HexHell ©

By Randax

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Los monstruos son reales, acechan en nuestras pesadillas pero cada tanto pueden escapar de allí y volverse un... More

Parte I
I: Casa tomada
II: Entre sueños
Interludio: Mesh
IV: Escuelas en la noche
V: Voces interiores
VI: Cruz de hierro
VII: Conexión
VIII: Tras una larga noche, amanecer
IX: Un viaje a tierras interiores
X: La partida
XI: El concilio se reúne
XII: Los alumnos
XIII: Escuadrón Zorro
XIV: Aquí/allá
XV: Estos viejos huesos
XVI: La canción que atrae a los muertos
XVII: El sonriente Michael
XVIII: Una certeza
XIX: El que a hierro mata
XX: Locura en el mundo de los sueños
XXI: El profesor
XXII: Por favor, mátame
XX: Rey o esclavo
Parte II
Interludio: La orden real
Interludio: Santos mercenarios
I: Memorias
II: La reunión
III: Rumbo a ciudad de México

III: HexHell

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By Randax

El gimnasio quedaba ubicado en una de las salas más apartadas del ala principal. Para llegar a el había que cruzar un patio muy bien cuidado adornado con alguna que otra columna de piedra y césped natural mantenido al ras del suelo. Recorriendo uno de sus caminos, marcado con baldosas colocadas una al lado de la otra, se llegaba hasta aquella sala en cuya puerta no había nombre ni cartel que indicara un posible uso.
Todos conocían el gimnasio porque era raro que nadie lo estuviera usando.
En ese momento sin embargo estaba vacío, o casi, pues un sonido constante surgía de su interior acresentandose en el eco de las paredes y los pasillos estrechos.
Maika Gestrud entrenaba, o mejor dicho, descargaba golpe tras golpe sobre una bolsa de boxeo que estaba colgada en medio de la bien iluminada "sala 1", aquella que contenía las cosas utilizadas para entrenarse en distintos tipos de combate. La sala contigua, era la número dos y en ella estaban todos los aparatos para ejercitarse en general, tales como caminadoras, pesas y otras tantas chucherias de ultima calidad.
"Ahora eres un miembro más de nuestro grupo" había dicho aquel hombre que conocia hace tan solo un día. El enigmático Mesh, con sus vestimentas siempre tan llamativas, y esa forma de moverse, como si estuviera flotando en el piso.
La conversación que había tenido con él esa misma mañana regresó a su mente. Eran tantos detalles, datos, información... y todo nuevo, cada nueva cosa más increíble que la anterior, era tanto lo que había tenido que vivir desde ese terrible encuentro en la casa a la que había ido a atender un llamado de policía herido. Procesar todo era sencillamente imposible, más aún cuando ni siquiera lograba comprender la mitad de las cosas que le decían.
Así se sentía ahora que caía la tarde, mientras golpeaba el saco de boxeo, y así se había sentido en la mañana cuando despertó en aquel lugar enorme, en una de sus tantas habitaciones.
Desnuda, cubierta por una sábana, y ese hueco en su pecho que no debería estar allí.
Y Mesh, claro estaba, a su lado mirándola divertido mientras Maika se alimentaba con lentitud a pesar del hambre voraz que sentía.
—No tengas miedo, come. No te habríamos salvado solo para envenenar tu pan. Además, se que regresar del mundo S puede hacerte sentir mucha hambre —dijo Mesh observándola desde los pies de la cama. Su voz sonaba ronca pero profunda como si hubiera estado hablando desde hacia horas.
—Aghi que... ¿tgu eres una egpecie de... que? —preguntó Maika mientras se esforzaba por tragar.
—Soy muchos en uno. Mi deber es con la historia de la humanidad, aunque ahora me conocen como el guardián de los sueños y las pesadillas. Pero tu puedes llamarme Mesh, simplemente. Para ti estas cosas no tienen sentido ahora, y nada que yo diga hará que eso cambie. A todos los nuevos les cuesta adaptarse al principio, es algo universal.
—¿Y qué hay de este lugar? Parece la casa de veraneo de una familia muy rica —comentó Maika lanzando una mirada hacia las enormes ventanas de su habitacion, desde donde podia ver un gran patio adornado con bancos de piedra y el sol de la mañana iluminando plácidamente.
—No te haces una idea —respondió sencillamente Mesh caminando despacio hacia esas ventanas. —Bienvenida al centro de comando principal de HexHell, la casa Pendragon —y señalando con su mano derecha hacia la esquina de la pared, apuntó a un cuadro pequeño pero muy elegante donde podia verse el retrato de un hombre mayor de cabello corto y cano, mirada seria y rasgos curtidos por el paso del tiempo. —Ese es Arthur Pendragon tercero, el primer dueño de esta mansión y creador oficial del grupo conocido como HexHell. Guardianes de la paz y cazadores de pesadillas.
