♦♣♥ Azar del corazón ♠♥🌷
Capítulo 10
-Buenos días señora Neherenia- Nicolás llego a casa de los Kou, Seiya se había recuperado, la fiebre había cedido, y era momento de enfrentarlo a su realidad, su prometida se había casado con otro pero Nicolás no se atrevía a darle tal noticia
-Oh! Nicolás has vuelto dime, dime por favor qué has encontrado a mi hijo, pero pasa muchacho-Neherenia lo recibió con el mejor ánimo del mundo en el corazón de esa madre había tranquilidad.
-¿Se encuentra Rei?- se estiraba por si de casualidad, la veía venir de la cocina o el jardín.
-Nicolás estás aquí,- Reí bajaba las escaleras- he escuchado que preguntabas por mí!- Rei se acercó y permitió que él le tomara de las manos, la mirada de Nicolás denotaba todo el amor que un hombre tímido no sabía decir con palabras.
-Me alegra, verlas señora, hermosa señorita Rei,- Nicolás sonreía de emoción- ya lo he encontrado ya sé dónde está, y está bien!- el júbilo que sentía en el corazón al dar esa noticia le hizo soltar una lagrima, lo que más anhelaba era devolverle la felicidad a su amada y a su madre.
-Oh! Nicolás- Reí no controlo su emoción y se lanzó a Nicolás- gracias Nicolás gracias
-Pero ¿dónde está?- pregunto Neherenia ansiosa
-En mi casa, hace una semana, apareció muy mal herido- borro un poco esa sonrisa.
-Y porque tardaste tanto en venir a decirnos- ahora lo que recibió de Rei fue una manotada en el hombro
-¡Ouch!- se sobo- él me suplico que no lo hiciera, él temía por su vida, había llegado muy grave señora Neherenia casi muriendo si no es por mi sirvienta Mimet tal vez él no hubiese sobrevivido- aseguro con pesar.
-Llévame inmediatamente con mi hijo Nicolás necesito verlo, necesito abrazarlo vamos de inmediato- Neherenia se apresuró a tomar un abrigo.
-Vamos las llevo, aquí afuera esta mi carruaje las llevaré enseguida pero traten de no hacer mucho aspaviento, el aún no me ha explicado que fue lo que le pasó, no sé dónde estuvo, ni quien lo mantuvo encerrado- aclaro Nicolás
Obedeciendo la súplica de Nicolás las dos mujeres salieron con casualidad y con su usual rostro de angustia, el cual no era falso no sabían que había sido de él ni en qué condiciones habría estado. Lo único importante era que estaba vivo.
En el catillo Roses´s the Moon, el ambiente era tenso y silencioso durante el desayuno. Darién tuvo que dormir en una fría habitación de huéspedes sin ventanas, se sintió como en el calabozo.
-¡Buenos días madre!- Darién al llegar al comedor, con unas ojeras que le demacraban su varonil rostro, no había dormido nada bien, solo pensando en que era lo que su padre habría hablado con Serena.
-¿Pudiste dormir bien con tu conciencia hijo mío?- recriminó Artemis
-No pude ni dormir en mi habitación, son muy fríos los cuartos de huéspedes padre- tal vez lo que extraño fue el calor que le transmitía Serena y su aroma el cual ya había inundado toda su habitación- ¿Dónde está serena? por cierto, no bajará a desayunar supongo por no verme- Darién tomo un poco de jugo
-Se fue- respondió muy quitada de la pena Luna, Darién escupió todo el jugo
-¿Qué?, ¿Y se lo permitieron?- un nudo en la garganta de Darién se formó tan rápido jamás pensó que la perdida de Serena le causara tanta angustia- voy a buscarla tengo que aclararle las cosas- una terrible desesperación le inundo la mente.
-Siéntate Darién- le ordenó su padre
-No entiende yo la necesito, yo…
-Dime eso es cierto, puedo librarte si es que no querías casarte me lo hubieses dicho, no hubiese forzado tanto- Darién rio para no llorar
-Si se lo dije, pero eso no importa ahora, Serena es mi esposa y la quiero aquí en su casa con su marido, no seré un pelele al que su esposa lo deje, iré por ella y la convencerme de que vuela- Darién se levantó de nuevo de la silla.
-Eso es lo que te importa Darién que te critiquen por qué no supiste retener a una mujer, si es así ten por seguro que librar a esa joven de ti no se cómo pero lo haré- Artemis le hablaba con mucha calma, no pareció muy preocupado por lo que fuesen a decir de su heredero.
