Temía que ella dijese una palabra más y explotar. Y es que seguía tan divertida, tan preciosa, tan torpe, tan Katrina, que me volvía loco. Y también me volvía loco el hecho de asimilar que ella se había ido, me había dejado y en el fondo ya no era la misma, yo ya no era el mismo, y todo por su culpa.
Volví a casa con Leah sin decir palabra alguna a pesar de todas las preguntas y comentarios que me lanzaba ella, pero dado a que la mayoría de veces se auto respondía a sí misma, no fue de gran problema.
-Sana y salva- fue lo primero que dije después de toda una hora de silencio una vez que entramos a mi casa y ella soltó un bostezo.
-Pero que cansada que estoy... Esa tal Maia sí que me ha hecho sudar con todas esas carreras.
-¿Cuáles? ¿Esas en la que siempre perdías?
Leah me pegó en el brazo y entonces, Tommy entró a casa detrás, como si hubiera vuelto con nosotros.
-Hey, Tom- lo saludé.
-Ustedes no me han visto- dijo él sin devolver el saludo.
-Pero si te estamos viendo justo ahora, tonto- dijo Leah y sonrió maliciosamente-. ¡Abuelo! ¡Abuelo! ¡Tommy ha llegado!
Tom soltó un bufido y corrió hacia las escaleras, pero su papá no tardó de salir de la cocina y detenerlo por el brazo.
-¿Dónde has estado?- le preguntó-. ¿Acaso tienes idea de la hora que es?
-Estuvo con nosotros, Paul- dije yo y antes de que Leah pudiera decir o hacer algo, coloqué una mano en su hombro-. Estuvimos en el Luna Park.
-¿Si?
-Sí- asentí-. Déjalo que ha hecho un gran trabajo ayudándome con esta niña de acá.
-Bueno, solo por esta vez lo dejare pasar- Paul relajó su rostro y se volvió hacia mí-. Tienes una cocina maravillosa, Sam. Gracias por prestarnos tu casa por estos días.
-Cuando quieran.
«No, cuando quieran no» me contradije por dentro y él subió las escaleras con Leah detrás que le había empezado a contar acerca de las atracciones en las que nos habíamos metido. Yo esperé a que desaparecieran de vista para hablar y al parecer, Tommy hizo lo mismo.
-Gracias, Sam.
-Mírame.
-¿Qué?
-Que me mires, Tom- le ordené y él se puso frente a mí.
Entonces tomé su nuca para examinarlo con más detalle y de más cerca, pero él me empujó por el pecho.
-¿Dónde has estado?- le pregunté.
-No te importa.
-Pues esos ojos no te salvaran el trasero como yo.
-Nadie te lo pidió.
-Bien, entonces iré allá arriba y le diré a Paul que has estado...
-No he estado haciendo nada malo, ¿sí? Déjame tranquilo.
Tommy se metió a la cocina y pensé en ir por Lizzie que debía estar con Bea, pero luego pensé en Katrina y en lo triste que se veía al negar el querer a ver a Tommy cuando se lo propuse en el parque de diversiones, que era, en efecto, una mentira.
Pero, así como ella me mintió, yo también lo hice y es que no todos estaban bien.
Tommy no estaba bien.
-¿Ahora qué?- me recriminó él una vez que entré a la cocina-. ¿Vienes a asegurarte que no me esté drogando o cortando las venas, quizás?
-Como si lo fueras a hacer aquí en la cocina.
-Ya, ¿Qué quieres?
-Hablar.
-¿De qué?
-De donde estuviste.
-Estuve con Robbie.
-Tommy.
-¿Qué?
-Robbie está en México de vacaciones con sus padres.
La cara de Tommy empalideció y pude notar como sus ojos se tornaron aún más rojos de lo que ya estaban, entonces se giró dándome la espalda y bastó que yo tocase su brazo como para que el explotara.
Se había puesto a llorar.
-Listo, ¿feliz?
-¿Por qué lo estaría?
-Porque eres igual que todos en esta maldita casa. Pretenden tener una vida perfecta, que todo anda bien y que siempre lo estuvo, pero mírame- él se golpeó el pecho-. Mírame.
-Ven aquí- lo abracé.
-¡No! ¡Quítate!
-No lo haré- lo estreché contra mí con más fuerza hasta que él relajó su cuerpo.
-¿Por qué ahora te preocupas por mí?
-Porque no está bien que un niño de tu edad esté metido en estas cosas- me separé de él.
-No soy un niño.
