Aphrodite [JenLisa]

By jenlizas

738K 72.8K 60.1K

Cuando Jackson Wang, el novio de Jennie Kim, propuso integrar un tercer integrante a la pareja para "salvar l... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 -
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Final
Epílogo
Lu's Note

Capítulo 35

12.2K 1.1K 1.7K
By jenlizas

Eran casi las 7 de la mañana cuando Lisa, Jennie, y Francesca se despertaron abruptamente gracias al sonido repetido del timbre y golpes que no cesaban en la puerta principal. En el caso de Francesca; despertó llorando por el susto, y en el de la tailandesa; gritando y gimiendo del dolor, pues estaba acostumbrada a prácticamente saltar de la cama cuando la despertaban así.

Jennie se guardó los insultos muy dentro de su ser, y cargó a Francesca en sus brazos, tratando de reconfortarla.

—Lili... —murmuró, agachándose un poco para poder ver el pie de la pelinaranja, pero ella no la dejó.

—Ve a ver quién es, por favor —dijo, con los ojos cerrados con fuerza, aguantándose el dolor.

Jennie acostó a Francesca, quien ya se había calmado un poco, a un lado de Lisa en la cama, y corrió a ver quién era el Alma que se atrevía a hacer tanto escándalo a esas horas de la mañana.

—Rebecca... —susurró Jennie, no muy sorprendida.

—Hace media hora que estoy aquí, muerta de frío, esperando a que te levantes y me devuelvas a mi hija.

Era mentira, en verdad no habían pasado más de cinco minutos y tampoco hacía frío, ya que había calefacción en todo el edificio...pero ella siempre tenía que exagerar.

—Buen día —empezando el día ya sintiéndose de mal humor, Jennie se hizo a un lado y le hizo señas de que ingresara al departamento.

Como si fuese dueña de casa y olvidándose de los modales de los que siempre presumía, Rebecca fue directamente hacia las habitaciones, abriendo las puertas para ver qué había en cada una, ignorando los llamados de Jennie.

—¡No seas metida, Rebecca! ¡Espérame aquí!

La francesa-coreana ignoró a Rosé durmiendo hundida entre cobijas y almohadas en su habitación, el baño y el cuarto que estaba prácticamente vacío y sin uso, para finalmente encontrar la habitación de Jennie, en donde se encontró con Lisa y su hija.

—¿Qué...? ¡¿Qué hace ésta tipa en la cama con mi hija?! —puso el grito en el cielo.

Jennie le hizo la típica seña a Lisa de "ya sé, solo respira y déjala ser", algo que Lisa entendió y asintió, tomando el hoodie que traía el día anterior y poniéndoselo de vuelta sobre su cabeza.

—No estás ni en tu casa ni en la de papá —habló Jennie con seriedad, pero siempre con voz calma—, así que te voy a pedir que no grites, Rebecca.

—Jennifer, tú no eres NADIE —gritó a propósito— para decirme qué puedo y qué no.

—¡BEBÉEEE! —harta de escuchar los gritos de su madre, Francesca encontró la compañía perfecta en el pequeño Leo, quien recién despertaba y se estiraba entre las cobijas calentitas.

—¡Francesca! —pobre Rebecca...bueno, pobre no, pero casi se le sale el corazón al ver como su hija abrazaba al animal—. ¡Deja a esa cosa allí! ¡No la toques!

Y se quiso acercar para alejar a su hija del felino, pero digo "quiso" porque, a pesar de haberlo intentado, no lo logró. ¿Y cómo hacerlo si Francesca puso el grito en el cielo?

—Nos vamos —dijo, enfadada y con el orgullo herido por, nadie más ni menos, que su pequeña hija.

—¡Nooo! ¡Lisa! ¡Bebé! ¡Ni! —lloró la bebé, destrozando el corazón de los tres. Y me refiero a; Lisa, Jennie, y Leo.

—Basta, Francesca, enserio lo digo.

Harta de todo y todos, Rebecca tomó a su hija en brazos muy bruscamente y la dejó sentada en el borde de la cama, para vestirla, cosa que realizó en cuestión de segundos, ignorando el llanto de la niña y los pedidos de Jennie para que la dejara un rato más.

—Lisa está lastimada del pie y debe hacer reposo —ni bien dijo eso, Jennie recibió un "y a mí qué me importa" como respuesta—, déjala un rato más, estaremos mirando películas en la cama, estoy segura que en la casa de papá se-

—¡Dije que no, Jennifer!

