Al llegar a la Iglesia las chicas bajaron de la limusina en la que habíamos llegado, con la ayuda de sus respectivos novios-esposos y yo baje última con la ayuda de mi papá
Mientras los chicos entraban para colocarse en sus respectivos lugares en el altar, con mi papa esperábamos a un costado detrás de la gran puerta.
—Aún no puedo creer lo que vas a hacer —. Acotó acongojado.
Lo miré divertida y pude ver sus ojos se encontraban cristalinos.
—Papá... ¿vas a llorar?—. Pregunté intentando contener la risa.
Negó varias veces.
—Es solo que... estás muy hermosa hija —. Volvió a sonreír y tendió su brazo hacía mi — ¿Vamos?
—Vamos. —Afirmé mientras sentía como los nervios empezaban a hacer acto de presencia.
Al momento en que se abrieron las puertas y comenzamos a caminar por la gran alfombra mis ojos se toparon con su mirada, todo a mí alrededor desapareció, llevándose cualquier rastro de miedo o nerviosismo.
Una dulce sonrisa asomaba en sus labios que, en ocasiones, eran apresados por sus dientes en un tic nervioso. Estaba segura de que él pensaba que iba a salir corriendo de un momento a otro.
Al llegar al altar, mi padre cumplió con la tradición y entregó mi mano al que iba a ser mi esposo.
Liam sonrió ampliamente cuando me tuvo a su lado. Le devolví la sonrisa y apreté su mano para luego girarnos mirando al padre. Apenas presté atención a sus palabras.
—Estás hermosa— dijo haciéndome sonrojar.
Finalmente, el sacerdote llegó a la parte que ambos dábamos el sí.
Nos giramos quedando frente a frente. Pude ver a los chicos detrás de Liam, sonriendo ampliamente.
—Liam James Payne ¿Aceptas como esposa a Brooke Jane Paiks y prometes serle fiel en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, y así amarla y respetarla durante todos los días de...
—Si acepto—. Respondió apresurado interrumpiendo al cura.
Las risas no tardaron en resonar por toda la iglesia, al mismo que sus mejillas adquirían un leve tono rosado que me hizo sonreír con ternura.
Tomó mi mano y deslisó el anillo en mi dedo, para después sonreírme dulcemente.
El sacerdote sonrió, al igual que todos y se dispuso a hacerme la misma pregunta.
—Brooke Jane Paiks ¿Aceptas como esposo a Liam James Payne y prometes serle fiel en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, y así amarlo y respetarlo durante todos los días de tu vida?
—Si Acepto—. Respondí con seguridad.
Liam sonrió ampliamente y tomé su mano para repetir la acción que segundos atrás, él había hecho.
—El señor, que hizo nacer entre ustedes el amor, confirme este consentimiento mutuo, que han manifestado ante la Iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Así yo los declaro marido y mujer.
Un aplauso ensordecedor resonó en la catedral, y todos mis sentidos estaban pendientes de Liam, que ahora era mi esposo.
Con delicadeza tomó mi rostro entre sus manos, y antes de que uniera nuestros labios en lo que sería nuestro primer beso como esposos, posé un dedo sobre los suyos.
— Tengo que decirte algo. — me alejé unos centímetros de su cara y pude ver como la gente dejaba de aplaudir y nos miraba desconcertados. La mirada de Liam no era muy diferente y se le sumaba un rastro de miedo. Me reí suavemente al imaginarme que podría estar pensando.
— ¿Qué pasa? — en su voz se notó el nerviosismo que yo había generado.
— No te asustes, no es nada malo. — dije acariciándole la mejilla para que se tranquilice un poco. — Yo...vos y yo... — ¿porqué no había practicado como decirle antes?
— Vos y yo..¿Qué? Decime amor.
Me giré para mirar a las chicas y me hicieron un gesto de que siga, así que tomé valor y lo solté.
— Vas a ser papá. — me miró totalmente sorprendido y se quedó callado. — Liam, decí algo...
—¿Co..cómo?
— Ehh...no creo que sea adecuado que te explique cómo pasó en la Iglesia. —le dije divertida, para que no lo tomara mal. La gente nos miraba expectantes, esperando poder enterarse porque que tenía que decirle, estábamos hablando en un tono tan bajo que solo el sacerdote, que ahora nos miraba con una sonrisa, podía escucharnos.
— ¿Es enserio?
— Si, vas a ser papa. Estoy de 2 meses. — me miró con una sonrisa radiante y tomo mi cara entre sus manos.
— ¿Puedo ya darte el primer beso como mi esposa y la futura mamá de mis hijos? — asentí con un movimiento de cabeza y posó sus labios sobre los mios, formando así un delicado y dulce beso.
En cuanto nos separamos y giramos mirando a los invitados, se encontraban todos aplaudiendo y sonriéndonos.
— VOY A SER PAPÁ!!! — gritó derrepente levantado los brazos como si estuviera festejando un gol. Todos reimos de la reacción de mi esposo y comenzaron a aplaudir de más fuerte y se escuchaba algún que otro silbido.
Fuera de la Iglesia todos nos felicitaron por ambas cosas, nos tomamos algunas fotos y después subimos al auto que nos llevaría hasta el lugar donde se festejaría la boda.