Suit and Tie [Harry Styles] (...

By christie_tomlin

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Harry Styles. 24 años. Director ejecutivo. Millonario por derecho propio. El soltero de oro más codiciado de... More

Suit and Tie [Harry Styles] (Español)
Capítulo 1- Café frio e intentos fallidos.
Capítulo 2- Falsa identidad y miedo.
Capítulo 3- Sonrisas de suficiencia y tareas sorpresa.
Capítulo 4- Manos sudorosas y entrevistas intensas.
Capítulo 5- Recados errantes y asientos robados
Capítulo 6- Miradas fijas y chupitos dobles
Capítulo 7- Altas velocidades y gestos groseros
Capítulo 8- Preguntas incómodas y ascensores estrechos
Capítulo 9- Ático moderno y órdenes frías.
Capítulo 10- Mañanas extrañas y mensajes asertivos.
Capítulo 11- Cambio de ropa y amigos hechos polvo. (Maratón)
Capítulo 12- Discotecas y bailes exigidos. (Maratón)
Capítulo 13- Días de resaca y recordando reputaciones. (Maratón)
Capítulo 14- Posible ascenso y yogur derramado.
Capítulo 15- Asquerosas mentiras y ofertas injustas.
Capítulo 16- Cena silenciosa y tinta inesperada.
Capítulo 17- Cena fría y pérdida de control.
Capítulo 18- Vestidos rojos y descubriendo habitaciones.
Capítulo 19- Jugando con los dedos y llamadas burlonas
Capítulo 20- Versión femenina y descubrimientos arriesgados
Capítulo 21- Altercados matutinos y antojo de besos
Capítulo 23- Maleta llena e incitando a la relajación.
Capítulo 23- Vuelo insinuante y sinceridad.
Capítulo 24- Amores de juventud y west side
Capítulo 25- Día de boda y bailes sofisticados
Capítulo 26- Sesión de sushi y después de todo
Capítulo 27- Oficina enorme y exasperación
Capítulo 28- Chicos británicos y fuera
Capítulo 29- Películas malas y pendientes elegantes
Capítulo 30- Bordillos de hormigón y dos palabras
Capítulo 31- Secretaria estupefacta y apostando en la bolera (Parte 1)
Capítulo 31- Secretaria estupefacta y apostando en la bolera. (Parte 2)
Capítulo 32- Zapatos baratos y bolas de bolos
Capítulo 33- Diversión en el fútbol y arreglando mangas
Capítulo 34- Dinero de Monopoly y el drama de la entrega.
Capítulo 35- Piel sudorosa y manos ásperas
Capítulo 36- Apodo nostálgico y planes improvisados
Capítulo 37- Evento benéfico y escribiendo en la ventana
Nota: Entrevista
Capítulo 38- Ama de llaves inteligente y Dirty Dancing.
Capítulo 39- Frustración y diálogo ebrio
Capítulo 40- Vino blanco y guisantes congelados
Capítulo 41- Actitud maternal y mano herida
Capítulo 42- Especias desparramadas y hablando mal. (Parte 1)
Capítulo 42- Especias desparramadas y hablando mal. (Parte 2)
Capítulo 43 - Burbujas de jabón y un bonito bolso
Capítulo 44- Llamadas perdidas y gorro prestado
Capítulo 45- Un ecosistema entero y felices fiestas
Capítulo 46- Torre de cuatro pisos y futuro incierto.
Capítulo 47- Ritmo cardíaco y pasillo de hospital
Noticias (tristes)

Capítulo 22- Gilipolleces de negocios y viaje inesperado

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By christie_tomlin

-¡Norah! –Chilló Jace dejando caer la cabeza hacia atrás de manera dramática. –¡Seguro que nos hace ir a uno de esos restaurantes súper pijos y no voy a saber ni qué tenedor usar!

-¡Pero quiere caerte bien! Por favor, hazlo por mí. De verdad que lo está intentando. –Supliqué, haciendo un pequeño puchero con el labio inferior que esperaba que quedara al menos semi-adorable. Jace me miró con los ojos entrecerrados.