-No padre, me duele algo aquí, quiero que vuelva padre no me haga esto debo ir a buscarle, pedirle perdón si es que hace falta. Pero no la dejare ir- Darién caminaba de un lado a otro
-Darién se sinceró ¿la necesitas o la quieres?- la pregunta de Luna fue muy directa. Darién intento calmarse, pensarlo un poco, como reconocerlo como saber si es amor o solo capricho, pero sentía que ya no podía estar sin ella.
-Quiero verla feliz madre, quiero hacerla feliz yo, quiero verla sonreír para mí, quiero verla tranquila y que nada le falte, quiero que siempre esté bien...
-Pero si ella no está bien junto a ti Darién si tú en vez de hacerle un bien le haces un mal- el mundo parecía derrumbársele, no había contemplado eso, si, él la quería para él, pero poco le costaba aceptar que no la quería a la fuerza, quería que ella, Serena estuviese con él por su propia voluntad.
-La dejare…- susurro con pesar- la dejare pero tiene que ser ella quien me lo diga de frente- Darién se levantó y ando a la puerta
-Solo fue a desayunar a casa de su padre,- el joven se detuvo en seco- me prometió que volvería, me pidió que le permitiera ir a ver a su madre y le permití, ella lo necesita yo puedo decirle algo que le haga bien pero no puedo dar el amor de madre- contesto con una mirada fija y fuerte.
-No creo que vuelva, iré a buscarla
-Darién- grito Artemis- tienes cosas que hacer no puedes andar por ahí perdiendo tu tiempo
-Padre si no vuelve, quiero que vuelva señor Artemis yo… ¡la quiero!- grito con impotencia.
Artemis y Luna se vieron conocían a su hijo la desesperación en el era evidente, trataron de convencer a Serena para continuar con el matrimonio.
-Está bien ve a buscarla trata de arreglar las cosas. Pero Darién si ella te dice que no, ¿Qué piensas hacer?- pregunto Artemis.
-Cortejarla- respondió firme y salió presuroso a buscarla.
Si era un hombre pero era un niño caprichoso, alguien que se había valido del des fortunio de un hombre para conseguir lo que no pudo conseguir en Inglaterra. Una hermosa mujer por quien sintió algo pero era prohibida para él. Se juró que no se fijaría en ninguna mujer jamás, pero en cuanto vio a Serena supo de inmediato que tendría que ser ella su esposa y que la conseguiría a como diese lugar. La sorpresa que le dio fue que al mes de verla ella ya era su esposa.
El carruaje que transportaba a Serena se detuvo frente a su antigua casa. Aunque era el mismo frente del mismo color azul rey y con el mismo adorno de porcelana de un colibrí a un lado de la puerta sentía muy lejano aquel recuerdo de su casa. Solo una semana y sentía una nostalgia de haber estado en esa casa hace años.
Bajo de carrujo y percibió el delicioso olor de té de hiervas de azar y pastas. Toco la pequeña campana suavemente. Su madre abrió pasado unos segundos.
-¡Mama!- Serena entro en cuanto se abrió la puerta abrazando a su progenitora
-¿Qué es lo que sucede Serena que haces aquí tan temprano?- Ikuko se sorprendió por la actitud de Serena
-Necesito un consejo y tu apoyo madre- se sacó los guantes que le cubrían el frio, la casa era cálida en extremo, también se quitó el delgado abrigo color blanco.
-¿De qué se trata?-
-Dejar al señor Chiba o no- miro con seriedad a Ikuko
-Que estás diciendo por supuesto que no, sea lo que sea Serena debes seguir adelante con tu matrimonio, vuelve al castillo y arréglate con él- le ordeno Setsuna al ser hermana mayor tenia autoridad para eso. Y siendo ella no lo hubiese dejado por nada del mundo.
-Setsuna como tienes el corazón frío, ni siquiera sabes cuales son mis motivos- intento abogar al corazón de Setsuna mostrándose afligida, más de lo que realmente estaba.
-No es el corazón frío, pero madre que se dirá de ella si a tan solo una semana acabo su matrimonio- miro a Ikuko quien no emitía opinión-, además considerar la posibilidad de que estés en encargo Serena- se volvió a Serena
-No de eso estoy segura, no tendré un hijo del señor Chiba- se armó de valor para confesarse
-¿Cómo es que estás tan segura?- le cuestiono Setsuna con incredulidad
-No he podido... No he podido consumar mi matrimonio- no sabía que sentiría tanta pena al reconocer eso, pero así fue. Le causaba vergüenza lo que su propia madre y su hermana pensaran al respecto.
-¿Hay algún problema con Darién?- pregunto Ikuko
-El problema es mío, no me siento cómoda, aún no me siento preparada para dar ese paso- se acercó al sofá y se sentó, abatida por su propia verdad, era un deshonra para ella misma.
-Cuál es tu temor Serena- le abrazo su madre sentándose junto a ella.
