II. Armonía

By StSassa

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Toda relación enfrenta altibajos y la de Arthit y Kongpob no es una excepción. Ahora, ellos ya demostraron es... More

II. Armonía
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 23.2
Capítulo 24
Capítulo 24.2
Capítulo 24.3
Capítulo 25
Capítulo 25.2
Capítulo 25.3
Capítulo 25.4
Capítulo 26
Capítulo 26.2
Capítulo 27
Capítulo 27.2
Capítulo 27.3
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 30.3
Capítulo 31
Capítulo 31.2
Capítulo 32
Capítulo 32.2
Capítulo 33
Capítulo 33.2
Capítulo 34

Capítulo 30.2

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By StSassa

Habían pasado ya tres días desde esa última conversación. El martes, antes de irse dormir, Kongpob se había asegurado de que al día siguiente tuvieran lo necesario para un buen desayuno. Ahora, siendo las 7:30am, Arthit aún dormía plácidamente en los brazos de su novio.

—Amor... Ya son las 7:30... —decía Kongpob, acariciando con sus dedos el cabello de su novio—. ¿No vamos a hacer juntos el desayuno...? —intentó un tono de voz lastimero.

Él había estado intentando despertar a su mayor por la última media hora, pero éste seguía pidiendo otros pocos minutos más para dormir y ya empezaba a hacerse tarde para lo que tenían planeado hacer esa mañana.

Pero Arthit creía que era culpa de Kongpob que él se quisiera quedar más tiempo a dormir. Sus brazos y su pecho eran tan cálidos y cómodos que, si fuera por él, se quedaría ahí de por vida.

—Ugh, sí... Levántate tu primero —Él no tenía la suficiente fuerza de voluntad para apartarse.

Además, esa mañana en especial, aunque Arthit le había dicho que prepararían el desayuno juntos, Kongpob no sabía porqué se sentía con algo de flojera. Tal vez por eso no había podido hacer que su mayor se levantara todavía, pues él tampoco quería dejar la cama. Se removió un poco sobre las sábanas, aún con Arthit entre sus brazos.

—No puedo... No siento mis brazos —mintió y lo aferró más a su cuerpo—. Tal vez si me das un beso...

—Uhmm... Entonces no te lo daré y así nos quedaremos aquí —Arthit sonrió por su idea y se acurrucó más a su novio.

Kongpob rio un poco por aquel comentario, pero después suspiró. De verdad que quedarse allí sonaba bastante tentador...

—Pero tengo hambre.

Cuando lo escuchó, Arthit hizo un puchero. Luego, reunió todas sus fuerzas, se levantó un poco para mirar a su menor aún acostado y, apoyado con una mano en la cama y la otra en el pecho de Kongpob, se agachó para darle un beso de buenos días.

En respuesta, Kongpob llevó una mano hacia la nuca de Arthit para que éste no se alejara y le correspondió el beso, gustoso. No creyó que sería tan fácil lograr que su novio le diera un beso de buenos días, el cual le dio la energía suficiente para empezar el día.

—Nnghh, ya... Kong... —Arthit le dio pequeños golpecitos en el pecho para que rompiera el beso, ya que pronto le empezó a faltar el aire.

Este lo dejó ir, pero le dio otro pequeño beso en los labios antes de finalmente levantarse de la cama y comenzar a vestirse.

—¿Qué vamos a desayunar hoy? —preguntó curioso mientras terminaba de abrocharse los pantalones.

Arthit ya se había bajado de la cama y ahora empezaba a tenderla.

—Uhhmm... ¿Qué te parece pa tong go, pollo... y arroz?

¿Y tú también?, pensó Kongpob, mordiendo su labio. Tomó su camisa que estaba colgando del gancho y se la colocó, pero la dejó desabotonada.

—De acuerdo, ¿nos alcanza el tiempo?

Si él fuera a preparar eso, tardaría fácilmente una hora y en ese momento no tenían mucho tiempo si no querían llegar tarde al trabajo. Además, recordó lo que sucedió la vez pasada cuando Arthit le enseñó a cocinar la ensalada de fideos... Si eso se repetía, definitivamente se les haría tarde. Aunque no le importaría mucho.

—Podría llegar un poco más tarde hoy al trabajo. Ayer acabé lo que era para hoy... así que no creo que haya problema. Sólo le diré a P'Earth que llegaré después —terminaba de poner las almohadas en su sitio. Estiró sus brazos y suspiró profundo, listo para empezar el día.

