Sr. Lombardi. [COMPLETA]

By aixadealsina

595K 40.7K 6.3K

La vida de Rose da un giro de 180 grados con la llegada de un solo hombre. ¿Su nombre? Marcus Lombardi. Apue... More

Anuncio
Introducción ✔️ [Corregido]
Capítulo 1 ✔️ [Corregido]
Capítulo 2 ✔️ [Corregido]
Capítulo 3 ✔️ [Corregido]
Capítulo 4 ✔️ [Corregido]
Capítulo 5 ✔️ [Corregido]
Capítulo 6 ✔️ [Corregido]
Capítulo 7 ✔️ [Corregido]
Capítulo 8 ✔️ [Corregido]
Capítulo 9 ✔️ [Corregido]
Capítulo 10 ✔️ [Corregido]
Capítulo 11 ✔️ [Corregido]
Capítulo 13 ✔️ [Corregido]
Capítulo 14 ✔️ [Corregido]
Capítulo 15 ✔️ [Corregido]
Capítulo 16 ✔️ [Corregido]
Capítulo 17 ✔️ [Corregido]
Capitulo 18✔️ [Corregido]
Capítulo 19✔️ [Corregido]
Capítulo 20✔️ [Corregido]
Capítulo 21✔️ [Corregido]
Capítulo 22✔️ [Corregido]
Capítulo 23✔️ [Corregido]
Capítulo 24✔️ [Corregido]
Capítulo 25✔️ [Corregido]
Capítulo 26✔️ [Corregido]
Capítulo 27 ✔️ [Corregido]
Capítulo 28 ✔️ [Corregido]
Capítulo 29 ✔️ [Corregido]
Capítulo 30 ✔️ [Corregido]
Capítulo 31 ✔️ [Corregido]
Capítulo 32 ✔️ [Corregido]
Capítulo 33 ✔️ [Corregido]
Capítulo 34 ✔️ [Corregido]
Capítulo 35 ✔️ [Corregido]
Notita: GRUPO DE WHATSAPP.
Capítulo 36 ✔️ [Corregido]
Capítulo 37 ✔️ [Corregido]
Capítulo 38 ✔️ [Corregido]
Capítulo 39 ✔️ [Corregido]
Capítulo 40 ✔️ [Corregido]
Capítulo 41 ✔️ [Corregido]
Capítulo 42 ✔️ [Corregido]
Capítulo 43 ✔️ [Corregido]
Capítulo 44 ✔️ [Corregido]
Capítulo 45 ✔️ [Corregido]
😈¿Sorpresivo Final? ✔️ [Corregido]
Epílogo ✔️ [Corregido]
Extra ✔️ [Corregido]
Agradecimientos ✔️ [Corregido]
Reseña ✔️ [Corregido]
Anuncioooooo 🗣
Estreno TERCER LIBRO.

Capítulo 12 ✔️ [Corregido]

11.3K 841 96
By aixadealsina

Mi confianza a quien se la gane y mi respeto a quien se lo merezca, miauuu.

-Gatubela.

Ya es martes, desde el domingo no veo bien a Marcus. Ayer lo vi cuando ya estaba terminando de limpiar su habitación y hoy, pues, apenas comienza el día, pero lo extraño.

Las negociaciones y los trámites con la constructora que se hará cargo del diseño y creación de la nueva empresa acá en España, lo tienen extremadamente ocupado.

Ayer me insistió en que me quedara un rato con él, pero ya era muy tarde, además, ya no me queda mucho dinero y aún falta para cobrar, por lo que debo volver a utilizar el bus, por ahora.

Creo que tanta pizza y taxis, son los culpables.

Son las 10:00 horas y el restaurante está tan abarrotado de clientes, que Esteban y yo, no nos damos abasto. Cuando se desocupa una mesa, de pronto se llenan dos, es una locura

Me he confundido ya dos veces en lo que va de mañana en entregar pedidos. Gracias a Dios que nadie se ha molestado, salvo yo misma, por supuesto.

—Rose, si quieres tómate un descanso, yo me encargo. —Volteo a ver a Esteban y niego. Ningún él se encarga. Hay demasiadas personas y yo no soy ningún parásito.

