LA DOMA DEL ALFA

By ligeiadepp

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Zoe Silk es una mujer lobo fuerte e independiente que se prepara para ser la futura alfa de su manada, porque... More

REPARTO
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
ANUNCIO
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII

XXVIII

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By ligeiadepp


Zoe's POV


Me desperté al amanecer, enroscada al cuerpo de mi hombre, sólo con el abrigo de su calor corporal protegiéndome de la fría noche que nos envolvía.

— ¿Cuánto tiempo llevo dormida? - pregunto aún luchando por salir de la inconsciencia.

— Puede  que un par de horas, no lo sé con exactitud - me responde él calmado, a pesar de la erección que notaba contra mis muslos.

Y lo cierto es que no es para menos, después de los tres orgasmos que me ha regalado antes de sumirme en un sueño reparador, aunque corto por lo estrellado que aún se ve el cielo; y sin haber conseguido su liberación ni una sola vez en ese intervalo.

Me desperezo y me incorporo levemente, quedando apoyada encima de su pecho, para poder mirarle a los ojos. Ha llegado la hora de mantener la conversación que hemos estado posponiendo este tiempo entre enfados y tonterías de niñatos...

— Dirk, yo... Tenías razón. Debería haberte preguntado antes de sacar conclusiones precipitadas de mi charla con Linda. Lo siento.

Y se lo digo con sinceridad, es lo que pienso realmente. Verme perder los privilegios a los que mi hombre me tenía acostumbrada, me hizo recapacitar y reflexionar. Por no hablar de encontrármelo hablando con otra mujer que no era yo... 



Dirk's POV

Ver a Zoe pedirme perdón es algo que no me esperaba. Al final Alan tenía razón... Tendré que agradecérselo de alguna manera, pero de momento lo único que me importa es aprovechar este momento con Zoe. Es un huracán de mujer, y con ella nunca se sabe. No me fío de que sea el momento post-sexo el que habla y no su conciencia.

La atraigo más a mí para poder besarla y volver a disfrutar de sus labios, aunque esta vez de manera un poco más moderada. Si sigo ahora por este camino terminaremos de una manera que no me permitiría decirle todo lo que quiero decirle a mi mujer.

Cuando termino el beso que Zoe no parece tener intención de cortar en ningún momento, nuestras respiraciones están un poco más agitadas de lo que sería conveniente.

— Me alegra oírte decir eso, preciosa.

Ella me sonríe antes de responderme.

— ¿Esque siempre me tienes que llamar así? No creo que con estos pelos y apenas un par de horas de sueño pueda estar muy bonita...

— Eres preciosa hagas lo que hagas, Zoe. Estés como estés. Y aunque no lo fueras... - digo mientras le acaricio la espalda como sé que le gusta - Eres mi mujer, yo te vería hermosa de todas maneras.

— Eres un zalamero...

— No lo soy porque el piropo que te digo es justificado, sino no tendrías tantos admiradores, pero mejor dejemos ese tema a un lado...

— Sí, mejor - me responde riendo. Sabe que pensar que otros tíos la miran como no deben agria mi carácter un poquito.

— Mira, yo sé que no he sido la mejor persona del mundo... He cometido muchos errores, entre ellos no respetar la figura de la mujer. Pero jamás he violado a nadie, Zoe, te lo juro. Y sé que me apodan como La Bestia, porque realmente era bastante cruel en el campo de batalla, pero jamás he matado o herido a nadie que no se lo mereciera... ¿He sido demasiado animal con mis enemigos? Sí, lo reconozco, y no me gustaría que vieras esa parte de mí. Pero no soy un hombre injusto ni un violador, Zoe.

— Supongo que me fío demasiado de la gente que parece buena, ¿sabes?

— Sí, me he dado cuenta, pero nunca te fías de mí...

— Hemos tenido tantos problemas y somos tan diferentes que me resulta más fácil culparte a tí por nuestros problemas que a los demás, Dirk. Incluyo a Henry en este apartado... Sé que lo hice mal al ir a verle después de vuestra pelea, aunque te pasaras con él. Mi lugar es contigo, en las buenas y en las malas.

— Perdona, ¿qué has dicho? - intervengo, incrédulo de lo que mis oídos acaban de escuchar.

