Samuel
El comedor era largo y grande, cabían exactamente doce personas, estaba cubierto por un mantel azul lleno del polvo que mi padre y yo tuvimos que quitar y lavarlo dejando la mesa al descubierto, ya tendríamos más tiempo de descombrar pero por el momento, después de que fuera con Antonio para pedirle empleo o que me recomendara algún lugar para trabajar ambos preparamos una rica cena. Y ahora mi padre estaba sentado mientras yo servia la cena.
-¿Y como te fue?.-preguntó tomando el plato que le ofrecia.
-Bien, parece buen tipo, y me dijo que estaría a supervisión de su hija.
-No entiendo porque quieres trabajar. Tienes dinero suficiente para mantenerte de por vida. Y si fuera diferente ¿Por qué de eso cuando eres arquitecto?
-Quiero distraerme. -me limite a decir.-¿Café?
-Si, trae la cafetera, sabes que me encanta el café por las noches.
-Aun no entiendo cómo te puede relajar, yo tomo café en la noche y no duermo. -dije trayendo conmigo la cafetera y un vaso de agua.
-Da igual. Lo que quería preguntarte es si sabes como hacer una cerca.
-No, pero él me dijo que no había problema, su hija me ayudaría en todo lo que necesitara.
-Vaya.-dijo y comenzó a comer.-¿Y conoces a su hija?
-No recuerdo mucho de ella. Pero la conoceré mañana.-conteste restándole importancia.
Enserio quería esforzame en salir adelante, que estuviera en otro lugar me ofrecía una nueva oportunidad pero al estar solo no podía evitar pensar en Emily y en cuanto le habría gustado este lugar, el muelle, el sendero, el puerto...sobre todo la playa, a Emily le encantaba la playa, sin embargo a mí me aterraba, y ella lo sabía por eso nunca insistió para que fuéramos.
Nunca sabra cuanto me arrepiento de eso, de no poder cumplir todo lo que alguna vez soñó o deseo, como ir a un paseo por la playa, los dos juntos, tomados de la mano, o de crucero, de pesca.
Fui tan tonto...ella dio tanto por mi, y yo no pude dar nada por ella.
-Samuel.-la voz de mi padre me saco de mis pensamientos.-¿Estas bien?-pregunto mirándome con recelo, estaba seguro que él sabia en quien estaba pensando.
-Estoy bien papá.-dije forzando una sonrisa y continuamos cenando.
Después de cenar, al irme a la cama, no pude dormirme inmediatamente, di varias vueltas encontrando una postura cómoda para dormir y me rendí después de intentarlo por lo que pareció más de una hora, al final me quedé de lado, observando el lado derecho completamente vacío.
No sabía exactamente cuanto tiempo me quede en esa posición, observando el lado vacío como si fuera lo más importante para mi, y esa noche comprendí que no importara cuanto me esforzara.
Emily tal vez nunca saldría de mi mente, y de mi corazón.
Al amanecer los rayos del sol pegaron directamente en mi cara y tuve que parpadear varias veces para acostumbrarme a ellos, el canto de los pájaros se podía escuchar claramente y para cuando baje después de una larga y refrescante ducha mi padre ya no estaba. Tome la cafetera y me bebí el poco café que quedaba.
Conducí la camioneta de mi padre rumbo a la casa de Antonio, tomando el atajo por el sendero para llegar lo más rápido posible, no me había dicho la hora en la que iniciaría pero suponía que tenia que ser lo más temprano que se pudiera.
-Buenos días.-dije al bajar y verlo discutiendo con una mujer. Y si, casualmente la mujer del dia pasado.
-Buenos días Samuel. Te presento a mi hija, Andrea.-dijo y sonreí acercándome a ella y tendiendo mi mano en forma de saludo para que la estrechara. Lo hizo, aunque no se veía del todo cómoda.
-Un gusto.
-Si.-ella limitó a decir y miró hacia otro lado.
-Bueno. No pensé que llegarías tan temprano, pero ya hemos preparado el material que vas a necesitar. Andrea te enseñara como comenzar. -dijo su padre y ella asintió.
-Bien, sígueme.-dijo Andrea colocándose el sombrero que tenía en su mano y comenzó a caminar. Su padre me dio una mirada de confianza y le sonreí comenzando a seguir a su hija.
-Puedes retirarte a cualquier hora después de las 4:30 de la tarde.-dijo Andrea mientras caminábamos.-Tienes permiso de una hora para comer, si no has traido comida te puedo ofrecer por esta vez pero para mañana tienes que venir preparado, si no quieres que descontemos la comida de tu sueldo.
-De acuerdo.
