Ha sido el viaje más largo de mi vida. No paré de llorar, los chicos trataron de hacer de todo para subirme el ánimo, pero nada daba resultado. Félix y Damián hicieron sus papeles de gay para hacerme reír, pero no funcionó. No me gusta que me vean débil pero estás putas hormonas de embarazada me ponen sensible. Esteban, me ha llevado a casa, insistió en quedarse conmigo pero necesito estar sola. No quiero a nadie cerca en estos momentos. Dejo todas las cosas en la sala de estar y me dirijo a la cocina, me preparo un sándwich y me tomo un vaso de leche. Cuando estoy lavando la losa comienza a sonar el móvil, veo quién es. Es Erick. Dejo que suene, llama insistentemente por lo que opto por apagar el puñetero celular. No puedo hablar con él...no quiero hablar con él. Aaaaagh ¡a quién miento! Sí quiero hablar con él, pero mi puto orgullo de mujer no me deja. Me ha engañado con la zorra... y aquí se hace presente mi sub consiente ¿Me engañó de verdad? O solo era un juego de la zorra. No creo que, Erick haya sido capaz de engañarme teniendo en cuenta que estoy embarazada... de mellizos. ¿Y si todo esto fue un malentendido? Que frustrante es estar en esta situación, y más cuando estamos a miles de kilómetros de distancia por mi culpa. Voy en busca de mi móvil, lo enciendo y veo que hay 45 llamadas perdida ¡Diablos! Es muy insistente. Necesito volver...¡llegaste recién tonta! Puta conciencia. Camino de un lado a otro como león enjaulado sin saber qué hacer. Me siento en el sillón y llevo mis manos a mi cabeza claramente frustrada, tengo que arreglar esto. Cometí un gran error en irme y ni siquiera escucharlo. Le estoy dando a Erick en bandeja a la zorrita esa. En fin, tengo que volver. Les avisaré a los demás que me he ido cuando esté Barcelona. Pero...necesito un transporte rápido, con lo impaciente que es Erick, va a querer comenzar en seguida con la misión y no están preparados. Tomo las llaves del auto y me voy a la casa de mis padres. Tengo que hablar con Miguel. Acelero lo máximo al auto y cuando iba por la avenida suena la sirena de los policías. Ruedo los ojos y sigo con mi camino ignorándolos por completo. No estoy para perder mi tiempo con infracciones. Al cabo de unos 3 km bajaron su velocidad y se fueron. Creo que se dieron cuenta de que no pararía. Llego a la casa de mis padres y estaciono el auto de una manera bastante mala. Subo las escaleras corriendo y golpeo sin parar la puerta.
-¡Ya va!-Grita Connie, desde el otro lado de la puerta-Dios, niña. Casi hechas la puerta abajo con tanto golpeteo-me riñe. Beso su mejilla y entro.
-Lo siento, Connie. ¿Está mi Miguel?
-Sí, el señor está en su despacho. No ha salido ni siquiera a almorzar, no quiere que nadie lo moleste.
-Bien, tendrá que aguantar mis molestias-Connie me mira con sorpresa.
-Y-Yo lo dejaría tranquilo si fuera usted. Ha estado con un humor...-rueda los ojos.
-Tranquila-le guiño el ojo y corro a su despacho.
-¡No corras, Elie! Les hace mal a los pequeños-me Grita, Connie y yo entro al despacho de Miguel sin siquiera tocar. Él está sentado leyendo unos papeles con sus gafas puestas y frunciendo el ceño ante la visita sorpresa de su hija.
-¿A ti no te enseñaron modales?.
-Lo siento, tengo prisa-Me señala el asiento y obedezco.
-Necesito que me prestes tu Jet-Suelto de una y frunce más aún el ceño.
-Primero que todo. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías de estar en Barcelona? Y segundo ¿Para qué quieres el Jet?
-Tuve una discusión con Erick y me vine, pero cometí un error y quiero enmendar las cosas, por eso necesito el Jet-se echa para atrás en el asiento y cruza sus dedos y me sonríe con arrogancia.
-¿y por qué no tomas un vuelo común y corriente?
-Porque demoran mucho y necesito estar allá lo más pronto posible. No te comportes como el idiota que siempre has sido y préstame y puto Jet ¡Dios!-digo molesta.
-Elizabeth, no seas tan mal hablada-me riñe-el Jet estará a tu disposición dentro de dos horas, es lo más pronto en que te lo puedo tener. ¿Por qué no esperas a que llegue Erick de su misión y ahí hablan? Tanto viaje y ajetreo te puede hacer mal.
-Sabes precisamente el motivo por el cual que no puedo dejar pasar más tiempo-digo impaciente.
-Ya te dije que ir allá es un suicidio. No tienen salvación, Elizabeth.
-Mi novio está allá. El padre de mis futuros hijos es el que está en peligro y debo ayudarlo. Si tú no lo entiendes, bien. Pero no me quedaré de brazos cruzados esperando a que me llegue una carta a mi domicilio diciendo de que mi hombre ha muerto.
-de acuerdo, ve y sálvalo. Arriésgate a tus hijos y a ti. Un cargo menos del cual preocuparme-se encoje de hombros. ¿Un cargo menos?...
-Que no se te olvide que tú me vendiste por el sucio dinero de Ortega. No te olvides de que te perdoné la vida por mamá, porque si por mí fuer tú estarías bajo tierra hace mucho tiempo. Te importó una mierda la lealtad a esta familia-digo furiosa y me paro, dispuesta a marcharme.
-No me arrepiento de lo que hice en el pasado, Elizabeth. Así que no trates de hacerme sentir mal por lo ocurrido porque eso no pasará. De lo único de que me arrepiento es que, Ortega haya sido un imbécil que no pudo acabar con una chica-me mira con desprecio y esa es la gota que ha rebalsado mi brazo. Lo miro amenazante y me dirijo hacia a él. No sé cómo pasó, pero de repente yo tenía un cuchillo en su garganta y él una pistola en mi cabeza.
-Por favor...no le demos un espectáculo a tu madre. Debes de ir a hacer nuevamente tus maletas e irte de aquí si quieres salvar a tu amado, querida-se ríe y frunzo el ceño.
-Cuando termine en Barcelona, vendré por ti-así que yo que tú me voy con cuidadito-le guiño el ojo al que antes era mi padre y me voy de su despacho. Paso rápidamente por el pasillo, tratando de que Connie me vea y alargue más esta improvisada visita. Para buena suerte mía, ella no estaba en el primer piso. Corro hacia mi auto y cuando cierro la puerta comienza a sonar el móvil, es Esteban...miro la pantalla por largos segundos y cuando el sonido cesa arranco el auto. La melodía vuelve a hacerse presente, es él de nuevo. Decido cortarle, luego hablaré con él. La trayectoria a mi casa se me hizo un infierno, los minutos parecían horas. Cuando llegué a la casa, tomé la maleta que no había desarmado y un estuche de arma. Los metí en el auto y me fui en dirección al aeropuerto. Como Miguel había dicho, el Jet estuvo puntual esperándome. Una de las pocas cosas que no sé es pilotear Jets. Sé pilotear helicópteros, pero ¿Jets? ¿Será lo mismo? Saludo a las personas que se me acercan para decirme que todo está en orden y que ya puedo volar. Me voy a la cabina de pilotaje y hay miles de botones encendidos...Esto será un poco difícil.