- Llevamos ya la mitad traducida y leída. - Se quejó Dean - No hay nada que nos sirva.
- Por el momento. - le dijo Castiel.
- Si, por el momento.
Dean y Castiel estaban sentados codo con codo en la biblioteca encargándose del diario. Porque Dean entendía que Castiel tenía urgencia con el asunto y él no iba a dejarlo solo.
Pero empezaba a dolerle el culo de estar sentado.
Dean suspiró y apoyó la cabeza en el hombro de Castiel, quien estaba escribiendo según leía enfurruñado.
- Quizás un descanso nos vendría bien. - le dijo Castiel apoyando la cabeza en la de Dean.
- Yo recojo esto, lo que nos faltaba era que se perdieran páginas... Tú ve a buscar una película. - cuando Castiel ya había desaparecido por el pasillo, Dean alzó la voz para continuar-Y si quieres pregúntale a Sam, Gabe y Jack si quieren unirse.
- ¡Vale! - respondió Castiel a lo lejos.
Aprovechando que finalmente estaba solo, Dean siguió con el plan que estaba llevando a cabo desde que empezó a salir con Castiel. Por qué era sorprendentemente difícil estar solo en un búnker gigante con sólo cinco habitantes. Y sí, ya intentó esconderse en el baño, pero Castiel se preocupó tanto por que tuviera alguna enfermedad intestinal que no fue capaz de repetirlo. Castiel le tenía comiendo de la mano.
Por suerte solo le faltaban unos detalles.
Justo cuando terminó sus tejemanejes y se guardó todo en el bolsillo de su pantalón, Castiel le llamó desde la habitación de cine.
- ¡Dean! ¡Ya estamos listos!
- ¿¡Snacks!? - gritó Dean mientras se dirigía hacia el resto.
- ¡Ya tenemos aquí! - le gritó Sam.
- Genial. - murmuró para sí mismo.
Dean llegó y ya estaban todos sentados en sus lugares habituales, Jack y Castiel cada uno a un lado del sofá, dejándolo a él en medio y Sam y Gabriel estaban sentados juntos en otro sofá... Sospechosamente cerca.
Dean, al ver a su hermano contemplando la pared junto con el arcángel, pensó que quizás pasaban demasiado tiempo juntos. Luego, en absoluta sincronía, ambos se giraron hacia él lentamente. Acojonante.
- Okey, dais mal rollo - dijo señalando al par - no hagáis eso de mirarme lentamente.
- ¿Qué? - dijo Sam parpadeando - Oh, no me he dado cuenta.
Gabriel, por su parte le miró fijamente unos segundos más, luego sonrió levemente y miró la pantalla de la TV mientras Jack le daba al play del reproductor.
Dean suspiró y se puso en su lugar, fue sentarse y automáticamente tenía un bol de palomitas en el regazo. La ventaja de su sitio es que tenía a Castiel y a Jack a su lado para explicarles cualquier cosa y hablar en general de la película. Lo malo es que los dos le usaban de mesa, por que su regazo siempre terminaba lleno de comida que no tenía claro cuando había aparecido encima suya. Y debía ser cosa de ángeles, pues Gabriel estaba haciendo lo mismo con Sam. ¿Qué demonios?
Vieron Pesadilla antes de Navidad. No era la favorita de Dean, ni de lejos, pero a Jack le encantaba, quizás se sentía identificado, a saber. El caso es que la veían todos los meses una vez, al menos. Gabriel también se había quedado embobado viendo la película, el único que aún apartaba los ojos de la pantalla y pestañeaba, era Castiel, aunque tampoco parpadeaba mucho.
Sorprendentemente, canción que aparecía en la película, canción que cantaban los tres celestiales al unísono. Dean miró interrogante a su hermano y éste simplemente se encogió de hombros. Era la primera vez que hacían eso.