Rebecca, esa jóven madre y esposa de la misma edad que Jennie, tenía mil situaciones y emociones que la atormentaban día a día. Sentía dolor, tanto físico como psicológico/emocional, tristeza, y mucha, pero mucha furia.

De alguna manera tenía que...liberarse.

—¡¿Qué haces, Rebecca?! —Jennie y Lisa saltaron contra la francesa-coreana, al ella darle una palmada un poco fuerte a Francesca en la zona baja de su espalda, haciendo que la niña llorara aún más, por miedo, por dolor.

Jennie la tomó del brazo con fuerza, y Rebecca casi se desmaya del dolor que sintió, alarmando a las presentes.

—¿Qué...? —Jennie frunció el entrecejo y volvió a apretar la misma zona, para comprobar. Y sí, algo andaba mal, porque unas lágrimas de dolor comenzaron a bajar por las mejillas de Rebecca.

Lisa se aguantó su propio dolor y estiró sus brazos en dirección a Francesca, quien se lanzó hacia ella como si fuese su salvavidas, acurrucándose en su pecho y continuando con su llanto, que era más por el miedo que le causó la palmada de su madre, que por el dolor en sí.

Rosé, quien se encontraba petrificada en la puerta de la habitación, se decidió por entrar y ayudar a Lisa, tomándola por la cintura y ayudándola a salir de la habitación con éxito.

Por otro lado, Jennie y Rebecca quedaron a solas.

—¿Me quieres explicar qué mierda está sucediendo? —Jennie estaba alterada, enojada, ¿con quién, exactamente? Ni ella lo sabía, pero que estaba enojada, estaba enojada.

Jennifer, ocúpate de tus propios asuntos por favor —espetó su rubia hermana, como siempre, a la defensiva.

—"Jennifer" una mierda, Rebecca, tú y yo nos sentaremos allí —dijo señalando su cama—, y tendremos una charla pro-fun-da.

—Mira, Fran, mira como Leo corre a Rosie —Lisa y Rosé no sabían qué más hacer para sacarle una sonrisa a la pequeña Francesca.

Hacia media hora que Jennie y Rebecca estaban hablando en la habitación, a puertas cerradas, y hace justamente media hora que ellas estaban tratando de alegrar y distraer a Francesca, quien había dejado de llorar pocos minutos después de que Lisa la cargara.

—¡Wow, mira Fran! —Rosé corría por alrededor del sofá con un par de calcetines que habían sabido utilizar como pelota, y Leo la perseguía, tratando de atrapar la bola que llamaba su atención.

Pero Francesca no sonreía, ni tampoco quería ir a jugar con ellos. Simplemente se mantenía sentada a un lado de Lisa, observando todo en silencio y calma.

—Francesca, vamos —Rebecca salió de la habitación, llorando e intentando secarse las lágrimas con sus manos, pero era en vano, más y más lágrimas continuaban cayendo.

—Vamos, France —Jennie salió detrás de Rebecca, abrigada y, al parecer, lista para salir. También estaba llorando, cosa que alertó a Rosé y Lisa.

—Jen... —Lisa no sabía si preguntar o no.

—Ya volvemos, Liz —sollozó Jennie, y es que no podía dejar de hacerlo. Allí pasó algo que sorprendió a todos; Rebecca abrazó a Jennie por la cintura—. No te preocupes, llevaremos a Fran...o no, mejor la dejamos —miró a Rebecca, quien se encogió de hombros—. Sí, mejor la dejamos con ustedes y luego la venimos a buscar.

—¿Van a casa de tus papás? —preguntó Rosé y Jennie asintió—. Bueno —tampoco sabía qué decir.

Rebecca se acercó al sofá en donde estaban recostadas Lisa y Francesca, y comenzando a llorar otra vez, se agachó para dejar un beso en la frente de su pequeña hija.

—Luego vuelvo, ¿sí, Fran? —le habló con tanta dulzura y...no sé, como si le estuviese perdón con esas palabras, que le resultó extraño a la niña—. Pórtate bien y hazle caso a Lisa y Rosé, ¿sí? —las mencionadas se miraron con cara de "esas somos nosotras" y luego se sonrieron—. Claro que te portarás bien y harás caso, si eres la niña más buena que conozco... —y antes de que le diera otro ataque incontrolable de llanto, Jennie se la llevó.

