Hielo en mis venas © (Radwulf...

By DaniiSora

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Amace de Quajk es una Bletsun, la mal llamada "bruja de hielo" del antiguo reino de Radwulf. Tras más de diez... More

A tener en cuenta:
Cita
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Apartado 1
Capítulo VI
Apartado 6
Capítulo VII
Capítulo VIII
Apartado 62
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XII
Capítulo XIII
Apartado 89
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
La Luna y el Sol
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Apartado 93
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Pacto divino
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Carta de Balkar
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Epílogo
Nota de autor
Glosario

Capítulo XI

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By DaniiSora

Luego de unas tres horas, acudí al llamado de Lady Hazel, quien me pidió ayuda en supervisar los preparativos del baile. Sólo entrada la tarde logré escapar a mis habitaciones, con Lyssa y Cyna tras mis pasos, consiguiendo estar limpia y presentable en corto tiempo. Mi disposición a serle de ayuda a nuestra pronta Reina, me llevó a acompañarle durante más de una hora antes de que comenzara oficialmente el jolgorio.

Los nobles con sus actitudes y portes altivos, y los ciudadanos humildes ataviados en sus mejores galas comenzaron a llenar la sala. Con grupos variopintos formándose en la espera del Rey y su prometida, los bailes y conversaciones esparcidas, mi atención permaneció un momento desconectada mientras bebía a pequeños sorbos el néctar de Jnah en una copa de plata. Pero mi mirada pronto se dirigió hacia la entrada, donde Clim recibía a los invitados. La alegría y agradecimiento con que cada ciudadano se dirigía a su persona, eran tan evidentes y fastuosos que me provocaban repelús y, al mismo tiempo, no podía evitar contemplar la escena con fascinación.

Clim ganó el respeto de todo Radwulf por su propia entereza...

—¿Me concede este baile, Lady Amace? —Me preguntó Lesson, inclinando la cabeza en un gesto respetuoso que su sonrisa familiar y amena resaltó.

—Por supuesto —respondí, devolviéndole el gesto.

Deje atrás la copa, y sujetando su fuerte brazo izquierdo deje que me guiara a la pista de baile, en lo que comenzaba una nueva tonada.

Por un momento me quedé en blanco, no recordaba los pasos de baile que aprendí durante mi infancia... pero una mirada en los azules ojos de Lesson, mientras él sujetaba mi cintura y unía con gentileza nuestras manos, y supe cómo debía moverme. Dando largos y cortos pasos, de derecha a izquierda y viceversa, bailamos en perfecta sincronía con el otro.

—Me alegra verte, Macy —dijo al cabo de un momento.

—Gracias —murmuré—. También te extrañe, Lesson. —Sonreí, sintiendo un leve molesto calor encendiendo mis mejillas.

—Lo hiciste bien. —Le observé un momento, no comprendiendo del todo si había un significado oculto en sus palabras, pero él agregó—: Hielo eterno.

—Oh. —El calor en mis mejillas quemó con mayor intensidad.

Momentos después, y antes de que pudiese dar rienda suelta a mis dudas con respecto a conocerlo de algún otro lugar, la música cesó antes de tiempo y sonaron las fanfarrias que anunciaban a su majestad. Nos detuvimos y volteamos, como todos los presentes, hacia la entrada principal del salón. Ahí, su majestad Ambón y Lady Hazel, observaron desde el umbral a toda la variopinta congregación.

—Lady Hazel de Duhjía y su majestad, Ambón de Real. —Anunció el vocero Real, cumpliendo con el protocolo.

Una masiva reverencia les recibió, mientras bajaban los tres escalones con elegancia hacia el salón. Las mejillas sonrosadas de Lady Hazel adornaban su alegre sonrisa, entre las presentaciones y reverencias de los nobles que adoraban a su nuevo Rey. Bien sabía que una buena parte de ellos ansiaban que él hubiese muerto hace diez años, nada contentos con sus nuevas políticas y la continuación del legado de su padre.

Entonces divisé a Lord Tyrone, quien intercambiaba unas palabras con su majestad. Segundos después, sentí la mano de Lesson en mi espalda, guiándome con gentileza fuera de la pista. La música suave que entonces tocaba la orquesta, no era para bailar. Todos esperaban una breve interacción con el Rey y su prometida, como si fuese alguna bendición de los mismos Dioses.

Nos alejamos hacia la terraza, traspasando los ventanales hacia el aire fresco del precioso jardín principal. Una vez ahí, me guió hacia el asiento de granito más cercano.

—Tengo... debo pedirte un favor, Macy —dijo con seriedad, al tiempo que se sentaba a mi lado.

—Por supuesto —asentí, quizá demasiado efusiva—. ¿Qué necesitas?

Su mirada vagó por el lugar antes de detenerse nuevamente en mi, y tras un suspiro dijo;

—Mantente lejos de Tyrone.

Pestañee y trague varias veces, navegando con la mayor rapidez entre las posibles razones de tal petición. Tenía pensado, sin dudas, que todo cuanto me aconsejara o pidiera Lesson era por mi bien, y escucharlo era la mejor opción. Sin embargo...