-Tienes que practicar tu cara pena. Menos en los labios y más en los ojos.

-Gracias por eso, de verdad, pero no cambies de tema.

-Lo que tú digas. –Murmuró. –Iré a cenar con vosotros y seré el sujetavelas. Con una condición.

-Ya verás… -Dije secamente esperando su norma.

-Cenamos en nuestro apartamento, como con una comida casera. Para que Styles no se ponga con esas gilipolleces de negocios en las que es tan bueno. –Alcé una ceja mientras consideraba su oferta.

-Me parece justo. Voy a llamarle.

Jace me miraba divertido al verme dar vueltas en la silla giratoria que tenía en el despacho y que me gustaba tanto. El teléfono sonó un par de veces e interiormente deseaba que no lo cogiera para no tener que pasar por el incómodo momento de la charla telefónica. Me dio un vuelco el estómago cuando escuché su profunda voz al otro lado de la línea.

-¡Styles! –Gritó, me sobresalté y miré a Jace antes de hablar.

-Em, hola, soy yo. –Dije. Hubo una pausa. –Norah.

-Norah. –Respondió más tranquilo. -¿Qué pasa? ¿Estás bien?

-Sí, sí, estoy bien. Sólo tenía que decirte una pequeña cosa sobre la cena de esta noche. Si no estás ocupado o algo.

-Si estás intentando cancelarlo ya puedes colgar el teléfono. No va a funcionar. –Reí ligeramente al escuchar su amenaza. Siempre tenía que asumir lo peor.

-No, ni se me ocurriría cancelarle al grandioso director ejecutivo. Simplemente era que sí podríamos cenar en nuestro apartamento. Cocinaremos Jace y yo. Será algo relajado.

-Claro, cariño. –Se me derritió el corazón cuando escuché el término cariñoso. –Estará bien. ¿Aun a las siete?

-Sí

-Te veo a… ¡¿No sabes lo que es llamar a la puerta?! ¿Quién coño te ha contratado? Deja eso en mi mesa y lárgate de mí vi… ¡No, no se te ocurra pedir disculpas, largo! –Gritó de repente. Resopló sonoramente y podía imaginarle masajeándose el puente de la nariz. -¿Norah?

-Me siento horriblemente mal por quien quiera que fuera. Ha tenido que enfrentarse a la ira de Harry Styles.

-Se lo merecía. Te veo esta noche.

La llamada se cortó con un click y Jace me miró intrigado. Levanté los pulgares y acabamos de almorzar para seguir con el proyecto de los artículos para el ascenso.

* * * * * * 

Jace estaba de pie frente al fuego, llevaba su habitual delantal rosa y de vez en cuando daba un sorbo a su copa de vino mientras que yo estaba sentada en la mesa de la cocina cortando algunas verduras. Era una cocinera horrible y lo único que me evitaba vivir a base de fideos instantáneos era el don para cocinar de mi compañero de piso.

-Sabes, -dije antes de casi cortarme la punta del dedo con el cuchillo. –Harry también cocina genial.

-Ya era de extrañar que ese perfecto hijo de puta hiciera algo mal.

-De verdad. ¿Lo he cortado lo suficientemente pequeño? –Sus ojos se despegaron de los fogones donde la pasta para la lasaña se estaba hirviendo para mirar mis verduras.

-Suficiente. ¿Puedes mezclarlos con la salsa roja? Después ya puedes ir a arreglarte.

-¡Oído cocina, Master Chef!

Tras mezclar lo que me había pedido cogí mi copa de vino y me fui a mi habitación para elegir algún conjunto simple. Finalmente me decidí por unos pitillos negros, unas cuñas marrones y una blusa de gasa verde que me hacía parecer un poco más morena de lo que era.

Terminé de maquillarme y arreglarme el pelo en menos de media hora y volví a la cocina, donde Jace ya no estaba. La ensalada aliñada y lista para servirse y el plato principal, que olía genial, en la bancada.