What....the fuck was that —suspiró Rosé, dejándose caer en el sofá, a un lado de Lisa y Francesca.

—No lo sé, pero espero que esté bien —dijo Lisa, por Jennie—. Que estén bien, de hecho.

—Sí... ¡En fin! —se puso de pie nuevamente, como si nada hubiera pasado—. ¿Qué te parece si vemos una película? Y almorzamos pizza. ¡Fran, pizza!

La pequeña de cabello claro y rizado la miró y luego dirigió su mirada a Lisa.

—¿Pizza, Li? —preguntó, tiernamente, y Lisa le sonrió, besando sus mejillas regordetas y sentándola sobre su regazo.

—Si, Fran —respondió.

Rosé llamó al delivery y puso la primer película que le apareció en Netflix; Frozen. Diez minutos después, le pagó al chico del delivery y le dio una generosa propina, para luego acomodarse junto a Francesca y Lisa para comer y disfrutar de esa película que ya se sabía de memoria, pero que estaba segura nunca se cansaría de ver.

Y si, por muy...ruda, o antipática que pareciera, detrás de "Rosé", esa chica fría y materialista, se encontraba "Rosie", o "Chaeng",  la misma jóven que solía llorar de la emoción cuando comía algo muy rico, o dar saltitos cuando se emocionaba demasiado.

A la pelirroja le agrada esa sensación de volver a ser su antigua-yo por un rato. Le agradaba estar con Lisa, le agradaba tener más gente en la que poder confiar y no tener que pretender ser nadie mas que ella misma.

Sonrió y recostó su cabeza contra el hombro de Lisa.

Jennie llegó a su casa y fue recibida por un exquisito aroma a café recién hecho. Lisa seguía en el sofá, aunque ahora tenía el cabello húmedo y ropa nueva, a su lado estaba durmiendo Francesca y, en el medio, se encontraba el pequeño Leo.

Rosé salía de la cocina con dos tazas de café en sus manos, en la mesita frente a la televisión y el sofá, habían tostadas y muffins.

—Jen, llegas justo —sonrió la pelirroja, sentándose a un lado de Lisa luego de haberle alcanzado su taza.

—Sí —Jennie caminó despreocupada hacia ellas y se puso a la altura de Lisa, para poder besarla, algo que necesitó, y mucho, todas esas horas que estuvieron separadas. Fue un beso tierno, un beso que decía "te extrañé", sin lengua, sin nada, simplemente sus labios abrazándose.

—Bueno, bueno —sonrió Rosé—. Dejen de contar dinero delante de los pobres —pero Lisa y Jennie ni se inmutaron—. Leo, bésame —dijo estirando sus brazos dramáticamente hacia el felino que dormía a un lado de su dueña y madre. Jennie le dio un golpe en el brazo y, sonriendo, finalmente se separó de Lisa—. Por un momento pensé que se habían quedado pegadas...

—Cállate de una maldita vez y hazme un café —dijo la morena, desabrigándose un poco.

Nnnnop —respondió Rosé, y Jennie se encogió de hombros, tomó su taza de café, y bebiendo dos tragos largos y dolorosos. Sí, estaba muy caliente.

—Oops, ahora tendrás que hacerte uno para ti también.

—¡Pero...!

—Shh —Lisa les señaló a Francesca y Rosé puso los ojos en blanco. Suspiró y volvió a la cocina, para rellenar su taza con café y prepararle uno a Jennie, que sí, peleaban por el simple arte de pelear, porque al final siempre terminaban haciendo lo que la otra pedía.

—¿Cómo estás? —Lisa acarició la mejilla derecha de Jennie y la morena se acurrucó contra ella, disfrutando de la calidez de la caricia.

—Bien —suspiró, cerrando los ojos—... Andrew...su marido, le pega, Lisa —dijo apenada—. Le pegaba —se corrigió—. Pero ya no, no más. Hablamos con él y con ella, tuvimos que ir a buscar a mi padre hasta su maldito trabajo —contó con rabia, su padre siempre estaba ocupado—. Según lo que Rebecca me contó, Andrew no le pegó muchas veces ni muy seguido, fueron unas cuatro veces, y siempre pasó lo mismo; le pegaba, se ponía a llorar y le pedía perdón, diciendo que no sabía que le había pasado y todo eso...luego le prometía que cambiaría y que nunca más le haría eso...pero después discutían por cualquier idiotez y volvía a hacer lo mismo —negó con la cabeza, manteniendo la mirada baja, Lisa la miraba fijamente a los ojos y acariciando su mejilla repetitivamente—. Nos juró y volvió a jurar que nunca tocó a Francesca, que ella podía parecer una madre horrible, pero que nunca permitiría que alguien lastimara a su bebé. Les contó a mis papás lo de ésta mañana y volvió a llorar horrible, diciendo que ella era la misma clase de persona que Andrew, y que tal vez su destino era quedarse con él.