—Qué manía tuya de querer ocuparte de todo, tú tranquilo, que yo estoy bien. —Esteban me mira no muy convencido y sé que se debe a que hoy estoy más amarilla que de costumbre.

Como ayer me acosté con el estómago a punto de estallar, no creí necesario desayunar hoy, ahora mi estómago parece una orquesta, de los sonidos que está haciendo y más, viendo la cantidad de comida que llevo de mesa en mesa.

—De veras, estoy bien —aseguro, colocando una mano en su hombro y sonriéndole. A lo lejos veo como Marcus entra en el restaurante y frunce el ceño al verme con Esteban, me aparto como si quemara. ¿Estará celoso?

Esteban se da vuelta y camina hasta la cocina, imagino que a llevar o buscar un pedido. No lo pienso dos veces y camino hasta la mesa en donde se ha sentado Marcus.

—Buenos días, caballero, ¿qué desea desayunar hoy? —pregunto, al llegar. Le entrego el menú y él me escanea completa con su mirada. Si tuviera rayos x, de seguro y podría ver mi aburrido conjunto interior de algodón verde bebé.

—Una ronda de tus deliciosos besos, no estaría mal para empezar. —Me sonrojo al instante, eso me gustaría mucho.

—¿Si sabes que puedes ordenar cualquier desayuno, llamando a la recepción del hotel? —inquiero, cambiando el peso de un pie a otro. La sonrisa de Marcus se ensancha.

—Quería verte —confiesa. Ahora la que sonríe ampliamente, soy yo.

—Yo también te eché de menos —admito. Miro hacia todos lados al recordar dónde estoy, intentando ver quién puede estar escuchándonos—. Debo seguir atendiendo. ¿Ya sabes que ordenar? —insisto, ya más seria. Marcus ojea por encima el menú y después lo cierra, entregándomelo.

—El desayuno mexicano ese, ¿sabes de qué se trata? —Niego.

—Jamás he comido algo de aquí, pero si lo hace Orlando, de seguro es delicioso —sentencio. Marcus asiente y yo me retiro.

Le dejo la nota con el pedido a Orlando y continúo trabajando, ignorando deliberadamente la mirada que me sigue a todas partes y no es precisamente la de Dios, sino, más bien, la de cierto hombre mayor que me tiene loquita.

El desayuno mexicano que Marcus ordenó, no es otra cosa que tacos al pastor. Para ser sincera, nunca en mi vida he comido un taco, pero se ven deliciosos y apetitosos. Más con esa salsa que no tengo idea de que sea.

Marcus agradece cuando le llevo el desayuno y ordena un café con leche. Se lo llevo enseguida y al entregárselo no espera que lo coloque sobre la mesa, sino que lo toma de mis manos haciéndome estremecer completamente. Lo nota y ríe bajito.

El resto de mi jornada laboral pasa sin ningún alto ni bajo. Marcus se retiró después de comer, dejando sobre la mesa una propina de nada más y nada menos que de 200€. Dinero que pienso devolvérselo apenas lo vea.

El primer día acepté la escandalosa propina que me dio, porque no lo conocía, pero ahora que tenemos lo que sea que tengamos, no me gusta que me esté dando su dinero. No me interesa.

Aunque no me caería mal comprar comida y llenar la alacena de mi cuatro por cuatro y la de mi abuela. Mi madre sé que tiene, porque pasó una semana comiéndome la mía. Sin embargo, mi orgullo no me deja hacerlo.

A las 15:30 horas, ya solo quiero que sean las 22:00 horas, para irme a mi hogar. Estoy molida, me arden las plantas de los pies, las manos casi no las siento por cargar tanta comida y anotar tantos pedidos, y mi cabeza está a punto de explotar del dolor tan infernal que tengo. En resumen: Estoy muriéndome.

Llego como zombie al baño del hotel y me desvisto despacio, sin importarme en que algún compañero de trabajo entre y me vea desnuda, realmente no tengo las fuerzas suficientes para hacerlo rápido.

Me quedo un rato debajo de la ducha, soy consciente de que no traje mi champú ni mi crema para peinar, pero no me importa. Necesito relajarme. Funciona y después de unos minutos en la ducha, ya tengo los dedos arrugados de tanta agua, decido que ya es suficiente y salgo.