-Ninguno, es solo que aún pienso en...- se golpeó la piernas con ambos puños cerrados como muestra de frustración. En verdad ella deseaba que su matrimonio funcionara- ¡a! no lo amo, y no puedo no puedo amarlo como quiero madre- se soltó a llorar.
-Pero es por eso que quieres dejarlo, Serena vuélvete donde tu marido, no te aconsejaré que cumplas con tus deberes pero no permitiré que dejes al joven Darién solo por un capricho
-Me compro madre!;- exploto de coraje.
-¿Qué?- Setsuna sintió desilusión con Darién
-Le pago una deuda a mi padre una que adquirió con el señor Tomoe, el señor que tiene una casa de juego, al hacer eso, el señor Chiba le exigió a mi padre me diera en matrimonio, o de lo contrario devolvería la deuda a Tomoe.
-Eso debe se imposible Serena mi padre no sería capaz de algo así- refuto Setsuna con las lágrimas en los ojos.
-Pues lo fue, me vendió con el señor Chiba, Tomoe quería… quería que fuera la acompañante de los hombres en su casa de vicios y perdición.
-Pues sigo diciéndote lo mismo Serena vuelve con tu esposo- reitero Setsuna con la misma convicción y seriedad
-Setsuna tiene razón hija, debes volver con Darién él es tu esposo ahora, y nada hará que cambie eso, desayuna con nosotras y después vas y hablas con él, muéstrate molesta todo lo que quieras pero mantente a su lado. Debes estar agradecida con él, Serena
-¿Agradecida?- pregunto con el ceño fruncido.
-Él te propuso matrimonio a pesar de la infamia que dijo Seiya de ti!- respondió a su duda Ikuko
-Mama… ¿no te parece terrible todo esto?- lo dijo casi a gritos.
-Por supuesto, y me duele- trato de consolarla de nuevo - cuando tú padre vuelva nada le será fácil conmigo, pero Serena ya estás casada con él, cometió un error y creo que no debería perdonarlo, pero que se diría de ti si decides volver a casa, no Serena no dejes al joven Darién, y olvida todo este asunto
-Pensé que contigo encontraría apoyo- dijo con reproche apartando sus suaves brazos de si
-Serena espera ¿a dónde vas?- Ikuko la vio muy alterada
-A caminar madre - Serena abrió la puerta- ¿Qué hace usted aquí?
Kenji no dormía tranquilo, no esa noche, el pensar que algo hubiese salido mal, que Seiya o Andrew estuviesen muertos. Que su hija lo odiara, era un hombre con culpa llego hasta la casa de Andrew, toco una muy pequeña campana, pero nadie atendió.
La casa parecía desierta. No se veía movimiento y parecía que hacia un par de días nadie le había aseado.
Volvió a tocar y asomárselo una ventana que estaba justo a un lado de la puerta. En el interior no había movimiento.
-Buenos días- una mujer un tanto curiosa, gorda, desalineada, con una cara de amargura- buenos días- volvió a saludar al ver que Kenji no le prestó atención
-¡Oh! Buenos días señora- se alejó de la puerta
-¿A quién busca?- pregunto la mujer a pesar de su aspecto parecía tener buena voluntad
-Sabe le debo un dinero a un joven rubio…- dudo un poco- Furuhata, me han dicho que vive aquí
-Hace una semana que ellos se fueron señor- respondió sin dudar si era correcto o no
-¿Y saben a dónde fue, o por cuánto tiempo?- Kenji intentaba no ponerse nervioso, pero el miedo de lo que implicaba que Andrew se fuera era terrible.
-Quien sabe, posiblemente no vuelvan el hombre salió con su mujer y sus dos creaturas como alma que le levara el diablo. Parecía estar muy nervioso y se cuidaba de todos ese hombre cuidaba hasta de su sombra- la mujer río como parodia
-No sabe si tenía familia fuera de Lochalsh o si hubiese tenido alguna oferta de ocupación- la mujer pareció empezar a sospechar que algo ocultaba Kenji.
-No señor, ese hombre se fue para no volver y quien sabe que culpa se llevó cargando.
-Muchas gracias es usted muy amable- Kenji salió de ahí aterrado, si Andrew se había largado, eso significaba, que quien estaba muerto era Seiya. Le faltaba encontrar a su partícipe pero del otro sujeto no sabía nada. Solo le quedo cargar en su conciencia la vida de un buen joven. Que más le faltaba cargar por un estúpido vicio de juego. Era un hombre hecho añicos, que no tenía redención
Serena miraba a Zafiro con recelo y mucha evidente molestia
-Señorita... Señora Tsukino de mi primo Chiba buenos días usted tampoco desayuno en el castillo
-No soy de nadie, joven Zafiro.- volvió a ver a su madre y hermana- ¿qué significa esto?
