Despierto por el leve resplandor que se cuela a través de la enorme ventana de la habitación, mordiendo mi labio al recordar todo lo sucedido anoche. Sonrío con algo de emoción al ver el cuerpo desnudo de Christopher a mi lado.
Me muevo con mucho cuidado, observando su rostro.
Parece que no durmió muy bien anoche. Sus cejas están un poco unidas, dejando ver su ceño fruncido; sus labios están en una fina línea recta, lo que me hace preguntar: ¿qué pasa por su mente para que esté así?
Decido levantarme con lentitud de la cama al sentir que mi vejiga explotará como no llegue al baño a tiempo y desaloje todo lo que estoy guardando. Después de haberme levantado, viendo que no lo desperté, tomo la camisa de Christopher que está a mano y corro al baño, vaciando mi vejiga con alivio.
Al terminar, halo la cadena, lavo mis manos, mis dientes y salgo del baño, dirigiéndome a la nevera de la habitación, buscando algo para tomar y comer; el hambre me está comiendo a mí. Después de haber sacado una botella con agua y unos snacks, me ubico frente a la ventana de la sala, observando todo el panorama con una sonrisa satisfecha.
- ¿Belle? - Escucho su voz preocupada y me pongo en alerta.
- ¿Sí? - Empiezo a caminar hacia la habitación, deteniéndome al verlo salir de ella y observarme con alivio, trayendo sus bóxer puestos. - ¿Qué sucedió?
Lo veo caminar con rapidez hacia mí, tomándome entre sus brazos, levantándome del suelo, haciendo que frunza mi ceño, y pase mis manos a su cabello, dando suaves caricias en éste.
- ¿Qué sucede? ¿Estás bien? - Niega en silencio, bajándome con cuidado, separándose levemente de mí.
- Estuve pensando toda la noche si no era un mal truco de mi mente. - Frunzo mi ceño sin entender sus palabras. - El tenerte aquí, conmigo. Creí que soñaba y, al despertar y no verte a mi lado, pensé que había sido mentira.
Sonrío con ternura al escuchar sus palabras, acariciando sus mejillas con suavidad.
- Puedes estar tranquilo. - Deslizo mis manos hacia su cintura, envolviéndola entre mis brazos, dejando un beso en su pecho. - No me iré de tu lado.
Siento cuando me rodea con sus brazos, dejando un beso en mi cabeza, suspirando con un poco más de tranquilidad al escuchar mis palabras. Me separo levemente de él, colocándome en puntitas para alcanzar sus labios; entendiendo mi punto, se inclina un poco, haciendo conexión.
- Buenos días. - Mis palabras chocan con sus labios, haciéndolo sonreír.
- Buenos días. - Deja otro beso en mis labios, volviendo a su antigua posición. - ¿Qué hacías? - Levanté mis hombros, restándole importancia.
- Tenía hambre así que tomé algo de la nevera y unos snacks. - Rió con suavidad, asintiendo.
- Vamos a desayunar. - Asiento con emoción, deteniéndolo en seco. - ¿Qué sucede?
- No podemos usar la misma ropa de anoche. Es demasiado elegante. - Él ríe con suavidad y asiente, llevándome consigo a la habitación.
Veo que toma su celular, marcando el número de Jerry, hablando con él a los pocos segundos. Después de unos minutos, corta la llamada, mirándome con una sonrisa divertida.
- Jerry tiene tu ropa en el auto y, la mía, la traerá del apartamento. - Levanto mis cejas con algo de asombro al escuchar sus palabras. Asiente en silencio al entender mi mirada. - Compré una apartamento, aquí en la ciudad, esperanzado con encontrarte aquí. Lo dejé ahí por si en algún momento lo necesitaba. - Asiento, comprendiendo sus palabras.
- Me gustaría ir a conocerlo. Si es posible. - Christopher asiente, acercándose a mí.