—¿Por... por qué dices eso? —murmuré.

—Macy... —Comenzó él, rascándose un brazo. Recordé por un momento esa misma manía en mi hermano—. Solo quiero evitar que él logre lo que se propone.

Boquee como un pez fuera del agua, pero fui incapaz de decir algo antes de que la cálida sensación de una mirada demasiado familiar me abrumara. Ambos volteamos hacia las puertas abiertas del balcón, vislumbrando sin dificultad a Clim.

Mi corazón brinco nervioso ante su penetrante mirada, y la apariencia siniestra que las sombras y luces le daban.

—La fiesta es dentro, Lady Amace —dijo.

—Hum... hablamos después —dijo Lesson, poniéndose de pie.

Fruncí el ceño y le vi partir, enfadándome con Clim por interrumpir y usar un tono tan autoritario. Desee que Lesson no hubiese accedido tan fácilmente en dejar la conversación inconclusa, mientras me ponía de pie y volvía al salón pasando junto a Clim. Mantuve mi cabeza en alto sin dignarme a verle la cara y dí algunos pisotones dentro del salón, hasta que algunas miradas curiosas calmaron mi arrebato.

Sin más me dirigí hacia donde estaba su majestad y Lady Hazel. Tenía pensado darle mis felicitaciones formales y despedirme alegando el cansancio, que bien me vendría. Pero entonces vi mi camino bloqueado por la imponente figura de Lord Tyrone.

—Es un placer volver a verle, Lady Amace —dijo, regalándome una sonrisa gentil y una inclinación cortés.

—Lord Tyrone.

Correspondí el gesto, sintiéndome demasiado extraña luego de la petición de Lesson. ¿Por qué me pidió semejante cosa?

—¿Me concede el siguiente baile? —preguntó.

Precisamente, la pieza que era tocada llegaba a su final.

—Y-yo... vera... —Ofreció su brazo, a lo que termine cediendo con un asentimiento y una escueta sonrisa.

No deseaba ser descortés con él, siendo que nunca me había dado una razón para desconfiar, así que le permití guiarme hacia la pista de baile, y pronto me vi titubeante entre cada movimiento que él guiaba sin inmutarse. Un fuerte contraste a la danza con Lesson.

—Se ve deslumbrante esta noche, Lady Amace —Me dio un cumplido con aparente sinceridad.

Con incomodidad di un vistazo a mi "nuevo vestido" de raso rosa claro, con cristales esparcidos por todo el corpiño. La suave tela se deslizaba sobre mis caderas hasta las zapatillas blancas, y el encaje sobre mi busto daba color a mi blanca piel.

—Gracias —murmuré.

Un repentino golpe de calor tenso mis músculos, y distraídamente busque el origen.

—... felicitarle, milady —Pestañeé en su dirección sorprendida, más por haberme distraído que por sus palabras—. Sin duda, usted se ha ganado el título.

—¿Disculpe? —murmuré, creyendo por un segundo que hablaba del ascenso a la nobleza que todo Bletsun consigue a los diez años, gracias a los mandatos del Rey Amilcar.

Tyrone abrió la boca para explicarse, pero la música cesó casi de golpe, y el silencio que le siguió atrajo todas las miradas hacia la tarima al fondo del salón. Su majestad Ambón y Lady Hazel, observaban desde ahí a los presentes con cálidas sonrisas.

—Amace...

El murmullo de Lesson fue la única advertencia que recibí antes de ser alejada de Lord Tyrone, con un sutil pero firme agarre de de Clim. Su semblante se denotaba nervioso, algo que aletargó mis reacciones, hasta que nos acercamos a la tarima y el Rey continuó con su anuncio.

—Ciudadanos de Radwulf, agradezco vuestra presencia en nombre de mi prometida... —Dio una breve mirada a la aludida, y continuó—; y la familia Real. Esta vez no solo nos reunimos para anunciar formalmente nuestro compromiso, también nos encontramos aquí para felicitar a Lady Amace y Lord Clim, por su oportuna intervención en Quajk... —Un sutil coro de "que los dioses les bendigan" se escuchó por lo bajo— y, por supuesto, me complace anunciar el nombramiento de la primera Virreina de Radwulf... Lady Amace de Quajk.

Durante el largo minuto en que no logre que el aire ingresara a mis pulmones, la mayor parte de los asistentes aplaudieron y felicitaron mi nombramiento, entre tanto otros cuantos me dirigían miradas ariscas. Un leve jadeo, proveniente de mi garganta, fue lo único que realmente logre escuchar en el mismo instante en que Clim enlazaba nuestros brazos y me jalaba hacia la tarima.

—Sonríe, Macy. No bajes la cabeza frente a esos petulantes nobles —dijo Clim, mientras su calor me envolvía y subíamos hasta quedar frente al Rey.

Dando mi mayor esfuerzo, escuché a Clim y sonreí como mejor pude. Con un leve empujón, él me llevó más cerca del Rey, mientras Hazel recibía de una doncella la almohada en que reposaba una fina tiara de plata, con doce puntas terminadas en pequeños zafiros que relucían bajo la luz de los candelabros, y una delicada filigrana de Jnah. La flor blanca perlada de doce puntas dobles, símbolo de los dioses.

