—CIELO, te juro que yo no tenía idea.
Levanté la vista del pasto y limpié mi nariz con el suéter que llevaba puesto.
—Háblame amiga, por favor.
Miré a Ania un segundo y después bajé la cabeza hasta apoyarla en mis piernas, que las tenía abrazadas contra mi pecho.
—Te creo—balbuceé.
La puerta de entrada se cerró y la escuchamos aún estando en el patio, y sin necesidad de espiar por la ventana que estaba arriba nuestro.
—Cielo...
—Basta Ania—sequé mis lágrimas—, déjame sola...No quiero hablar con nadie.
De hecho lo que no quería era hablar con cualquiera de los Vainstein, no podía.
—Pero...
—Ania, déjala—la interrumpió su hermano mayor desde la puerta del patio, a su lado estaba Mayra. Como siempre, pegada a él como si fuera una garrapata.
Ania dudó por unos segundos, pero después se levantó en silencio y pasó entre medio de ambos chocándolos intencionalmente.
Después, también en silencio, Mayra y Manuel se sentaron enfrente mío.
Y ya no tuve más ganas de llorar, de hecho al verlos sentí que hervía de la furia.
Si querían hablar sobre ese tema de mierda, iban a saber bien cuál era mi opinión. Cosa que debían de haber sabido antes de invitar a dos desconocidos a hacer planes de adopción.
¿Acaso era legal charlar sobre eso si no estaba presente la persona que llevaba a la criatura dentro?
Es que hasta podía tratarse de una estafa.
Qué gente pelotuda.
—¿Cuándo mierda ibas a decirme esto?—cuestioné con la voz firme y los ojos fijos en Manuel.
Me chupaba un huevo echar a Mayra, aunque me intrigaba saber qué carajo hacía en esta charla; que a mi parecer únicamente debía tener con el otro boludo.
—Después de esta reunión.
Mordí mi labio y solté una risa incrédula.
—¿No te parece que primero debías saber mi opinión antes de invitar a dos personas sólo para ilusionarlas?
Bajó la cabeza y chisté.
—Lo que pasa es que...
—Vos cállate—la interrumpí a Mayra— ¿Qué carajo te venís a meter en esto?
—Cálmate un toque flaca—levantó la voz—, estoy hablándote bien pero claro, siempre te pensas que los demás te están atacando.
—¿Y cómo más voy a reaccionar si sos insoportable y el otro se manda cada cagada?
—Chicas...—murmuró Manuel en su vago intento de calmarnos. Ni un clonazepam podía contra la bronca de las dos.
—¿Yo soy la insoportable? Ah bueno, me lo venís a decir vos hipócrita de mierda.
—¿Hipócrita?—me reí—. Vos no me conoces así que no me vengas a decir nada.
—Y vos tampoco a mí pero bueno, a Cielito no se le puede decir nada porque está embarazada y puede hacerse la víctima cuando ella quiera ¿No?
Negué con la cabeza y traté de mantenerme quieta, sin hacerle caso a mis ganas de soltar el gancho que ya tenía planeado.
Mayra ni en otras mil vidas iba a poder caerme aunque sea un poquito bien.
—Así calladita te ves más linda—volvió a atacar—. Y tranqui, después me agradeces no tener que cargar con un bebé que ni en pedo vas a poder criar bien—sonrió victoriosa pero ni así quiso callarse—. Es que mírate, sos toda una pendeja y por ser TAN puta vas a cagarle la vida a una pobre criatura que...
—¡Mayra!—la calló Catherine.
La susodicha se levantó y se fue al quincho que estaba a unos pasos nuestros, sin siquiera mostrar algo de retracto en lo que había dicho.
Me dolía el pecho y tenía ganas de llorar.
Mayra lo había conseguido, no sólo el dejarme callada; sino también hacer que las palabras crueles que Manuel dijo tiempo atrás se quedaran cortas al lado de las suyas.
—Es una maleducada de mierda—la oí decir a Catherine mientras yo debatía en mi cabeza si los demás pensaba igual que Mayra—. No puedo creer cómo le da la cara...
—Ma—la frenó Manuel— ¿Nos dejas hablar solos un rato, por favor?
Ella asintió y se alejó de la puerta, pero no duró mucho lejos porque tres segundos después volvió a su lugar.
—No la cagues, Manuel —le advirtió—. Prométemelo.
—Ma...—la miró mal.