-Si lo eres. Y puedes hablar conmigo de lo que sea.
-No lo entenderías. Tú ya lo tienes todo resuelto- Tommy me empujó por el pecho-, Bea ya lo tiene todo resuelto, papá también... Incluso Leah que tiene ocho años, pero yo... Yo no tengo ni puta idea de lo que hago en este planeta de mierda.
-¿De qué hablas?
-De que no tengo propósito alguno. Odio la escuela, odio a mis amigos, odio a todos. Y quiero irme, pero cada vez que estoy a punto de hacerlo, llega Ben o llegas tú para salvar el día, pero en realidad, no hacen más que arruinarlo todo.
-Lo hacemos porque no queremos que te vayas, Tom.
-¿Y por qué no?
-Porque te queremos.
-¿Quererme?- Tommy vaciló-. Por qué lo harían si apenas y me ven. Ando encerrado en ese estúpido internado todo el tiempo.
-Porque eres familia.
-Mira que de ti no soy nada. Quizás Ben lo sea, pero tú tan solo has sido novio de...
-Quiero que vengas conmigo mañana.
-¿Qué? ¿A dónde?
-Pues a la clínica.
-No, no, no. No pienso volver con tu amiga psiquiatra esa que anda más suicida que yo, Sam.
-No quiero que la veas a ella, quiero que veas a otra persona que te aseguro, que hace mucho que quiere verte.
-¿Verme? ¿Por qué?
-Ya lo verás. Y hagamos una cosa- aclaré mi garganta-. Si después de mañana, sigues creyendo que nadie te quiere y no sirves de nada, la próxima vez que decidas irte, no haré nada al respecto. En lo absoluto.
Tommy pareció pensársela y después de unos segundos, asintió.
K a t r i n a
A la mañana siguiente, camino a la clínica, Maia vomitó dentro del taxi y gracias al cielo el conductor era un ángel reencarnado ya que en lugar de enojarse o algo, me ayudó a limpiar el desastre y me dijo que no me preocupase, que todo estaba bien.
Y eso era lo único que necesitaba escuchar últimamente y lo más seguido posible.
Una vez en la clínica en el piso de Sam, él mandó a unas enfermeras a tomarle la temperatura y otras cosas más a Maia y le pidió a Mike que fuera con ella, y yo iba a hacer lo mismo, pero él me detuvo.
-Hay alguien en mi consultorio que quiero que veas.
-No... No, Sam- negué con la cabeza con el corazón paralizado, pero él tomó mis hombros y me miró a los ojos, haciéndolo latir ahora como si estuviera en una maratón.
-No es Bea y tampoco es tu papá.
-¿Entonces quién es?
-Solo anda.
Él me giró y me dio el pequeño empujoncito que necesitaba para salir del estado de shock, y caminé lentamente por el pasillo hasta llegar a su puerta que se encontraba cerrada. Entonces toqué la perilla y la giré, pero en lugar de entrar, volteé a mirar a Sam y él me sonrió.
Y aquello me llenó de valor suficiente como para entrar y enfrentarme a lo que sea.
-Sam, no pienso quedarme un minuto ma...- él chico que estaba ahí dentro se calló al verme y quedo perplejo.
Yo tardé segundos, más de los que debí, en reconocerlo y es que el Tommy pequeño que había dejado años atrás ahora estaba más alto que yo. Él se parecía bastante a papá y dado a que tanto Bea como yo habíamos salido a mamá, no parecía si quiera mi hermano. Pero era él, estaba más que segura y me alivió que no se tratase de un sueño cuando el avanzó rápidamente y con determinación hacía mí y me abrazó.
Y aunque yo fui la que quiso levantarlo del suelo como solía hacer cuando era pequeño, él fue el que acabo levantándome a mí.
-Sabía que volverías- me dijo él al separarnos y su voz que ya no era la misma de antes, rompió mi corazón.
-Mírate- tomé su rostro entre mis manos y besé su frente-. Te extrañe muchísimo.
-Y yo. Como no tienes idea- respondió él y sus ojos se cristalizaron-. ¿Dónde estabas? ¿Por qué me dejaste?
-Es una larga historia, Tom, pero debes saber que no lo hice con esa intención, tu eres de las personas que más quiero.
-Pudiste llevarme contigo.
-No... No pude- negué con la cabeza.
-¿Por qué no? En tus cartas dices que te sentías atrapada, que no podías dejar atrás el infierno que viviste. ¿Acaso no pensaste en que yo también estuve ahí?
