simple ; 2jae

By imhoonsik

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No necesita ser complicado, a veces es un simple: 1. chico conoce chico 2. chico se enamora de chico. Jaebu... More

1. Jaebum.
2. Youngjae.
3. Pequeña casualidad.
4. El destino no existe.
5. Las ventajas de ser un cerebrito.
6. Partido con premio.
7. Nuevos miembros en el club de teatro.
8. En casa de Mark.
9. ¿Por qué eres tan bonito?
10. ¿Y qué hicieron o qué?
11. Incómodo.
12. ¡Feliz cumpleaños, Youngjae!
13. Crónicas de una confesión I.
14. Fue un buen día.
15. Mejora tu juego, amigo.
17. El día en que todos quisieron golpear a Kim Yugyeom.
18. Tú eres mi favorito.
19. Crónicas de una confesión II.
20. Soy muy gay, no que te importe.
21. ¿Qué tiene de malo?
22. No se puede cambiar a alguien.
23. Se aburrió de mí.
24. Muestra algo de respeto.

16. Apuestas y esclavos.

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By imhoonsik

Youngjae

—Hyunggu —llamó Youngjae a su amigo que estaba repartiendo volantes de alguna cosa de la sociedad estudiantil—, ¿te importa hablar un segundo? Tengo unas preguntas sobre lo del viernes.

—Ah, claro —sonrió ampliamente, dejando de hacer lo que fuera que estaba haciendo. ¿Cómo le hacía para ser así de feliz el cien por ciento del tiempo? A Youngjae lo sorprendía—. ¿Qué dudas tienes?

— ¿Dónde es?

Hyunggu dejó salir una risita— Perdón por olvidarme de ese detalle. ¿Te paso la ubicación por WhatsApp? —sacó su celular y se lo dio al castaño—. Pon tu número ahí y yo lo hago más tarde.

Youngjae asintió y le hizo caso. No pudo evitar notar lo agotado y ocupado que se encontraba el menor, tenía una lista de deberes encima de todos los volantes y solo la mitad estaban tachados. Por eso a nadie le emocionaba ser parte de la sociedad estudiantil, te explotaban como perro. 

— ¿Necesitas ayuda con algo?

—Ah, no, digo... esto es solo...—miró todo el papeleó y suspiró. ¿A quién trataba de engañar? Terminó por suspirar otra vez y acomodar superficialmente los volantes en sus manos para después dibujar en su rostro una sonrisa que se veía más como una súplica— ¿Por favor?

El menor le dio a Youngjae todos los volantes para que los entregara por el edificio de segundo y tercero; eran sobre un tipo de fiesta rompe hielo que harían en unas semanas, debían empezar a cubrir los gastos por lo que los estudiantes tenían que pagar sus entradas lo más pronto posible. Una fiesta, sonaba divertido. Era el primer año que la escuela se ofrecía a hacer algo así.

—Eunwoo —saludó Youngjae cuando el pelinegro, con la cara tallada por los mismos dioses, se acercó a él con una tímida sonrisa.

—Hola. Oye, Hyunggu me dijo que si podía venir a ayudarte entonces—

—Ah, claro, toma la mitad —repartió lo que tenía en sus manos.

—Gracias.

Caminaron por todos los salones de segundo y a Youngjae le sorprendió la velocidad con la que todas las muchachas se acercaban a ellos. Eunwoo era, por supuesto, la atracción principal. Hyunggu no era nada tonto, poner al pelinegro repartir volantes haría que todos quisieran ir. Muy astuto. Inclusive los maestros comenzaron a pelearse por ser chaperones.

—Cha Eunwoo, ¿con ese rostro hay algo que no puedas hacer? —se burló Youngjae cuando regresaban a sus aulas y el pelinegro rio.

—Quizás cocinar.

—Lástima, porque Minnie es una terrible cocinera entonces los dos tendrán que sobrevivir de comida rápida y, eventualmente, se enfermarán a causa de colesterol alto. Aunque admito que ha mejorado con los años.