—Qué terrible... —murmuró Lisa, Jennie asintió.

—Lo sé —Rosé, quien estaba escuchando todo en silencio, se sentó a su lado y dejó la taza con café de Jennie sobre la mesa baja que tenían delante suyo—. Y, ¿sabes?, ¿saben? —se corrigió, separándose del tacto de Lisa y mirándola, tanto a ella como a Rosé, a los ojos—. Entendí que todo eso es gracias al silencio. Mis padres nos han impuesto a mí y a mis hermanas, que debemos callarnos, que si no hablamos de algo, entonces es como si eso no existiera. Pero, definitivamente, es lo peor que nos han podido inculcar, de allí que sale como fruto; mi mala relación con Rebecca, lo que...lo que le pasó a Rosie —la pelirroja bajó la mirada—...la violencia hacia Rebecca y, básicamente, todo. Todo lo malo que hemos vivido, o vivimos, en mi familia, es gracias a eso. Al silencio.

Rosé mantuvo la mirada baja, asintiendo lentamente, pues ella ya tenía bien en claro por qué pasó lo que pasó. Por qué la indiferencia de sus padres hacia ellas, por qué la dejaron sufrir cuando más los necesitó.

Y Lisa, por otro lado, no entendía muy bien toda la situación...había pasado, en cuestión de días, de conocer que Jennie tenía una hermana mayor y una sobrina, a saber que la mujer era golpeada y a ver ella misma como maltrataba —aunque era más bien un destrato— a su hija.

Y ahora que Jennie le decía todas esas cosas, de a poco lograba comprenderla más. Comprender la causa de su personalidad, que no era mala, pero sí podía resultar un tanto...fría, a primera vista. Y ahora entendía por qué Jennie actuaba de esa manera.

Era su forma de protegerse, pues, al igual que Rosé, había encerrado su corazón en lo profundo de su ser, creando y formando un fuerte alrededor de él, fuerte que Lisa, poco a poco, había comenzado a derribar sin que ninguna de las dos se diera cuenta.

—¿Qué dijeron tus papás? —preguntó Rosé.

—Mi padre le pidió perdón y también a mí, dijo que había sido un padre ausente y que había priorizado otras cosas, como el trabajo, antes que a nosotras, pero que nunca se había dado cuenta del daño que nos hacía. Lloró y nos abrazó y también le pidió perdón a mamá, pero ella le dijo que estaba bien y que sus cosas las arreglarían luego ellos dos, cosa que nos hizo reír, porque mamá parecía bastante enojada y lista para reclamarle millones de cosas —rió ligeramente y se recostó contra el hombro de Lisa.

—Pobre Daniel —rió Rosé—, Diana enojada es lo peor que le puede pasar.

—Sí... En fin, hablamos largo y tendido, cuando me vine estaban por llamar a Ella, también para hablarle, supongo. Mi padre tenía que llamar a Stella que, según Rebecca, no sabe nada. Iban a hacer lo mismo con Andrew pero para hablar directamente sobre el divorcio y esas cosas...Lo más probable es que Rebecca y Francesca ya se queden aquí, en Seúl.

—Bueno, Jen, me alegro por ustedes, de que hayan podido arreglar sus cosas y...y... —Lisa no sabía exactamente qué decir. ¿Debía estar triste? ¿Feliz?—. Y bueno...

—Y ahora vamos a estar mejor, sí —terminó Jennie por ella, y la tailandesa asintió.

—¿Miramos Riverdale? —preguntó Rosé, a lo que Jennie asintió, entusiasmada, pues les quedaba ver solamente la última temporada.

Lisa resopló y, cuando Rosé estaba quedándose dormida a los cinco minutos de haber empezado el capítulo, tomó la mano de Jennie y comenzó a jugar con sus dedos, delineando las venitas que sobresalían y admirando sus pequeñas, delicadas y bien-manicuradas uñas.

