El sendero del Tigre

By YnadBond

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Sagat es el Rey del Muay Thai, un violento arte marcial. Pero no esta conforme con eso, él desea llegar a ser... More

Un nuevo oponente ha llegado
El soplido del Tigre
Una victoria vacía.
Al borde del abismo
El águila y el tigre
En el ojo de la tormenta
Mi verdadero oponente
Punto de ignición
El poder de la furia
El renacer de la maldad
Guerrero Mundial
La corte del Rey
Antes de la Luna
El Retorno del Rey
Una última lección
Temor, Orgullo y Redención
En el territorio del depredador
El secreto de Bison
Furia y Promesas
Epilogo
NOTA DEL AUTOR

El rey ha muerto, larga vida al rey

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By YnadBond



Con un estruendoso sonido la puerta de madera se rompió de manera violenta en decenas de pedazos, los hombres dentro de la descuidada habitación se levantaron rápidamente y tomaron sus pistolas, unas American tactical de 9mm y apuntaron directo al pasillo donde yacían los restos de la puerta.

Los tres hombres estaban congelados... ¿Cómo habían descubierto ese último escondite? ¿Quién era el hombre que se encontraba detrás de su pista? Uno de ellos, el más joven, pidió que lo cubrieran mientras avanzaba hacia el pasillo, con arma en mano, dio unos cuantos pasos mientras atravesaba los platos desechables en el suelo, los vasos rotos y las colillas de cigarro.

Sus socios no despegaban la vista de la puerta, el sudor frio recorría sus frentes mientras parpadeaban constantemente. De seguro era una banda rival que buscaba apoderarse de su territorio, o eran agentes de narcóticos que iban tras de ellos, podría tratase de alguna antigua venganza... justo en ese momento la pared detrás de ellos colapsó, ni siquiera tuvieron tiempo de usar sus pistolas de procedencia turca cuando un gigante calvo y tuerto atravesó la densa cortina de humo y los tomó con sus enormes manos por la cabeza, estrellándolas entre sí.

El más joven dio vuelta y apuntó con su arma a la sombra del gigante que apenas se podía distinguir.

—¡Estás muerto maldito tuerto!

Gritaba mientras su arma temblaba tanto, que tuvo que sujetarla con fuerza con la mano izquierda. Nunca había matado a nadie antes, este solo era un trabajo de vigilancia, se suponía que nadie sabía la ubicación de la casa de seguridad, se suponía....

—Suelta el arma o te garantizo la peor muerte que puedas imaginar.

La voz era intimidante, oscura y tenebrosa. El chico pensó que podría mentir sobre los hechos, sus compañeros quizá estaban muertos, nadie tenía porque saber la verdad, igual le pagarían, incluso se ganaría el respeto de los grandes jefes al decir que luchó contra el gigante y sobrevivió.

La pequeña arma semiautomática cayó al suelo haciendo un ruido metálico, el joven alzó los brazos en señal de rendición.

—Maldito cobarde...

Dijo el gigante mientras se abalanzaba sobre él.

—Dijiste... lo dijiste. ¡Dijiste que me perdonarías la vida!

—Nunca dije que no te mataría.

Sagat lo tomó con sus enormes manos y le rompió el cuello sin mucho esfuerzo.

Las cosas ya no eran como antes. Ahora los más "peligrosos" dependían de manera excesiva de armas que les permitían matar a distancia, incluso por la espalda, eran otros tiempos. Ya no había honor entre criminales. Arrojó el cadáver hacia una alacena hecha de madera antigua donde cayeron pequeños paquetes de droga, pero eso no le interesaba en absoluto, rondó por la casa de seguridad en la búsqueda de su verdadero objetivo.

Sagat se encontraba en Hong Kong para combatir y eliminar a un sujeto en cuestión. Se decía a si mismo que no tenía nada de malo, no era la primera vez que mataba a un ser humano. No obstante, antes era por decisión propia, porque había honor en el combate y a veces una muerte digna en el ring era el premio que obtenían sus oponentes. Ahora no era tan distinto, lo encontraría, combatiría contra dos o tres sujetos antes de llegar al objetivo y finalmente el tigre cazaría a su presa.

Sin embargo ese era el problema, no puedes decirle al tigre lo que debe cazar.

Ahora el tigre tenía un amo...

Se engañaba a si mismo diciendo que no era su amo, era su igual, de la misma forma que los otros dos, el boxeador y el torero. Sin embargo en el fondo de su corazón sabía que el tigre ahora tenía una correa. Y el nombre del hombre que controlaba esa correa era Bison.

Pasaron otras tres noches antes de que Sagat alcanzara a su objetivo a las afueras de Vientián, la capital de Laos.

Era otra casa de seguridad, peor que las otras que Sagat había desmantelado. Era un triste personaje que gastó más dinero del que podía generar, que cometió el grave error de agotar recursos de Shadaloo, y que no tuvo ni siquiera la decencia de luchar por su vida.

Patético.

Una vez realizado el trabajo, Sagat se dirigió de regreso a la base secreta de Shadaloo, ubicada en la selva de Veal Veaeng.

