Monster | Min Yoongi | 1

By taeh0lic

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❝ Estoy arrastrándome en tu corazón, bebé. Te daré la vuelta, te romperé y te tragaré, te robaré y disfrutaré... More

Sinopsis
Personajes
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16 pt. 1
Capítulo 16 pt. 2
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 [Final]
Epílogo

Capítulo 18

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By taeh0lic

No puedo sentir más que un dolor inmenso en la parte posterior del cráneo, mis extremidades permanecen inmóviles, los párpados me pesan y mantengo los ojos cerrados, ignorando el pequeño susurro que mis oídos son capaces de escuchar.

—Ya despierta. —la voz familiar y masculina que atraviesa mis tímpanos me mantiene alerta pues lo percibo peligrosamente cerca.

—Kim, detente. —una voz aguda se une a la conversación, reprimiendo al chico.

— ¿Qué le pasa? Tampoco fue para tanto el golpe, ¿o sí? —pregunta irritado aquel sujeto. No deseo abrir los párpados, pero estoy haciendo un gran esfuerzo para cumplirlo.

— ¿Por qué no mejor haces algo útil y te vas de aquí? —oigo como alguien se traslada por los alrededores, apresuradamente. Y en respuesta, se escucha un gruñido profundo.

—Está ensuciando mis sábanas con su sangre y juro que la voy a matar si no se despierta ahora mismo.

Entreabro los ojos un poco perturbada por lo anterior, más no lo suficiente para dejarme en descubierto. Noto, a pesar de mi vista nublada dos siluetas, una más alta que la otra.

—No jodas con tus mierdas, necesito hablar con ella. —la larga cabellera roja de la chica se ladea como indicando una cosa con la cabeza.

— ¿Por qué rayos la trajo aquí? —se queja el otro, casi con una rabia mayúscula.

—Oye Tae, ¿por qué no mejor vas y le preparas algo a él? —ofrece la muchacha en un falso tono amigable y este enseguida asiente reiteradas veces —. Bien, sal entonces.

¿Qué diablos pasa?

—Voy enseguida Moyeon. —contesta radiante antes de salir inmediatamente de la habitación. Su repentino cambio de humor me extraña a sobremanera, raya en lo absurdo y mi intuición dice que aquello no es una simple bipolaridad adolescente.

—Imbécil. —musita para sí misma antes de girarse y posar su despectiva mirada sobre mí —. Vaya, vaya... Por fin nos conocemos Yeseo.

— ¿Qué rayos hago aquí?, ¿quién eres? —las palabras salen apresuradas de mi garganta mientras me sacudo, tratando de soltarme.

—Primero que todo, a mí me hablas bien porque yo sería capaz de cortarte en trocitos. —la violencia en sus palabras mezclada con la tranquilidad de su expresión me provoca escalofríos—. No eres la gran cosa, no se porqué está tan encaprichado contigo. —rueda los ojos, haciendo una mueca de disgusto.

—No entiendo nada, por favor déjame ir, te prometo que no diré nada, te lo suplico. —pido exasperada, sintiéndome miserable al percatarme de que probablemente no saldría con vida de este lugar. La pelirroja dibuja una sonrisa en sus labios hasta soltar una carcajada llena de mofa.

—Ay, que patética eres. —se seca una lágrima falsa, aproximándose a mí sin dejar de observarme —. No sé si reír o llorar por tu situación, pero lo único que te pido es que te comportes, no querrás verme enojada ni mucho menos a... —la estrepitosa entrada de alguien la obliga a callarse repentinamente.

Moyeon, que al parecer es su nombre, se sobresalta al igual que yo y de inmediato dirijo toda mi atención a la persona que ha irrumpido en el cuarto. Alterada hasta el cansancio, me dedico a observar la figura delgada de un segundo chico aún con su máscara puesta.

—Sal de aquí. —ordena impasible, pero luciendo sereno y distante. La muchacha aprieta los labios.

—Pero si aún no le ex... —antes de que pueda excusarse vuelve a ser interrumpida.

— ¡Lárgate! —clama furibundo, dejando entrever su poca paciencia. Trago saliva al verla asentir silenciosa y salir obediente por la puerta, dejándome completamente sola con ese hombre incógnito.

Múltiples emociones negativas me asaltan en este momento, la tensión en el lugar puede palparse y el latido enrabiado y salvaje de mi corazón es por insoportable. No pretendo articular palabra, mucho menos moverme y todo es debido a él, quién se mantiene de pie, mirándome en silencio, manteniendo la intriga a flor de piel.

—Ha pasado tiempo, ¿no crees? —la voz de aquel sujeto resuena por todo el lugar. Es grave y... Mierda, estoy segura de haberla oído en otro sitio.

—No... No entiendo. —balbuceo. El cuerpo me tiembla ante la idea de qué harán conmigo estando atada de pies y manos, prácticamente es inútil pensar en una huida exitosa.

Una risa carente humor florece desde la profundidad de la garganta del chico, como si la situación fuese más que obvia —: Te lo dije dulzura, que no iba a ceder.

Mi campo de visión se nubla de inmediato con lágrimas que amenazan por salir, el nudo que aprisiona mi garganta está asfixiándome y los labios me tiemblan sin que pueda detener dicha acción.

Imposible.

— ¿Yo-yoongi? —pregunto incrédula, pausadamente.

— ¡Bingo! —exclama fingiendo emoción y seguido de esto se retira la máscara, lanzándola a mis pies.

— ¿Por qué? —cuestiono sin aliento.

