Llegó a la gran puerta de madera, con linterna en mano, no lo quería admitir pero estaba muerto de miedo, por entrar en aquella casa que almacenaba incontables recuerdos borrosos de lo que alguna vez fue su infancia.
La pintura gastada por toda la pared y las manchas de humedad en el piso solo hacían más tétrico el lugar.
La verdad su piel se le hacia de gallina de tan solo imaginar entrar en aquel apartamento.
Tocó la puerta, sus piernas temblaban, pero queria culpar al frío nocturno por esto.
La puerta se abrió dejando sonar un chillido que congeló su sangre, con su linterna se dispuso a entrar, la madera del suelo crugia bajo sus pies, todo era tan oscuro que apenas la luz de la linterna servia.
El olor a marihuana y alcohol y las colillas de cigarro estaban regadas por todo el piso, la mayoría de habitaciones estaban vacías, con un sofá y algunos colchones adornandolas.
Tragó grueso, caminó hacía lo que recordaba era el sótano. Caminó con cuidado sobre los escalones, cuidando de no caer o que estos se rompieran, pues las escaleras eran antiguas.
Habían algunos libros intactos, echados a perder por la humedad, algunos muebles oxidados y mordidos por los insectos.
Escuchó un ruido de botellas quebrandose, subió temeroso las escaleras, ágil y veloz se acercó al lugar del estruendo.
[C]Era él chico, el que se había llevado a Homin hace más de tres años.
Se veía dispuesto a atacar al menor que acababa de salir del baño.
Antes de que el vidrio roto que Seokjin poseía en su siniestra, impactará con el abdomen del hombre, alguien más intervino.
- ¡NO LO HOGAS!.- dijo corriendo hacía Seokjin, sosteniendo el brazo del mayor. El más alto reaccionó, soltó la botella y el mayor rió.
[IC]Realmente no quería hacerlo.
Seokjin soltó el agarre del menor, caminó hacía una silla de metal tirada en el piso.
Todo bajo la efusiva mirada de Min.
Tomo la silla y la arrastró con una mano. Dirigió una mirada sin sentimiento hacia Yoongi.
Este lo veía burlón.
Tomó con fuerza la silla y la interceptó en la cabeza del menor, con fuerza para lanzarlo al piso pero no para matarlo. El hombre al ver su reacción hecho a reír.
Lo golpearia otra vez, pero Homin lo detuvo.
- Vámonos Jin, No vale la pena.
A Jin le hubiera gustado que fuera real.
Pero no era más que su imaginación jugando le otra vil broma.
Después de todo ya habían pasado tres años desde que Homin desapareció.