Un besito; Lisa presionó sus labios contra las falanges de Jennie, dos besitos; cerró los ojos y dejó que sus labios apreciaran más la textura de su piel, que por cierto olía a coco. Tres besitos + un mordisco pequeño y juguetón; Jennie suspiró y, moviendo sus dedos, acarició la mejilla de la tailandesa, también de manera juguetona.

Se quedaron de esa forma por varios minutos; Lisa besando la mano de Jennie y la morena acariciando sus labios y mejillas de manera esporádica, ambas prestando 0 atención a la televisión, o en su defecto, a Riverdale, que en el fondo se veía algo...raro, relacionado con bebés y ¿una hoguera? ¿fogata? Bah, qué importa, lo único relevante en ese lugar, eran las caricias que compartían ese par de mujeres.

Y los ligeros ronquidos de Rosé también.

—Quiero que hablemos... —susurró Jennie y Lisa se puso un poco tensa; pues quién no lo haría al oír esas peligrosas palabras.

—Hablar... —se aclaró la garganta—. ¿De qué...? —preguntó, intentando sonar y lucir lo más despreocupada posible.

—De nosotras.

Lisa asintió y Jennie la cargó en brazos, llevándola hacia su habitación y recostándola en su cama. Lisa estaba muy delgada, y eso la preocupó...aunque no era de lo que quería hablar en ese momento.

—Sabes —comenzó, acomodándose a su lado en su comodísima cama—...con todo ésto que pasó hoy...

Jennie recordó como su hermana lloraba en sus brazos. "Te pido que me perdones, he sido una horrible persona contigo, Jennie, te pido que me perdones" le había dicho ahogada por el llanto.

"Lo siento mucho por haber arruinado su infancia al no hablar con ustedes claramente" les había dicho su padre, con la mirada gacha de la vergüenza y sus manos juntas sobre su regazo, "Me siento muy avergonzado y apenado por todo el daño que les he causado, pero también me siento orgulloso de ver lo capaces que son; Jennie, es maravilloso ver como no has dudado en salir a defender a tu hermana, aún a pesar de todo".

Pero, definitivamente, lo más doloroso de todo, había sido el momento en el que Rebecca se desnudó frente a ella.

"Por favor, no me toques que me arden mucho" había dicho su rubia hermana, sacándose la camiseta y bajándose sus pantalones jeans, revelando un total de 4 moretones; 1 por cada vez que Andrew se había atrevido a tocarla. Eran grandes, algunos de tonos morados, oscuros, los más recientes, y también otros en tonos verdosos, un poco más claros, pero no por eso menos dolorosos.

"¿Cómo...?" había podido preguntar Jennie, luchando con el nudo formado en su garganta.

"Fueron todos con sus manos" respondió Rebecca, en una voz muy pero muy baja y temblorosa. "Menos éste" señaló su muslo, dónde tenía el moretón más grande, era de un color morado con bordes rojizos, "Éste lo hizo con su rodilla...se había subido encima mío, en nuestra cama, y me había encerrado con sus muslos...fue un rodillazo que me dolió la vida. El parto de Francesca fue nada, comparado al dolor que sentí ese día".

Y a Jennie le dolían los recuerdos, esas imágenes que, aunque quisiera, nunca podría quitar de su memoria.

Y luego, en su camino de vuelta al departamento, lo había pensado...esa decisión que había tomado, la había pensado, re-pensado y vuelto a pensar una vez más.

—Quiero que seas mi novia, Lisa.

La bailarina levantó la mirada tan rápido, que su cuello hizo un pequeño sonido, quejándose por el brusco movimiento.

Y es que ella esperaba cualquier cosa, menos una propuesta...de ese calibre.

—¿Que...? ¿Tú y yo...? ¿Quieres decir...? —quiso darse una palmada en la cara, seguro estaba haciendo el estúpido frente a Jennie, quien sonreía tiernamente, con los ojitos brillosos.

—Tú y yo, novias —dijo de manera lenta, solo para burlar a la pobre de Lisa.

—Pero...¿por qué? —susurró en una voz pequeñita y temblorosa.

Jennie pensó seriamente en sacar un pergamino en rollo de diez metros y comenzar a llenarlo con las respuestas a esa tonta pregunta, aunque también podía sintetizar todo eso y formular una respuesta clara, inteligente y lo más importante; sincera.

