Conforme los siglos van pasando éste lugar se mantiene igual; cálido, solitario y peligroso. El desierto siempre a sido un lugar prohibido, solo los hombres valientes se atreven a entrar. Dentro del Reino Katolly se tiene una tradición, cuando los hombres alcanzan la mayoría de edad tienen la opción de permanecer cinco noches en el desierto, si lo logran obtendrán el trono del rey.
Los niños se convierten en adultos y los más valientes marchan al desierto, a veces en grupos o solitarios, a veces hacen equipo o a veces se destruyen entre ellos. Trágicamente ningún hombre lo a logrado y siempre es por la cuestión del agua, no hay hombre que no muera deshidratado dentro del desierto. Las mujeres esperan preocupadas en casa, detrás del turbante ellas lloran.
Una noche Abir cumplió la mayoría de edad, él se consideraba un chico valiente, empacó sus municiones, preparó su camello y se despidió de Niom. Abir y Niom eran el uno para el otro, amantes de toda la vida, destinados a estar juntos. La vida de Niom no había sido fácil, la tristeza corría por sus venas y aún más la noche que perdió a Abir.
Pasaron las noches y Abir no volvió, Niom no paraba de llorar, lloró tanto que llenó un jarrón con el agua de sus lágrimas. Niom tardó cuarenta noches para entender que sus lágrimas no traerian a Abir de vuelta, ella debía salir a buscar al hombre que más amaba. En cuanto cumplió la mayoría de edad preparó sus municiones dispuesta a emprender el viaje hacia el desierto.
La gente veía a Niom incrédulos, ninguna mujer nunca se había atrevido a adentrarse en el desierto, además Niom era conocida como una chica frágil, siempre cargaba lágrimas en sus ojos. La gente no dejaba de susurrar mientras la despedían en la frontera del reino, ya que lo más curioso era que Niom cargaba un jarrón vacío entre sus brazos. La gente le decía que no le serviría de nada un jarrón ya que en el desierto no encontraría agua por más que la buscara, ella los ignoraba y caminaba con sus clásicas lágrimas en los ojos.
Pasaron cinco noches y Niom regresó a Katolly, en una mano llevaba una tela blanca y en la otra el jarrón lleno de agua. La gente no lo podía creer, todos salieron de sus hogares y mercados para recibir a la nueva reina. Todos permanecian en silencio contemplando a Niom, su mirada era diferente, tenía los ojos tan rojos que era irreconocible su pupila. Niom alzó su mano mostrando la tela blanca y gritó "Este turbante pertenecía al amor de mi vida" Todo seguía en silencio pero Niom continuaba "La primera noche encontré el cuerpo de Abir y lloré como siempre pensando que era mi fin" En ese momento volteó el jarrón dejando caer el agua "Estas son mis lágrimas, ellas me mantuvieron con vida".
Dentro del infernal calor del desierto los hombres mueren de sed. Una mujer nunca morirá en esas condiciones, porque tiene la capacidad de crear agua. Ellas pueden hacer llover las nubes de sus recuerdos, exprimir cada remordimiento para soltar una lágrima, ellas lloran la partida de sus hombres y eso siempre las mantendrá hidratadas.