—Youngjae, el libro que me dijiste... le gustó mucho. Gracias.

—De nada. Me pueden incluir en sus votos nupciales si quieres.

Eunwoo soltó una risita nasal— Tal vez la invito al baile —suspiró—, pero no sé si le gusten estas cosas. Puede que termine dándome una plática sobre como la escuela solo usa esto para controlar nuestras vidas mientras, sin darnos cuenta, gastamos nuestro dinero en cosas superficiales que olvidaremos en unos meses; después me dirá lo decepcionada que está de mí por haber caído en eso, y romperá los boletos en mi cara.

El castaño levantó las cejas sorprendido, Eunwoo sí conocía a Minnie. Además, ¿era esa la primera vez que lo escuchaba decir más de dos oraciones seguidas? Un récord.

—Uhm, eso podría pasar —alzó sus hombros—, pero inténtalo, le gustan estas cosas.

—Lo haré —asintió, alzando la barbilla—. ¿Tú invitarás a alguien?

Hace dos semanas habría dicho que no, pero si le preguntaban ahora un pelinegro se aparecía en sus pensamientos a la velocidad de la luz. Aunque quizás esas cosas no iban con el estilo de Im Jaebum.

Negó con la cabeza, sonriente— No sé.

— ¿Nadie en mente?

—Tú, pero invitarás a Minnie entonces me quede sin opciones —bromeó y rio para sí mismo—. No va aquí —chasqueó la lengua—, y estoy seguro de que cuando iba en preparatoria era de esos tipos que preferían quedarse en sus casas antes de ir a bailes. Es medio ermitaño.

—Que pena —apretó los labios—. Pero igual no pierdes nada intentando —le dio unas palmadas de ánimo en la espalda antes de entrar a su clase.

Bueno, ya tendría tiempo de pensarlo, no es como si toda su vida hubiese soñado con ir a un baile mientras veía cada serie y película de Disney Channel (bueno, sí). Además, si Jaebum no quería ir siempre podía invitar a otra persona o ir solo, no iba a detenerse por él.

Entró a su clase solo para encontrarse con un grupo de hombres bobeando y molestando a su compañera Jisoo. Para colmo tenían que ser los animales y estúpidos miembros del equipo de fútbol.

Ah, ese equipo de monos.

Youngjae los había estado evitando desde el incidente con el agua en la cancha. Y se sentía pésimo porque ni siquiera debería ser él el que los evita. Ellos deberían estar avergonzados, no él. Pero ¿qué iba a hacer? Así funcionaban las mentes pequeñas. Y lo confirmaba que estuviesen molestando a Jisoo y, para acabar con broche de oro, lo celebraban.

Se puso sus audífonos porque prefería mil veces escuchar cualquier canción que su pobre versión de Spotify gratis le permitiera, a estar escuchando a aquellos niños.

— ¡Ya, Junhoe! No iré contigo —chillaba la muchacha sentándose en dirección al pizarrón.

— ¿Entonces con quién vas a ir? —la molestaba desde el asiento de atrás, acercándose a su oído.

—No sé.

—Vas a terminar sola, Jisoo, no quiero que termines así.

—Que te valga —hizo un movimiento con los hombros para hacerle entender que se quitara de encima, lo que hizo reír al capitán.

—Haz lo que quieras entonces —se dejó caer en el respaldo de su silla con un mohín y una sonrisa de superioridad—. Ni que estuvieras tan buena.

Eso sí hizo enojar a Youngjae. Porque sí, sus audífonos que venían de regalo en el cereal no le funcionaban tan bien para ocultar el ruido, y tuvo que escuchar toda la conversación porque: ¡sorpresa! Estaban justo a su lado. Estaba a punto de decirle algo a ese patán, lo quería poner en su lugar. ¿Ni que estuvieras tan buena? ¡Agh! ¿Qué tan frágil debe ser tu masculinidad como para verte en la necesidad de usar esa frase cuando una mujer te rechaza?