Cuando terminaron la película, Sam les dijo que él continuaría la invitación junto a Jack. Aunque Castiel insistió en ayudar. Así que Dean, para poder llevar a cabo el plan que tanto tiempo llevaba forjando, tuvo que usar una arma secreta, no tan secreta, de pareja.
- Cass, ¿Podemos hablar?
Las caras de todos, que se giraron a la vez para mirarle como si tuviera la marca de Caín de nuevo, fueron de alarma absoluta, Dean casi se asustó también al ver su reacción. Luego se dió cuenta de que era absurdo asustarse a sí mismo.
- Claro, Dean. - dijo Castiel, manteniendo la compostura.
Cómo ninguno de los sobrantes de movía, Dean se cruzó de brazos y puso mala cara al resto, quienes se fueron de la habitación, balbuceando excusas de por qué debían huir. Aunque Gabriel le echó una mirada asesina antes de cerrar la puerta.
- Madre mía, que difícil es estar a solas contigo cinco minutos. - dijo Dean medio riendo.
Castiel no respondió, solo le observó confundido.
- Okey, bien. Llevamos ya un tiempo saliendo... Y bueno. Tengo un regalo para tí.
Castiel puso cara de sorpresa y luego miró mosqueado a Dean.
- Me has asustado. - se quejó.
- Bueno, lo siento, no sabía cómo deshacerme de ellos. - se defendió el cazador.
Dean empezó a urgar en su bolsillo, para sacar una cajita de bambú, llena de símbolos en enoquiano. Castiel miró con curiosidad la cajita.
- ¡Tachaaan! - dijo Dean sonriente mientras abría la cajita, a lo pretty woman.
Castiel, miró sorprendido el regalo. Era un collar, una fina cadena de metal con un extraño colgante de adorno.
- ¿Qué es? - preguntó Castiel quitando la caja de manos de Dean y leyendo el enoquiano.
- Pues un collar. Uno mágico si lo he hecho bien. Espera.
Dean tomó el collar y se lo puso a Castiel, quien seguía investigando la cajita.
- Okey, ahora hay que probarlo. - Dean se fue y tomó un plato de galletas, galletas que Castiel nunca comía por que sabían a moléculas y se lo acercó a Castiel - Prueba.
Castiel, algo reticente, tomó una de las galletas y dió un mordisco. Sorprendido al instante de saborear la galleta.
- ¡Puedo saborearla! - dijo Castiel sonriendo con la galleta aún en su boca.
Antes de que Dean pudiera celebrar también, fue arrollado por Castiel. Las galletas casi no lo cuentan.
- Entonces funciona, menos mal. Pensé que Rowena iba a odiarme con lo pesado que estaba siendo. - contestó Dean manteniendo el equilibrio entre ellos dos y el plato.
- Por eso me ayudabas a traducir, has estado estudiando enoquiano.
- Si, es bastante raro pero se le coge el tranquillo. Ale, ya puedes atiborrarte a hamburguesas conmigo. - dijo sonriendo y abrazando a su novio.
Ambos salieron del cuarto con la comida sobrante, mientras por el camino Castiel iba probando cosas, a ver a qué sabían.
Cuando los demás se enteraron del regalo, el búnker se llenó de cantidades ingentes de comida, con Gabriel en el centro. Antes de que nadie le dijera nada, se transformó en el genio de Aladdin de nuevo.
- ¿Otra vez? - le dijo Dean vigilando una torre de cajas de dulces de dudosa estabilidad.
- Cierto, ya fui el genio... PUEDO SER POSEIDÓN.
- ¿O podrías quedarte como tú mismo? - sugirió Sam
- Yo mismo no quepo aquí dentro. - dijo Gabriel mirando a Sam como si fuera tonto.
- Me refiero a tu apariencia convencional, la que nosotros conocemos. - explicó Sam pacientemente.
- Pero yo no tengo tema musical. - se quejó Gabriel.
- Canta lo que quieras, pero saca todo esto de aquí, vas a matar a Castiel de exceso de comida. - le riñió Dean.