-El joven Zafiro, vino a buscarme a mí,- no le hizo mucha gracia reconocerlo frente a su hermana.
Serena se acercó a Setsuna, la alejó de la puerta lo más que pudo
-Aléjalo de ti Setsuna el no está buscando una esposa solo quiere divertirse- todo el enojo que estaba sintiendo se esfumo para prevenirla.
-¿De qué estás hablando?
-El día de mi... mi boda hablo con el señor Chiba, se saludaron muy cordialmente, como es natural- miraba de reojo a Zafiro con fastidio
-Con el joven Darién- rectifico Setsuna
-Sí, el joven Zafiro dijo que jamás se casaría y que sólo le gustaba divertirse con las mujeres- la preocupación de Serena era evidente y sincera pero aunque Setsuna lo sabía ella ya era una mujer que tenía asuntos que resolver y por los cuales preocuparse.
-Serena es mejor que te preocupes por tu matrimonio déjame a mi a resolver mis asuntos- le respondió cortante.
-Pero Setsuna...
-Basta Serena, me se cuidar ahora tú vuelve con tu esposo y olvídalo todo.
-Después no vengas llorando por qué yo te lo advertí.- se mostró moleta de nuevo.
Serena le dio un beso a su madre hizo una fingida reverencia ante Zafiro y salió de la casa de sus padres sin siquiera desayunar ni probar aquel delicioso té.
El carruaje estaba estacionado frente a la puerta aunque su deber era subir y volver a su nueva casa, Serena decido caminar un poco, se dio cuenta que el cochero estaba distraído y anduvo sola unos cuantos metros, viendo su alrededor, esas calles eran las suyas, tenía demasiados recuerdos, y desgraciadamente en todos estaba Seiya.
Imágenes de niños jugando bajo la lluvia o corriendo entre la nieve, siempre las risas que quedaron refugiadas en esas calles, como tormentos puñales en su corazón, recordar en esa esquina antes de llegar a su casa cuando Seiya le sorprendió declarándole sus sentimientos, el miedo y su evasiva los primeros días, todo parecía un cuento borroso, algo que pareció nunca existir ahora ya no se frecuentaba con Rei, y Seiya había sido su más grande decepción.
Camina lento aceptando que no tenía razón para dejar a su esposo, aun cuando el señor Chiba haya hecho lo que haya hecho, no podía dejarlo el jamás la dejaría ir. Fue una promesa más que una amenaza cuando le dijo que jamás la dejaría sola. Seiya le juro que la amaba y ahora el ya no estaba.
Un fuerte jalón la sacudió, cuando pasaba por un pequeño callejón. En automático cerró los ojos, asustada por aquella fuerza fuera de ella que la pego a la pared, soltó un ligero grito que sin ninguna privación le tomo los labios besándola dulcemente para silenciarla.
-Pasen por favor hermosas damas- Nicolás abrió la puerta de su hogar e hizo pasar a sus dos acompañantes.
-¿Dónde está mi hijo?- volvió a preguntar
-En una habitación del servicio no estaba en condiciones de subirlo a un lugar más apropiado para él, pasen por aquí- Nicolás las llevo a un cuarto que estaba por detrás de la casa después de atravesar la cocina
-¿Dónde está?- había una cama con las sábanas arrugadas con manchas de sangre pero vacía
-Aquí estaba, se lo juro- Nicolás salió a ver si no estaba en el baño o en el patio trasero de la casa.
-Te estás burlando de nosotras Nicolás- exclamo Rei
-Claro que no, se los juro estaba aquí, créanme- los ojos triste de Nicolás temían un reproche de Rei o de Neherenia
-¿Y dónde está ahora?- cuestiono Neherenia con reocupación
-No sé dónde puede estar- se angustio Nicolás
-Es fácil de suponer, debe haber ido a buscar a Serena- aseguro Rei
-Si eso debe ser, todo este tiempo mientras tuvo fiebre no dejo de llamarla, si hubiese podido ir por ella y traerla para que lo cuidara su recuperación hubiese sido más rápido, bueno eso creo no se dice que el amor lo cura todo- los nervios de Nicolás se conjugaban con una sonrisa que Rei recibió y correspondió.
-Que le va a ver a esa niña ella ya está casada, me alegra que ni siquiera la va a encontrar- dijo Neherenia
-Mamá, no seas cruel, Seiya no sabe que fue los que le sucedió, no sabe que su prometida ya se ha casado- pensó en lo que pudiese sentir cuando se enterara. Sabía que sería una noticia devastadora para su hermano.
