Peligro de Extinción (Jikook)...

By Jk_Blue21

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Un color de ojos quiere dominar: los líderes. Un color de ojos está en peligro de extinción: los débiles. U... More

°Prólogo°
|°Capítulo 1°|
|°Capítulo 2°|
|°Capítulo 3°|
|°Capítulo 4°|
|°Capítulo 5°|
|°Capítulo 6°|
|°Capítulo 7°|
|°Capítulo 8°|
|°Capítulo 9°|
|°Capítulo 10°|
|°Capítulo 11°|
|°Capítulo 12 pt.1°|
|°Capítulo 12 pt.2°|
|°Capítulo 13°|
|°Capítulo 14°|
|°Capítulo 15°|
|°Capítulo 16°|
|°Capítulo 17°|
|°Capítulo 18°|
|°Capítulo 19°|
|°Capítulo 20°|
|°Capítulo 21°|
|°Capítulo 22°|
|°Capítulo 23°|
|°Capítulo 24°|
|°Capítulo 25°|
|°Capítulo 26°|
|°Capítulo 27°|
|°Capítulo 28 pt.1°|
|°Capítulo 28 pt.2°|
|°Capítulo 29°|
|°Capítulo 30°|
|°Capítulo 31°|
|°Capítulo 32°|
|°Capítulo 33°|
|°Capítulo 34°|
|°Capítulo 35°|
|°Capítulo 36°|
|°Capítulo 37°|
|°Capítulo 38°|
|°Capítulo 39°|
|°Capítulo 40°|
|°Capítulo 41°|
°Epílogo°

|°Capítulo Final°|

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By Jk_Blue21

La bala paso a unos escasos centímetros del rostro del hombre de ojos oscuros. Pero Jungkook no había fallado su tiro. Él lo había planeado de aquel modo, pues un instante antes de disparar pensó en lo difícil que sería continuar viviendo sabiendo que había asesinado a alguien. No, él no quería ser un asesino.

El tipo se rió.

—Sigues siendo débil —dijo con cinismo.

Y de pronto, Jungkook utilizó la última bala que le quedaba cargada. Le disparó en una de las piernas con la intención de debilitarlo y hacerle más complicada su movilidad. Recargó el arma, y se acercó a él, quien al perder el equilibrio acabó en el piso. El menor se colocó de cuclillas a un lado del susodicho.

—¿Quién es el débil ahora? —dicho eso, le estampó con extremada fuerza el puño cerrado en el rostro.

Y fue tan duro el golpe que consiguió dejarlo inconsciente. Aunque también se había hecho daño a sí mismo, puesto que su puño contenía sangre... y la sangre era suya.

Sin importarle, se dispuso a salir con rapidez de esa habitación. Esperaba recibir alguna indicación de Taehyung, pero entonces se percató de que el auricular había desaparecido de su oído. Y visto que no pretendía regresar, prosiguió sin el mismo. Corrió hacia la otra dirección, cuidándose de que nadie lo viera.

Desesperado por encontrar a su chico, abrió de golpe la puerta indicada, y pudo comprobar que aquella era la habitación en la que había observado a Jimin desde la pantalla de la furgoneta. Sin embargo, allí ya no había nadie.

Y entonces, escuchó un disparo y luego otro. El sonido parecía provenir del sitio por cual había venido. Otro disparo más resonó. Alarmado, Jungkook abandonó el lugar y corrió hacia el pasillo que comunicaba con el salón principal. Escuchó un disparo más y solo eso bastó para que se animara a atravesar con muchísima más velocidad el corredor.

Cuando llegó al final de este, se asomó un poco, sintiendo el modo tan acelerado en el que latía su corazón. Lo que su visión contempló lo dejó sin aliento. Había una chica joven sujetada de las muñecas, la cintura y los tobillos a una ruleta humana, la cual en ese preciso instante se encontraba girando sobre su eje. Pero giraba muy lento, como si ya estuviese a punto de detenerse.

Frente a aquella siniestra ruleta, se encontraba la multitud haciendo el papel de espectador. Como si aquel fuera un espectáculo digno de ser apreciado por todos ellos.

Jungkook pudo observar que la chica sangraba por varios lugares de su cuerpo. La sangre le recorría por todas partes, hasta que caía en el suelo creando un pequeño charco rojo. Y él no pudo evitar derramar una lágrima al advertir que aquella chica estaba muerta. No podía creer cuánta crueldad existía en el mundo.