Me seco y me coloco mi uniforme de camarera de piso, me peino el cabello todo hacia atrás y saco sólo dos mechones delante para no tener la cara tan pálida. Listo, cojo mis implementos de trabajo, firmo y miento en la hora de entrada, porque son las 16:03 horas y coloco que ingresé a las 15:45 horas.

Me tardé una barbaridad en la ducha.

Sonrío cuando me percato de que me toca limpiar de nuevo el piso donde Marcus se hospeda. Algo bueno.

Me apresuro a llegar al ascensor de servicio y marco el número 16. Unos segundos después, el familiar pasillo, yace frente a mí. No camino, floto de habitación en habitación, limpio todas dejando la de Marcus de última.

Miro el reloj de pared y marca las 19:36 horas, ahora es que me sobra tiempo.

Con suerte, termino con la habitación de Marcus a las 20:10 horas, más otros diez minutos, besándolo. Y lo que me tardaré en cambiarme y llegar a la estación de bus, me da chance de coger el bus de las 21:00 horas, y llegar a casa temprano.

Decido no tocar la puerta para darle una sorpresa, pero la sorprendida soy yo, al encontrarlo en calzoncillos con una campera blanca, encima. Me quedo estática y él deja en el aire el trozo de fresa que se disponía a llevarse a la boca.

¡Joder!

No soy de decir groserías, pero es que está tan bueno que debería ser penado por la ley.

—Yo... —Callo, intentando recuperar mi voz, sobre todo mi sentido común que no sé dónde quedó. Está babeando de la misma manera que yo.

—Señorita Rose, si aprendiera a tocar, esto no le sucedería. —Marcus se burla de mí y yo solo asiento, avergonzada. Tiene razón.

—Quería darte una sorpresa —confieso, justificándome. Camina hasta mí y yo estoy que me pongo a hiperventilar. Necesito espacio prudencial, urgente.

Marcus llega y con su mano derecha se termina de llevar la fresa a sus labios, me concentro en el movimiento de su boca y me toca tragar hondo, al encontrarme deseando ser esa fresa y ser comida por esa bendita boca suya.

—Bésame. —Antes de poder detenerla, la palabra sale de mis labios.

Las pupilas de Marcus se reducen un poco y no espera ni un segundo más para impactar su boca contra la mía. Jadeo involuntariamente, cuando Marcus presiona mis caderas con sus dedos, él aprovecha eso y profundiza el beso, enrollando mi lengua con la suya.

Al principio me cuesta seguirle el ritmo, por lo violento, necesitado y desesperado de su beso, pero lo consigo, y es entonces cuando las revoluciones en mi interior cogen fuerza. El maremoto amenaza con revolverme la bilis, el tornado está destruyendo cada terminación nerviosa en mi cuerpo.

En este momento soy consciente de cada parte de mi ser y del de Marcus. Sobre todo de su entrepierna, que golpea duramente mi vientre. Estoy en un estado de éxtasis que no creí jamás que pudiera suceder solo con un beso.

Casi lloro cuando nos separamos en busca de aire. Estoy temblando, Marcus está completamente rojo y algo me dice que no es de vergüenza, más bien de deseo contenido.

—Creo que es mejor que te vayas, Rose, o no podré contenerme más. —declara.

La parte salvaje de mí —que él mismo acaba de despertar con ese beso—, me insta a decirle que no quiero que pare, pero entonces, el lado racional me hace volver a la realidad, esa en la que yo no sé nada de sexo y que seguramente terminaría alejándose de mí, por mi falta de experiencia.

No debo olvidar que es viudo y ya tiene un hijo, eso solo quiere decir que: Marcus sabe muy bien como fecundar un hijo. Yo ni siquiera he podido ser capaz de ver nacer a un gatito.

Me estoy desviando del tema, lo que quiero decir es que yo no tengo nada en que sorprender a Marcus de manera sexual. Sin embargo, estoy orgullosa de mí, despierto ese tipo de deseo en él. Sonrío victoriosa.

—¿Rose? —Marcus mueve sus manos al frente de mis ojos, espabilándome.