- Es tuyo también. - Deja un beso en mis labios, separándose de mí a los pocos segundos. - Vamos a alistarnos.
- Querrás decir, bañarnos. - Ríe con suavidad, asintiendo en silencio.
- Entendiste mi punto. - Asiento con una sonrisa, tomando su mano extendida hacia mí, entrando al baño.
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Después de que Jerry nos trajera ropa, y de que Christopher le pidiera que nos llevara hasta el apartamento, salimos en busca de algo para desayunar. Luego de haber comido algo, nos encontramos en camino hacia el apartamento mientras, los nervios, hacen un poco de estragos conmigo.
Al llegar a nuestro destino, bajamos del auto, causando que abra mis ojos con sorpresa al ver el enorme edificio en el que nos encontramos; Christopher nos hace seguir, pidiéndole a Jerry que nos espere en el auto o, si prefiere, dé una vuelta y lo llamaremos cuando estemos listos. Acepta.
Christopher nos hace seguir al enorme edificio, siendo recibidos por una recepcionista bastante bella y amable, si puedo decir.
- Bienvenido, señor Coleman. Es un gusto verlo por aquí. - Sonrío al escuchar sus palabras, intentando no pensar nada malo de ella.
- Gracias, Lea. Mi esposa y yo iremos a buscar algo en el apartamento y nos iremos. - Ella le sonríe a él, pasando a mí, mostrando su fastidio ante mi presencia.
Río con suavidad al ver la situación, intentando mantener mis nervios, modales y demás cosas en orden. Christopher nos hace seguir al elevador, introduciendo una llave en la parte superior del tablero, marcando el número treinta de la máquina, es decir, el último piso de todos. Mientras esperamos, él rompe el silencio.
- Te burlabas de su actitud, ¿no es así? - Levanto uno de mis hombros, sonriendo burlonamente.
- Puedo decir que me detesta. - Christopher niega en silencio, acercándose a mí con cautela.
- De ser necesario, la dejaré sin trabajo. Si te molesta, alejaré a los que sean. - Frunzo mi ceño al escuchar sus palabras, negando en silencio.
- No hay que ser tan dramáticos. Podré vivir con que me detesten al verme junto a ti. - Levanto mis hombros, restándole importancia. - No me interesan los demás.
Christopher asiente con una leve sonrisa, acercándose a mis labios para dejar un casto beso en ellos, separándose al escuchar el timbre del elevador, avisando que hemos llegado a nuestro destino. Al bajar de la máquina, mi boca se abre con asombro al detallar el lugar.
- No dijiste que era un Penthouse, Christopher Coleman. - Mi voz sale en un estado de sorpresa, acompañada por una leve nota de incredulidad.
- No vi muy necesario el ser específico. - Lo miro como si dijera algo sin sentido, haciendo que sonría. - Igual, pensaba traerte en algún punto. Si lograba algo.
Asiento en silencio, caminando hacia el centro del lugar, observando los muebles, dos poltronas y un sofá largo, haciendo juego con la alfombra de color hueso. Todo el lugar tiene unos colores bastante minimalistas, que le dan una apariencia sencilla pero elegante. Las ventanas que ocupan toda la pared de enfrente, dan una vista panorámica de la ciudad, haciendo ver todo como un sueño.
Un mini bar se encuentra ubicado justo debajo del pequeño balcón interno, que lleva al segundo piso. Las escaleras en madera, adornan los costados de aquella cosa, dándole un toque increíble.
- Tiene seis habitaciones, con sus propios baños. Cocina y cuarto de lavado indivual. Una oficina bastante amplia, ubicada en aquel corredor. - Observo hacia donde señala, sintiéndome anonadada ante tanta opulencia. - La habitación principal se encuentra en el segundo piso; el baño es bastante amplio. Creo que te gustará.
- ¿Por qué decidiste gastar en tanto? - Lo miro sin comprender de a mucho. Levanta uno de sus hombros, intentando quitarle importancia.