Llegamos a una bodega que estaba situada detrás de la casa y comenzó a sacar una caja de materiales y me la pasó.
-Esto es más de lo que necesitaras, pero tenlo de todas formas. En el lugar en donde comenzaras a trabajar te hemos dejado la suficiente madera y tela de alambre para que comiences la cerca. Como puedes ver aquí en la bodega hay más, si lo necesitas puedes llevarte la camioneta y venir por más.
Salimos del lugar tan rápido como entramos y ella comenzó a caminar de nuevo. Era demasiado rápida, me estaba costando llevarle el ritmó, llegamos al lugar en donde tenía que empezar y comenzó a explicarme como tenía que ir colocando los postes de madera.
Pensé que sería más difícil pero como lo explicaba parecía bastante fácil.
Mientras hacia la demostración explicándome paso a paso lo que tenía que hacer me pude dar cuenta de que no parecía una mujer de este lugar, ni vestía como una mujer de este lugar, llevaba zapatillas deportivas de color negro, unos pantalones de yoga color blancos y una blusa sin mangas color negra con una camisa blanca de manga corta de cuadros azules encima, su rostro estaba cubierto por una fina capa de sudor y sus mejillas estaba sonrojadas a pesar del sombrero que cubria su cabeza y parte de su rostro, hasta ese momento me di cuenta de la intensidad del sol.
-¿Entendiste forastero?-pregunto limpiando con su brazo el sudor de su frente y me miro por primera vez desde que nos vimos.
-Si, muy claro, gracias.
-Bien, pediré que te traigan agua, lo que menos quiero es un señorito deshidratado.-dijo con burla y sonreí.
-Se lo agradecería. Una agüita de naranja y unas tortitas de atún no estarían nada mal, para la comida quiero decir. -dije siguiéndole sorprendentemente la broma y ella alzo una ceja.
-¿Tortitas de atún para la comida?-preguntó con sorna y sonrió.-Mira tú que cómodo. Agradece si te mando un chayote, ahora comienza a trabajar.
-Como usted diga, señorita.-dije con una sonrisa mientras ella se retiraba.
Comencé a trabajar lo más rápido que podía, y aunque me había parecido fácil tenia que reconocer que era bastante tedioso, y estresante para mí, nunca había hecho nada similar, y aunque fuera arquitecto y tenía una idea de lo que era el trabajo pesado, no era lo mismo supervisar a realizarlo. Lo bueno es que por lo que había avanzado en el día, esto lo terminaría a lo mucho dentro de unas dos semanas.
Durante la mañana algunas empleadas me habían llevado jarras de agua y para la comida no fue lo que le había dicho a Andrea pero tampoco me había enviado "chayotes" y eso tenía que agradecerlo. Después de comer estuve trabajando unas horas más y para cuando se acabo mi hora la vi llegar de nuevo, esta vez iba montada en un caballo y comenzaba a sospechar que su color favorito era el negro dado a que el caballo era del mismo color.
-Vaya.-dijo observando lo que había hecho.-No está mal, y yo que creí que tardarías meses.
-Pues ya ve que no.
-Si, ya lo veo. Aunque hay que esperar como amaneces mañana. -dijo mirándome con una sonrisa.
-¿A que te refieres?
-A nada.
Me reí y luego nos quedamos en silencio.
-¿Tu no me recuerdas cierto?-preguntó y sonreí.
-Si, te estabas peleando con...
-No, no me refiero a eso. - me interrumpió. -Antes, cuando vivías aquí.
Me quedé en silencio unos segundos, pero finalmente conteste. -Si, te recuerdo, estudiamos juntos la secundaria, eras la primera de la clase, y aunque siempre llegabas tarde eras de las más aplicadas, no se cómo le hacías pero siempre lo sabias todo, era sorprendente.-dije incrédulo y ella comenzó a reír.
-Wow, sinceramente no pensé que lo recordaras tan bien.
-Pues ya ves que si.-respondí y ella asintió.
Te presento a Diablo.-dijo sonriendo y acariciando el cabello del caballo el cual relincho, como si se estuviera presentando.
-¿Le pusiste diablo al caballo? ¿Por qué no me sorprende?-pregunte divertido. Y ella comenzó a reír.
-Yo no le puse ese nombre. -se defendió.-Cuando me lo regalaron ya lo tenía, solo se lo respete.
-Que considerada.
-Gracias. -exclamo con gracia quitándose el sombrero y volviéndoselo a colocar.-Bueno, te dejo forastero, tengo cosas que hacer. Termina de recoger el material y puedes irte.
-Bien.-le respondí pero ella no contestó.
Sonreí mientras la miraba marcharse, no sabía que tenía Andrea pero me caía muy bien...