotros tuviésemos una amistad, tú eres mi amiga, la mejor y pueden venir ciento cincuenta Azules más a hacer comentarios irrelevantes sobre nosotras pero seguiría sin importarme ¿sabes?—explicó sonriéndole de nueva cuenta.—¿somos amigas para toda la vida, no?—cuestionó en voz baja.

—Para toda la vida, Dan...—susurró la chica.—Además ahora que somos roomies creo que el lazo se puede fortalecer todavía más...después de todo vamos a pasar el día entero en la misma habitación...

—Creo que esa es la mejor idea que he tenido en toda mi vida—musitó Danna y Camila rio en voz baja.

—Yo también lo creo.

—Por cierto, Cam...si alguna vez hablo dormida, ignóralo...—comentó Danna en voz baja.

Camila la miró un momento y rio.—¿Hablas dormida...?

—Algunas veces...—susurró.

—Eso sí que es interesante...

(...)

Camila rio mientras tomaba una de las pequeñas notas adhesivas que utilizaba para marcar los atuendos de los chicos cuando tenía demasiada prisa. Se sentó en su cama y observó a Danna que dormía plácidamente como si de repente el invierno hubiese llegado y ella estuviese en su etapa de hibernación.

Rio en voz baja por la tontería que estaba pensando y soltó un suspiro mientras comenzaba a redactar una pequeña nota para ella tomando en cuenta el pequeño encargo sin sentido que los chicos le había hecho.

Realmente estaban locos pero eran unos locos adorables.

"No quería sacarte de tu estado de hibernación, así que espero que hayas descansado lo suficiente. A tu padre no le agradó mucho la idea de dejarte sola en el hotel, pero no le quedó de otra. Te dejó un poco de dinero en el cajón de tu mesa de noche para un buen desayuno. Nos vemos en la hora de la comida, por cierto, las madres de Christopher, Zabdiel y Joel llegan más tarde.

Pd. Los CNCO dicen; ¡NO A YATRA!

Pd2: ¡no les entiendo pero supongo que tú sí!

Besos, Cam.

Un par de suaves golpes en la puerta la hicieron apartar la mirada de la nota que acababa de redactar. Se puso de pie rápidamente y corrió a atender para encontrarse con la linda mirada y la sonrisa amable de Joel.

—¿Lista, Cam?—cuestionó el muchacho y Camila suspiró.

—Sí, sólo dame un segundo—pidió en voz baja. Joel asintió y rio asomándose a la habitación y observando a Danna completamente dormida con la mitad del cuerpo cubierto por el edredón. Tenía una peculiar forma de dormir, tenía que aceptarlo. Camila pegó la nota adhesiva en la lámpara y sonrió en el mismo momento en el que llegó de nuevo hasta el chico.—Ahora si estoy lista—anunció lanzándole una pequeña sonrisa.

—Eso espero porque nos espera un largo día...

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