En cuanto la ruleta se detuvo, unas personas liberaron el cuerpo de la chica y lo tiraron por allí sin compasión alguna. A continuación, posicionaron a la fuerza a otro chico joven, el cual Jungkook pudo percibir desde la lejanía cuan asustado estaba. Y una vez que sujetaron su cuerpo, hicieron girar la ruleta a una velocidad intermedia. Otra tanda de tiros se hizo presente.

El ojiverde no conseguía calmar su silencioso llanto mientras veía el modo fatal en el que era asesinada una persona. No sabía qué hacer. No sabía siquiera si era capaz de reaccionar. Su interior le gritaba que hiciera algo al respecto, pero su exterior continuaba llorando sin consuelo.

Se obligó a sí mismo a dejar de mirar, adentrándose un poco más al corredor. Allí trató de relajarse y respirar hondo. Focalizándose en que no debía permitir que más gente siguiera muriendo. Se quitó las lágrimas con el dorso de su mano, aunque lo único que hizo fue mancharse con algo de sangre, pues había olvidado de su herida. Pero no le importó.

Y sin tener un plan en concreto, decidió dejarse llevar por su instinto y enfrentar la situación. En ese momento, no le interesó en lo más mínimo el número de personas a las que se enfrentaría. Sabía que eran muchos contra uno, pero tampoco le importó. Tenía un buen presentimiento.

Armado de valor, entró en el salón principal, mas no se alejó mucho del corredor. Todos estaban tan concentrados en la nueva persona que se encontraban colocando en la ruleta que ninguno tomo en cuenta que había alguien más allí.

Él pudo notar que eran unos pocos los que disparaban, mientras que el resto contemplaba con deleite la matanza. Lo supo porque desde el extremo en el que él se situaba, tenía la vista perfecta de aquellas personas que causaban los disparos. Por lo que, apunto con su arma a la que tenía más cerca: una mujer.

Y para antes de que alguien pudiera dar el primer tiro, Jungkook le disparó directo en la muñeca, obteniendo como resultado que la mano de la mujer perdiera fuerza y soltara la pistola. No tardó en apuntar al siguiente, que era un hombre. Le disparó en el mismo lugar. Y enseguida, apunto al tercer hombre que tenía en la mira. Dio su tercer disparo con éxito.

Tres muñecas habían sido heridas, tres atacantes habían sido desarmados.

Pero aquello alertó a todos, provocando que se dieran cuenta de su presencia. Por lo tanto, cada uno sacó su propia arma y le apuntó. Y Jungkook no supo a quién apuntar, eran demasiados, y si hubo algo que le llamó la atención en ese instante fue que había adolescentes, adultos y ancianos. Y todos con un cierto parentesco... Odiaba esos ojos negros.

El corazón de Jungkook comenzó a latir con mayor velocidad, su pecho se contraía y relajaba a la par de su agitada respiración. Estaba muy nervioso. La mano que sujetaba con fuerza el arma le empezó a temblar. Y el tiempo pareció detenerse en aquel decisivo momento.

Muchísimas miradas oscuras lo fulminaban con ansias de exterminarlo allí mismo. Miradas que lo intimidaban demasiado. Jungkook estaba aterrado. No sabía que le depararía el destino en aquel segundo. Y pensó en lo estúpido que fue al creer que podría con todos ellos.

Y su vida entera paso por delante de sus ojos. Por su mente transitaron los recuerdos de su tormentosa infancia, desde el maltrato de aquel tipo en su casa hasta las interminables burlas de sus compañeros de clases. Recordó aquel primer niño en el que se había fijado, era su único amigo, lindo y amable, hasta que se unió con los brabucones.

Rememoró cada momento que había vivido junto a sus padres, quienes siempre lo mimaron y quisieron como a nadie. Recordó a Hye Jin y cuánto se había alegrado de saber que ella se encargaría de él. No más escuela, no más golpes, no más ataques de pánico.

Recordó la noche en la que conoció a Jimin. Recordó su aroma cuando este lo cargó en sus brazos para sacarlo de su casa. Recordó cuando lo salvó de morirse por culpa de su asma. La primera vez que durmió en su cama, la primera vez que durmió junto a él, la primera vez que fue de compras con él. Cuando pintaron su cuarto. El viaje en helicóptero. Su primer beso. Su primer noviazgo. Su primera borrachera. Su primera vez...

