Yo Te Conozco

By alxnis01

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Somos el resultado de la internet. Y así mismo como todo pasa en nuestras pantallas, también nos enamoramos. ... More

Sinopsis
|01|Seven
|02|Cautivos
|03|Amor
|04|Adictos
|05|(Des)conocido
|06|Diez
|07|Refresco
|08|Perdición
|09|(Im)perfecta
|10|Sentimientos
|11|(Des)ilusión
|12|Triste
|13|Destinados
|14|Casualidad
|15|Disfraces
|16|Invitación
|17|Llamada
|18|(Im)perfecto
|19|Cenicienta
|20|Súper Mario
|21|Deseo
|22|Música
22-[letra]
|23|Detalles
|24|Inferior
|25|Confundido
|26|Desafío
|27|Peces gordos
|28|Identidad
|29|Fiesta
|30|Disculpas
|31|Apestosa
|32|Muy tonto
|34|Trabajo
|35|Mentiras
|36|Consejo
|37|Lluvia
|38|Amigos
|39|Traición
|40|Rotos
|41|Pánico
|42|Ausente
|43|Ruptura
|44|Gordiver
|45|Adefesio
|46|Sufrimiento
|47|Prófugos
|48|Desaparición
|49|Merecer
|50|Discurso
|51|Dolor
|52|Irreversible
|53|Soltar
|54|Vivir
|Epílogo|
|Extra 1|

|33|Magia/trucos/miedos

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By alxnis01

La regla de Gina

Para entender la regla de Gina, tendría que partir explicándoles desde el principio. Desde el día de mi nacimiento.

Rusher David McCarthy Belloni.

Hijo mayor de dos personas que no se amaban y que en una noche de fiesta engendraron a un niño no deseado. Crecí toda mi vida con mamá recordándome que le había arruinado la vida, y con un padre que solo estaba en casa porque no tenía de otra. Recibía golpes constantes por parte de mi madre cada vez que yo hacía algo que la molestara. Y mi padre, prefería beber hasta perder la conciencia solamente para que yo no le hablara sobre mis problemas. Nunca me dejaban salir de casa, ni tampoco tener amigos. Mis horarios de comida eran estrictos y mi forma de pensar se fue forjando a la semejanza de mi mamá.

Cuando entré a pre-kinder fue la primera vez que conocí que existían más niños además de mí. Pero por desgracia, ninguno de ellos había tenido el interés más mínimo de querer ser mi amigo. Supongo que era porque era muy pequeño a mis cuatro años, y mi apariencia dejaba mucho que desear. Mi madre nunca se había preocupado mucho por mi higiene. Y donde era mi primera vez fuera de casa, no tenía la menor idea de como tratar con niños de mi edad.

Pasé una semana así, tímido y asustadizo. Cuando los niños se ponían a jugar o cantar, yo me sentaba cerca de ellos para intentar aprenderme esas canciones bonitas que ellos se sabían de memoria. En ese momento yo no comprendía porque era tan distinto.

Salimos al último recreo de ese día. Una chica morena y con muchos puntos en su cara se había puesto a invitar a todos a jugar con ella a algo que acababa de inventar. Les daba la mano a los chicos más solitarios y los hacía formar un circulo. Todos aplaudían viéndola pasear de un lado a otro mientras que ella reía y cantaba.

Y de pronto, se acercó a mí.

Me dio un buen susto cuando la vi acercarse, así que me di la vuelta dispuesto a correr pero choque con la pared que había allí y mis lentes cayeron al suelo.

-¿Tú eres Rusher? -Me preguntó mientras me recogía los lentes. Yo asentí con timidez y ella entrecerró sus ojos-, ¿Sabes hablar?

-Sí.

-Mi nombre es Gina -Me entregó mis lentes con una sonrisa que me había hipnotizado desde el primer segundo-, ¿Quieres venir a jugar?

-Yo no sé como hacerlo.

-Puedo enseñarte -Aseguró. Había una confianza indudable en ella misma y un espíritu de liderazgo al que todos cedían-, O podríamos jugar a otra cosa que si sepas.

-Yo no sé jugar...

Gina no comprendía muy bien mi situación, pero nunca me dio la mirada de bicho raro que hicieron los otros. Porque Gina era buena, era noble y había pura bondad en sus acciones.