-Lo lamento tanto, Tommy... De veras que quisiera contártelo todo, pero no puedo ahora. Te prometo que algún día...
-¿Algún día? Han pasado ocho años, ¿Cuándo es "algún día" para ti?
-Cuando seas lo suficientemente mayor para entenderlo.
-Tengo 15, solo tres años menos que tú cuando te fuiste.
-Pronto, ¿sí?
-Solo no lo prometas.
Él volvió a abrazarme y en eso, Sam entró a su consultorio. Yo le sonreí sin soltar a mi hermano que le daba la espalda y ni había sentido su presencia, y le murmuré un "gracias" antes que él volviese a salir y nos dejase solos otra vez a Tommy y a mí.
-¿Cómo estás?- le pregunté al separarnos.
-¿Cómo es que estás aquí?- me preguntó él ignorando por completo mi pregunta y decidí contarle un poco de lo que había sido mi vida en Australia, pues no podía mentirle más.
Y eso hice, tomé mi tiempo y se lo conté con menos detalle y lo más simple que pude, pues, aunque ya era mayor, aún lo seguía viendo como a un niño pequeño y a eso si no me iba a acostumbrar de la noche a la mañana.
-Así que... No volviste porque quisiste, sino por Maia.
-Tommy...
-No, está bien.
-Estoy muy feliz de verte, de veras que sí, solo... No creí que tu querrías hacerlo.
-¿Bromeas? Kat, nunca, pero nunca, he dejado de preguntar por ti. Lo único que tenía era esa carta que me dejaste y la que dejaste a Bea, y a papá y... A Sam- él frunció el ceño-. Alto, ¿Sam y tu...?
-No lo volví a ver hasta hace unos días cuando llegué aquí en busca de su papá. Él me ayudó muchísimo, pero...
-Pero no es que estén juntos otra vez o algo.
-No, no.
-Porque que yo sepa él se va a casar con Lizzie.
Sentí un baldazo de agua fría caer sobre mí.
-Espera... ¿Qué?
-Que está comprometido con Lizzie. Si la conoces, ¿no?
-Sí, si la conozco.
Y las ganas de llorar me invadieron por completo porque ya había procesado el hecho de que estaban juntos y todo eso, pero que ahora me dijeran que lo suyo iba más allá como para casarse, era diferente.
Muy diferente.
Entonces entró ella con Mike, Maia, Sam y otro doctor más al que yo no conocía, y lo primero que hice fue clavar la vista en su mano. En efecto, un hermoso anillo relucía en su dedo anular y el alma se me cayó al suelo, pero no tardé en levantarla y pasar un brazo por los hombros de mi hermano.
-Maia, Mike, este es Tommy, mi hermano- se los presenté, tragándome las mil y un emociones que sentía en ese momento.
-¡¿Hermano?!- exclamó Maia y corrió hacia él para abrazarlo.
-Eh... Hola- le dijo él sin hacer movimiento alguno.
-Wow, pero si no eres el mismo niño de las fotos- dijo ella al separarse y es que como pasatiempo favorito tenía revisar las fotos de mi computadora y entre esas, estaban algunas de Tommy cuando aún era bastante pequeño.
-Soy Mike- él le estrechó la mano a Tommy-. Kat me ha hablado maravillas de ti.
-¿De veras?- mi hermano volteó a mirarme con una sonrisa-. ¿Cómo que era un niño raro que no hablaba?
-No digas eso- fruncí el ceño.
-Lamento interrumpir- habló Sam-. Este es Gregory, médico oncólogo y amigo mío. Él se encargará de supervisar a Maia durante algunas sesiones de quimioterapia y... Y...
-Y es un placer conocerte- Greg me estrechó la mano.
-Soy Katrina- me presenté y él sonrió.
-Sí que lo eres.
Yo solté su mano algo extrañada y volví a mirar a Tommy.
-Entonces... ¿Volverás a casa?- me preguntó él.
-No puedo, Tom. No ahora- negué con la cabeza-. Y tú ya eres un chico grande, prométeme que no le dirás a nadie que estoy aquí, ni a Bea ni a papá.
-¿Es en serio?
-Sí.
-O sea, debo fingir que mi hermana sigue desaparecida.
-Mientras estés con ellos, pero, oye- tomé su mano-. No volveré a irme. No sin ti.
Lo abracé y por un momento sentí que todo estaba bien.
Hasta que pasó el tiempo y este me golpeó con fuerza.