Recordó cuanto lo amaba y lo feliz que era a su lado.

De repente, un disparo se escuchó en el salón. Una lágrima rodeó la mejilla de Jungkook... Por lo menos lo había intentado, por lo menos no se había acobardado. Estaba orgulloso de haberse animado a salir de su zona de confort y enfrentar la situación de frente. Y aunque no había alcanzado su objetivo, la intención era lo que contaba.

Y en ese instante, Jungkook detuvo sus pensamientos. Estaba confundido, puesto que no sentía ningún dolor más que el de su mano lastimada. Se miró el cuerpo con extrañeza, percatándose de que él no había recibido ninguna bala.

Levantó la mirada, llevándose la sorpresa de que ya nadie lo miraba a él. Todos tenían la vista concentrada en el cuerpo que había caído al suelo sin vida: era uno de ellos. Alguien había asesinado a su jefe principal.

Inesperadamente, las cosas cambiaron por completo, y más al reparar en que el causante de la muerte del jefe resultó ser uno de la familia, uno de los suyos, por lo que se produjo un gran revuelo en el salón.

—¡Sabía que era una verdadera mierda su ideología! ¡Meses y meses desperdiciados en planificar la extinción de los de ojos verdes porque se los creía inservibles...! ¡Un año entero asesinándolos uno por uno porque no iban a ser capaces de manipular un arma...! ¡¿Y qué mierda hay de él?! —exclamó con furia el responsable del disparo, señalándolo a Jungkook.

De nuevo, las miradas volvieron a estar puestas en el ojiverde, quien se espantó al darse cuenta que uno se le acercó peligrosamente. Retrocedió unos pasos, tratando de apuntarle. Pero entonces, otra persona lo atrapo por detrás, tomándolo desprevenido. Le quitó el arma y lo dejó inmóvil.

El tipo que venía de frente le sujetó del cuello con una mano, y le examinó los ojos con especial atención.

—¡No tiene lentes de contacto! —informó el chico para luego dejarle libre la zona del cuello.

—¡Ahí lo tienen! ¡No somos más que unos imbéciles siguiendo el estúpido plan del imbécil mayor! ¡Ya podríamos haber dominado gran parte de Europa de no ser por todo el tiempo que perdimos concentrándonos en los...!

Pero no pudo terminar de hablar, dado que alguien se había atrevido a dispararle. Y aquel disparo fue el causante del inicio de un enorme disturbio en el lugar. Todo se alborotó. Los enemigos cambiaron. Las balas salieron disparadas por doquier.

La situación paso de ser uno contra todos, a todos contra todos.

Jungkook aprovechó para escabullirse entre las personas, alejándose del peligro que corría estando en el medio de aquel tiroteo. Evadiendo los disparos, se fue corriendo por un costado hasta llegar a la ruleta humana con la intención de rescatar al chico que estaba atrapado allí, el cual le resultaba familiar. Le desabrochó los seguros que lo sostenían y le ayudó a bajarse.

Le iba a preguntar si se encontraba bien, pero de pronto vio a Jimin a lo lejos, y su mundo se detuvo al notar que estaba en el suelo junto a un leve charco de sangre. Desde la lejanía no parecía presentar señales de vida. El chico de ojos verdes corrió hacia él desesperado y se dejó caer de rodillas a un lado de su amado.

—Jimin... —dijo en un murmuro casi inaudible, mientras sus ojos se llenaron de lágrimas. Le causaba demasiado dolor verlo de aquel modo.

Las muñecas y los tobillos de Jimin se hallaban sujetados de varias cuerdas, al igual que su boca. Pero Jungkook no sabía si esa era la razón por la que en verdad no se movía. Tenía sus ojos cerrados y su ropa estaba salpicada de sangre. Y Jungkook sintió una gran presión en el pecho, mientras las lágrimas caían una detrás de la otra. Con un insoportable nudo en la garganta, llevó dos de sus temblorosos dedos al cuello de este. Sólo rogaba por sentir su pulso.

Sin embargo, a penas él lo toco, Jimin reaccionó de golpe y efectuó con destreza una ágil maniobra para golpearlo. Lo atacó utilizando las piernas, que, si bien estaban unidas por las cuerdas, aún servían para defenderse.