Al verlo, Kongpob se acercó a él para tomarlo por la cintura y darle un beso en la frente. Si hubiera sabido eso, entonces lo habría dejado dormir un poco más; pero ahora que ambos ya estaban despiertos, tal vez podría sugerirle algo diferente.

—¿Y si volvemos a la cama? Sólo que no para dormir... —sugirió coqueto y con sus dedos empezó a jugar con el elástico del pantalón para dormir ajeno.

Arthit había tomado su teléfono para escribirle un rápido mensaje a Earth avisándole que llegaría más tarde. También le dijo dónde estaba el trabajo que terminó ayer antes de dejar su celular de lado.

—Pero ya tendí la cama...

A decir verdad, sólo acomodaba la mitad de esta, pues era lo único que ocupaban al dormir, es por eso que el comentario del mayor hizo a Kongpob soltar una risa. Luego, aún con los dedos enganchados al pantalón de Arthit, lo empujó lentamente hacia el sofá en una esquina de la recámara.

Kongpob lo sentó allí y después se colocó de rodillas frente a él. Sus manos acariciaron sus muslos sobre la tela que los cubría y su labio inferior estaba apresado por sus dientes; mientras tanto, veía a su pareja con una mirada que empezaba a ser lujuriosa.

La verdad es que Arthit no sabía qué esperar de ese momento, así que sólo miró a su menor desde arriba. Por más que lo intentara, no podía controlar aquella electricidad que sentía cuando Kongpob le miraba de aquella forma.

Apoyándose de la superficie del descansa brazos del sofá, Kongpob subió para darle un beso en los labios. Era uno lento y se alejaba de a ratos, sólo para después volver a sus labios y mordisquearlos entre cada beso. Al mismo tiempo, bajaba la tela que cubría las piernas de Arthit y, cuando tuvo la oportunidad, su mano fue directo hacia el miembro que estaba aún cubierto por la ropa interior, dándole un ligero apretón. Aquello provocó que todo el cuerpo del mayor temblara, ahogando un jadeo contra los labios ajenos al tomar el inferior entre sus dientes.

Arthit siempre se maravillaba por cuánto reaccionaba su cuerpo ante cualquier estímulo por parte de Kongpob. Deleitado por aquellas sensaciones, subió sus manos hasta el cuello de su pareja y ahí acarició su piel. A este simplemente encantaba la manera en que Arthit respondía a sus caricias y, por lo regular, él también empezaba a reaccionar apenas su novio le correspondía cualquier toque; pero esta vez no tuvo que esperar mucho, pues sólo le había bastado el pensamiento de tener a Arthit rendido ante él, para que estuviera completamente caliente.

Los leves jadeos que escapaban de los labios del mayor erizaban la piel de Kongpob. Cuando este dio por finalizado el beso, sintió que las manos de Arthit bajaban lentamente por su pecho hasta introducirlas bajo su camisa que permanecía abierta. Por fin, después de tantos días, tenían la oportunidad de que nadie los interrumpiera.

Mientras tanto, el menor movía su mano sobre el bulto dentro de la ropa interior de Arthit. Acariciaba la creciente erección ajena cuando sus labios fueron atacados con otro beso y su camisa era retirada con urgencia hasta que fue a parar al suelo.

En el momento en que sus lenguas se encontraron, Kongpob ya había bajado hasta los tobillos los pantalones del mayor y tomado en una mano el ya despierto miembro. Eso hizo que Arthit se estremeciera e incluso volvió a morder el labio ajeno. A decir verdad, estaba algo preocupado ya que el sofá no era lo suficientemente grande y no sabía cómo se acomodarían ahí.

Kongpob soltó un suspiro de alivio una vez Arthit logró desabrocharle el pantalón. Una vez más, se separó de la boca de su novio, pero su lengua delineó sus labios antes de ponerse de pie y terminar de quitarse la prenda. Ya sólo con su ropa interior, sus rodillas volvieron a apoyarse en el suelo. En esa posición y mientras estimulaba a su pareja, le dedicó a este una mirada similar a la que le había dado antes de empezaran esa sesión tan íntima.