—Sí, sí, ya sé.
Hizo caso a lo que la cara de pocos amigos de su hijo le pedía, se fue y lo supimos porque apagó todas las luces de la casa.
Ya era tarde y todos estaban en sus camas.
Y Manuel y yo seguíamos acá, casi que remándola en cemento.
No sabíamos lo que hacíamos.
Era siempre la misma mierda.
Pero como otras tantas veces él me agarró la mano y le dió caricias, aunque los dos sabíamos que eso no era paz. No había nada de ella, y por ahí iba a ser así en lo que a nosotros respetaba.
—Muy linda tu amiga, Manuel—ironicé con mal humor, ya no me hartaba Mayra y sus opiniones ahora me hartaba creer en que Julián decía la verdad. Que yo no era feliz con Manuel por más que lo intentase.
—Perdón...—me dijo, y por primera vez creí escucharlo decir algo sincero—. Por todo.
No, así no era.
Por ahí para mi terquedad sí. Pero no. Él no podía cargar en sus hombros ese "todo" si no era el único que debía cargar con ese peso.
—No es tu culpa—respondí— y no nos sirve buscar quién la tiene si sabemos bien que es culpa de los dos.
—Bueno...Pero somos humanos también, no hay quien no cometa errores.
—¿Pero tantos?—cuestioné.
Bajó la cabeza, seguro rendido ante mi pesimismo. Pero ya no encontraba otra forma de ver las cosas.
—Sí, somos un desastre pero obvio si ninguno de los dos quiso esto.
Y ahora yo bajé la cabeza, analizando sus palabras detenidamente.
—Y yo te juro que...
No hubo necesidad de callarlo con palabras cuando notó que al levantar mi cabeza yo ya estaba llorando.
—No jures nada—traté de sonar clara—. Manu vos lo dijiste, somos un desastre. Pero juntos lo somos ¿No lo ves?
—Y sí, pero pasa que todavía no sabemos mantener una relación—pasó una mano por mi pelo—. Y no creo que con un bebé sea distinto, Cielo...Por eso los planes de adopción.
¿Iba a ser lo mejor?
Sí. Totalmente.
O eso intentaba creer para no recurrir al pesimismo y decir que, al igual que los otros planes, esto no iba a funcionar.
—Bueno pero no podes organizar reuniones sin mí, onda...¿Y si te decía que no? ¿Qué les ibas a decir a Nicolás y Romina?
—Bueno sí...Ya sé y perdón—asintió desganado—. Pasa que son conocidos de Mayra y hoy podían, aparte supuestamente mi vieja no estaba pero al final llegó y bueno, me cagó a pedos también.
—La banco fuerte.
Manuel soltó una risa irónica para después quedarnos en absoluto silencio.
Por ahí buscando alguna forma de entendernos así, o de calmar la tensión para buscar una base de entendimiento. Cosa que realmente nos hacía falta.
—¿Qué opi...?
—Sí, está bien—respondí al mismo tiempo que abrió la boca—. Quiero darlo en adopción.
Era lo mejor, tanto para esa pareja que estaba dispuesta–más que nosotros– a cuidar al bebé, como para nuestras familias.
Pero lo más importante, era lo mejor para nosotros. Para nuestros futuros. Quién sabía si juntos o lejos el uno del otro.
¿Nos convenía? Sí. Y más si no sabía cuánto tiempo más íbamos a aguantar todo esto, o si mis sentimientos por Julián no iban a interferir otra vez y a cagar todo.
Éramos libres de tomar esta decisión si el Estado no me dejaba a mí decidir sobre mi cuerpo. Yo no tenía porqué cargar con un bebé si no quería. Y por más que les costara entenderlo, debían hacerlo. Ya bastante con que me obligaban a someterme a un parto que tampoco era cosa hermosa.
Esto era lo último que nos quedaba.
—¿En serio lo decís?
Sí, hasta a mí me sorprendía que los dos estuviéramos de acuerdo.
—Sí—contesté—. Pero primero, lo primero, quiero conocer a la pareja...No es que desconfíe pero...Ya sabes, no quiero que terminen siendo una mierda y dejarle una vida así al ingeniero.
Manuel se rió un poco, al parecer por el apodo que le puse al feto, y después de levantarnos del pasto me atrapó entre sus brazos tomándome por sorpresa.
—Obvio—me susurró—. Gracias.