Y le hubiese dejado en completo ridículo si no fuese porque el profesor Lee entró al salón callando a todos.

—Tú, el maleducado —señaló a Junhoe, que se columpiaba en su silla—, ya sabes que en esta clase te sientas aquí enfrente donde pueda verte.

El muchacho rio burlón— ¿No puede vivir sin mí, profesor?

—Exacto —contraatacó—, te amo tanto que te haré repetir el año, ya verás. Ven acá, ahora.

Youngjae rio bajito en su lugar. De grande quería ser como el profesor Lee Min Ho.


Jaebum y Youngjae

— ¡Otra vez! —celebró Youngjae aplaudiendo y alzando los brazos, victorioso, aunque su único público era Im Jaebum.

Era su tercera chuza en el corto juego, sentía como el poder corría por sus venas. Porque por más calmado que pareciera, Youngjae era la persona más competitiva que alguien podía conocer. No le importaba como lo viera la gente, ganar es ganar, y él estaba destrozando a Jaebum. No podía estar más feliz.

Se pavoneó mientras tomaba limonada y el otro muchacho iba por su bola.

—Que lindo que lo sigas intentando —se burló, sentando en el sillón, recargando sus codos en sus mulsos.

Jaebum rio y negó con la cabeza. Youngjae no tenía remedio. El muchacho agarró viada y tiró la bola, pero no duró mucho sin desviarse y terminar en el carril de los perdedores. Las burlas del castaño lo hacían sentir más avergonzado de lo que de por sí estaba y, arrastrando los pies se sentó a su lado.

—De haber sabido que te pones así, hubiéramos ido al cine.

—El cine hubiera sido mejor —asintió—. Estarte viendo jugar es casi físicamente doloroso.

Jaebum se dejó caer en el respaldo del sillón, sonriendo avergonzado por la humillante verdad. A la próxima lo invitaría a jugar Smash, ahí sí ganaría.

— ¿Sabes que haría esto más interesante? —el mayor negó con la cabeza—. Apostar.

— ¿Apostar? —sonrió de lado—. Eso sí me interesa. ¿Qué apostamos?

—Si haces una chuza te concedo un deseo, si no haces ninguna tú me concedes uno a mí. Pero si es que te dé dinero no puede ser más de 10,000 won porque no tengo —sorbió de su limonada—. ¿Sí o sí?

—Sí.

Y de verdad se esforzó, acreditémosle esa parte. Probó cada manera de hacer que la bola diera en el blanco, pero simplemente no funcionaba. Sus manos estaban malditas, puede, o no, haber sido obra de magia negra por parte de Youngjae. Y cuando llegaron al último tiro puso toda su concentración en ello, se animó a sí mismo pensando en la recompensa.

Guardaría el deseo hasta que fuera el momento perfecto; y cuando tuviera a Youngjae tan cerca como para no prestarle atención a nada alrededor, le diría de una manera dulce que quería un beso.

Se preguntaba a sí mismo dónde desarrolló la habilidad de ser tan enfermamente cursi.

Pero eso nunca pasaría, porque Im Jaebum era tan malo en los bolos como Yugyeom en matemáticas, e, indudablemente, perdió la apuesta.

— ¡Gané! —festejó el castaño— Reportero Choi, para las noticias de las dos —comenzó a actuar—. Estamos con Im Jaebum, perdedor profesional. Díganos, ¿qué se siente ser el mayor perdedor de todo este lugar?

Este no era el Youngjae con el que Jaebum había pedido salir, quería su dinero de vuelta.

—Youngjae, de verdad nunca más vendremos a los bolos.

—Lo que sea, eres mi esclavo hoy.

— ¿Eh?

—Mi deseo es que seas mi esclavo. Ahora ven y quítame estos tenis.

