—Príncipe Hyunjin.—Su consejero se sentó en un pequeño sofá que se encontraba a un lado de la cama, lo miró.—¿Porqué no sales a dar un paseo?
Hyunjin quien se encontraba sentado y recargado sobre el respaldo de la cama, dijo sin mirarlo.—No tengo ganas...
El consejero Park suspiró.—Príncipe, deberías estar feliz.
Hyunjin lo miró con el ceño fruncido.—¿Feliz porqué?
Su consejero cruzó sus piernas.—Porque te vas a casar con una hermosa princesa.
Hyunjin volvió a mirar hacia su cama y su ceño se frunció más.—¿De qué vale que sea hermosa si yo no la amo?
El consejero Park abrió grandes sus ojos.—¿No la amas?—Se sorprendió.—Pensé que la que te gustaba era ella, te he visto demasiado feliz junto a ella en este último tiempo.
—Obviamente estaba feliz porque la veo como una noona, una hermana mayor, jamás la vi como algo más.—Hyunjin agarró con sus manos la sábana y empezó a apretarla con fuerza.
—Tranquilo.—Dijo inclinándose y acercándose a Hyunjin, poniendo una de sus manos sobre la de él.—Hyunjin... sabías que te ibas a casar.
—Lose... Pero jamás pensé que con ella, ella me importa porque la veo como una hermana, no quiero lastimarla... ni a ella, ni a la persona que amo.—Se mordió el labio inferior con fuerza, estaba teniendo muchas emociones encontradas.
El consejero Park frunció el ceño e hizo una mueca. ¿Qué más podría hacer? El sólo trabaja para servir, lo que él dijera o opinara sobre eso no cambiará nada, no es nada, ni nadie, y sí, tal vez Hyunjin le desesperaba un poco, pero eso fue cuando era más joven, era solo un adolescente, ahora está llegando a su etapa de adulto, un adulto enamorado.
Solamente se calló y dejó al menor sacar todo de dentro.