・゚✧
—¿Con quiénes la vas a pasar?
Tragué saliva rezando a la vez por modular mejor que hace unos mates atrás.
Para ser sincera, no sabía qué tenía Abian que siempre me intimidaba.
Sospechaba que me odiaba, si no no se explicaba porqué nunca alzaba las comisuras cuando hablaba conmigo.
Podía jurar que hasta con Mayra lo hacía.
—Con mi mamá, mis hermanos y...Creo que con mis abuelos.
—¿Cómo que crees? ¿No preguntaste?
¿Para qué iba a preguntar?
La navidad me chupaba un huevo hace bastante. Lo único que me gustaba era que era la única noche en la que podía morfar comida sagrada como lo era el vitel toné.
—Eh, no—tosí para dismilar el silencio que después se hizo—. Yo...Voy a buscar las cosas...Eh...
—Sí, anda—tomó del mate que hace rato me había ofrecido y siguió sentado en la punta de la mesa—. Que la pases bien.
Demasiado incómodo.
Hasta me daba vergüenza no poder tener la comodidad suficiente para hablar con él, pero el hombre también era una roca para hablar. O por lo menos así era conmigo.
Hasta habían veces en las que sólo pensaba que me hablaba por obligación, por ahí porque Catherine se lo pedía o porque pensaba que era necesario ya que iba a ser la futura madre de su nieto. Y sí lo iba a ser, pero eso era incierto. Lo iba a ser pero a la vez no.
Ni yo sabía cómo explicarlo.
—Cielito...—me llamaron de forma misteriosa Julián y Martín.
—Los mato, eh.
Sonrieron pícaros y lo hicieron, empezaron a salpicarme desde la pileta mientras yo corría al quincho. Hasta se reían. Manuel tenía de hermano y primo a unos giles.
—¡No la hagan correr!—gritó desde la ventana de la cocina Renata, asustándome a mí y a los nenes.
Se la notaba más malhumorada de lo normal, según había escuchado a Catherine decirle a Manuel había discutido con el papá de Julián. Y Camila, su otra hija, también andaba con berrinches cada vez eran más insoportables.
La casa se estaba volviendo un caos. Y Mayra y yo tampoco ayudábamos al discutir hasta porque la que ponía la mesa siempre le ponía los cubiertos más feos a la otra.
Ajá. Habíamos llegado hasta ese punto.
Y un poquito agradecía poder salir una noche de ahí. Aunque estar con mi familia, sabiendo que tampoco era un ambiente muy grato, me ponía nerviosa también.
Abrí la puerta del quincho y lo primero que mis ojos vieron fue a Mayra haciéndole masajes en la nuca a Manuel mientras él jugaba al fifa.
—Fua Manuel—me hice la sorprendida mientras buscaba en el único armario que teníamos la ropa que me iba a llevar—¿Por qué no le pedís al perro de tu primo un poquito del shampoo anti pulgas?
Lo miré y frunció sus labios para no reírse, era el único que había captado el palo que tiré.
—¿Tenés pulgas?—preguntó Mayra.
Qué mujer.
—¿Tenés cerebro?—le pregunté mientras con Manuel nos cagábamos de risa.
Pero atacó con algo mejor.
—¿Tenés período, Cielo?
AUCH.
Buena y cruel respuesta.
—Ya quisiera—murmuré y miré de reojo a Manuel— ¿De qué te reís, pelotudo?
—Perdón.
Pillo.
Empecé a juntar las mudas de ropa en mi bolso sin darme cuenta que Mayra miraba todo lo que hacía desde la cama.
—¿Por qué usas ropa tan corta?—me preguntó— Onda...
—Porque me queda divina.
—Bue, pero ya no vas a tener el mismo cuerpo, deberías comprarte otra.
—Gracias Maychu, voy a anotar tu dato en las cosas que me importan tres carajos.
—Uh, re lindo humor tiene tu wacha Manuel—resopló—. Se calienta por todo...En ambos sentidos.
Se sorteaban bifes.
Y Mayra tenía todos los números.
—No la jodas más, Mayra.
En tu face.
Le sonreí victoriosa y con mi bolso en mano fui a verificar que Paula no me haya mandado mensajes ni nada, ya que en un rato debía pasar a buscarme.
—La concha de...—lo escuché putear a Manuel después de haber errado un penal.
—Uh, qué malardo sos—lo cargué.