Me incorporo sobre mi cuerpo y ambos quedamos sentados el uno frente al otro, mirándonos a los ojos. Necesito toda mi atención para subsanar esta conversación, no me esperaba que realmente lo de Jasmine abriera tanto a Zoe, pero aquí estamos, y tengo que aprovecharlo y zanjar todos nuestros problemas (en la medida de lo posible) de una vez por todas.

— Digo que eres tú, Dirk. Mi compañero. La persona con la que quiero compartir el resto de mis días, pase lo que pase. En las buenas y en las malas. A pesar de nuestros pasados, quiero que todos mis futuros sean contigo. Hoy, mañana y siempre.

Pierdo mi mirada en los iris azules de Zoe, y en las palabras tan bonitas que me acaba de dedicar. No puedo creer mi suerte. Y no puedo creer que la mujer con la que voy a compartir mi vida sea la preciosa hembra que tengo delante, desnuda en cuerpo y alma ante mí.

Entonces, ante mi estupor y mi falta de palabras que respondan a las suyas, sube encima de mis piernas y me agarra del pelo con posesión, acariciándome.

— Te quiero, Zoe - digo sin tapujos y sin vergüenza - Te quiero.

La atraigo hacia mí para besarla, y compartimos una vez más saliva, que esta vez va acompañada por miles de sentimientos que aún no hemos si quiera pronunciado. Ambos nos agarramos con ímpetu: yo la atraigo por las caderas hacia mi cuerpo, y ella profundiza el beso acariciando la parte de detrás de mi cabeza.

Termina el beso, dejándonos a ambos con ganas de más, cosa que le agradezco. Yo no podía parar de disfrutar de sus labios y de su perfecta boca.

— Prometimos que estaríamos juntos, en las buenas y en las malas, Dirk. No lo hemos cumplido hasta ahora, sobre todo yo. Pero quiero hacerlo. Quiero que sepas que a partir de ahora seremos los dos quienes rememos a favor de la corriente para que nuestra relación vaya a mejor. Pese a quien le pese, y en contra de todo el mundo si es necesario,  ¿de acuerdo?

— Por supuesto, preciosa.

— Márcame, Dirk.

Cuando me da una orden con voz de hembra dominante mi lobo ronronea con satisfacción, y más después de escuchar las palabras que acaba de pronunciar.

Márcala ya, antes de que se arrepienta...

— Zoe, no tiene que ser ahora.

— Quiero que me marques ya, es mi manera de demostrarte que estoy contigo en esto y en todo. Además, no quiero volver a ver a ninguna fulana cerca de mi hombre.

Sonrío y mi erección crece un poco más si es que era posible. Ella lo nota contra su vientre y aprovecha esto para hacerme sufrir un poco, comenzando a descender una de sus manos sobre mi pecho, con dirección a mi entrepierna.

— No me vas a convencer así, Zoe.

— ¿Acaso me hace falta convencerte? - dice mientras la llema de sus dedos acaricia ya la punta de mi miembro viril, como quien no quiere la cosa.

Desde luego no, no le hace falta... Quiero marcarla ya. Simplemente pensaba que no sería tan pronto, y lo cierto es que le prometí a Alan que no lo haría hasta que no me casara con ella. Estaría muy mal hacerlo ahora, sin su "consentimiento". 

Sin embargo, la mano de Zoe intenta convencerme de lo contrario mientras acaricia a mi otra cabeza haciéndome estremecer y empezar a respirar entrecortadamente.

— No puedo hacerlo todavía, Zoe.

— ¿Por qué no? - pregunta con su voz cargada de deseo y anticipación - ¿No quieres que los demás machos sepan que soy tuya, Dirk?

Gimo y cierro los ojos, dejándome hacer. Pero mi cabeza recapacita por un segundo después de oír esas palabras. No puedo hacerlo ahora, joder, su padre me va a matar...

Detengo su mano, pero no consigo llegar a apartarla. Entonces ella ataca con delicadeza mi cuello. Deja pequeños besos húmedos por toda su extensión y comienza a bajar hacia la clavícula. El camino que siguen sus labios me despista lo suficiente para que su mano vuelva a hacer magia contra mi masculinidad, y consigue con la mano que tiene libre echarme hacia atrás. Sus besos siguen descendiendo mientras sonidos guturales empiezan a salir de mi boca, y me es inevitable gemir cuando noto que su lengua llega a la altura de mi bajo vientre.