—Porque te amo. Por eso.

Las palabras que le había dicho Rebecca todavía hacían eco en su mente. "Si alguien me mirara de la manera en la que te mira Lisa, o si alguien lograra un cambio tan radical y bueno en mi vida, como lo ha hecho ella en la tuya...yo le propongo casamiento al día de conocerla, Jennie".

Y tenía razón, pero como eso llamado "ma-tri-mo-nio" le daba escalofríos de sólo pensarlo, supuso que pedirle que fuese su novia sería algo parecido y mucho más lógico, considerando el tiempo que llevaban conociéndose.

Lisa la miró y bajó la mirada, pestañeaba cada medio segundo y su respiración se había agitado un poquito.

Si me dice que no; me mato — pensó Jennie, para no perder la costumbre de ser extremadamente dramática  — No, no...mejor primero mato a Rebecca, sí.

—Soy muy idiota, lo sé —comenzó murmurar, levantándose de la cama y maldiciéndose mentalmente por ser tan estúpida, pero Lisa la detuvo, tomándola del brazo.

—Claro que sí.

—¿Claro que sí soy muy idiota? —preguntó indignada.

—Claro que sí quiero ser tu novia, boba —aclaró Lisa, sonriéndo dulcemente, mostrando esos hoyuelos que Jennie tanto adoraba—. Pero con una condición —se puso seria, y tiró de la mano de Jennie, para que se recostara nuevamente a su lado.

—¿Cuál?

—Que tu aceptes ser novia —dijo en un susurro, que su mirada iba de los labios de Jennie, a sus ojos, y su respiración cada vez se volvía más alterada.

—Claro que sí...boba —sonrió Jennie, entre lágrimas.

Y se besaron, coronando ese hermoso e histórico momento, recostadas en la cama de Jennie, un miércoles a la noche, Lisa con su pie lastimado y Jennie con su mente hecha un desastre, pero sus corazones irradiaban luz, futuro y amor, mucho amor, y eso era lo más importante.

A veces es necesario que la vida te de un buen sacudón, ese golpe de horno que te despierte, que te haga estallar y replantearte toda tu vida, de ser necesario.

A veces es hora de decir "basta", como en el caso de Rebecca, y otras veces es hora de decir "lo intentaré" y lanzarte a una nueva aventura, como en el caso de Jennie y Lisa.

A veces es necesario darse una oportunidad.

—Te amo, Jen —susurró Lisa, sin despegar sus labios de los de su novia.

—Yo también te amo...novia —y entre risitas tontas, enamoradas, y besos; muchos pero muchos besos, se durmieron, abrazadas y entregadas a ese sentimiento que esperaban, mas bien rogaban, las hiciera felices.

Nota: Me puse un poco sentimental escribiendo ésto, jaja. Más allá de Jenlisa y la historia en sí, quería que todos pudiéramos ver algunas de las consecuencias que trae el silencio o la ignorancia, que se que muchas veces nos pasa algo malo y preferimos ignorarlo y hacer como si nada sucediera, casi siempre para no hacernos más daño, pero a la larga terminamos viviendo con ese dolor escondido en nosotros, en nuestros corazones.

Creo que darnos una oportunidad a nosotros mismos, es lo mejor que podemos hacer, entender que somos de carne y hueso, con sentimientos, y que a veces está bien sentirnos mal o tristes... En fin, a muchos tal vez les importe un comino todo ésto ó les resulte aburrido, lo sé, pero quería intentarlo, quería dar algo más que una simple historia ficticia, y poner un poco de realidad y esperanza, a través de mi humilde escritura.

Sin más, les mando un beso enorme y espero que sigan apoyando ésta historia uwu ❤💖💘

Pd: Los siguientes capítulos.........agárrense fuerte, que las cosas se van a poner...difíciles, en las vidas de nuestras Jennie & Lisa 😅.

Continue Reading

You'll Also Like

1.7M 97.7K 89
"no estoy loco, yo te amo" "eres mía mi amor, y todo lo que hago es por ti" "si supieras todo lo que haces en mi" Portada hecha por la talentosa @moc...
1.5M 116K 49
"Las personas cambian a las personas...." - Primera Parte -
986K 85.1K 30
Dónde Lisa y Jennie son (verdaderas) almas gemelas. Cuando era pequeña, la abuela de Lisa solía contarle su historia favorita: la de las almas gemela...