-¿Qué pasa? -Preguntó otro chico que acababa de llegar. Él se parecía a mí. Su cabello era bien corto y usaba unos anteojos azules muy bonitos-, ¿Acaso no jugarán?

-Él es Rusher -Dijo Gina para poder presentarme ante aquel muchacho-, Es algo tímido.

-Yo soy Federico -Se presentó y me dio una pequeña palmada en la mejilla. Luego se giró hacia el resto de nuestros compañeros y les gritó-, ¡Vengan todos a conocer a Rusher!

Sentí que me faltaba el aire cuando esos cuarenta niños se acercaron corriendo a toda velocidad. Empezaron a decir sus nombres y a tironearme para ir a jugar. Estaba teniendo un ataque de pánico, hasta que Gina me dio la mano y me salvó de ese desastre.

-No tengas miedo -Me dijo-, Ellos son amigos. Son gente buena que no hace daño.

-Amigos -Repetí yo, más calmado.

-¿No sabes lo que es eso? -Se sorprendió y luego le restó importancia-, Está bien que no sepas. Yo tampoco lo sé todo -Me sonrió nuevamente y yo la imite-, Nosotros podemos ser amigos.

-Amigos -Repetí otra vez mientras que nos dábamos las manos.

Llegué a contarle ese día a mi madre lo que había aprendido. Le conté que tenía un amigo que se llamaba Gina. Mi madre me llamó estúpido y me dijo que si era mujer se le decía amiga. Y también me dijo que para triunfar en la vida tenía que conseguir mas de esas.

Pero para mi, Gina era única.

No me despegaba de ella en los recreos, y para suerte mía también nos sentaron juntos en las clases junto a Ashley y Federico. Gina poco a poco me fue conociendo y no pude evitar contarle hasta el más mínimo detalle de mi vida. Así que ella, comprendiendo eso, me ayudó a conocer muchas cosas. Fue mi maestra del mundo y de las cosas que se podían aprender estando encerrados en un colegio.

Pasando los años nos hicimos muy buenos amigos. Gina me contó que ella nunca había conocido a su padre, pero que su mamá salía a diario a buscarlo y eso la hacía muy feliz. Tenía mucha esperanza de conocerlo, aunque aquello se iba debilitando cada vez más hasta que llegó un día en que se había tirado a llorar en mis brazos.

-Mi madre se ha ido -Me contó con el corazón hecho trizas-, Me ha dejado viviendo con mi abuela y ella dice que posiblemente no vuelva.

Yo no supe que decirle. No tenía idea de lo que era perder algo cuando en toda mi vida nunca había tenido nada más que a ella. En ese momento solo podía abrazarla y hacer mi mayor esfuerzo para intentar ponerme en su lugar.

Federico al verla abrazada a mí, no dudó en acercarse y ver que ocurría. La arrancó de mis brazos y le acarició la espalda diciendo que todo estaría bien. Y tan pronto como hizo eso, todo el resto de compañeros se empezaron a acercar para decirle lo mucho que lo sentían.

Y hasta Oliver, quien era el niño nuevo ese año, fue capaz de decirle a Gina que las cosas se solucionarían.

Yo estaba locamente enamorado de Gina, era su mejor amigo, pero la timidez seguía siendo mi peor desgracia. No podía acostumbrarme a nadie más que no fuera mi pequitas, y ahí fue la primera vez que sentí miedo. No quería perderla. No podía perderla.

Federico se había acercado a mí días después de ese acontecimiento. Nadie se acercaba mucho a mí cuando estaba solo, así que se me había hecho raro en un principio hasta que me dijo lo que me iba a pedir.

-¿Puedes decirle a Gina que me gusta?

-¿Por qué yo?

-Tú eres su mejor amigo, eso me dará mayores posibilidades con ella.

A Federico le gustaba Gina. ¡A todos le gustaba Gina! Porque Gina era perfecta, ella tenía todo lo que uno podía querer para ser feliz. Su sonrisa era capaz de iluminarte la vida y no había niño en este mundo que pudiera resistirse a sus encantos. Ella era capaz de unir hasta a los peores enemigos. Ella era pura magia.

Y mamá siempre me decía que la magia era puro truco.

La magia solo existía para hacer creer a las personas cosas que no eran. Solo un vil engaño que merecía ser descubierto. Todos merecían saber el secreto de Gina, lo más oscuro que había en su alma. Pero como Gina era pura luz y no tenía ningún secreto oscuro, a mí se me ocurrió crearle uno.