Empecé a controlar tener todo listo, o eso hice hasta que la dulce Mayra me chocó "accidentalmente" con su brazo al pasar.
—Ah, tengo una remera tuya Manu no te la devolví todavía—se rió falsamente.
—Ah, y yo todavía tengo tu virginidad Manu—me reí de la misma forma—. Me gustaría devolvértela pero bueno...No todo se puede.
Su ex parecía una sim enojada, mordía su labio y cerraba sus manos en puños mientras me escrutaba con la mirada.
Yo no quería pelearle, por ahí un poco, pero ella me provoca también. Aparte no iba a dejar que esa boba me pasé por arriba.
No era que las ex's se tenían que llevar mal entre sí porque sí, porque así estaba predestinado a ser. De hecho las ex's de un compañero de mi curso eran mejores amigas, cosa que con Mayra nunca íbamos a poder ser. Por ahí si nos lo proponíamos (con mucho esmero) sí, pero las posibilidades eran lejanas.
—Ya llegó—leí el mensaje de Paula y colgué mi bolso en mi hombro.
Manuel pausó el juego y se acercó mientras yo me peinaba frente al espejo.
—Si necesitas que alguien te rescate de ahí, llámame.
—Podría ser una frase para una canción de reggaetón ¿No?
—En serio te digo.
Asentí y de puntitas de pie le dejé un pico en sus labios.
—Si necesitas veneno para la comida de Mayra, llámame.
—Podría ser una frase para una...
—No deja, no te sale Manu.
Rodó sus ojos y con la misma sonrisa que me miraba se acercó a decirme algo al oído.
—Estuvo buena la de la virginidad.
—¿Viste? Fue lo mejor que...
—¿Cielo, no te tenías que ir?—se acercó Mayra a nosotros, de más estaba decir que con una cara de orto tremenda.
—Sí Maychu, qué lastima, yo que quería pasar navidad con vos amiga.
—La próxima será, si seguís acá ¿No?
—Lo mismo digo—miré a ambos—. Feliz navidad chiques.
・゚✧
—¡ME CORTASTE LA CREMA, TRINIDAD!
Miramos el bowl en el que estaba batiendo y nos empezamos a reír con mi abuela.
—¡Y SI HACE MUCHO CALOR!—se excusó ella— ¡OBVIO QUE SE VA A CORTAR!
—¡TE DIJE QUE PARES, PERO NO! ¡VOS SEGUISTE Y SEGUISTE!
—¡DIOS! ¿¡QUIÉN TE CREES!? ¿¡PAULINA COCINA!?—se sacó de un tirón el delantal que tenía puesto—¡NO SOY COCINERA! ¡NO ME JODAS!
—Amor...—le tocó el brazo Cacha.
Tratar de calmar a una Viegas estresada y enojada era tarea imposible.
—¡CÁLLATE!—le gritaron los que discutían.
Miré a mi abuela aguantándome la risa y ella negó con su cabeza indignada.
—Tampoco para que le griten, pobre Cachita—le palmeó la espalda—. Yo les doy plata y van a buscar otra, qué tanto drama.
Buscó con la mirada mi opinión y asentí.
Definitivamente ninguno de nosotros había heredado la tranquilidad de los Urbinati, éramos más parecidos al carácter de la familia de mi viejo que al de mi vieja.
—Voy yo a comprar—sentenció Trinidad cuando mi abuela fue en busca de la plata.
—No, yo—la siguió Giuliano.
Negué con mi cabeza y seguí ocupándome de la picada que estábamos preparando.
—Voy con ellos antes que se maten—me dijo Cacha y reí.
—Mejor anda a competir a la plaza que en unos días descendes—contraataqué y acompañé mi acote de un cantito—. Oh my fucking goood.
Mi cuñado se tocó el pecho y retrocedió unos pasos, como si le hubieran dado un disparo en el corazón.
—Sos forra, Viegas.
—Mmm...¿Forra o sincera, Cachavilano?
Fua...No me había dado cuenta hasta ese momento que era el apellido más feo y más gracioso que había escuchado.
Vainstein sonaba a Einstein. Y Favaretto, el de los futuros padres del feto, sonaba re cheto. Alta suerte la del ingeniero.
—¡TÚ ME DEJASTE CAEEEEER!—cantó a los gritos Lautaro mientras señalaba a mi abuelo para hacerlo reír.
Tapé mis ojos cuando empezó a perrearle.