Ya entrada la noche decidió descansar dentro del parque Buda, cerca de la frontera con Tailandia, el gigante meditaba acostado sobre la suave hierba a la luz de la luna, junto a él, una enorme estatua de Buda recostado parecía acompañarle en sus pensamientos.

—¡Shoryuken!

Sagat despertó angustiado al escuchar esa palabra, sin embargo no había nadie a su alrededor. Era una pesadilla... su peor pesadilla, en un momento se encontraba en la cima, era más que un rey, era el dios del Muay thai, y ese maldito japonés le arrebató todo. ¿Qué era ahora? Un rey destronado, un lacayo... un tigre sin rayas ni colmillos.

—Así que a esto se ha reducido el gran Sagat.

Parecía que no estaba tan solo como creía. Buscó con la mirada y finalmente encontró al hombre que lo encaraba.

—El gran emperador del Muay thai reducido a ser un simple matón.

El hombre salió de las sombras y Sagat pudo ver su cuerpo delgado pero musculoso, su cabello pelirrojo y levantado por la parte de atrás, encima de su cabello portaba un mongkhon, un tocado tradicional de lucha Muay thai que se coloca en la cabeza de los peleadores, parecía un aro con una pequeña vara colgando por detrás, y en cada bíceps llevaba un pra jiad, unas bandas para los brazos.

—¿A qué has venido Adon? ¿Deseas que te recuerde quien es el alumno y quien el maestro?

—Perdiste el derecho de llamarte a ti mismo maestro cuando fuiste derrotado por Ryu.

—No vi que tú lo hicieras mejor.

—¡Cállate! No solo estaba en juego tu honor, sino el honor del Muay thai. Defraudaste al arte marcial al que dedicaste tu vida. Y ahora en lugar de recuperarte eres un esclavo de alguien más.

Sagat se mostró realmente molesto por las palabras de su antiguo protegido, pero sabía que eran verdad.

—Ya no mereces el título del rey del Muay thai, es tiempo de un nuevo emperador.

Sagat alzó sus brazos, la lucha era tan inevitable como la salida del sol y él no quería huir de la batalla, sin embargo ahora había una ligera molestia en su corazón; le irritaba que Adon tuviera razón.

Su antiguo alumno saltó hacia él con una patada voladora, parecía una flecha volando directo al corazón de su oponente, Sagat alcanzó a cubrirse y tomó a su oponente de la pierna, arrojándolo por los aires, sin embargo Adon presumió su admirable condición física cayendo con la agilidad de un gato y contratacó de inmediato al caer en la hierba. Ahora fue un certero puñetazo en las costillas del gigante seguido de un gancho en la quijada, Sagat retrocedió unos pasos, aturdido por los impactos, Adon aprovechó para impactarlo con violencia usando su rodilla.

El castigo no parecía terminar, un golpe seguido de otro que no le permitían al gigante recuperarse, porque Adon había aprendido algo más que los movimientos enseñados por Sagat, aprendió también las debilidades de su maestro. Y es que, a pesar de tener una inmensa fuerza, también era muy lento.

Sagat cayó de rodillas, y Adon cometió el grave error de creer que el combate ya era suyo.

Se abalanzó hacia su rival con el mismo movimiento que realizo al principio, la mortífera patada voladora, pero no sabía que su antiguo maestro contaba con eso... ahora en lugar de atraparlo, Sagat dio un pequeño salto hacia atrás y contratacó con su letal "rodillazo tigre". El impacto le sacó el aire a su compatriota tailandés, quien cayó al piso.

Sagat no cometería el mismo error que hizo con Ryu y preparó su proyectil de energía. Se agachó, cargó sus brazos hacia atrás y lanzó la poderosa energía. Aunque Adon trató de moverse, le faltó velocidad y malherido debido al golpe, cayó cerca de la estatua de Buda. Sagat se preparó para nuevamente lanzar su proyectil tigre; con gran dificultad y haciendo un esfuerzo sobrehumano Adon se levantó y corrió directo a los puños de Sagat, quien al momento de arrojar su proyectil, su antiguo alumno logró evitar saltando y en el aire realizar un giro mortal, dando una vuelta sobre sí mismo para impactar la cabeza de Sagat con su pie.

El impacto hizo que Sagat cayera de cara sobre el piso mientras la bola de energía golpeaba la estatua del Buda.

—Levántate Sagat. ¡Vas a pagar por decepcionarme!

El gigante tailandés no tenía otra opción más que continuar el combate, pese a que había dado sus mejores movimientos, Adon los había superado por completo. Ahora debía luchar de forma más inteligente, ¿Pero lograría recuperarse a tiempo?

Adon lanzó patadas que Sagat apenas podía bloquear con las rodillas, era tiempo de contratacar, a pesar de que su rival contaba precisamente con eso. Lo sorprendió con una ráfaga de golpes, intercambiando los puños derechos con los izquierdos, para finalizar con un codazo en la clavícula de su oponente; el impacto lanzó a Sagat hacia atrás, sin embargo eso no era el final del ataque. Adon saltó hacia él, golpeándolo con su rodilla derecha en el cuerpo y de inmediato su rodilla izquierda lo dejó noqueado.