Pero Arthit sólo le miraba expectante. Llevó sus manos hasta el cabello de Kongpob, entrelazando sus dedos con los mechones. Supo que la tortura de este empezaría cuando lo vio inclinarse lo suficiente para con sus labios recorrer su largo. Echó su cabeza hacia atrás, atrapando su labio con sus dientes y cerrando los ojos.

La boca de Kongpob siempre lo hacía sentir tan bien. Cada lugar que atendía dejaba una muy placentera sensación de cosquilleo.

Cuando los labios de su menor se detuvieron en la punta, estos hicieron también una leve succión que logró arrancar de la boca de Arthit un audible jadeo. Complacido, y sintiendo que la tela elástica de su propia ropa interior se humedecía por la excitación, Kongpob fue introduciendo lentamente la mitad de aquella longitud.

Los dedos de Arthit halaron los mechones que sostenían e inconscientemente alzó también sus caderas, como queriendo introducirse más en la cálida boca ajena. Los sonidos tan exquisitos que escapaban de su boca hacían que Kongpob sintiera una gran satisfacción, así que le permitió a éste introducirse por completo en su boca, pero sólo un momento. Luego se apartó, jadeante, para quitarse la última prenda que lo aprisionaba.

Ante aquella acción, Arthit abrió los ojos y enderezó su cabeza para ver lo que estaba pasando. Se relamió los labios y sintió su miembro dar una sacudida al observar frente a él a su novio gloriosamente desnudo. Aprovechó para mirarlo un poco antes de que este volviera a agacharse para retomar lo que estaba haciendo.

De nuevo con Arthit dentro de su boca, Kongpob llevó su mano libre hacia abajo por su cuerpo para empezar a acariciarse. Trato de igualar el ritmo con el que complacía a su novio, quien sintió más placer al notar sus acciones.

Durante minutos, Kongpob envolvió con su boca el miembro de su pareja. Su lengua viajaba por toda la piel en un ávido intento de estimular cada centímetro cuando sintió que Arthit le tomaba por la cabeza como si quisiera alejarlo, ya que no sabía cuánto tiempo más podría aguantar.

—P-Para... Voy a...

Kongpob obedeció. Se apartó de manera lenta con su mirada fija en Arthit y también detuvo la mano que rodeaba su propia erección. Subió de nuevo hacia sus labios en un intento de besarlo y Arthit se lo permitió, sin importarle mucho lo que su novio había estado haciendo antes. Su respiración era muy irregular, le costaba responder adecuadamente al beso y su cuerpo tembló una vez más cuando la boca de Kongpob se trasladó a su mandíbula y cuello.

—Quiero estar dentro de ti —escuchó que Kongpob le decía al oído, al mismo tiempo que una mano le acariciaba por el muslo.

Aquello provocó que Arthit se estremeciera, tanto por su tono de voz y también por sus palabras, así como por su toque. Se volvió a enganchar al cuello de Kongpob, tomó impulso y luego se levantó del sofá con los labios de su novio pegados a su cuello.

Más que complacido con la iniciativa de su mayor, Kongpob le tomó en brazos para ayudarlo a incorporarse y luego lo recargó de espaldas al descansa brazos del sofá. Le acarició un poco más antes de girar su cuerpo, ahora de manera que el pecho de Arthit estuviera contra la superficie acolchonada del descansa brazos. De forma cautelosa, acercó la punta de su erección a la zona entre los glúteos de Arthit.

Dicha acción provocó que, con sus uñas, Arthit rasguñara la suave la tela del sofá. La estimulación no era tanta, pero su cuerpo ya ardía en deseo, así que no calló el jadeo bastante sonoro que salió de su boca.

Ayudándose de algo de saliva y de los fluidos que empezaban a manar, Kongpob se abrió paso lo más cuidadoso posible. Sabía que Arthit tardaría un poco en acostumbrarse a tenerlo dentro después de pasados tantos días.

—Nnghh...

Arthit empezaba a sentirse lleno y eso le gustaba demasiado, pero él seguía mordisqueando su maltratado labio para intentar callar los sonidos que querían salir de su garganta. Seguía dándole vergüenza que estos se escucharan siempre tan agudos.

Kongpob ya iba por la mitad cuando se detuvo. Jugando, hizo como si fuera a retirarse, pero al instante sintió que el cuerpo de su novio lo seguía como resistiéndose a dejarlo. De todos modos, salió de esa estrecha cavidad, solamente para volver a entrar unos pocos segundos después, esta vez por completo. Le gustaba mucho sentir el interior de Arthit contraerse al recibirlo todo, y el ser recibido de aquella manera provocaba en Kongpob una deliciosa y placentera sensación. Sus cuerpos siempre se amoldaban tan bien y a ambos les encantaba.