—Todavía me cuesta creer que este no sea el sueño —dijo Maika bajando la vista hasta la bandeja con comida en su regazo y luego la centró en su cuerpo desnudo. Llevó el dedo índice y medio hacia el agujero que tenía sobre el sitio donde debería estar su corazón. A pesar de que no había ni una sola gota de sangre allí, sintió un asco repentino. —¿Cómo es esto posible? —se preguntó.
—No es algo fácil de hacer, pero tampoco es tan complicado. El hecho de que hubieras soñado que caes significa que has tenido ya antes contacto con el mundo S, lo cual simplificó mucho las cosas —respondió Mesh dándole la espalda. Su negro tapado lo cubría desde la nuca hasta los pies y eso que se trataba de un hombre extremadamente alto.
—Si hubiera visto a un paciente con esta clase de... hueco, o lo que sea, diría que es imposible que siga vivo. Y sin embargo aquí estoy, respirando, comiendo, hablando.
—Solo las dos últimas —Mesh se giró hacia ella. —Digámoslo así, en este preciso instante no estas ni viva ni muerta. En cierta forma tu existencia se encuentra en un limbo, un equilibrio perfecto. Tu alma, que es la parte viva de tu existencia, está contenida en tu cuerpo, que es la parte muerta. Ahora quizá no tenga mucho sentido pero lo entenderás eventualmente.
—Eventualmente... ¿Esto nunca se irá? —preguntó la enfermera volviendo a acariciar el hueco en su pecho, mientras cubría su desnudez por la sabana. —No entiendo como puedo estar viva y al mismo tiempo tener esta herida mortal en mi pecho.
—Eso fue... culpa de estas —dijo Mesh dándose la vuelta y corriéndose el tapado para mostrar la culata de una enorme pistola color gris en su cintura. —Si te hubiera dañado con otra cosa tu cuerpo se habria sanado de inmediato cuando regresé tu alma en él. Pero lamentablemente para ti estas bellezas están cargadas con balas especiales. Las únicas capaces de causar serios daños e incluso la muerte, a la cosa de la casa. Esa cosa era básicamente lo mismo que un alma, con la diferencia de que estaba corrompida por pesadillas constantes al punto de tomar forma física. La herida que te causé penetró en tu cuerpo pero también en tu alma, y de la misma forma que un daño al cuerpo puede sanar si el alma sana, un daño en el alma implica que el cuerpo esté dañado.
—Y como mi cuerpo está muerto, según dices, supongo que no habrá proceso de cicatrización ¿verdad?
—Lo vas entendiendo —dijo Mesh, sonriendo levemente —Seguramente tengas alguna idea porque eres enfermera, pero el cuerpo humano puede curarse a nivel interno y cicatrizar heridas a medida que pasa el tiempo y son bien atendidas. El alma es otra historia, curar sus heridas es imposible o demasiado riesgoso en última instancia. Claro está que en un cuerpo muerto eso sí es totalmente imposible. Puedes probar con maquillaje y otras cosas, podrías arreglarte bastante bien, aunque ese no es mi campo y tampoco el de una enfermera...
—Sinceramente —lo interrumpió Maika—todo lo que se sobre medicina me parece un poco superfluo ahora que he visto hombres con tentáculos y ese... ¿cómo lo llamaste? Mundosueño o lo que sea.
—El mundo Subterráneo. Pero puedes ponerle el nombre que gustes, no es como si ninguno sirviera de mucho. De todos modos, lo que digo es que cuando disparé mi arma logré llevarme tu alma hasta ese plano... —
—Pero... ¿no podías haberme llevado hasta ese sitio sin disparame? Llevarte mi alma y luego hacer lo que sea que hayas hecho —Maika lo interrumpió. Su mente se esforzaba por razonar lo que escuchaba pero cada vez parecia más difícil.
—No. Primero tenias que morir. Quitarle un alma a un cuerpo todavía vivo es absolutamente imposible. Como tocar uno de tus átomos sin pasar por tu piel y células. Eso hizo que tu existencia se conservara y no desaparecieras. Puedes pensarlo como si se tratase de un coma inducido. El cuerpo reacciona a las mínimas unidades que lo componen.
Las células, los átomos, según su... comportamiento, tu cuerpo tendría cierta forma, cierto peso, y demás. Lo que muchos no saben sin embargo es que la mínima unidad del cuerpo es el alma humana en su totalidad. Por eso ahora estás viva a pesar de la herida que sufriste. Mientras tu alma permanezca dentro de tu cuerpo, anclada como lo está, no morirás... nunca.
—¿A qué te refieres con nunca? No solo que no estoy muerta, ¿sino que ahora soy inmortal? —preguntó Maika dejando de concentrarse por primera vez en el hueco de su pecho y comenzando a colocar cada palabra que aquel hombre decía en el esquema de su mente donde las novedades y la nueva información iban haciéndose un espacio.
Mesh avanzó hasta quedar frente a la cama. Habló con lentitud, eligiendo cada palabra con sumo cuidado.
—A que tu vida como ser humano, como mujer, ya no es la misma ni lo será jamás. Tu ya no eres humana. Estás en este limbo como mencionaba, viviendo en este plano, conectada con el otro. Como sea, vas a comprobarlo en los próximos días. Estamos cortos de personal y el trabajo se acumula.