Mala idea invitarlo estando él en pedo. No conocía los límites de la vergüenza, y mi abuela tampoco ayudaba al alentarlo.
Estaban todos locos en esta casa.
—Sin ofender...—me dijo en susurro mi tía Viviana— ¿Pero está drogado?
—Yyy...
—Entonces como te decía, Tefita—arrastró las palabras mi tío Guillermo con su lata de cerveza en mano—. Vos ahora tenés que estar con la mente fría ¿Me entende'? Ya no sos una nena...¿Te acordas cuándo comías las galletitas que se te caían a la arena en Marpla?—me pellizcó una mejilla y la miró a su esposa— ¿Te acorda'?
Saltaba de una cosa a la otra, por lo menos no hacía quedar tan mal al fisura de Lauti.
—Sí, me acuerdo gordi—asintió Viviana— ¿Por qué no dejas de tomar un ratito?
Se fueron, dejándome sola para mirar de lejos a todos los invitados. Ellos eran los únicos parientes paternos que estaban, o que por lo menos todavía no cortaban la relación con nosotros. Después estaba casi toda mi familia materna y los papás de Cacha.
No sabía desde cuándo entraba tanta gente en casa, ni tampoco desde cuándo habían tantos pendejos ¿Cómo se los bancaban?
Aunque tampoco era tan difícil en estos tiempos, si con un aparato tecnológico y un cargador ellos eran felices.
Odiaba eso.
Y puede sonar de vieja anticuada, pero me gustaría que mis hijos no fueran así. Que hagan amigos en el barrio, como en los tiempos de mis abuelos, que se diviertan con cosas simples como el poli-ladrón, que sean distintos y únicos. Excepcionales. No otros del montón, que sin un teléfono sientan que las vidas se les acaban.
—¿Qué tal, vos?
Saqué la vista de los demás y miré sorprendida a la mujer que se me acercaba.
—¿Qué tal, vos?—repetí con una sonrisa atónita y después la abracé.
—¡Guarda, que te quemo!—se rió alejando la mano que tenía un pucho, y dejando un beso sonoro en mi cachete—. Te extrañaba, nietita.
—Yo también.
Y por un momento sentí que quien me abrazaba no era "Majo" Viegas, sino su hijo. Mi querido padre.
Dolía saber que solo uno de ellos estaba conmigo. Que solo uno quería abrazarme.
—Shh, no llores hermosa—me besó la frente al darse cuenta que estaba temblando—. No agaches la corona que se te cae la cabeza, princesa.
—Así no se dice, abuela—me reí con las lágrimas todavía saliéndome.
—Ese es el chiste.
Siempre fue de tener un humor extraño.
—Así que...¿Desgrambarazada, eh?
Nos separamos del abrazo y me sequé las lágrimas asintiendo.
—Te perdiste de mucho.
—Ay mi nena—me pellizcó la mejilla como había hecho su otro hijo hace un rato— ¿Cómo son tan fértiles los pibes de ahora? Te juro que no entiendo.
—Ojalá supiera.
Puso su brazo sobre mis hombros y miramos de lejos a mi vieja traer las cosas para la mesa dulce. Todo haciéndolo apurada y casi que de mala gana.
—¿Cómo está ella?
Estaba flaca, blanca como si no saliera de casa y con puchos siempre en mano.
Era toda una mujer triste.
—¿Cómo más crees? Hecha mierda, abuela.
—Sí, bueno me imaginaba...Fue una pregunta tonta perdón.
—No, perdóname a mí—chisté—. Es que...Siento que está así por mi culpa ¿Sabes?—bajé la vista a mis pies— Y que todos acá piensan que soy una puta.
Negó y soltó el humo del cigarrillo al aire.
—Si piensan eso les tengo mucha lástima—afirmó—. Hacer sentir culpable a una mujer por ser libre es algo que no vamos a aceptar Estefanía, somos mujeres con mentes abiertas y si tenemos las piernas abiertas también ¿Qué? ¿Quién carajo va a mandarme o no a mí a coger? Soy una mujer libre y si quiero coger lo hago. Punto.
Y esa noche Majo ganó el mejor acote.
✧
awante majo, alta abuela.
q onda gente, emitan aki sus opiniones
sobre el tema de la adopción.
les parece buena alternativa ¿?
y q onda mayra? no lleguen a pensar
como ella xq los cagó a palos