Con mi falsa sonrisa titubeando, me incline en una profunda reverencia cuando vi al Rey girar hacia su prometida y sujetar la tiara. Pronto deje que mi mirada cayera, al ver como se acercaba a mí, y sentí cada segundo que tardó en colocar el frío metal sobre mi cabeza. No bajes la cabeza frente a esos petulantes nobles, volvió a susurrar Clim en mi mente. Alce la mirada y vi la cálida sonrisa de Ambón, dándome valor.

—A través del poder que fue legado a mis ancestros por los Dioses, nombró oficialmente a Lady Amace de Quajk, Virreina de Radwulf —dijo con firmeza, sin apartar la mirada de mi.

Tragando el repentino nudo en mi garganta, voltee hacia la audiencia y vi con bastante asombro como todos se inclinaban en una reverencia casi en perfecta sincronía, y pronunciaban un solemne "Que los Dioses la bendigan, majestad Amace". Mi cuerpo temblaba mientras asentía quedamente, y sonreía a través de la angustia e inquietud, luchando por no dejarme caer en la inconsciencia de un desmayo.

¿Cómo lograría servir a la Corona cuando no lograba mantener bajo control mi Hielo?

¿Qué llevó al Rey a la decisión de que semejante título debía caer en mis inestables manos?

Si no estaban los Dioses interviniendo en aquella locura, no veía cómo alguien iría en contra de tal resolución. Sólo pedí a Zafhró que no empeorarán las cosas.

—Clim, acompaña a Lady Amace y bailen un poco. La noche aún no termina —dijo Ambón, atrayendo mi atención fuera de los pensamientos nada alentadores.

—¿Ma-majestad? —murmuré.

Una buena idea —gruñó Clim, jalándome de vuelta a su lado.

—Espera... Clim.

Intente soltarme de su agarre, mientras me inundaban cientos o quizá miles de preguntas que solo el Rey podría contestar. Pero Clim no cedió ni un poco.

Rendida, deje que me guiara hacia la pista, atravesando la emocionada multitud sin la rapidez anhelada. Cuando logramos esquivar las felicitaciones sin ser demasiado descorteses, Clim no perdió tiempo. Sujetando mi cintura y enlazando nuestras manos, nos guió hacia el centro del salón, acompasando nuestros pasos con la música.

Mantuve mi mirada lejos de la suya.

Su cálida cercanía fue un bálsamo momentáneo, puesto que pronto me vi pestañeando repetidamente en busca de alivio para mis irritados ojos. Mi visión comenzó a nublarse, la dilatación de mis pulmones se volvió dificultosa y sentí la imperiosa necesidad de cerrar los ojos y dejarme caer en el firme agarre de Clim. Las ansias de un poco de paz eran tan enormes... sin embargo, pronto la mano de Clim posada en mi cintura subió hacia mi espalda, y me halle con la mejilla recargada en su pecho.

No opuse resistencia mientras era envuelta por su calor y fuerza. Inhale, descubriendo el sutil picante proveniente de su cuerpo, mezclado con la familiar esencia a madera tostada y Clim. La indescriptible esencia que mi mejor amigo y primer amor siempre ha emanado.

Tras acabar la melodía, me aparte a regañadientes y fui llevada por su gentil mano hacia el pequeño grupo reunido a un lado del salón. El Rey, Lady Hazel, Noemia, Garb y Lesson, charlaban brevemente cuando nos posicionamos entre Noemia y Hazel, con la mano de Clim otra vez en mi cintura. Lesson y Garb me dirigieron sonrisas relucientes antes de saludar con una leve reverencia.

—Majestad —dijeron al unísono.

Sentí que mis mejillas ardían mientras me tensaba, incapaz de asimilar que semejante palabra fuera dirigida a mi.

—No comiencen. —Les gruñó Clim.

—Felicitaciones, Macy —dijo Noemia, atrayendo mi atención.

Le dedique una sonrisa tensa, incapaz de pronunciar un agradecimiento, segundos antes de que Lady Hazel sujetara uno de mis brazos y me apartara de Clim, acercándome a Garb.

—Esta tonada es hermosa, ¿por qué no bailáis?

Antes de lograr reaccionar a su orden apenas disimulada, Garb obedeció y me llevó a la pista.

Confundida, vi de reojo al variopinto grupo que vigilaba nuestros movimientos. Todos sonreían excepto Clim, quien fruncía el ceño intercalando su mirada entre Ambón y yo. La conversación de la que fui excluida comenzaba a ser blanco de mi curiosidad.

—Tranquila, milady —dijo Garb, deslizándonos por la pista sin dificultad—. Tenemos nuestras razones para actuar así. Confié en nosotros, ¿si?

Decidí confiar, no porque se tratara de nuestro Rey y la futura Reina, o porque Noemia, Garb y Lesson fuesen preciados amigos para mi, sino porque debía ser importante para que Clim estuviese incluido. Y en el fondo, aquello me daba una especie de paz.

—Bien, lo haré. —Suspiré—. Lo hago.




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