Ninguno supo hasta ese momento lo mucho que habían extrañado el cuerpo del otro. Como en cada ocasión, Arthit disfrutaba en gran manera el sentir a su novio dentro de él, tanto que no pudo seguir guardando silencio y dejó que sonidos de placer llenaran la habitación.

No habían hecho nada desde esa ocasión en la que fueron interrumpidos en las duchas del gimnasio, pero la espera definitivamente había valido la pena. Ahora, sus cuerpos eran atacados por una intensa sensación de placer. Sin disminuir el ritmo inicial, el menor se inclinó sobre su pareja para buscar sus labios. Antes de besarlos, alcanzó a distinguir que éstos estaban ya muy hinchados y enrojecidos.

Pero una vez comenzado el beso, se dieron cuenta de que sus labios apenas se tocaban. Los jadeos de ambos les impedían hacer más que eso y Kongpob decidió aumentar el ritmo cuando escuchó que los gemidos que escapaban de la boca de su novio eran cada vez más intensos. Sabía muy bien lo que eso significaba y lo confirmó cuando Arthit anunció su clímax con uno bien agudo.

Sin poder evitarlo, el mayor terminó por manchar la superficie del sofá mientras su cuerpo era atacado por múltiples espasmos. Poco después, sintió los brazos fuertes de Kongpob tomarle para girarle y tenerlo de nuevo frente a él. De esa manera, el menor continuó arremetiendo en su interior mientras besaba la piel de su cuello, la cual estaba cubierta por una ligera capa de sudor.

Arthit no pudo hacer más que sostenerse de los hombros de su novio, presionando sus dedos con tanta fuerza que Kongpob supo que pronto tendría allí unos moretones. Aún bastante sensible, el mayor sentía que su orgasmo se alargaba, así que dejó caer la cabeza hacia atrás para que su pareja tuviera más acceso a la zona de su cuello.

La zona de las clavículas de Arthit fue mordisqueada mientras sus uñas se enterraban en la bronceada piel de Kongpob, provocándole a este un ligero dolor. Para entonces, el menor ya había disminuido el ritmo y ahora entraba y salía de manera lenta, buscando de nuevo el punto que tanto placer le daba a su amado, a quien sentía estremecerse entre sus brazos.

—Kongpob... —jadeó Arthit sin poder evitarlo, bajado sus manos hasta la cadera de su novio y empujándole para que lo hiciera más duro—. Kong...

A Kongpob le gustaba mucho que Arthit lo llamara por su nombre cuando tenían intimidad, también cuando sus manos lo atraían de manera que sus cuerpos estuvieran más juntos. Dejó el cuello de su novio y subió el rostro para encontrarse con el de Arthit, donde dio suaves besos en los labios a la vez que sus caderas chocaban con fuerza con el cuerpo ajeno.

—Ahhh... Arthit...

Al susodicho su segundo orgasmo del día le llegó por sorpresa, por lo que no pudo evitar aquel gemido bien en alto con el nombre de su pareja. Sentía cómo por segunda vez todo su cuerpo temblaba y también podía percibir cómo su interior apretaba más a Kongpob.

Y el morder su labio no bastó a este para silenciar su garganta en el momento que alcanzó su tan esperado orgasmo. Kongpob se había retirado, aunque no lo suficientemente rápido para evitar ensuciar a su pareja con sus fluidos que salieron abundantes.

Momentos después, sostenía firme a Arthit entre sus brazos. Sus pechos estaban muy juntos y ambos respiraban con dificultad, aún recuperándose de tan intensa actividad. Subió su mano hacia el cabello del mayor para empezar a acariciarlo, el cual estaba algo húmedo por el sudor, pero le dio un beso allí cuando su respiración fue más regular.

Arthit no se apartó, temiendo caer debido a la falta de fuerzas. Sólo pudo sonreír satisfecho al sentir que le daban más besos. Los mimos eran siempre su parte favorita después de hacer el amor.

Cuando creyó que su mayor estaba ya en un mejor estado, Kongpob puso un poco de distancia en sus cuerpos. Se mordió el labio cuando notó que de las piernas de Arthit escurrían los fluidos que no pudo contener momentos atrás.