—Lo siento, hasta mañana.

No espero que me responda y salgo de la habitación como si hubiera visto al mismo Lucifer en ropa interior, bailando la macarena. Y no, no me refiero al Lucifer de la serie, si no al que tiene cuernos.

No sé ni cómo llegué a la estación de bus, ni tampoco como llegué a mi piso, pero para cuando llego, estoy empapada de cabeza a pies. No tengo ni idea de dónde salió esa repentina lluvia que ahora está cayendo, lo que sí tengo bien claro es el papá de los resfriados que voy a coger. Ya hasta empecé a estornudar.

Me encuentro enrollada en mi cama, muriendo de frío, pero con una estúpida sonrisa dibujada en mis hinchados labios.

Marcus

21:57 horas: ¿Eso lo hice yo?

Sonrío ante el mensaje de Marcus. Acabo de enviarle una foto, enseñándole mis labios rojos e hinchados.

Yo.

21:58 horas: Si lo ha olvidado, me temo que entonces no están lo suficientemente hinchados.

Me siento poderosa respondiendo ahora. ¿Por qué? No lo sé, quizás se deba a que ahora sé que me desea.

Es la primera vez que siento que alguien me desea y lo mejor del caso, es que yo también me encuentro deseándolo de la misma manera.

¿Será eso peligroso?

Marcus

9:58pm: Mañana me encargaré de eso entonces, realmente tengo problemas de memoria.

Su mensaje me hace reír. Esto de coquetear con alguien se siente raro..., lindo... Emocionante.

No me lo aguanto y le tomo una captura a la pantalla y se lo envío a Maximus, tachando claro el nombre de Marcus. Hace días que no hablamos y no quiero descuidar nuestra amistad, la tenemos desde la prepa. Me responde enseguida con unos signos de interrogación confundido.

Le respondo primero a Marcus con un beso y después le envío una nota de voz a Maximus contándole que estoy saliendo con alguien.

Omito ciertos detalles, como por ejemplo, que es un hombre mayor, que es un huésped del hotel y que es de otro país. Básicamente le cuento lo mismo que le hubiera contado a mi madre y mi abuela si Marcus no hubiera llegado sin avisarme.

—¿Me estás cortando la conversación con ese beso? —Ahora si río con ganas.

Del otro lado de la pantalla, Marcus me mira con el ceño fruncido, escondiendo una sonrisa, como no le he contestado más nada, me ha hecho una vídeo llamada.

—Jamás —aseguro, levantando mi mano derecha en señal de promesa.

—Bien, porque la única manera en la que ese beso funcionaría para callarme, sería dándomelo en persona. —Muerdo mi labio inferior y me quejo al recordar lo sensible que están. Me ha dolido una barbaridad.

—Tendría que comprobarlo, sr. Lombardi. —Lo desafío. Marcus alza una ceja, desafiándome de vuelta.

—No juegue con fuego, señorita Rose. Podría salir quemada.

No sé por qué un jadeo sale de mi boca, pero sus palabras, más la manera en cómo sus ojos se dilataron varios tonos, sumándole también, la forma en que se muerde su labio, fueron los causantes.

Algo en mi bajo vientre se encendió y mi cerebro rápidamente emitió varias alertas de peligro, pero no me importa. De pronto, el fuego parece ser muy tentador.

—Siempre es bueno jugar un poco. —La palabrota que dice Marcus al otro lado de la línea, me eriza los vellos de la piel.

Esto ya no es un coqueteo sano, esto ya es una declaración de deseo en estado puro y muy, pero muy necesitado.

Corregido: 30/03/21

Continue Reading

You'll Also Like

1.8M 278K 68
Alexia debe averiguar por qué se está convirtiendo en un monstruo, mientras suspira por el sexy chico gay que la odia y sobrevive a su nuevo institut...
428K 23.7K 88
Salir de tu zona de confort es de las cosas más difíciles que hay y sino que se lo digan a Tamara, que lleva toda su vida teniéndole miedo a arriesga...
3.8M 173K 72
Primera parte de la trilogía MME Lena es una chica de 16 años que vive sin límites. Nunca le gustó seguir las normas. Perdió a su padre por culpa del...