Sé que me está devolviendo lo que le hice antes, castigándome a través del sexo, incitándome así a que la marque... Pero no voy a dejarla que me venza en esto. No sucumbiré a sus encantos.

Zoe empieza a hacer su magia besando, lamiendo y succionando. Yo no puedo ni abrir los ojos para admirar su obra, porque sé que verla entregada a mí de esa manera me catapultaría a un estado en el que no quiero ni debo entrar en estos momentos, si no quiero terminar marcándola esta noche.

Ella sigue dedicada, retrasando mi momento de liberación cada vez que nota que llega, cosa que después de hacerme cuatro veces comienza a enfurecerme. Ella lo nota, y lo repite una quinta y una sexta vez, para después incorporarse y montarse encima de mí, provocando que con un mero movimiento de caderas por su parte pueda llegar a mi clímax... Cosa que hace que no me llegue una vez más.

— Vamos, nena, lo necesito, muévete.

— ¿Vas a marcarme ya?

Mueve sus caderas tan despacio que hace que la sensación del orgasmo me recorra el cuerpo sin poder llegar a alcanzarla del todo... Necesito un poco más de movimiento.

— Ahora mismo no puedo, Zoe. No me hagas esto...

Ella detiene su leve vaivén, y yo intento recuperarlo moviendo mis caderas bajo su precioso cuerpo, pero no es suficiente y noto como la sensación de poder llegar a tocar las nubes se disipa rápidamente de todo mi ser...

— ¡Joder! Zoe, no seas así.

Me incorporo para encararla, mientras ella sigue a horcajadas encima de mi y atrapa mis labios entre los suyos enseguida. Me besa con ganas y con pasión, y yo disfruto de su contacto y del movimiento que ha vuelto a hacer encima de mi miembro.

Noto como el orgasmo comienza a crecer dentro de mí una vez más, y cómo su cuerpo también se aclimata para recibir el suyo. Si sigue con el movimiento de caderas que ha llevado hasta ahora va a hacer que ambos nos corramos a la vez. Esta vez sí, no puede parar, no puedo renunciar a correrme con Zoe mientras noto los espasmos de su feminidad engullir mi miembro. 

Ambos gemimos, acalorados y con la respiración entrecortada.

— ¿Lo notas? - pregunta con la voz sensual que la caracteriza cuando hacemos el amor - Vamos a corrernos juntos, Dirk.

— Lo sé, preciosa. Sigue así - digo entrecortadamente entre gemidos.

— Muérdeme cuando te diga, o pararé.

— No... Ohhh, no... No pares, nena.

Noto el orgasmo agitar mis entrañas desde dentro, y noto cómo su cuerpo se va a liberar a la vez que el mío.

— Márcame ya.

No le hago caso, no puedo hacerlo, y noto cómo ella frena el ritmo continuo que había marcado hasta ese momento... Va a jodernos este momento, no puede ser...

— Hazlo, Dirk, por favor...

Me suplica con sus preciosos orbes azules... Mi desasosiego después de reprimir los orgasmos que le regalé a ella, más los siete que me ha negado previamente, hacen que sucumba como un idiota a los encantos de mi mujer, y por cierto, no es para menos... Es la jodida hembra más hermosa que he visto en mi vida...

Entonces dejo salir mis colmillos despacio, y por un segundo noto cómo me va a dejar liberarme sólo con eso... Pero no, su bajada de ritmo en las embestidas continua intacto... Y entonces termina con su castigo diciéndome:

— Te quiero, Dirk. 

Y consigue con dos palabras lo que físicamente aún no había logrado: Introduzco mis colmillos en su garganta, haciéndola gemir de una manera que jamás creía podría escuchar de su boca, y haciendo a sus caderas aumentar el ritmo para lograr catapultarnos a los dos hacia el orgasmo más intenso que hemos experimentado a lo largo de toda nuestra existencia.

Y no es hasta que no succiono, hasta que no noto ese ardor recorrer todo mi cuerpo...

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