-Lo que le haya sucedido no significa que Serenita aceptara de la noche a la mañana el casarse con otro, si ella hubiese amada en verdad a Seiya no hubiese creído ni una sola palabra de aquella mujer que se presentó para afirmar que era la esposa de Seiya. Era una calumnia, Serena debió sentirlo inmediatamente.- Neherenia estaba molesta pero sobretodo decepcionada de Serena, creía que era otro tipo de mujer. Una que amaba con profundidad e intensidad. Que equivocada se sentí.
-Iré a buscarlo debe ser muy riesgoso que ande por ahí, precisamente como no sabemos quién le hizo esto, me temo que quisieron asesinarlo- pensó en voz alta Nicolás alterando a Neherenia
-Dios santo, pronto Nicolás tráelo pronto quiero abrazarlo quiero que esté bien- sollozo la madre de Seiya.
-Yo voy contigo Nicolás- se acercó Rei para tomarle de la mano- será más fácil convencerlo si yo hablo con el
-Vamos señorita, volveré tan pronto lo encuentre señora Neherenia téngalo por seguro.
Tan presuroso como pudo Nicolás junto con Rei salieron a buscar a Seiya.
-Suéltame- grito Serena entre los labios de aquel que la había forzado, otorgándole además una bofetada
-Tranquila querida, soy yo Seiya- se defendió quitándose una capa que cubría su cabeza acariciándose la mejilla enrojecida
-Se perfectamente quien eres es por eso…- Serena limpio la boca con la mano izquierda donde te la el anillo de su matrimonio- que te exijo que no me vuelvas a tocar en tu vida
-¿Que te sucede Serena? ¿Porque me tratas así?, este no es modo de recibir a tu prometido- Serena noto su rostro con pequeñas manchas que parecían ser moretones desapareciendo. Serena agacho la vista al piso, su beso le dejo más vivo el sentimiento que tenía por él de lo que creía. Serena sentía que lo odiaba pero sus labios suplicaban otro beso tierno de Seiya. Se cubrió los labios tratando de aborrecer su deseo.
-¿Qué significa esto Serena?- Seiya apretó con fuerza la muñeca de Serena observando aquel anillo con un pequeño y circular adorno de piedra verde y en su pecho el broche de compromiso notoriamente más fino y caro había dado que el le había dado.
-!Es un anillo de matrimonio que no vez!!!- sacudió su mano para soltarse de Seiya
-¿Te casaste?- Seiya se sintió devastado, la alegría de volverla a verla se evaporó dejando una sensación de querer morir
-Que esperabas que después de saber que tú ya tenías esposa y esperabas un hijo yo me quedara sola, sin aceptar las propuestas de matrimonio, esperabas que te fuera fiel toda la vida pues te equivocas, la vida sigue y la mía continúo sin ti. Y después de tus calumnias que tal vez fueron para que nadie me considerara una buena esposa tampoco surgió el efecto deseado- Serena quería gritarle más pero no salía más de su boca.
-¿Qué? ¿Qué estupidez estás diciendo Serena?- los ojos de odio de Serena mostraban una agonía, había una tristeza, ese era lo que le daba consuelo a Seiya, su amada no era feliz, y lo hacía más desgraciado a la vez.
-No es ninguna estupidez lo sé, lo se todo, tu me engañaste tu…, te burlaste de mí, hasta donde ibas a llevar todo esto, yo me iba a casar contigo dime seria todo eso una farsa, me llevaría a la cama, para luego largarte con tu mujer o que pretendías.- aunque intento mostrarse fuerte e indiferente, todo el dolor que sintió cuando su vida se voltio la estaba haciendo flaquear. Se guardó todo el dolor y ahora como torrente estaba fluyendo frente a su amado Seiya.
-No estoy entendiendo nada Serena, de que me estás hablando- le grito Seiya para que parara con esa tonta idea, que le parecía ilógico. Había estado amarrado de pie y manos cuanto tiempo. Y enfermo con fiebre. Cuanto había pasado un año, dos. Era entendible, pero sintió solamente unas semanas.
-Un día después de que tú te fueras, llego hasta mi casa Esmeralda, te suena- reprochó con coraje.
-No- Seiya sentía una desesperación creí estar dentro de una pesadilla- no, Serena no conozco a ninguna Esmeralda, basta cállate, no entiendo nada- se tomó la cabeza, sintió que le estallaría de tan fuerte dolor.
-Te casaste en Bradford, seguro la conociste en una de tus tantas visitas a tu tía no- pero Serena no iba a parar, no le tendría consideración a su falta de amor
-Basta Serena yo no sé quién es esa tal Esmeralda, no estoy casado, yo te amo a ti por favor créeme querida- la tomo del rostro intento darle un beso, ya que con palabras no creía sus labios no le podrían mentir
-No me digas querida y suéltame- se zafo
-Oh! Dios santo no Serena!- que impotencia sentía Seiya
-Déjame en paz no quiero volverte a ver en mi vida- Serena había dicho lo que quería y aunque tenía más, decidió que era mejor irse de un vez. Había tenido suerte que nadie pasara por ahí y que los pudiese ver.