Maika lanzó otro golpe contra la bolsa de box. Los guantes protectores estaban caídos en el piso a su lado. Podría haberselos puesto pero necesitaba sentir el contacto de la piel contra el cuero de la bolsa. Tenía que asegurarse algo sólido en tantos momentos de locuras y cosas abstractas que no llegaba a comprender del todo. ¿Ya no era humana? ¿Estaba muerta y viva al mismo tiempo?
Estaba sudando en ese momento y la ropa deportiva que le habian prestado se agitaba al compás de sus rápidos y feroces movimientos. ¿Cómo podia no ser humana cuando todo en ella se comportaba como si lo fuera? Los rápidos suspiros de su pecho agitado, el cabello largo que se le pegaba a la frente y la nuca transpiradas, cada nuevo golpe que la hacia sentir el ardiente roce de la piel desnuda contra el cuero protector... y aun así, había algo. Una sensación. Ese hueco que tenía en su pecho seguía estando allí. Quizá no pudiera sentirlo realmente, pero en su mente tenía clavada la imagen del agujero perfectamente circular atravesando su pecho de lado a lado. Era imposible pero ahí estaba.
Lanzó otro golpe. Debería estar muerta, pensó.
Otro golpe. ¿Ya no soy humana?
Otro. ¿HexHell? ¿Mesh?
Maika gritó con desesperación y furia.
El golpe impactó contra el saco de boxeo, pero esta vez no lo movió unos pocos centímetros como antes sino que directamente lo descolgó del techo cortando la cadena que lo sostenia y enviándolo a volar contra una pared cercana donde se estrelló con un sonoro eco que reverberó por toda la estancia. La joven bajó la mirada al piso y a sus manos irritadas.
¿Quién era ahora? ¿Qué era?