El golpe que recibió Jungkook hizo que su espalda terminara por completo en el suelo. Le había dado en el pecho, empujándolo con violencia hacia atrás. Quedó aturdido por el repentino impacto. Aturdido, pero emocionado, pues al menos sabía que su chico estaba con vida. Por lo que, había sido el golpe más lindo de su vida.

Jimin quedó desconcertado cuando cayó en la cuenta de era Jungkook a quien había atacado. Se sintió muy mal consigo mismo.

—Tranquilo, soy yo, tonto —dijo Jungkook riéndose, luego de incorporarse a su lado. De uno de los tanto bolsillos de su informe, sacó una navaja, la cual abrió y uso con rapidez para cortar las cuerdas que lo mantenían atado y amordazado—. Me has dado un buen susto.

—Jungkook —fue lo primero que logró escaparse de entre los labios de Jimin. Sus ojos se cristalizaron, estaba realmente enternecido de ver allí a su bebé—. Perdóname —expresó con pena y lo abrazó tan fuerte como le fue posible.

—Descuida —mencionó el menor devolviéndole el abrazo con gusto. Pronto, deshicieron el mismo sólo para besarse.

Y allí estaban, en medio de la exorbitante tormenta, siendo testigos de la descomunal batalla que se llevaba a cabo a tan solo varios metros de ellos. Pero no parecía importarles demasiado. Ellos sólo estaban enfocados en los labios del otro, ignorando todo lo que a su alrededor sucedía.

Hasta que Jungkook decidió apartarse de él con el fin de observarle el cuerpo.

—¿Estás herido? —preguntó preocupado por la sangre, al tiempo que lo ayudaba a ponerse de pie.

—No, no es mía la sangre...

—¿De quién es la...? Oh... —expresó con aflicción en cuanto miró su entorno y divisó varios cuerpos ensangrentados que yacían en el suelo, aparentemente, sin vida. Y entonces lo recordó.

—No mires Jungkook —le dijo Jimin tomándole de la mano, atrayéndolo hacia sí—. Debemos irnos de aquí.

—Espera, dime que ninguno de esos se llama Namjoon.

—¿Namjoon? No, él estaba...

—Justo aquí —habló un tercero, uniéndose a la conversación de modo improvisto—. No me has dado tiempo para agradecerte, Jungkook.

—Oh, ¿tú eres Namjoon? —preguntó el menor, dándose cuenta que aquel chico era al que había ayudado a salir de la ruleta.

El pelinegro asintió, y estaba a punto de decir que debían marcharse de allí lo antes posible, pero el alarmante sonido de una inesperada explosión lo interrumpió. Habían comenzado a arrojar granadas.

—¡Mierda! ¡Hay que irnos! —exclamó Namjoon poco después de que se cubrieran—. ¡¿Quién más del equipo vino contigo?!

—Nadie, solo yo —contestó Jungkook con cierto temor, apretando con más fuerza la mano del castaño.

—¿Sólo tú? Pero... ¿y los demás? ¿qué paso con...? —otra explosión más se hizo presente sacudiendo todo por unos segundos—. ¡Cómo sea, vámonos!

Y sin importar más, los tres emprendieron camino en busca de la salida. Caminaron a paso veloz por los costados del salón, escabulléndose de todo aquel torbellino de puro caos que se concentraba más que nada en el centro del perímetro. Evadiendo el fuego que había empezado a propagarse por los alrededores. Eludiendo las posibles balas perdidas que podían herirlos.

Una explosión más. Y el sitio ya se encontraba en no muy óptimas condiciones. Todo se estaba cayendo a pedazos. Trozos del techo se iban desprendiendo concorde el fuego avanzaba. El humo se expandía en el espacio creando un ambiente pesado y nubloso.

Los chicos consiguieron escapar de aquellos peligros, sin embargo, cuando por fin llegaron a la salida se toparon con un impensado problema. La única escalera mecánica que había era de descenso, y el umbral con los rayos laser estaba activado justo en el otro extremo de la escalera. No había manera de pasar, y no tenían mucho tiempo. El humo se dispersaba con rapidez.

—¿Cómo habías hecho tú para pasar? —indagó Namjoon echándole un vistazo a su alrededor, examinando la zona en busca de algún posible modo de salir.

Jungkook le explicó el procedimiento que había hecho con la ayuda de Taehyung, y con aquella información sacaron la conclusión de que, aunque se pudiera cortar la electricidad de nuevo, se les haría demasiado difícil subir las escaleras mecánicas y traspasar el umbral a tiempo antes de que se volviera a activar.

