Un día antes de mi cumpleaños, y un día antes del aniversario 23 de la muerte de mi madre, estaba en mi departamento viendo una película de Lily Collins con palomitas y chocolate caliente.
Se acercaba el otoño y se sentía el cambio de temperatura en el ambiente, poco, pero se sentía.
Iba por la mitad de la película cuando escuché algo estrellarse contra la puerta.
Así que, obviamente careciendo de instinto de autopreservación, me levanté a revisar y asegurarme de que no hubiese sido alguien importante. Solo por seguridad, también tomé mi teléfono y tenía el 911 en discado rápido.
- ¡Des!
Importante, quizás. Imbécil, definitivamente.
Frente a mí, con su cabello rubio desordenado, su ropa desordenada y la mirada ligeramente perdida se encontraba la razón por la cual llevaba varios días durmiendo terriblemente
-William. -Lo miré en el suelo. Un fuerte olor a alcohol llegó a mi nariz. -Estas ebrio.
Sacudió la cabeza y luego comenzó a reír asintiendo.
Con lo que me toca vivir, ¿no?
-Iba a mi casa, ¿Qué haces en mi casa? -Preguntó, confundido.
No lo mates por ser un borracho confundido, no lo hagas.
-Esta es mi casa. -Recalqué mirando por las escaleras. Había llegado solo.
Solo y ebrio, perfecto.
-No, no, no... Esta debe ser mi casa. -Asintió y se levantó tambaleante del suelo. -Si estás tú significa que es mi casa.
Entró al departamento y se dejó caer en el sofá.
A pesar de su estado, se veía bien. Quizás un poco más delgado, pero tan bien, atractivo y sexy como siempre.
Suspiré. Su regazo se veía cálido y sus brazos se veían tentadores, pero estaba ebrio y no habría sido correcto.
Además, seguía molesta. Puede que él se viera realmente atractivo y cómodo, pero yo seguía molesta, y él seguía siendo el mismo idiota que había decidido alejarse como un cobarde en vez de hacerle frente a sus emociones.
Y, a pesar de que mi autocontrol estuviera al límite, aún tenía un poco de consciencia de mis actos.
Pero eso que sentía en ese momento, a pesar de poner toda mi fuerza en ello, no era sano. Era intenso y me empujaba a rodear su cuerpo con mis brazos y enterrar mi nariz en su cuello. Me inspiraba a acercarme y jamás alejarme.
Por eso decidí que sería mejor alejarlo de mí pero no dejarlo solo y a la deriva, porque jamás me perdonaría si algo llegaba a sucederle.
-A dormir, borrachín. -Ordené dándole un empujón. -Vamos, William, debes ir a dormir y dejar de joder.
Se levantó con una velocidad poco habitual, y muy anormal, en un borracho y me atrapó entre sus brazos, acariciando con su nariz la curva de mi cuello. Sin poder evitarlo, solté un jadeo, entre de impresión y de emoción. Mi cuerpo y mi mente lo reconocían, él era para mí como yo para él.
Pero no era posible, no de momento.
-Will...-Advertí pero él no me soltó.
-Te amo. -Suspiro contra mi cuello. Mi cuerpo completo se tensó al oír esas palabras. Esas dos palabras que jamás habíamos pronunciado, que jamás habría esperado que... Simplemente que significaban demasiado. -Te amo tanto que duele, arde, quema... Te amo, y sé que es amor porque tú eres mi lugar seguro, puedo ser yo mismo contigo, puedo hacer lo que quiera contigo. Te amo, es amor, no puedo equivocarme con una cosa tan importante como esta.
-Will... Estas borracho. -Recordé haciendo acopio de mi fuerza de voluntad. Yo estaba sobria, él no. Yo era la responsable en ese momento.
-Mañana dejaré de estar borracho y seguiré amándote. -Declaró con completa convicción.
-Will...-Volví a advertir. Suspiré con tristeza.
Lo quería, quería compartir otra noche junto a él y despertar con sus besos por todos lados. Quería eso.
Pero no aun, no mientras este molesta... No mientras tenga el recuerdo de sus palabras en París.
No mientras recuerde que él realmente pensó que yo creía las cosas malas que había escrito sobre Elliot.
No mientras él no sanase sus heridas, pusiese sus pensamientos en su lugar y decidiese que quería eso legítimamente. No mientras nos saboteara.
-Vamos a la cama. -Le incité.
- ¿Juntos? -Sus ojos se iluminaron.
No le respondí y lo guie a mi cama. Me recosté junto a él y esperé que se quedara dormido.
Cuando lo hizo me fui a otra habitación, porque no dormiría con él pero le daría el gusto al borracho para que no me generase problemas. A la mañana siguiente, dejé mi hogar antes de que despertara.
Ahora estaba en el cementerio, frente a la lápida de mi madre, con mi tía y mi abuela junto a mí, observando en silencio.
-Veintitrés años. -Suspiró mi abuela con tristeza. -Y perder a una hija sigue doliendo.
-Y perder a tu gemela sigue doliendo. -Siguió mi tía.