- Quería lo mejor para nosotros. - Observa levemente el lugar, suspirando suavemente. - Es tuyo.
- ¿¡Qué!? - Vuelve sus ojos a mí, asintiendo.
- Lo compré, dejándolo a tu nombre. - Lo miro como si hubiese perdido la cabeza. - Sí, quizá me excedí pero, - vuelve a darle una vista al lugar, hablando a un tono bajo - no pude evitarlo.
- Christopher, no puedo aceptar todo ésto. Yo... - Coloca sus manos en mis mejillas, haciendo que lo mire.
- Todo lo mío, es tuyo. Todo. - Veo en sus ojos la determinación. - Nada te faltará nunca; claro, mientras pueda darte ésto y más. Quiero darte el mundo si es posible, Isabelle. Quiero... - Guarda silencio de manera abrupta, dejando caer su cabeza, negando y suspirando en silencio. - No quiero perderte.
Coloco mis manos sobre las suyas, dando un suave apretón, causando que me mire en silencio, esperando por algo.
- No puedes comprar a nadie. El amor no se compra, sólo se vive. - Paso en seco al ver sus ojos vidriosos ante mis palabras. - No me malentiendas, Christopher. Estoy agradecida por todo pero, yo sola, no puedo con tanto. Estamos juntos y lo haremos todo juntos.
Asiente con un poco más de calma al entender a qué me refiero, dejando un tierno beso en mis labios, separándose de mí, tomando mi mano entre la suya, llevándome hacia el enorme ventanal. Me coloca frente a él, pasando sus manos alrededor de mi cintura, dejándonos observar el bello paisaje.
- ¿Quisieras quedarte aquí? - Suspiro en silencio, sopesando nuestras posibilidades. - Puedo decirle a Jerry que regrese en la noche.
- ¿Tienes trabajo para hacer? - Guarda silencio por un buen tiempo, haciéndome entender que sí. - Volvamos a casa. Quiero regresar a San Francisco y retomar todo lo que dejé.
Me giro entre sus brazos, viendo en sus ojos el miedo que lo carcome por dentro. Frunzo mi ceño, acariciando su rostro con suavidad, intentando comprender qué sucede.
- ¿A qué le temes? - Niega en silencio, pegando su frente a la mía.
- A que, estando allá, todo regrese a ti y decidas huir nuevamente. - Muerdo mi labio inferior al entender su temor. - ¿Y si Kimberly aparece de nuevo? No soy capaz de perderte otra vez.
- ¿Ha seguido apareciendo? - Niega con rapidez, dando un suave apretón a mi cintura.
- Ha intentado entrar pero, los de seguridad, se han encargado de no dejarla pasar de las puertas de entrada. Sólo Joshua es quien puede ingresar a la empresa. - Asiento en silencio, tomando el valor que había perdido.
- Si vuelve a hacer de las suyas, no me quedaré como una inútil, créeme. - Christopher sonríe ladinamente. - Conocerá quién es Isabelle Coleman; hija de Andrew y Elizabeth McClaire.
- Toda una fiera a la que deben temer. - Ambos reímos con suavidad y asiento, separándome de él. - Está bien; regresemos a casa.
Nos tomamos de la mano, subiendo al elevador nuevamente, decididos a retomar nuestras vidas.
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- Christopher, ¿has visto mi abrigo de color caramelo? - Me encuentro en nuestra habitación, haciendo limpieza de todo lo que había dejado.
Llegamos hace una hora y, apenas crucé la puerta, corrí a organizar el lugar. Estuve hablando con Christopher sobre regresar a Oxford, queriendo buscar todas mis pertenencias; no está muy de acuerdo en que regrese a ese lugar pero debo hacerlo.
- ¡Lo llevé a la tintorería, pequeña! ¡Lo siento! - Niego en silencio con una leve sonrisa, organizando la ropa.