—Si hay una escalera que baja, debe haber otra que sube —supuso Jimin utilizando la lógica—. Debería haber otra salida.

—No tenemos tanto tiempo como para dedicarnos a buscar otra salida sabiendo que esto es un completo laberinto —replicó Namjoon, frustrado.

—¿Qué otra opción tenemos? —cuestionó el pelinegro resoplando—. Oh, espera, lo olvidaba, ¿por qué no intentas desactivar tú la entrada ya que, por lo visto, si formas parte de la familia?

El pelinegro lo fulminó severamente con la mirada.

—Cierra la boca, imbécil.

—¿En algún momento pesabas decirlo?

—No había necesidad de decirlo.

—No entiendo cómo has podido ocultármelo, Namjoon... o bueno, no sé si seguir llamándote así. Pensé que te conocía, pero ni tu nombre me sabía.

—¡Había borrado todo mi pasado, ¿de acuerdo?! ¡Para mí ya no existía todo eso! Quien era antes murió y yo sólo reconstruí mi vida. Ellos no son mi familia, mi familia jamás me intentaría asesinar y tú lo sabes.

—Mm, chicos —mencionó Jungkook luego de carraspear, consiguiendo la atención de ambos—, lo siento interrumpir, pero, ¿qué les parece si continúan su discusión afuera? —preguntó sonriendo al tiempo que señalaba la escalera mecánica, la cual ahora subía, y para su mayor sorpresa el umbral con los rayos laser estaba desactivado.

—¿C-cómo... h-hiciste... eso? —preguntó Jimin, anonadado.

—Encontré este botón y lo presioné para ver que hacía —dijo con simpleza, enseñándoles el sitio en donde se ubicaba el mismo—. ¿Vamos o se quedarán allí mirándome de modo raro?

Y no bastó decir nada más. Los tres, finalmente, salieron de aquel infierno que ardía en llamas. El subestimado ángel no sólo había alcanzado su objetivo de salvar a su otra mitad, sino que, de modo inconsciente, había dado fin al gran cataclismo que toda Inglaterra sufría. Había salvado a su país, porque de no ser por él y su valentía, el clan jamás se habría quebrado de tal forma. Aunque, ciertamente, se habían destruido entre ellos mismo.

Al salir de allí todo un equipo de agentes los aguardaba en alerta. El ensordecedor sonido de sirenas de
ambulancias y bomberos inundaban las calles. Había un gran alboroto de gente, pues las explosiones habían afectado también a la estación del metro.

Y los tres volvieron a ver aquel cielo grisáceo y nublado que por un instante creyeron no volver a ver. Volvieron a respirar el aire fresco londinense que creyeron no volver a respirar. Volvieron a sentir las frías gotas de lluvia que temieron jamás volver a sentir.

Habían estado a un paso de morir, por lo que la calma que sintieron era inigualable.

Pero lo que fue más importante de aquel día no fue en sí la autodestrucción del clan, sino que todos, hasta los más malvados, comprendieron que subestimar a alguien por las etiquetas que inculcaba el sistema era un grave error. Que con valentía, compañerismo y confianza en uno mismo, se puede detener hasta lo indetenible.

Y lo más esencial, a partir de ahí muchos aprendieron que no hacía falta ser de ojos grises para ser valiente, que no era necesario ser de ojos azules para ser leal, que no era imprescindible ser de ojos negros para ser inteligente, que no se requería ser sólo de ojos marrones para ser obediente, ni de ser de ojos verdes para ser sensible.

Cada uno poseía un poco de todas esas características, tal vez algunos más que otros. Y Jungkook fue uno de los tantos que ayudaron a romper aquellas tontos estereotipos que hacía un siglo habían sido introducidos en el mundo, proponiendo una nueva era en donde cada quien podía escoger sin miedo cómo ser, sin sentirse obligado a seguir con el ideal de su color de ojos.

Personas como Jungkook había muchas en el mundo. Eran quienes marcaban la diferencia, y hacían dar cuenta de la realidad en la que vivían. Y aunque eran una minoría, no dejaron que su luz se apagara y se esforzaron por iluminar el camino de aquellos que habían sido cegados por el engaño.

No fue fácil, pero si de algo sabían más que cualquier otra cosa, era que nada que valiera la pena sería tan fácil. Y que lo imposible costaba sólo un poco más.







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