-¿Con quién te casaste?- le tomó del brazo impidiendo que se fuera, era todo lo que le faltaba saber
-Eso no es de tu incumbencia suéltame o comenzaré a gritar- Seiya le tomo con más fuerza, no la dejaría ir
-Será peor para ti, estando en un callejón con tu ex prometido, habla de una vez con quien te casaste- le exigió
-Suéltame Seiya te odio- grito ella
-Con quién te casaste Serena- el grito más fuerte.
-Con alguien mejor que tú, con Darién Chiba- entonces vino el silencio, y el odio más grande uno que no creía que fuese capaz de sentir, un odio que anido en el corazón noble de Seiya. Serena se sobo la muñeca, esperando que no se colocara amoratado.
-No Serena, no por favor con quien fuese, pero no con él, ¿porque con el Serena? ¿Por qué?- Seiya sintió tanta frustración ese canalla sin vergüenza se había salido con la suya y le había quitado todo- que no te diste cuenta todo fue una trampa, él lo planeo todo solo para tenerte, el formulo todo esta farsa, y tu caíste en su trampa, niña, mi niña tonta.
-Claro que no, él no se rebajaría...- no fue capaz de defenderlo, si la había comprado claro que sería capaz de esto y más.
-Serena estuve secuestrado todo este tiempo- Seiya le tomo de las mejillas para besarla
-Suéltame soy una mujer casada- ella si deseaba que el la besara, pero sabía que no era correcto por mucho que lo amara- suéltame- lo empujo antes de que lo hiciera- debo irme
-No tú no te vas, vamos a aclararlo todo y tú te irás conmigo, ahora. ¿Cuándo te casaste?- le pregunto
-Hace una semana
-No, no, no, Serena ya has...ya has sido de él, me juraste que no sería de nadie más Serena- Seiya estaba cegado por el coraje la frustración y el odio
-Las cosas cambian.
-Y me cambiaste, ¿lo amas?, así de la nada, me has olvidado y te has entregado a un canalla, aun hombre que no soy yo.- le miro con miedo de la respuesta
-No voy a responderte eso- Serena agacho la vista al piso
-¿Dímelo?- la tomo por la muñeca- ya te entregaré a Chiba
-¡¡¡¡Suéltame!!!!- grito al sentir que la lastimaba de nuevo
-Señora Tsukino,- el cochero se acercó al escuchar los gritos- suéltela, ¿quién es usted?- sin voltear Seiya soltó a Serena y salió corriendo- está bien Señora discúlpeme por favor he sido un idiota no me percate que usted...
-Solo fue un ladrón, pero estoy bien- dijo llorando
-Perdone señora Tsukino, por favor- el pobre sirviente sabía que le esperaba frente al joven chiba
-No le diré nada al señor Chiba si eso es lo que le preocupa- ella no le convenía,
-¿Pero señora?- refuto el cochero
-Dime a ti te conviene que el señor Chiba sepa que me dejaste sola y estuve en peligro
-No, mi madre señora, está muy enferma- en su voz denotaba miedo
-Yo no le diré nada y tú- el cochero solo meció la cabeza de un lado a otro, a modo de negación.
-La llevo al castillo señora- Serena asintió
Al volver a su nuevo hogar subió a su habitación, aunque se moría de hambre no quiso bajar por no encontrarse con Darién. Recordando la conversación y el beso de Seiya, mira por la ventana sus anhelos de libertad y volver junto a él. Ahora que Seiya le había negado todo y le había asegura que lo privaron de su libertad, no quería creerle. Todo parecía tan ilógico. Rio en silencio el amor que le tenía días atrás la había hecho pensar que le creería todo y se lanzaría a sus brazos. Pero algo dentro de ella luchaba por no aceptar sus versiones, porque eso indicaría que el señor Chiba su esposo había sido capaz de eso, temía con quien se había casado.
Pero la paciencia que le había tenido al no cumplir sus obligaciones le hacía dudar y pensar que era un hombre noble y bueno. Un mar de sensaciones y de pensamientos, luchas en su interior por saber y creer en uno o en otro. La llenaron de rabia, tomo un florero que había sobre una mesa junto a la puerta y lo azoto con fuerza, haciéndose pedazos la finan porcelana.
Neherenia jugaba con un pañuelo, esperando ver por la ventana el carruaje de Nicolás y del bajando a su hijo. Un golpe detrás de la casa por la cocina le alerto. Lentamente fue para averiguar que no fuese un ladrón, pero su corazón de madre borro rápido ese miedo y pensó en su hijo.