—Uhhm... Lo olvidamos de nuevo —se lamentó Arthit cuando sintió aquellos fluidos viajar hacia abajo por su piel—. Soy un desastre.

Kongpob disfrutaba tanto de aquella vista tan erótica que sólo subió la mirada hacia su pareja cuando éste habló.

—A mí me encanta —volvió a morderse el labio, ahora con más fuerza—. Es muy sexy...

Haciendo un puchero, Arthit frunció el ceño.

—Claro que no. Mejor vamos a ducharnos o se nos hará más tarde.

Kongpob accedió y apartó también sus brazos del cuerpo de su mayor. Juntos caminaron hacia el baño después de tomar algo de ropa de los cajones. Él no podía sacarle la vista encima a Arthit, quien había adoptado una actitud cohibida y que tomó rápido su ropa y toalla para entrar a la ducha. Se unió a él unos instantes después.

En la ducha, el agua empezó a limpiar de sus cuerpos cualquier rastro de fluido. Kongpob veía las manos de Arthit recorrer su cuerpo en un desesperado intento por lavarse, lo cual le causó una leve risa. Tomó el jabón e hizo un poco de espuma para ayudarle al mayor a frotar su espalda y hasta donde éste le permitiera, ya que no quería ganarse ningún golpe de su parte.

Pero Arthit estaba más concentrado en limpiarse bien con agua y jabón, incluyendo aquellas zonas que estaban sucias por lo de hace rato. Seguía sin gustarle aquello, el hacerlo sin condón. No negaría que se sentía bien en el momento, pero después era todo un caos lavarse. No se relajó hasta que estuvo más limpio y sólo entonces pudo disfrutar de las manos de Kongpob moviéndose por su espalda.

De nuevo, Arthit sintió una inmensa tranquilidad y felicidad, así que dio un paso hacia atrás para pegar su espalda contra el pecho de su novio. Pronto, sintió su cintura ser rodeada por unos fuertes brazos y también un beso en la mejilla.

—Me gustaría quedarme todo el día aquí contigo... —murmuró Kongpob.

Él quería pedirle que se apresuraran si no querían que se les hiciera más tarde, pero al final no pudo. Sus brazos no dejaron de apresar a Arthit mientras el agua caía sobre sus cuerpos, incluso dejó que este entrelazara sus dedos.

—Gastaríamos mucha agua si nos quedáramos aquí —Arthit sonrió junto a su cuello.

—Uhmm... Por eso me gusta más la tina —respondió Kongpob con una suave risa.

Él ya comenzaba a imaginarse un largo baño de tina con Arthit, tal vez con algo de comida y bebidas para disfrutar a solas, abrazados el uno al otro. Sí, le encantaba la idea; ya quería que llegara el fin de semana para llevarlo a cabo, así no tendrían preocupaciones por llegar tarde al trabajo ni nada parecido.

—Anda... Se hace tarde.

Sin muchas ganas, Arthit se apartó de él y empezó a lavar su cabello sin demorarse demasiado. A los pocos minutos ambos ya salían de la ducha para colocarse su ropa para ese día. Por su parte, Kongpob vistió la misma ropa que yacía en el suelo de la recámara. A lo largo del día, esta le traería recuerdos que le harían extrañar un poco menos a su amado.

Terminó de abotonarse la camisa, tomó su corbata y acompañó a Arthit escaleras abajo hacia la cocina. Ahora tenían menos tiempo que antes, pero confiaba en que sería suficiente para preparar el desayuno y luego comer tranquilos. Apenas iban unas horas de aquel martes y ya le estaba encantando.


*

Y: Waaa saben que, justo mañana iré a comer con mi hermana a un restaurante de comida Tailandesa, por fin se me hará probar cosas que he escrito aquí. :D

S: Ella quiso decir el sábado pasado, es que estos comentarios son del viernes... Sí, eso.

Y: Ahh tengo una pregunta para ustedes, siempre ha sido mencionada y me gusta ver que piensan las demás personas, ustedes creen que estuvo mal que Kong se mudará a lado de Arthit en SotusS? Realmente espero leer sus respuestas.

S: Eso ya lo habías preguntado...

Y: Pues otra vez :v

S: Allí tienen la mala memoria de Yael. En fin, hasta el viernes con la última parte de este capítulo. :D Espero les haya gustado la limonada de hoy.

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