Sagat cayó inconsciente y Adon, bastante herido, se autoproclamaba como el nuevo rey del Muay thai.

Sagat despertó al medio día, reparó en la sangre de Adon en el pasto, aunque no había rastro de él. Se levantó y vio el precio de su batalla: el hermoso y bien cuidado parque yacía parcialmente destruido, las estatuas se encontraban rotas. Esto le molestaba en gran medida a Sagat, pues tenía un gran respeto por la tradición, pero ahora esa tradición estaba destruida, al igual que él. Tiempo después se enteraría que su antiguo alumno estuvo una temporada en el hospital, debido a las heridas obtenidas en la batalla, no obstante eso era un consuelo innecesario, Adon lo había derrotado.

El gigante regresó a su natal Tailandia, con su ego totalmente destruido. Meditó durante el transcurso del viaje... no solo había sufrido una humillación pública a manos de Ryu, ahora su alumno le había quitado el título del "Rey del Muay thai".

Solo había una forma de recuperar su honor perdido, y esa era destruyendo por completo al japonés, humillarlo de la misma forma que él lo humillo. Una vez logrado eso, lo demás sería fácil, recuperaría su título y lo más importante, su honor.

—¿Qué te pasa Sagat?

Bison, el hombre de uniforme rojo, interrumpió su monologo al percatarse de la actitud de Sagat. La base de Shadaloo estaba oculta en Veal Veaeng, un enorme paraje de selva ubicada entre la frontera de Camboya y Tailandia.

—Me voy, hay algo que tengo que hacer, después escuchare sobre tu "poder-psyco"

Sagat era un hombre leal, y cumplía satisfactoriamente cada misión que Bison le había asignado, a pesar de los recientes... acontecimientos ocurridos en su vida.

—Está bien, vete, sé que regresaras aún más poderoso de lo que ya eres.

Sagat ocupaba una posición privilegiada dentro de la organización criminal conocida como Shadaloo. Una poderosa red de operaciones que se encargaba desde el tráfico de drogas y armas, pasando por la trata de personas hasta llegar incluso a las armas bioquímicas, además de controlar la política de pequeños países, así como la eliminación de personas por el precio adecuado.

Ni siquiera la Interpol tenía claro el alcance total de Shadaloo.

Sagat no prestaba mucha atención a esto, es más, permanecía ignorante ante muchos de estos temas, siendo la mayoría simples rumores, como la creación de Bison de un ejército personal formado por muchachitas, o un satélite con un rayo mortal. La mayoría de estas historias parecían salidos de alguna película de espías, por lo que el gigante tailandés dudaba de su veracidad. Lo que si le importaba eran los recursos que tenía a su disposición, medios de transporte y la más avanzada tecnología en ordenadores. Sagat usó estos recursos para investigar el paradero de Ryu. Las computadoras eran futuristas para la época, 128 Mb de memoria RAM, disco duro de 1000 Mb y una conexión a la naciente red conocida como Internet.

Gracias a estos Sagat descubrió el último paradero confirmado de Ryu: Echigo, cerca del monte Yahiko, en el país del sol naciente. El lugar perfecto para su batalla final.

El antiguo rey del Muay thai partió de inmediato, ignorando el hecho de que su investigación era observada muy de cerca por una siniestra presencia.

—Así que Ryu...

Una vez en Japón, aprovecharía el bosque Yahiko Jinja para entrenar durante cada noche que pasó en la región. Los rumores de su visita a la zona serian escuchados por el japonés y llegaría al combate; por cada día que esperaba, Sagat seguía poniendo en práctica su nuevo movimiento que había desarrollado basándose en el "Shoryuken" del japonés. Pasó una semana entera y Sagat se percató que Ryu había partido de la zona hacía ya mucho tiempo, al parecer no tenía un lugar que llamara hogar, un verdadero nómada, moviéndose de manera constante.

Resignado atravesó el bosque, pasando por las hermosas estructuras con forma de arcos que estaban por el lugar, justo en el momento en que sintió una presencia familiar. Giró al instante para ver a alguien con una postura similar a la de Ryu e incluso con sus mismas ropas.

Su oponente había llegado por fin.

Se acercó para comenzar el enfrentamiento, pero se detuvo abruptamente cuando su único ojo por fin pudo distinguir a su oponente. A pesar de ser similar a Ryu, no era él. Su keikogi era color rosa y tenía una playera negra debajo, además de una larga cola de caballo.

—Tu hora ha llegado Sagat.

—¿Quién eres tú?

Estaba decepcionado porque su oponente no era quien esperaba, sin embargo en caso de tener alguna similitud con Ryu en su forma de combatir, quizá el viaje haya valido la pena.

—¿Cómo es posible que no me recuerdes? —El hombre se encontraba muy perturbado—Tal vez si te arranco tu ojo bueno te acuerdes.

—El hombre que me quito el ojo pagó con su propia vida.

—¡Maldito! El hombre al que asesinaste era mi padre. Y hoy su muerte será vengada.

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