Fuera de lo molesto y ruidoso que era el castaño cuando se encontraba compitiendo, los dos la pasaron bien. Conocieron un lado del otro que no conocían antes y no se gustaban ni un poquito menos. La lealtad del corazón de Jaebum hacia Youngjae seguía, de algún modo, intacta. Y no le molestaba ser su esclavo, de cualquier manera habría hecho lo que sea que le pidiera.

Le ordenó que le pusiera los zapatos, que comprara unas palomitas y una limonada antes de irse, y que pusiera música de Bruno Mars de camino a casa.

Antes de entrar Youngjae le ordenó a Jaebum cargarlo en su espalda hasta los columpios, y el mayor le estaba contando las peores cosas que Bambam había hecho en los últimos tres años cuando comenzó a sonar su celular.

Por la mirada del mayor, supo que era importante.

—Ahorita vengo.

Youngjae asintió y se quedó sentado, se balanceaba aburrido, esperando. Volteaba a ver a Jaebum y lo veía con expresión seria. No sería ninguno de sus amigos. Tampoco quería espiarlo así que sacó su celular y chequeó cualquier cosa que lo hiciera dejar de invadir la privacidad del pelinegro. Yugyeom había publicado una foto con Bam, fueron por helado con Jinyoung y Mark. Hyunggu le había mandado la ubicación de la fiesta. Y nada pudo distraerlo lo suficiente porque en tres minutos se encontraba de nuevo volteando a la dirección de Jaebum.

Él ya venía de regreso.

— ¿Todo bien?

—Sí —asintió con el ceño fruncido—. Sí, solo que, eh, era mi mamá —Youngjae pudo ver como tragó en seco y como parpadeaba cada segundo para evitar que sus ojos se humedecieran—. Hoy es cumpleaños de mi papá y quiere que le llame.

El menor sabía que era un tema delicado por el rostro de Jaebum, quien intentaba desesperadamente mantener su labio inferior estable, sin éxito. El castaño no tenía idea de qué podría ser, él nunca tenía dramas familiares, y el mayor no le había dicho nada sobre ningún problema con su padre; estaba confundido, pero eso no importaba ahora. Él no importaba ahora. Youngjae se levantó del columpio y se puso frente al pelinegro para después rodearlo y atraparlo en un abrazo. No le importaba que fuese, pero quería darle apoyo de cualquier manera.

Que Youngjae le abrazara solo ayudó a que las lágrimas comenzaran a salir lentamente, le correspondió tan fuerte como pudo y colocó su barbilla en el hombro del contrario hasta empezar a humedecer su suéter. Tener al castaño cerca le brindaba paz. Se sentía seguro al llorar. Se sentía seguro de todo.

— ¿Quieres hablar?

—Otro día —le dijo atrayéndolo aún más hacia él—. No quiero arruinar la tarde.

Por el menor no había problema, pero si Jaebum sentía que su tarde se arruinaría si tomaban el tema, respetaba su decisión.

Se separaron después de unos minutos del abrazo más cálido, ya que el mayor podía respirar normalmente y sus lágrimas se habían secado de sus mejillas. Youngjae lo miraba directamente a los ojos para asegurarse de que estuviese mejor. Y si no estaba mejor quería que siguiera llorando; no quería que se guardara sus emociones frente a él, no iba a juzgarlo nunca por eso.

Jaebum se sentó en un columpio y se balanceó lentamente apoyado de las puntas de sus pies. Youngjae se sentó al lado imitándolo.

— ¿Cómo va tu obra? —se atrevió a hablar por fin el mayor una vez que se aseguró de que su voz no se rompiera a media oración.

—Bien. El lunes son las audiciones, de hecho. Vamos a hacer Peter Pan.

El pelinegro sonrió— ¿Vas a audicionar para Peter?

—No, no —negó al instante con una sonrisa—. Prefiero ser del equipo de producción.

Jaebum hizo un mohín— Bueno, si así eres feliz. Pero serías un buen Peter.