-Y perder a tu madre sigue doliendo. -Musité y, sin poder reprimirse, empecé a llorar.
Mamá, te echo de menos. Quisiera haberte conocido, quisiera haberte besado una vez, quisiera que me hubieses visto cuando aprendí a usar la bicicleta, quisiera que me hubieses visto cuando encontré a mis amigas, quisiera que las amases tanto como yo las amo.
Quisiera, madre, que hubieses estado ahí en mi graduación de primaria, quisiera que me hubieses visto bailar twerk frente al director de la escuela y que me hubieses aprobado mis desastres. Quisiera que hubieses sido tú quien iba a dar la cara cuando me metía en problemas.
Mamá, quisiera que tu hubieses echado a mi primer novio de casa, quisiera que tú me hubieses hablado de lo que era mantener relaciones sexuales y que me hubieses dicho lo que era el amor.
Mamá, quisiera que hubieses estado conmigo cuando me gradué de secundaria y cuando escogí una carrera, quizás tu hubieses sabido qué era lo mejor para mí, y me hubieses abrazado esas noches de invierno donde el frio realmente calaba los huesos.
Quisiera que hubieses estado a mi lado mi primer día de trabajo en Chill'in y que te hubieses reído conmigo al voltear el café sobre un ejecutivo.
Mamá, quisiera que estuvieses aquí para decirme qué crees de Will y para decirme qué debo hacer.
Pero no estas, no te conocí, pero te extraño más de lo que puedo tolerar... Y a pesar de ser mi cumpleaños no estoy feliz, este día no es feliz, este día es un día donde quiero llorarte en lugar de gritarte.
Te extraño, mami, y te necesito... Pero sé que no estas, no puedo tenerte de vuelta. Pero tengo tu recuerdo, a tu gemela y a tu madre, y ellas han estado junto a mí siempre, recordándome lo mucho que me amaste, lo mucho que me amas.
Y quiero que sepas, que yo también te amo.
Suspiré y limpié mis lágrimas.
-Ella es la estrella más reluciente del cielo, mi querida Eva. -Mi abuela dejó una flor sobre la lápida, dio media vuelta y se fue al auto.
- ¡Espero que estés muerta, maldita! -Grito mi tía al cielo. Vi la tristeza en sus ojos. - ¡Yo crie a tu hija, es una mujer increíble, así que no debes volver a bajar y quédate arriba!
Dejó la flor en la lápida y se retiró.
Suspiré y dejé la flor en la lápida.
-Te amo, mamá... Y sé que aunque juegas con mi vida, y te diviertes con mis desgracias, tú también me amas.
Regresé al auto y dejé que mi tía y mi abuela me llevasen a almorzar... Pero no solas pues, al llegar al restaurant, Camil y Federico esperaban juntos conversando.
-Abuela, ¿invitaste a tu novio? -Inquirí sin poder creerlo.
-Quería darte un regalo. -Se encogió de hombros.
Camil nos vio primero y se acercó a nosotras, dejando un beso en mi cabeza y otro en los labios de su novia.
Mi tía.
Si, mi tía y Camil estaban saliendo, o algo así. Se besaban, salían juntos y dormían juntos, pero aún no oficializaban nada.
Y me mataba porque oficializaran algo, lo que fuera, pero mientras tanto disfrutaba viéndolos felices y amorosos.
Y los envidiaba, por supuesto, pero estaba feliz por ellos.
- ¡Niña! -Federico dejo dos besos en mis mejillas y luego beso a mi abuela con pasión.
Eso fue intenso.
Y extraño.
No quiero repetir la imagen... Entonces recordé que mi abuela y él acabaron en el hospital, uno sobre el otro, desnudos y se me quita.
Un beso no es nada en comparación con la imagen perturbadora que estuve forzada a ver.
Y Will también...
Solo recordarlo, y recordar que podría seguir en mi casa, hace que mi corazón se acelere y apenas si me doy cuenta cuando todos estamos en una mesa redonda.
-Veintitrés años...-Me celebra Camil. -Eres toda una adulta.
-Lo soy desde hace años. -Recordé bebiendo un poco de agua. -Pero tu sigues viendo a una niña pequeña.
-No es mi culpa que te haya visto crecer, madurar y que haya ayudado a tu tía a explicarte lo que era la menstruación. -Señaló con diversión. -Siempre serás la niña de mis ojos.
-La mía no. -Gruñó mi tía bebiendo vino. -No desde que la vi en la cama con...
- ¡No sigas! -Exigió Camil cubriendo sus oíos. -Quiero que siga siendo mi niña.
-Veintitrés años...-Mi abuela suspiro. -A esa edad estaba comiéndome al mundo.
Mientras que, al mismo tiempo, educaba a dos niñas de cinco años.
De las cuales solo una estaba ese momento en esa mesa.
-A los veintitrés yo trabajaba en una piscina. -Comentó Federico con aire distraído. -Era una piscina muy linda.
El resto de la comida fue de varias conversaciones al azar pero yo sentía la tensión en el aire.
Ese día no era para celebrar, era un día para recordar. No era mi cumpleaños, era el día de la muerte de una hija, hermana y una madre.