Esperé mientras me mordía las uñas, que ya estaban al límite y bebiendo vino. Volvió un par de minutos después con sus habituales pantalones claros, y un jersey de punto sobre una camisa y una pajarita.

-Vas guapísimo, cariño. –Le halagué mientras le daba un par de besos en cada mejilla. Me apartó de broma.

-Esos tacones son una pasada. –Me devolvió el halago. Antes de que se lo pudiera agradecer sonó el timbre. Mi primer instinto fue fingir una enfermedad y cancelar la cena pero la mirada de Jace me mandó hacia la puerta mientras el corazón me latía con fuerza.

Abrí y encontré al otro lado a Harry Styles, director ejecutivo, con un look informal por segunda vez. Llevaba unos vaqueros pitillos negros que se ajustaban de maravilla a sus piernas y una camiseta blanca básica. Encima de la camiseta llevaba una chaqueta con cuello de pelo que parecía carísima. En los pies llevaba unas botas marrones bastante desgastadas.

Tenía las mejillas y la nariz enrojecidas por andar por las calles cada vez más frías de Nueva York. Me dedicó una sonrisa maliciosa y se apartó el pelo hacia un lado antes de enseñarme una botella de mi vino favorito que llevaba en la mano.

-¿Demasiado informal para la cena, Norah?

-Es que eso de no llevar traje como que me descoloca. –Admití avergonzada. Se inclinó y me dio un pequeño beso en la mejilla y su olor automáticamente hizo que me temblaran las rodillas. Tomé aire y le sonreí para intentar parecer segura de mi misma.

-Ya te acostumbrarás. ¿Me invitas a pasar?

Me puse roja y me hice a un lado para ofrecerle que pasara a mi pequeño apartamento. La última vez que estuvo aquí tuvo que llevarme a la cama después de perseguirme por todo el apartamento juguetonamente cuando estaba borracha. Por no mencionar los besos. Eso también fue divertido.

-Jace, ya conoces a Harry. –Dije algo incómoda cuando entramos a la cocina. Su mano a estaba posada en mi cintura de manera protectora. Le ofreció la mano libre a Jace y ambos se dieron un apretón intentando impresionar al otro. El pequeño Jace intentando asustar al mismísimo maestro de la intimidación puede que sea una de las cosas más graciosas que había visto.  

-¿Cómo estás, Harry?

-Me va bien, gracias, ¿y tú?

-Muy bien.

-Huele genial aquí. ¿Qué estáis cocinando?

-Lasaña, ensalada y pan de ajo.

-Yo he cortado las verduras. –Añadí muy orgullosa, elevando una mano para reafirmarme.

Jace puso los ojos en blanco y me desestimó con una sacudida de mano. Esa era una de las cosas que ambos hombres parecían tener en común, desestimarme y ser sobreprotectivos. Y enfadarse conmigo también.

-No sabe cocinar una mierda. Ni se te ocurra dejarla entrar en tu cocina.

-¡Sí sé! –Harry me miró con diversión y me dio un ligero apretón en la cintura.

-Miente fatal. He comprado su vino favorito, por cierto. He pensado que podríamos beberlo mientras cenamos.

-Perfecto. –Jace sonrió. –La lasaña debería estar lista en unos 3 minutos. Norah va a poner la mesa.

Le dirigí una mirada asesina y fui a la cocina a coger los platos.

-Yo no he aceptado esta mierda. –Murmuré. Ambos me miraron con diversión mientras ponía la mesa, los platos y los cubiertos para acabar con el agua y las copas de vino.

Cuando terminé Jace apagó el horno y sacó el pan humeante y la lasaña. Cogí la ensalada y el pan y Harry el vino y salimos de la cocina para colocar todo en la mesa.

-Bueno, Harry, cuéntame algo de tu negocio. –Dijo Jace mientras se servía una copa de vino. Yo me servía la comida mientras Harry comenzó a hablar.

-Dejé la universidad cuando tenía 21 años y empecé. Básicamente nos dedicamos a las inversiones. Tenemos accione de múltiples compañías de todo Nueva York y del norte de la costa Este.