++++

En el ala principal el número de habitaciones excedia las noventa, y en entre ellas se encontraban los numerosos baños, cuartos de personal indispensable, la cocina, el living, y los cuartos de operaciones específicas. Selenna Pendragon ocupaba la habitacion más externa del ala seis. No era la más grande pero sí la que tenía mejor vista al exterior y sobretodo la mejor chimenea.
Selenna odiaba el frío.
Sobre su escritorio una taza humeante de café sin azúcar descansaba olvidada a medio tomar, pues la mujer se había enfocado con toda su atención a la lectura de archivos y expedientes que usando sus contactos había logrado acumular.
Algunos de ellos tenian el nombre de la persona a la que pertenencian pero en la mayoría de las carpetas y papeles estaba tachado pues aquello era totalmente secreto.
Maika Gestrud parecia ser una mujer comun. Al menos para los estándares de la organización. Veintidós años, sin hijos ni pareja conocida, alquilaba un piso en el centro de Eudamonia. Había vivido siempre en la ciudad y había nacido y crecido en el seno de una familia de considerable riqueza. Registros de llamadas mostraban que si bien no había un alejamiento total, la relación era bastante fría y distante. Un correo viejo interceptado mostraba que se había ido de casa a los dieciocho años y desde entonces solo había llamado para una navidad. Selenna Pendragon suspiró.
Era algo extraño que una niña rica decidiera alejarse de sus padres para estudiar una carrera sacrificada y mal remunerada, pero nada más.
Miró la pantalla de su computadora. Le había pedido a Michael que conectaran una de las cámaras del lugar con el aparato. La imagen que observaba era a Maika, parada inmóvil, en el piso del gimnasio mirándose las manos y luciendo entre confundida y asustada.
En todo caso, pensó Selenna, si no es alguien normal, eso se debe a nosotros y no a secretos de su pasado.
Dos suaves golpes en la puerta indicaron la presencia de alguien.
—Adelante —dijo la mujer tras apagar la cámara.
—Jefa —respondió Mesh sonriente mientras se acercaba. Su negro tapado revoloteaba por allí y cada paso que daba era imperceptible. —Parece que estuvieron haciendo los deberes —comentó mirando la pila de papeles sobre el escritorio de Selenna.
—Tengo prácticamente toda su vida aquí. Examinada por los equipos técnicos y re examinada por el grupo especial. Además de eso, yo misma le decidí darle una ojeada para estar seguros.
—¿Y? —
—Nada. Parece una joven como cualquier otra.
—Me lo suponia. Sabes que no soy bueno de engañar —Mesh tomó uno de los archivos donde podia verse una foto de los padres de Maika.
—Se informó su deceso. Pusimos un cuerpo falso, el funeral será mañana. No necesitamos indemnizar a la familia.
—No ha pensado mucho en sus padres o amigos desde que despertó. Algo me dice que es del tipo solitario.
Selenna acercó la taza de café a su boca y bebió un sorbo rápido. Todavia seguia caliente.
—¿Por qué Mesh? ¿Desde cuando vamos por ahí convirtiendo a gente que se cruza en nuestro camino en miembros del grupo? Tu sabes tan bien como yo que el proceso es riguroso y lleva años. Nosotros no actuamos así. Y no me vengas con esa tontería de que actuó valientemente. Yo tambien soy buena para detectar engaños.
Mesh la observó suspicazmente. Paseando la vista por los archivos y luego de allí a la habitacion, dijo:
—Él me habló
Selenna no era una mujer fácil de sorprender. Aquello lo había logrado. Metiendo la mano en el bolsillo de su camisa extrajo un cigarro de la caja y con cuidado lo encendió usando fósforos que buscó entre el desordenado escritorio.
—¿Puedes hablar con él ahora mismo?
—No. Ha estado en silencio desde lo del aeropuerto y sigue estándolo ahora. Pero apareció cuando tuve a está chica enfrente.
—¿Que te dijo?
—Solo fue una palabra. Peligro.
—Eso no me hace sentir para nada más tranquila —comentó Selenna respirando el humo de su cigarro. —¿Tu que piensas? —preguntó
—De todas las personalidades que acumulo es la única capaz de leer el futuro. ¿Sabe algo que nosotros no? Seguramente, pero si hubiera querido que actuara de una forma puntual, lo habria dicho. Peligro puede ser algo muy general. Puede ser peligro para nosotros, para mi, para el mundo. No lo se. Solo se que hasta este momento hemos estado bailando al compás de nuestros enemigos. No. Incluso peor. Creíamos que controlaban el lugar, pero también ponen la música, la comida, la bebida y a los bailarines. Estamos perdiendo, y a menos que algo cambie, seguiremos perdiendo.
—¿Dices que ella puede hacer que las cosas sean diferentes? Estás poniéndolo todo en juego por una desconocida.
—Yo lo veo de otra forma. Digamos que hasta este momento el enemigo nos ganaba la partida porque conocia cada nueva carta en nuestra mano. Podemos intentar saber cómo lo hace, o intentar ganarles con más astucia. O bien podemos hacer lo que yo hice. Introducir un nuevo jugador y ver cómo afecta eso al juego.
—Creí que la habías salvado por lo que te había dicho la voz —la mirada fría de Selenna se posó en los ojos oscuros como la noche de Mesh.
—Si, en parte —respondió este —y en parte espero que esto altere un poco la balanza a nuestro favor. De lo contrario las cosas van a empezar a empeorar muy pronto.
—¿La vigilaras? —
—Haré lo que pueda —dijo sonriente Mesh y con un gesto de la mano de Selenna se levantó de la silla, dirigiéndose hacia la puerta. No la abrió sin embargo, pues su cuerpo pasó de lado a lado la madera como un fantasma. —Deberias descansar un poco —dijo mientras su imagen se desvanecia y su voz quedó resonando como un eco pesado en el ambiente. Selenna se quitó las costosas gafas y frotó sus ojos agotados. No dormía bien. Dando una última calada al cigarrillo se concentró en los papeles y regresó a la imagen de la computadora donde Maika estaba intentando colocar la bolsa destrozada de box en el mismo lugar de antes.
"Peligro", pensó "¿pero para quien?". 

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