Mi tía y abuela querían pretender que ese día podía ser el día de una muerte y el día para celebrar un cumpleaños, pero la verdad es que sabía que a ambas les costaba ponerse festivas en un día como ese. Llevaba veintitrés años viendo cómo ponían sus mejores expresiones para no entristecerme, y no sabían que yo sufría al igual que ellas.
Por eso yo no celebraba ese día, ni le daba importancia, porque no importaba si quería creer que era un año más de mi vida, porque era un año más de la muerte de ella.
Y mis amigas lo entendieron la primera vez que se los dije, y por eso salíamos, pero no a celebrar.
Salíamos a beber en nombre de Eva Michel.
- ¡Que en paz descanse, Eva Michel! -Exclamo Zu por sobre el sonido de la música de Revolution. Luego se empinó un shot de tequila.
- ¡Y que viva su criatura en tierra! -Gritó Amy, consumiendo ron.
A ella le gustaba el alcohol de los piratas.
- ¡Feliz aniversario, mamá! -Grite al cielo de Revolution. - ¡Sigue cagándome la vida si eso te gusta!
Mis amigas comenzaron a reír y yo con ellas.
Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, cumpleaños feliz solo a mí.
Te amo mamá, te extraño también.
Hoy bebo en tu nombre y canto también.
Canté eso durante varios minutos hasta que Revolution comenzó a vaciarse y Josh nos subió a un taxi que nos iría a dejar a todas a nuestras casas.
Supongo que se me quitó la euforia y borrachera cuando comencé a subir las escaleras, y desapareció casi por completo cuando entré por la puerta y encontré a Will sentado en el sofá, mirando el viejo diario de mi madre con interés.
- ¿Qué haces aquí? -Exigí saber con brusquedad. Sip, definitivamente se me quito la borrachera.
Esperaba que a este punto del día ya se hubiese ido.
-No estoy borracho y sigo amándote. -Anunció incorporándose. Sus ojos verdes reflejaban completa seriedad. -Desiree, por favor...
Lo callé antes de que siguiera. Recordaba sus palabras de la noche anterior, gran cosa. También debía recordar las palabras que nos llevaron a la situación en que estábamos.
-Debo detenerte ahí, hoy no es el día ni estoy en las capacidades para tolerar esto. -Declaré con completa seriedad. -Y como regalo de cumpleaños te pido que no me obligues a soportar esto.
-Pero Des... Solo hablemos, no quiero presionarte ni insistirte en nada, solo quiero hablar... Quiero aclarar las cosas.
- ¿Qué quieres aclarar? -Gruñí lanzando mi cartera a un lado de la habitación. -Te enfadaste por una estupidez, ¿lo entiendes, no? ¿De eso quieres hablar, de lo infantil que fuiste, de lo incapaz de mantener algo serio que puedes llegar a ser? ¿Quieres hablar de cómo saboteaste algo que aun no comenzaba?
-Des...
-Tú sabes que si quieres estar conmigo, debes estar en las buenas y en las malas. Lo sabes mejor que nadie. -Tomé una bocanada de aire y dejé caer mis hombros. -Y lo que hiciste... No supiste estar en ninguna, solo decidiste que tenías miedo de lo que teníamos y buscaste una forma de escapar.
-No digas eso, Des.
-Es lo que querías, ¿no? Escapar de tus sentimientos, de esos que tienes por una mujer, porque las mujeres son malas, despreciables y horribles, ¿o estoy equivocada? -Va a interrumpirme pero me adelanto. -Y no digas que soy diferente, porque la forma en la que actuaste me hace pensar lo contrario. Sigues pensando que debes tener cuidado para no terminar herido, y olvidas que yo también he sido herida.
-Estoy intentándolo.
Ignoro sus palabras.
-Y también me hace pensar que quizás no quiero esto en mi vida. -Suelto, con completa convicción. -No quiero a alguien que siempre tendrá miedo, que se alejará cada vez que las cosas se pongan complicadas. No quiero estar con alguien que es incapaz de sanar para ser feliz.
-Quiero ser feliz contigo. Te amo, Des.
Sacudo mi cabeza.
-Lo peor de todo es que sigues repitiéndolo, pero si lo hicieras realmente buscarías una forma de demostrarlo, de enseñarme que no huirás. -Dejo caer mis hombros con rendición. -Buscarías una forma de mostrarme que intentas sanar, que quieres que esto funcione... No quiero esto en mi vida, no quiero vivir así, Will, sabiendo que un día estarás y el otro no, que un día me amarás y al otro no.
-Estoy intentándolo.
- ¿Realmente lo haces? Porque, como yo lo veo, tu miedo a ser abandonado es mayor al miedo que pueda provocarte perderme.
Terminé la conversación, ya no había nada más que decir ahí. Fui a mi habitación y cerré la puerta.
Minutos más tarde escuché la puerta de entrada cerrarse y pude salir de mi habitación para encontrar una nota sobre la encimera de la cocina.
Te demostraré que mi miedo a perderte es mayor.
PD. Sigo amándote.