-Seiya hijo ¿eres tú?- Neherenia abrió la puerta lentamente, y frente a ella estaba un joven con una expresión de menoscabado,- ¿hijo eres tú?- Seiya volteo sus ojos estaban rojos
-Madre, ¿qué haces aquí?
-Nicolás...
-Le pedí que no hablara,
-Y crees que nadie te vio al ir a buscar a esa niña- le reprocho- para ti es primero ir a buscar una chiquilla que se olvidó de ti a las primeras de cambio.
-Se casó mamá, mi Serena se casó- Seiya se lanzó a los brazos confortables de Neherenia
-Si mi amor, a los pocos días de que tú desapareciste nos llegó la invitación a su fiesta de compromiso, pero dime ¿dónde fuiste?, donde estuviste porque te largaste sin decirme nada a mí, a tu madre- le consolaba
-Yo no me fui, madre, a mí me mantuvieron encerrado atado de pies y manos- revelo con tristeza y resentimiento por aquel que le había hecho esto.
-¿Qué?, ¿Quién ha sido capaz?, ¿Por qué?, ¿Con qué motivo?-hizo una pregunta tras de otra incrédula quien habría sido capaz de tal bajeza, con qué motivo según se creían sin enemigos.
-Yo sé quién fue- hablo con rabia
-¿Quién crees que fue tan vil de hacerte eso?- Seiya se apartó de los brazos de su madre
-Es lógico madre quien más, si no fue el ahora el esposo de mi Serena- replico con rencor en su voz.
-Esa es una acusación muy fuerte Seiya
-Madre ese tal Chiba me dio a entender que estaba interesado en mi prometida y que no estuviera tan seguro de mí, él madre me hizo todo esto para que tener el camino libre con mi mujer- levanto las manos desesperado.
-Pero ella también es culpable, si te hubiese amado Seiya, Serena jamás hubiese creído todas esas calumnias, y hubiese esperado que aparecieras, es claro que no sentí ese amor que juraba, Seiya es mejor que la olvides y has tu vida, mira el futuro aun tienes vida, y eso es lo importante Seiya hijo- le aconsejaba con ese amor y preocupación que solo una madre puede tener.
-Pero esto no se va quedar así- se levantó furioso
-¿Que estás pensando?- su madre se angustio
-Recuperar lo que es mío...
-Tal vez Seiya ya está aquí Rei, tranquilízate-dijo Nicolás tratando de tranquilizar a la morena.
-Madre no lo encontramos- grito en la puerta Rei
-Rei, aquí estamos, aquí está, tu hermano- informo a su hija
-Oh! hermano- Rei se aferró a Seiya en un fuerte abrazo- no sabes cuan feliz me siento de verte, de saber que estás vivo, temía lo peor querido hermano. Me hubiese muerto si no te volviese a ver
-Ya estoy aquí Rei- respondió seco
-¿Qué pasa?, ¿porque me hablas tan cortante?
-Mi mujer se casó- respondió contrariado
-Ella no era tu mujer Seiya- agrego Neherenia con fastidio.
-Si lo era, si lo es, y si lo será, y no me voy a quedar con los brazos cruzados ella me ama lo sé, lo sentí- Seiya se tocó los labios- esa calidez no se finge, la voy a recuperar, a cualquier precio- dijo decidido.
-Seiya, déjalo por la paz olvídala, se ha casada con el hijo del jefe del clan te meterás en problemas, además ya ha pasado una semana, y escuche que el señor Artemis le ha exigido nietos aun así la quieres- intento desacreditarla Rei
-No ella no ha sido de él, basta déjenme en paz ella será mía. Solo mía. Lo sé. Ella me juro que no sería de nadie más, ¡me lo juro Rei!- la miro a los ojos.
Todo el día Serena estuvo evitando encontrarse a Darién, por lo menos cuando sabía que estaba en el castillo. Se apresuró a darse un baño y meterse en la cama, con la poca luz esperaba que no se vieran los moretones que Seiya le hizo y que su esposo no quisiera ahora si reclamar sus derechos.
-Fui a buscarte en la mañana a casa de tus padres, pero no te encontré Serena, luego bueno tuve que ir con mi padre, pensé que sería bueno para ti pensar sin verme en todo el día- entro despacio Darién a su habitación Serena ya estaba lista para dormir. Recostada ya en la cama con sus ojos cerrados, fingiendo estar dormida- quiero que hablemos, sabes eso de fingirte la dormida no es lo tuyo cariño- él se acercó para verla, ella se giró, sin decirle nada para darle a entender que no quería ella hablar- sé que cometí un error Serena, pero quiero que sepas que aunque no lograra casarme contigo, jamás hubiese permitido que Tomoe se cobrar contigo, yo le mentí a tu padre...