Ya no había lágrimas en sus ojos, pero sin duda la tristeza seguía apoderándose de ellos, de su voz y de sus gestos. Ojalá hubiese algo que Youngjae pudiese hacer para cambiar eso.

¿Era raro que verlo ahí, siendo vulnerable por primera vez desde que lo conoció, lo hacía sentir más cerca de él?

—Si quieres ya puedes dejar de ser mi esclavo.

Jaebum soltó una risa echando la cabeza para atrás.

—Muy bien —asintió—, pero no me molestó. Lo sería todos los días que pidieras.

—Ah —rio—, tú de verdad eres uno de esos que escribían las iniciales suyas y de la persona que le gusta rodeadas por un corazón es las libretas, ¿verdad?

—Si lo dices así pierde todo el romanticismo. 

Después de tontear otro rato en el parque e intentos desesperados por hacer que Jaebum se sintiera mejor, se despidieron en la entrada de la casa del castaño. Youngjae tenía cosas de la escuela para entregar al día siguiente y no podía posponerlo por más que quisiera. 

—Jaebum.

—Mande.

Y lo envolvió en otro abrazo. ¿Qué tenía Youngjae ese día que no podía dejar de abrazarlo? No que Jaebum se quejara. De hecho disfrutaba cada segundo de ello. Como le encantaría pasarse así todo el día. Era la primera vez que podía oler tan de cerca el perfume del castaño y en ese instante decidió que era su nuevo olor favorito, porque le recordaría a su persona favorita. Y era loco llamarlo su persona favorita porque, bueno, se conocían desde hace relativamente muy poco, pero dos meses bastaban para quererlo. Lo cierto era que un día bastaba para querer a Choi Youngjae, y en eso cualquiera estaría de acuerdo. 

—Te quiero —habló el menor cerca del oído contrario—. Si me necesitas para cualquier cosa aquí estoy. 

— ¿Cualquier cosa, eh? —bromeó el pelinegro con tono provocativo. 

Youngjae se separó riendo. Muy gracioso, Im Jaebum. 

—Nos vemos —se despidió.

— ¿Cuándo? —sonrió e inconscientemente tomó la mano del castaño. 

Youngjae respondió al gesto de inmediato y entrelazó sus dedos, balanceaba su mano de un lado a otro. Encajaban a la perfección. 

—Cuando quieras —se encogió de hombros—. No sé si sepas pero vivo por aquí —bromeó y el mayor soltó una risita para sí mientras apartaba la mirada. 

—Lo tendré en cuenta —vio sus manos juntas y no quería soltarse. En ese momento no había lugar en su cabeza para su padre o para ninguna otra preocupación, solo existían ellos dos—. Gracias —dijo mirándolo a los ojos—, también te quiero.

El menor se acercó y, sin importarle todo lo que causaría en el pelinegro aquel gesto, le dio un beso en la mejilla. Que persona más desconsiderada.

 Jaebum tragó en seco y se sonrojó más de lo que sabía que era posible. 

—Nos vemos —repitió ahora el castaño con una sonrisa, que escondía un poco de pena, y entró a su casa. 




DRAMA,YESSSS.

Y MOMENTITOS TIERNOS DE ESTOS DOS.

Hola, qtal, espero que les guste mucho este capítulo xq fue hecho con mucho amor y la verdad sí me tardé más de lo esperado porque no podía juntar los puntos pero ya pasó. No sé si escribir un poquito de todas las parejas en los próx. caps, pero probablemente termine haciéndolo porque me gustan todas, jej:( obviamente más acción jaejae porque son mi inspiración.

Por último, tengo pensada otra historia de este ship pero sería muy diferente, más humor y drama, y un Youngjae medio más hetero. Aunque también podría salir otra cosa, no sé. Sería más relación de amor odio, de eso sí estoy segura. ¿Leerían algo así? cada voto es un sí avda.

Bueno, muchas gracias por leer, lqmm. <3  <3 

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