-¿Cómo cuáles?

-Estamos metidos en grandes cadenas hoteleras, como el Hilton. Pero también tengo varios hoteles y negocios privados. Ahora mismo estamos negociando una fusión con Wilson & Co. que doblaría el tamaño y el valor de mi empresa así como su presencia en el mundo de los negocios y los hoteles. –Jace asintió impresionado

-Está genial. –Harry le sonrió orgulloso y, a continuación, me miró.

-Gracias. ¿Qué tal ha ido tu día en el trabajo, Norah?

-Bien. Todo el mundo me ha estado preguntando que como había encontrado a un tío tan bueno como tú. No puedes acompañarme al despacho nunca más.

-Intenta impedírmelo. –Dijo con un tono de guasa. Puede que para Jace hubiera quedado en una broma pero por la oscuridad que tintó sus ojos sabía que era un desafío. Bajé la mirada a mi plato y me centré en la lasaña.

Harry ofreciéndome más vino fue lo que me devolvió a la realidad. El hecho de que hubiera traído mi vino favorito, y no sólo eso, sino que además recordara cual era, era suficiente para estar en las nubes durante lo que quedaba de semana. El lado detallista de Harry era algo que aún tenía que descubrir y, sin embargo, aquí estaba; sentado en la mesa de la cocina de mi casa.

-Gracias. –Murmuré cuando vertió el líquido en mi copa. Me dirigió un corto asentimiento y volvió a mirar a Jace, apoyando los codos en la mesa mientras charlaban.

-Bueno, ¿te gusta el fútbol?

-¿Te refieres al fútbol americano o a tu debilucho fútbol europeo? –Le retó Jace.

-Ambos.

-A mí el americano. Soy de los Packers, para ser exactos. –Sonrió satisfecho. La cara de Harry se iluminó con una amplia sonrisa y sus preciosos hoyuelos aparecieron por la emoción.

-Yo también. Tengo cuatro entradas en el palco para el partido del fin de semana que viene. Me encantaría que Norah y tú nos acompañarais.

-¡¿En serio?! –Le corté con un pequeño grito. Me miró confundido. –No me mires así, Harry. Jace y yo somos de los Packers hasta la muerte. –Aunque pareciera imposible, su sonrisa se hizo aún más amplia al escucharme.

-Por supuesto que hablo en serio, Norah. Nunca me hubiera imaginado que te gustaba el fútbol.

-Se me olvidaba que eres el señor seriedad. Yo tampoco te imaginaba con un súper fan del fútbol, la verdad. –Harry puso los ojos en blanco y continuamos hablando detalles sobre el partido, para el que faltaban dos semanas. Para cuando terminamos la cena el plan ya estaba listo y yo estaba escogiendo un conjunto en mi cabeza para el partido. En asientos de palco. Con Harry.

Agité la cabeza con incredulidad mientras recogíamos. Cada uno cogió su plato y lo puso en el fregadero antes de pasar al salón. Harry me sentó en su regazo, cogiéndome con firmeza alrededor de la cintura y apoyando delicadamente la barbilla sobre mi hombro mientras charlábamos un rato más.

-Deja de moverte. –Murmuró en mi oído. Me quedé quieta en su regazo mientras apretaba mi cintura para reconfortarme. Pasó a dibujar pequeños círculos sobre mi rodilla y cada toque inocente de su piel me daba escalofríos.

-Tío, tienes que venir a ver el partido de este fin de semana con nosotros. –Chilló Jace animado.

-Me encantaría, pero Norah y yo nos vamos a Inglaterra este fin de semana para la boda de mi madre. –Dijo con calma, como si no le importara lo más mínimo, como si no me estuviera diciendo que me iba del país en tres días para conocer a su familia. Me giré para mirarle.

-¿Qué coño…?

-Nos vamos el viernes. –Dijo suavemente.

-¿Me lo estás pidiendo o me lo estás exigiendo?