Christopher se encuentra en la cocina, arreglando algunas cosas sobre los nuevos hoteles, hablando con sus arquitectos, ingenieros, abogados, constructores y demás, así que he preferido no molestarlo.
Después de haber terminado de organizar nuestra habitación, y limpiarla por igual, salgo de ella, caminando hacia la habitación que, nuestra bebé, iba a ocupar, viendo todo tal y como lo dejé; lo único que se le añade, es la cantidad de polvo que se acumuló.
¿Por qué rayos no limpió ésta habitación?
- Preferí no tocar nada. Cada vez que entraba, caía de rodillas al suelo, devastado por el dolor de haberlas perdido. - Me giro al escuchar su voz, viendo su dolor ante los recuerdos. - No dejé que nadie entrara; no quería a nadie tocando mis recuerdos y tormentos.
- Amor, - veo que abre sus ojos con sorpresa al escuchar mis palabras pero no dejo que diga nada, colocando mis manos sobre sus mejillas - lamento todo eso. - Atraigo su rostro al mío, uniendo nuestras frentes. - Superaremos cada situación, ya verás.
Dejo un pequeño beso en sus labios, sonriendo al separarnos, dándole ánimo con mis caricias y mirada.
- Me has devuelto la esperanza que, creí, había perdido. - Deja un beso en mi frente, alejándose de mí para recoger una caja. - Te ayudaré a limpiar; el trabajo puede esperar.
Sonrío y asiento, satisfecha ante su respuesta, empezando nuestra labor de limpieza sin parar.
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Después de haber terminado de organizar, y sentirnos famélicos, vamos en camino a un restaurante especial al que, Christopher, me invitó.
- Tengo planeado que, juntos, demos un paseo por la playa. - Lo observo con una mini sonrisa. - Claro, si te parece bien.
Río con suavidad, asintiendo en silencio ante sus palabras, volviendo mi vista al panorama de afuera. Me sorprendo al ver el lugar al que llegamos, siendo igual al que recuerdo cuando vinimos recién fuimos novios.
- ¿Por qué aquí? - Christopher me observa con nerviosismo, rascando su nuca con incomodidad.
- Si quieres, vam... - Niego en silencio, sin dejarlo continuar.
- Está bien. Sólo... - Sonrío ante el recuerdo, mirando a Christopher, tomando su mano entre la mía. - Me gusta.
Christopher respira con algo de alivio, asintiendo en silencio, bajando del auto, ayudándome a mí. Observo el lugar con una leve sonrisa, recordando la última vez que estuvimos aquí, junto a Ela. Fue hace mucho; se ve así.
- Vamos, pequeña. Ya tengo la mesa reservada. - Asiento en silencio, siendo guiada por Christopher hacia adentro.
Al entrar, nos ubicamos en la misma mesa de aquella vez, teniendo vista hacia el mar; me ubico cerca a la ventana, apreciando aquel panorama sin problema. Siento que, Christopher, se ubica a mi lado, tomando mi mano entre la suya, dejando leves caricias en el dorso de ésta.
- Pensé que sería un lindo recuerdo estar aquí. - Asiento con una leve sonrisa, volviendo mis ojos a mi esposo. - Quería evocar memorias, no tan dañadas, sobre nosotros y nuestros inicios.
- Es perfecto. - Mi voz sale en un susurro, acercando mis labios a los suyos. - Gracias. - Él sonríe, haciendo que una mis labios a los suyos, dejando un tierno beso sobre ellos.
- ¿Qué deseas ordenar? - Al separarnos, ambos miramos el menú, sin soltar nuestras manos.
Estamos en el proceso de decisión, cuando escucho una voz interrumpir mis pensamientos, desatando un remolino emocional dentro de mí. Siento que mi cuerpo se tensa en gran manera, haciéndome levantar mis ojos con lentitud, dejándolos sobre aquel rostro que nos observa con una sonrisa cínica.