- Patán, como si eso pudiera ocurrir. Bueno no, que el regalo es bonito y considerado. - se acercó a Dean y le apretujo las mejillas - ¡Qué adorable eres cuando quieres!
Dean solo suspiró y cerró los ojos, concentrándose en que el pequeño ser que le estrujaba la cara no era en realidad pequeño, era un arcángel, su amigo y cuñado. Seguro que Castiel se enfada si lo mata.
- Mírate, controlando la ira. Asombroso. - finalmente, Gabriel dejó la cara de Dean en paz, mirándole orgulloso con los brazos en jarra.
- No me ayudas con eso. - se quejó Dean.
- Si me aguantas a mí, aguantas cualquier cosa. - dijo Gabriel más orgulloso aún.
- Eso, no te lo discuto. - respondió Dean. - Desaparece todo eso, sigamos investigando.
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Dos días después, Sam se levantó tan rápido de la silla que la mandó volando hacia atrás.
- ¡Tengo algo! - gritó a nadie en particular
Al momento de polerón pasos apresurados provinientes de todas direcciones. El primero en llegar fue Dean, respirando con dificultad, seguido por Jack y luego por Castiel, quien estaba llevando arrastras a Gabriel.
- ¿Que... Tienes? Uf - Dean se apoyó en la mesa para respirar.
- ¿Por qué has corrido tanto? - le dijo Jack. - ¿Y por que eres tan rápido?
- Llevo toda, uf, toda la vida corriendo, niño. Es normal. - Dean ya había recuperado el aliento.
- Sam corre menos rápido. - dijo Jack pensativo.
- Si bueno, siempre he sido más rápido. - dijo Dean restándole importancia.
- Eras el que más lejos estaba, con diferencia, y aún así has llegado el primero. - insistió el nefilim.
- Eso no importa, Sam habla de una vez. - le gruñó Dean a su hermano.
- ¿Qué? Ah sí. He encontrado algo, o alguien, que podría ayudarnos.
- ¿Quién? - preguntó Castiel no muy convencido.
- Zadkiel.
- Eso es un ángel. - dijo Dean - Y que yo recuerde, no somos los favoritos desde hace tiempo.
- Es un él, no un eso. Es el arcángel de la piedad, ayudó en la lucha contra Amara, ambas veces. - dijo Castiel - Pero después de eso no se sabe que fue de él.
- No es por ser... Tú sabes. Pero no era que solo había 10 ángeles o así? - preguntó Dean a Castiel.
- Los arcángeles pueden ocultarse de los demás si quieren... - dijo Castiel mirando a Gabriel - Puede que este vivo.
Se miraron todos entre ellos, quedándose todos mirando a Gabriel.
- Por probar. - dijo el arcángel, y se encogió de hombros.
Con eso, Sam escribió una lista de lo que necesitaban para invocar al arcángel y forzar su aparición. Sam sería el que recitaría los versos.
Una vez prepararon todo, aceite sagrado incluido, por si quería escapar o matarlos, Sam se colocó delante del círculo de invocación y fuego, tomó aire para empezar a recitar.
- Zadkiel vee nu nohno kee ah seh peh teh poh ah ma lah deh zod - recitó Sam mirando atentamente al círculo.
Esperaron un minuto.
Luego ese minuto fueron diez.
Y cuando Gabriel y Castiel pensaron que Zadkiel debía de estar muerto, un golpe sonó.
Era Zadkiel, que había caído dentro del círculo malamente, aterrizando de costado sobre un brazo.
- Hay que ver, me cago en la magia. - gruñó el presunto Zadkiel. - Oh, que bien, fuego sagrado. - El hombre se incorporó y miró a los presentes - Y para rizar el rizo, los Winchester, sabía que esa voz me era conocida, Samuel.
Zadkiel estaba en un recipiente masculino, igual de alto que Dean, de tez bronceada, cabello negro azabache y ojos grises. Iba vestido con una sudadera granate, unos vaqueros azules y unas deportivas blancas.