-Esto muy cansada señor Chiba no quiero hablar- interrumpió, se limpió las lágrimas- no hoy, no ahora
-Serena quiero que hablemos quiero arreglar las cosas...
-Que quiere arreglar, mi vida, quiere... bien retroceda en el tiempo dos o tres semanas, al día en que secuestro a Seiya!- de inmediato se arrepintió de haber hablado.
-¿Qué?, ¿has visto a Seiya?- Serena se levantó tensa de la cama- Serena ¿dónde y cuándo lo viste?
-No tengo porque explicarte nada- le dio la espalda reusada a hablar con él.
-Pero claro que tienes, por si no lo recuerdas, eres mi mujer- Darién camino a colocarse frente a ella y le alzo la mano para que viera el anillo en su mano.
-Pues seré su esposa pero su mujer ¡ja!- sacudió con fuerza soltándose- no me haga reír, sabe que no lo soy que no lo seré nunca téngalo por seguro- eso le sonó a reto.
-Ya lo veremos- Darién apretó a Serena contra el con su enormes fuerzas, quería arreglarse con ella pero el coraje a veces era más dominante en él y era impulsivo e irracional, por eso estaba donde estaba.
-No se atreva a tocarme!- exclamo con furia y miedo.
-Hare lo que se plazca Serena, téngalo por seguro usted señora Tsukino- Serena comenzó a forcejear, para zafarse, cosa que era inútil y lo supo de inmediato, Darién la sometió en un segundo tomando con una mano su nuca y probando sus labios. Esos labios que no había podido tocar desde la noche de bodas y de los cuales esta hambriento y sediento, sin saber porque ella lo calmaba con eso, la furia que había formado su pecho por imaginar a su esposa con su ex prometido ya no estaba. Y Serena, pobre Serena al toque de sus labios, súbitamente quedo débil y dócil. La misma sensación de la noche de bodas de que continuara le embargo. Darién pudo ser ahora más dulce y delicado ante la frágil y quieta mujer suya- Serena, porque me haces esto, yo quiero que estemos bien.- apenas roso sus labios detenido por la cortante voz de Serena
-Suélteme- casi fue un tono de ordenanza, luchando contra sí misma. Darién le obedeció de inmediato, también luchando contra su deseo.
-¿Dónde lo viste Serena?- Darién traía una flor en su mano, que quedó dañada por sus bruscas maneras.
-No sé qué hablas- hablo con indiferencia
-Acabas de decir que lo tenía raptado quien te lo dijo si no fue el mismo, hasta donde yo sé él no ha vuelto al pueblo, habla Serena ¿dónde lo viste?
-No voy a responderle por mucho que sea mi esposo no tengo por qué darle explicaciones ni se las mereces- Serena estaba molesta y se lo iba a demostrar.
-Claro que si- exclamo Darién
-Claro que no- peleo Serena
-Quiero arreglar las cosas y tú las estas empeorando
-Yo, usted fue quien estafo a mi padre, y esto casi segura que usted encerro a Seiya, luego conseguido que una mujer viniera a decirme una sarta de mentiras que por estúpida me creí, le parece suficiente eso, para que yo las empeore, me ha mentido todo este tiempo solo he sido un juguete un capricho para usted. Pero disfrute el mostrarme si eso era lo que quería, disfrute aceptando frente a sus padres que consiguió una esposa porque de mí no obtendrá nada señor Chiba, ni descendencia, ni amor, ni nada
-No entiendo nada de lo que estás diciendo yo solo adquirí la deuda de tu padre, de la mujer y el secuestro no tengo la menor idea Serena y aunque lo parezca no soy tan ruin.
-Lárguese de esta habitación no quiero que duerma aquí de nuevo- Serena fue a costarse para dormir.
-Esta es mi habitación, y no pienso ir a ningún lado- Darién camino hasta la cama y comenzó a desvestirse, quitarse zapatos y todos quedando lo más desnudo que pudo.
-¿Qué es lo que hace?- pregunto con horror
-Que no vez preparando para dormir en mi cama en mi cuarto junto a mi hermosa esposa- Darién levanto la sabana para entrar- soy tu esposo y el dueño de esta casa y este dormitorio y si quiero dormir aquí lo voy a hacer
-Si duerme aquí yo me iré- salto de la cama apartándose de él
-Has lo que se te venga en gana- le respondió más cómico que molesto
-Así, pues tampoco iré contigo a Inglaterra- amenazo
-Estoy cansado de recordártelo eres mi esposa quiero y vendrás conmigo
-Pues no señor Chiba, no iré con usted y es mi última palabra.