- No esperé verlos aquí. - Siento que, Christopher, da un suave apretón a mi mano, haciéndome reaccionar.
- ¿Qué podemos decir? Nos agrada darnos ciertos gustos de pareja. - Los ojos de Kimberly se posicionan en mí, dejándome ver su odio. - Aunque, la pregunta importante sería: ¿qué haces, tú, aquí?
Ella ríe como si hubiese dicho algo gracioso, echando su cabello hacia atrás, mirándome con una ceja levantada, queriendo hacerme sentir menos. No ganarás, estúpida.
- Sirven uno de los mejores emparedados. Vine para llevar uno. - Asiento, mostrándole mi falta de interés por su vida. - Creí que no estaban juntos. De hecho, creí que habías muerto en aquel accidente.
Tenso mi mandíbula, queriendo arrancarle las extensiones a la muy... Doy un suave suspiro, soltando todo el aire, y la incomodidad, de mi pecho, sonriendo lo mejor que puedo.
- ¿Con qué clases de noticias te informas? - Sonrío al escuchar a Christopher, ganarme al contestar. - Mi esposa sólo andaba de vacaciones, recuperándose de aquella situación. - Ella nos mira, esperando algo más. - ¿Por qué no, simplemente, desapareces? Arruinas nuestro momento especial con tu presencia. - Abre su boca con indignación, queriendo decir algo pero no la deja. - No hagas que también ponga una medida de aseguramiento en tu contra; no querrías caer hasta ese punto.
Veo cómo su rostro se deforma, mostrando sus mejillas rojas ante el enojo que siente, debido a las palabras de mi esposo; lanza una última mirada llena de odio hacia mí, alejándose de nuestra mesa, recogiendo su pedido, escapando de aquel lugar sin mirar hacia atrás.
- Creo que te pasaste en rudeza. - Miro a Christopher, haciendo conexión con sus ojos, viendo la incredulidad en los suyos. Río con suavidad. - No digo que no estoy feliz u orgullosa de que le hayas dicho eso. Sólo digo que, si hubiese sido yo, habría herido mi ego con fuerza.
Christopher niega en silencio, dejando sus ojos en blanco, mirando el menú nuevamente; muerdo mi labio superior con suavidad, intentando no reírme de su expresión, así que, me acerco con rapidez, dejando un beso fugaz en su mejilla, haciéndolo sonreír.
Volvemos a nuestro momento, haciendo el pedido por fin, esperando que lo entreguen, poder comer en paz y, luego de eso, dar una pequeña caminata por la playa.
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Después de haber almorzado, y haber pasado un buen momento entre charlas y risas amenas, nos encontramos caminando por la playa, con nuestras manos entrelazadas.
- ¿Puedo reconocerte algo? - Observo levemente a Christopher y asiento en silencio, volviendo mi vista hacia el frente. - Extrañaba éstos momentos, tan nuestros.
Asiento ante su comentario, comprendiendo que, para mí, era igual.
- Gracias por un día especial, Christopher. - Se detiene, jalándome de mi mano hacia su cuerpo, haciéndome sonreír.
- Y espero que vengan más. - Muerdo mi labio inferior, perdiéndome en sus bellos ojos.
Los cierro al sentir que une sus labios a los míos, haciéndome sentir diferente.
No como algo malo, sino como...
Nos separamos entre risas suaves al sentir el agua mojar nuestros pies mientras, la brisa, despeina mi cabello sin fuerza. Christopher pasa una de sus manos por él, dejando un beso en mi frente, haciendo que retomemos nuestra caminata, dejándonos en una paz total.
Quizá esté retomando todo lo que dejé cuando escapé...
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Hola, gente linda. No había puesto comentario en los otros capítulos porque no lo vi necesario. Hoy sí. XD.
Sólo es para comentarles que, más tarde, subiré una nueva novela y me encantaría que la apoyaran por igual. Si gustan.
Gracias por su apoyo y amor.
Los amo infinito.