- Hola, Zadkiel. - saludo Castiel poniéndose junto a Sam, al igual que hizo Dean.
- ¿Qué tal, hermano? ¿Ese es Gabriel? - Zadkiel se quedó mirando a Gabriel sorprendido, luego miró furioso a Sam, Dean y Castiel. - ¿Cuál es vuestro problema? ¡Gabriel os ayudó!
- No es lo que crees - comenzó Castiel - nos lo encontramos así. Por eso te hemos traído, por si sabes ayudarlo.
Zadkiel se cruzó de brazos y examinó a los presentes, cuando Jack asomó la cabeza detrás de una estantería, el arcángel alzó las cejas y miró a Gabriel.
- Éramos pocos y parió la abuela, dicen los humanos. ¿De dónde ha salido el niño?
- Es de Lucifer. - dijo Gabriel alentando a Jack con la mano para que se pusiera junto a él.
- Aham, bueno, si está con vosotros no será tan malo. Espero, por favor que no esté chotado de la cabeza como su padre.
- Es un buen chico. - le dijo Dean severamente.
- Okey, como sea. Ayudaré a Gabriel, lo prometo.
- ¿Así de fácil? - dijo Sam incrédulo.
- Que la mayoría de ángeles sean imbéciles no significa que lo seamos todos. -le respondió Zadkiel molesto - Oye, a mí también me dolió que Dios se fuera, pero supongo que fue su forma de intentar que maduremos, eso de abandonar el nido y demás. Pero en vez de independizarnos nosotros de él, fue al revés. - y se encogió de hombros - Luego vino el drama de "papá se ha ido" y os involucraron a vosotros, me disculpo por eso, ya tenéis bastante siendo cazadores como para encima meteros en el apocalipsis. Impresionante lo que hicisteis, por cierto.
Todos se miraron entre sí, algo sorprendidos, el tipo se lo estaba tomando todo bastante bien.
- Le dije a Miguel que se dejara de mierdas y no le gustó, así que me fui. Básicamente para evitar una guerra civil, - miró a Castiel unos segundos de más y tosió un poquito - Miguel siempre ha sido muy apegado a papá, más aún después de lo de Lucifer. Y nunca le ha gustado que le manden, salvo papá, obviamente. En fin eso ya da igual, ¿Qué te ha pasado? - preguntó a Gabriel.
- Me mató Lucifer.
Zadkiel frunció el ceño.
- Pero... ¿Cómo es que estás aquí entonces?
- Esa, es una buena pregunta. - dijo Dean.
Zadkiel inspiró profundamente y se remangó las mangas de la sudadera. Luego miró a Dean y Sam y les señaló el fuego a su alrededor, los hermanos se miraron el uno al otro y finalmente apagaron el fuego.
- No pienso arreglaros el suelo. - dijo Zadkiel saliendo del círculo y acercándose a Gabriel - A ver, veamos si aguantar durante siglos a Miguel y Raphael a dado sus frutos.
Zadkiel hizo que Gabriel se sentara en una mesa y se puso a examinar tanto su recipiente como su verdadera forma. Estuvo inspeccionando a Gabriel durante veinte minutos.
- Vale... La buena noticia es que sé que es la "garrapata". - Zadkiel miró el lado derecho del cuerpo de Gabriel con cara de pocos amigos.
- ¿Qué es? - le preguntó Sam poniéndose al lado del arcángel.
- Es un ente interdimensional. Eh, como ese de los tentáculos. Cathu... Cuchu... No, Cthulhu.
Todos le miraron alarmados.
- ¿Qué? ¡Sácamelo! - Gabriel empezó a ponerse nervioso.
- Eh, eh. Cálmate, así no conseguirás nada. A ver, este ser quiere usarte de portal para llegar aquí, así que no debería tener ni la mitad de su poder. Todavía.