— ¿Por qué? —repite lo mismo e inspira antes de proseguir —. Porque siempre obtengo lo que quiero y tú eres lo que más deseo. Y esa maldita promesa no iba a impedir que pudiese tenerte. —puntualiza, cruzando los brazos.

— ¡No puede ser!, ¡estás enfermo! —escupo sin pensar en las consecuencias, pues la histeria recorre mi torrente sanguíneo — ¿Qué hiciste con Jeongyeon? —a este punto, las saladas gotas de agua se deslizan por mis mejillas sonrojadas.

—Uy Yeseo, lamento decirlo, pero... Creo que falleció. —la cruel burla se filtra en sus palabras, deleitándose al verme desesperada.

El corazón se me encoge dentro del pecho al escuchar esa afirmación y de pronto, la bilis se me sube a la garganta, provocándome unas terribles ganas de vomitar. El solo imaginar un escenario sangriento con un final horripilante para ella me revuelve las entrañas.

— ¡Maldito!, ¿¡como pudiste!? —bramo con evidente temor tiñéndome el rostro.

—Yo no lo hice. —dice entre disimuladas risas que me enferman a niveles inimaginables mientras se pasea por la habitación. Todo esto me marea, estoy al borde del colapso nervioso —. Tampoco sufrió tanto. Mejor centrémonos en nosotros y en lo que ocurrirá a partir de hoy. —se limita a soltar con toda la naturalidad del mundo y yo no puedo evitar sollozar, prendida en rabia, terror, incertidumbre y una ola de emociones que no consigo distinguir con claridad. Sólo tengo la certeza de que esta cosa que tengo frente a mí no es un ser humano, o al menos no se comporta como uno.

—Estás trastornado Yoongi, eres un loco. —siento que el aire me falta, la desesperación se filtra en cada uno de mis poros.

—Lo sé nena, estoy demente, pero hay una cosa de la cuál estoy completamente seguro y es tú me perteneces. —su respuesta solo hace que crezca dentro de mí un odio infinito.

— ¡Yo no te... !

— ¡Tú sí! —exclama furioso de vuelta y tiemblo por enésima vez —. Me perteneces desde el momento en el que te vi, desde el primer momento en que me hablaste, desde el primer momento en el que te hice mía cuentas veces quise. Te guste o no, eres mía. —afirma venenoso, borrando todo rastro de valentía que existía en mi cuerpo hace unos segundos. Sus frías palabras solo me permiten ver que tan mal está, en el grave error que cometí al acceder ante sus intentos por acercarse a mí, en lo tan sumamente tonta y fácil de convencer que fui y soy —. Y para probarte que eso es cierto...

Se lleva una mano dentro del bolsillo de su pantalón y cuando veo lo que extrae de allí comienzo a negar con la cabeza desesperada.

No, no, no.

—Espera. —por mucho que me mueva, las ataduras que me aprisionan son un obstáculo infernal, por más que intente pelear contra ellas para alejarme lo más posible de su persona no podré conseguirlo.

—Voy a dejarte un bello recuerdo. —da un par de pasos y antes de que tenga la oportunidad de responder, se me abalanza encima, colocándose a horcajadas sobre mí, y su peso no tarda en asfixiarme como en exasperarme.

—Yoongi, no lo hagas te lo pido... Por favor, por favor. —imploro apenas midiendo mis palabras, las lágrimas nublan mi visión a estas alturas y solo puedo pedir piedad.

—Dolerá un poco, o tal vez mucho. —advierte fuera de sí, jugueteando con el elemento de acero.

— ¡No!, ¡no! —me retuerzo bajo su anatomía en un vago intento de detener sus intenciones, sin embargo, es notable quién está en desventaja.

Lágrimas salen desbordantes, casi como un chorro limpio y no se detienen cuando las manos frías de Yoongi levantan mi camiseta hasta dejar descubierta parte importante de mi abdomen. Por un segundo, me aferro a la idea de que no será capaz de hacer semejante cosa, pero mi duda es respondida en el instante que su navaja se desliza sobre mi piel, ocasionando un dolor punzante e insoportable.

Gimo entre lloriqueos mientras el pelinegro yace concentrado en su labor. Su ceño fruncido acompañado de un rostro serio me ocasiona terror absoluto, todo rastro de cordura ha desaparecido dejando como resultado al retorcido demonio sobre de mí.

Los segundos me parecen horas hasta que se detiene abruptamente con una sonrisa amplia enmarcada en sus labios. Asco e ira se abren camino en mi pecho al colisionar con los ojos ajenos, que irradian diversión pura.

—Ahora eres más hermosa que antes. —sostiene el objeto punzante en una de sus manos y se me pone la carne de gallina al apreciar como este mismo gotea mi propia esencia.

Estoy llena de impotencia, me siento humillada y sucia que mi única contestación es escupirle en la cara sin remordimiento alguno. Yoongi cierra los ojos, limpiándose con el dorso de su chaleco negro.

Una corriente eléctrica envía una señal inequívoca de que ese fue el error más grande que pude haber cometido, pues noto como su rostro se vuelve rojo mientras que su mandíbula se aprieta.

Lo siguiente que apenas puedo registrar es la violenta bofetada que propina en mi mejilla, el ardor y dolor se mezclan hasta formar una mueca quejumbrosa en mi rostro. Muerdo mi labio inferior, evitando soltar un gemido.

—Me prometí ser benévolo contigo, pero tu comportamiento rebelde debe ser castigado. —el cinismo en su tono solo aumenta mi rabia —. Estando aquí aprenderás a respetarme.

—Ojalá te pudras en el infierno. —le dedico una mirada despectiva y llena de repulsión.

—En ese caso, procuraré arrastrarte conmigo. 

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