Me dedicó una mirada asesina y observé como sus ojos se oscurecían. Me giré para quedar sentada de lado en sus rodillas, mirándonos a los ojos. Su voz bajó hasta un pequeño susurro.

-Norah, déjalo, después hablamos de esto.

-¿Hablar de qué? –Dije exasperada. –¡Ni si quiera me lo has pedido!

Jace se aclaró la garganta, se levantó y comenzó a quitar las arrugas de sus pantalones para evitar mirarnos.

-Bueno, me parece que por esta noche ya me retiro. Ya os veré, chicos. Gracias por el vino, Harry.

Se fue de la habitación con facilidad, un ejemplo de sus perfectas habilidades sociales. Me giré de nuevo para mirar al exasperante hombre sobre el que estaba sentada. Harry me correspondió con una mirada fría, reclinándose sobre el sofá y cruzando los brazos sobre el pecho. Le miré sin ninguna expresión, una ejemplo de mis horrorosas habilidades sociales.

-Esto no es discutible, Norah.

-Los cojones no es discutible.

-¿Entonces no quieres venir? –Dijo desafiante elevando una ceja.

Gruñí y escondí la cara entre las mano, intentando resistir para no arrancarle cada pelo de la cabeza. Posó las manos en mi espalda y comenzó a acariciarme arriba y abajo suavemente, a continuación su nariz hizo lo mismo en mi cuello. Elevé un poco la cabeza para acercarme a él y dejó un par de besos en mi cuello antes de pasar a mi oreja.

-Vamos a coger un jet privado. –Me dijo, con las manos de nuevo en mis muslos. Intenté contenerme y me aclaré la garganta y me mordí el labio antes de hablar.

-Esa no es la cuestión. Lo que ocurre es que ni me has preguntado si quería ir. Te has limitado a asumir que sí.

-Gírate y mírame. –Puso sus manos en mi cintura y me giró con facilidad, reposicionándome para que estuviéramos frente a frente. Me miró con ojos desafiantes y una sonrisa maliciosa. –Vas a venir.

-¡Pídemelo, joder!

La respuesta vino en forma de beso, con sus labios presionados contra los míos ansiosamente mientras sus manos se colaban bajo mi camiseta, acariciando mi pálido estómago antes de pasar a mi pecho. Acarició suavemente por encima de mi sujetador, haciendo que se me escapara un pequeño gemido.

Harry me mordió ligeramente el labio inferior antes de soltarme. Sus perfectos labios seguían a centímetros de los míos, tentándome y entonces sus manos volvieron a bajar a mi cintura, donde trazaba pequeños patrones con los dedos como hacía antes. Noté las vibraciones de su voz mientras hablaba.

-Norah, probablemente me mate estar contigo durante más de 48 horas seguidas pero ¿te gustaría ir conmigo al puto viaje? Di que sí. –Aún estaba intentando recuperar el aliento tras ese beso, las manos me temblaban en el intento de acariciar su clavícula.

-Eso ha sido más o menos una orden. –Dije débilmente, evitando el contacto visual.

-Contesta la maldita pregunta. –Dijo besando el borde de mis labios. Con eso pretendía calmarme pero lo único que conseguía era que el corazón me latiera más deprisa y querer más.

-Está bien.

-¿Vendrás?

-Sí. –Suspiré, dejando caer la cabeza contra su pecho.

Me iba a ir con este hombre que apenas conocía y que me afectaba de una manera tan profunda de viaje a otro país para ir a la boda de su madre. Seguramente iba a hacer el ridículo todo el tiempo, pero valdría la pena si Harry iba a ser bueno.

-Nos vamos el viernes a las ocho de la mañana. James te recogerá.

----

WOW. Esto va cogiendo forma y cada vez se pone más interesante. ¿Qué opinais de la actitud de Harry? Parece que se va ablandando pero en el fondo sigue siendo muy él. 

Y LA BODA DE SU MAMI WTF? Pobre Norah.

Me tengo que ir corriendo que llego tarde para no variar. Un besito muy grande, espero leeros por los comentarios y ver vuestros votos. ¡Os quiero!

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