Zadkiel se sobó la frente preocupado. Se quedó callado mirando a Gabriel, con cara de preocupación.
- Bueno, a vosotros dos, - dijo señalando a Castiel con una mano y a Jack con la otra - puedo ayudaros ahora, seguramente. Al menos eso creo.
- ¿De verdad quieres ayudarnos? - preguntó Jack
- Soy el arcángel de la benevolencia, la libertad, la misericordia y patrón de aquellos que perdonan. Si yo no perdonara ¿Quien lo haría? insisto en lo de la libertad... - miró a Castiel y a Gabriel y les sonrió - Además, tú no has pedido nacer, y Castiel se ha visto envuelto en una serie de acontecimientos desafortunados, podríamos decir. Que yo me haya ido del cielo por no aguantar a Miguel no significa que no esté al tanto de las noticias.
Todos miraron sorprendidos a Zadkiel.
- He de admitir que es bastante triste la imagen de los ángeles que tenéis, aunque por otro lado es comprensible. - continuó hablando el arcángel.
- ¿Puedes conseguir un alma para Jack? - preguntó Castiel
- Bueno, al ser medio humano, necesita su alma para que haga de conciencia, sin embargo, podemos buscar un sustituto. Lo tuyo es lo más fácil, Castiel.
Sin decir nada más, Zadkiel se giró hacia Castiel y le puso los dedos índice y corazón de ambas manos en las sienes, después los ojos de ambos empezaron a brillar. Durante unos minutos, nadie se movió ni dijo nada, hasta que Castiel inspiró con fuerza y mostró sus alas.
Era incluso mejor a la primera vez que se apareció ante Dean, estaba bastante cerca de la vez que resucitó y Dios lo devolvió a la vida siendo un Serafín.
Castiel, sorprendido, se miró a sí mismo y sonriente miró a los demás. Zadkiel por su parte, resopló cansado y se sentó en la silla más cercana.
- Bueno, una cosa menos. - dijo con tono agotado.
- Muchas gracias hermano - Castiel, sin pensárselo dos veces, abrazó a su hermano, quien primero puso cara de extrañeza, luego le devolvió el abrazo, aún algo extrañado.
- Si, de nada. Para eso estamos. A ver, os explico el tema de Jack. Por qué imagino que lo de sustituto os ha sonado regular.
- Pues, si, la verdad. - dijo Dean sentándose en la misma mesa en la que estaba Zadkiel.
Antes de que Zadkiel comenzará a explicar su plan, Gabriel se puso tieso y se desplomó en el suelo, tieso como un cadáver, automáticamente todos fueron a ayudarle.
El que llegó antes fue Zadkiel, quien le sujetó los brazos justo cuando Gabriel empezó a convulsionar.
- ¡Jack, Castiel! ¡Ayudadme a sujetarlo, uno la cabeza y el otro las piernas! Vamos a ponerlo de lado.
Con sumo cuidado y luchando contra las sacudidas de Gabriel, los tres consiguieron sujetarlo y que se quedará de lado. Mientras que los Winchester observaban sin saber que hacer.
- ¡Winchesters! Mientras lo sujetamos necesito que pinteis unos símbolos en su piel, con sangre a poder ser, sellos de protección ¿Los conocéis? - preguntó Zadkiel esforzándose en mantener el tronco y brazos de Gabriel quietos.
- ¡Si! - dijeron los dos al unísono.
- Vamos a recitar nosotros mientras, kah hee deh rah beh voh ta mo en. kah hee deh rah beh voh ta mo en. - Decían Castiel y Zadkiel.
Después de 15 minutos sujetando recitando y pintando. Las convulsiones cesaron de golpe. Se miraron unos a otros y Zadkiel negó con la cabeza.
Una risa siniestra salió de Gabriel.
Para Rowena, mi bruja favorita.
Para Arthur, un hombre de letras que demostró ser honorable.
¿Sabéis lo difícil que es encontrar a un ángel que no esté muerto en Supernatural?