🌟
🍃 Izuku Midoriya
—Así que sigue aquí...- murmuró el rubio
—All Might, ¿Conoce este lugar?- cuestionó el peliverde
—Llegue a venir un par de veces... Hace muchos años, no te preocupes, es un lugar realmente agradable Midoriya shonen- sonrió el rubio
El peliverde había pedido consejo a su mentor, pues quería saber su opinión, sin esperar que su maestro también hubiese visitado este lugar.
—Bueno mi chico, debo volver. Tengo un par de cosas que hacer, puedes entrar con confianza, es un buen lugar-
—G-gracias- dijo a modo de despedida mientras miraba a su mentor alejarse.
Una vez más, los colores subieron al rostro del chico y sus pasos torpes lo hicieron llegar a la recepción del lugar.
Había una pareja sentados en una mesa, conversando y riendo de vez en cuando.
La estructura del lugar daba un aspecto muy hogareño y las luces y esferas daban un toque mágico.
—¡Bienvenido jovencito! ¿En qué puedo ayudarte?- preguntó una mujer adulta, tal vez de edad de su madre, delgada y de cabellos rojizos.
—Y-yo... Me d-dieron esto- sacó de su uniforme aquella planilla que Mina le había entregado.
—Así que vienes de aquel curso, las chicas me comentaron algo así, sigueme por favor, te iré explicando algunas normas de nuestro establecimiento-
—D-De acuerdo-
Comenzaron a caminar rumbo a las escaleras de madera y el peliverde comenzó a admirar las decoraciones, algunas llamativas, otras simples, grandes y pequeñas, todas com temáticas navideñas.
—Tú como cliente tienes derecho a que las chicas te traten bien, sin molestarte o preguntar cosas personales. A menos de que tú así lo quieras. Puedes estar varias horas aquí sin costo alguno, sólo se te cobrarán las consumiciones que ordenes durante tu estadía. No puedes fumar, ni tomar bebidas alcohólicas, tampoco venir bajo la influencia de ningún tipo de droga. ¿Entendido?-
—S-sí señora-
—Por favor, llámame Natasha- dijo enternecida la mujer al ver tan nervioso al de pecas.
— ¡C-claro, Natasha-san!-
Ella sonrió, mientras llegaban al primer piso, había diferentes estructuras en las habitaciones, era muy peculiar el lugar.
—Como podrás darte cuenta, el edificio tiene una estructura muy diferente a los demás, desde su creación se planeó que las propias chicas cambiaran sus habitaciones a su gusto, a pesar de que algunas son amplias y otras pequeñas las chicas son muy amigables pero eso ya te lo contaré en otra ocasión... Ahora, puedes elegir entre las puertas de este piso o de los siguientes tres hacia arriba o en el piso que se encuentra bajando aquellas escaleras- señaló al final del pasillo.
—¿Y la elijo y ya?-
—Tocas la puerta y muestras tu planilla-
—Ya veo-
—Si quieres algún postre las chicas te mostraran un pequeño menú. Bueno, que tengas una tarde agradable-
—Gra-gracias-
La pelirroja se fue, dejando al chico solo y mientras comenzaba mirar las puertas de diferente colores y decorados, se acercó a una cerca de las escaleras final.
La puerta era de metal con pequeños vidrios polarizados de un extraño color lila, tocó suavemente y esperó a que alguien le abriera, aunque se sorprendió de sobremanera al ver a aquella chica, su cabello estaba suelto y era de color [C/c], sus ojos estaban detrás de unos grandes lentes redondos de montura negra, vestía unos pantalones de color negro con una blusa lila y un suéter largo abierto de color gris.
—Hola, bienvenido- sonrió la chica, sacando de su trance al pecoso.
—H-hola... Y-yo... Me die-dieron esto...- entregó aquella tarjeta de colores pasteles y 20 pequeños círculos.
—Claro, pasa por favor-
Una vez adentro, el chico observó la habitación: amplia, pintada de color blanco y lila, con un sillón pequeño de color beige cerca de una ventana y la cama del otro nado, en medio había una mesita ratonera, había libros en un estante y en la pared paralela, se encontraba una pantalla mediana muy bien afianzada al muro.
—Es muy bonito- dijo sin pensarlo
—Gracias, Natasha nos deja decorarlos cada cierto tiempo-
—Perdón, no me he presentado, mi nombre es Mi-Midoriya Izuku, un gusto en conocerla- tartamudeo mientras hacia una reverencia.
—No hay necesidad de formalidades, me llamo [T/n/c], pero puedes llamarme [T/n], Midoriya-kun-
—Ha-Hai-
Ella se sentó en el pequeño sofá y miró al chico, esbozando una sonrisa.
—Toma asiento aquí o allá. Puedes utilizar la computadora si la necesitas o podemos hablar. No sé, dime qué es lo que quieres- dijo con calma poniendo más nervioso al chico.
Entre tartamudeos, sonrojos y sonrisas el peliverde le explicó a grandes rasgos lo que Uraraka y Ashido habían hecho, dándole una idea a la chica.
—¿Tienes tarea?-
—¿Eh?... No...-
—Bien- asintió —Te ayudaré a dormir un poco y verás que te vas a sentir mejor cuando despiertes-
[T/n] se levantó del sillón y le indicó al peliverde que se sentara, ella, seguidamente tomó asiento en la cama y le sonrió.
—Puedes recargar tu cabeza en mi regazo, velare tu sueño y te despertaré en una hora, ¿de acuerdo?-
—Mmm...-
—Puedes sugerir otra idea-
—¿Podemos... Conversar...?-
—¿Te parece bien jugar a las 12p?-
—No sé... Como se juega-
—Es fácil. Tú me haces doces preguntas y yo te las hago a ti, sobre cualquier cosa. Empieza-
—De acuerdo... -suspiró —¿Te gustan los dulces?-
Ella sonrió —Las gomitas con chile... ¿Te gusta lo que estudias?-
—¡Por supuesto! ¡Quiero ser un gran héroe!-
—Increíble-
—¿Puedo preguntar más sobre ti?-
—Sí-
La conversación pasó de las doce preguntas, enterándose de algunos gustos y aficiones que tenían sobre los dulces o vídeo juegos.
Pasadas las horas, el chico miró a la ventana, el sol estaba por ocultarse y él debía regresar a su casa.
—Me agradó conversar contigo, Midoriya-kun-
—A mi también... [T/n]-san-
—Espero verte pronto por aquí, espero que pases una feliz Navidad - le entregó su plantilla con un sellito negro en uno de los círculos.
El chico se sonrojo ante las palabras de aquella chica, era amigable, guapa y con una gran facilidad de palabra.
—Sí...-
Se despidieron formalmente y él se retiró de aquel lugar, de pronto escuchó un par de gritos lejanos, su sangre se heló y corrió lejos de ahí, despidiéndose con prisas de la pelirroja que estaba en la recepción.
—Por All Might, ya me imagino a Kacchan por todas partes-
Siguió su camino con las mejillas rosas, la chica había anotado su número en el reverso de la plantilla sin que él se diera cuenta.
Definitivamente era un sorpresivo regalo de navidad.