El rumor de Gina; en quinto básico se me ocurrió la tonta idea de decirles a todos que Gina tenía VIH+ y que nadie debía de acercarse a ella porque era contagiosa. Todos me hicieron caso porque a esa edad no tenían idea de que esa enfermedad no se contagiaba por contacto físico o por respirar el mismo aire que esa persona. Eramos todos unos tontos. Nadie se acercó a Gina desde entonces, y todos la señalaban como Gina la apestosa.

Con eso logré que Federico y todos sus enamorados se alejaran de ella. Logré que todos le dieran la espalda. Logré quedar como un héroe que los había salvado de la peste.

-Gracias, Rusher, todo esto sería un desastre sin ti.

-Gracias, Rusher, ahora todos estaremos a salvo.

-Eres de lo mejor, ¿cómo nunca nos dimos cuenta?

-¿Quieres sentarte con nosotros hoy?

-¡Mi amiga dice que le gustas!

-Te queremos mucho.

Todos esos comentarios comenzaron a alimentar mi ego. Porque si bien Gina había logrado integrarme al mundo, aquel rumor fue mi pase vip para ser adorado sin mayor esfuerzo. Había alcanzado la gloria, y había tanta gente que quería hablarme que logró distraerme de los problemas en mi casa. Ya nunca más me sentiría triste. Ya nunca más me sentiría ignorado.

Y desde ese momento todos amaron a Rusher.
Y todos odiaron a Gina.

Cuando empezamos a crecer, empezamos a ponerle otros tontos defectos. Y siempre la molestábamos hasta dejarla llorando.

Pero para mí, Gina Pavardi era la muchacha más bellas de todas.

Cada mañana nos juntábamos diez minutos antes de la primera clase bajo la escalera que estaba al frente de la biblioteca. Y al finalizar el día, nos íbamos caminando juntos, lento y sin que nadie nos viera.

-¿Sabes cuantas pecas tienes?

-Muchísimas -Respondía.

-Y muchísimo te quiero.

Ella me miraba completamente sonrojada, sin tener la menor idea de que había sido yo el tonto que esparció el rumor al que su cabeza atormentaba.

-Eres un gran amigo, Rusher. Si no estuvieras conmigo yo no sé que hubiera hecho...

-Siempre podrás confiar en mí, dulce Gina.

Era ingenua de cierto modo. Pasaron tres años en los cuales mantuvimos nuestra amistad en secreto. Mi popularidad estaba por las nubes y todos me adoraban, hablaban de mí en cada rincón.

-Eres tan feliz con ellos -Me decía-, que no me gustaría que nos vieran juntos, porque entonces te sentirías igual que yo y tú eres muy bueno, mereces que te quieran.

Gina se esforzaba por darme una sonrisa, aunque había una pequeña parte de ella que me hacía creer que siempre supo que había sido yo quien provocó todo, pero que nunca quiso aceptarlo, porque era yo también lo único que ella tenía en esos momentos.

Un día de noviembre, cuando estábamos en octavo básico, teníamos clase de natación. Nosotros llegamos diez minutos antes, como acostumbrabamos a hacer. Y en uno de esos tantos temas que hablábamos, salió uno de mi especial interés.

-¿Nunca has dado un beso?

-¿Cómo podría si a todos en este colegio les doy asco?

-A mi no -Reconocí y tomé su cara entre mis manos-, Ni siquiera un poquito.

-Rusher... -Susurró. Pero después de que yo tomara la valentía, sus palabras se quedaron cortas cuando le di un beso tierno en los labios.

Ese había sido mi primer beso. Nuestro primer beso.

-Me gustas mucho, dulce Gina.

-Dulce Rusher -Dijo sonriendo.

Y en ese momento, apareció todo el curso en manada. Ellos me vieron muy cerca de Gina, y Federico fue el primero en sospechar lo que acababa de ocurrir. Inventé un millón de escusas en ese mismo segundo del por qué estábamos tan cerca, pero todo se me salió de las manos cuando terminé confesando frente a la misma Gina que yo había sido el culpable de que todos fueran tan malos con ella.

-¿Cómo fuiste capaz? ¡Les inventaste a todos una mentira!

Todos se quedaron en silencio aguardando atentos por mi respuesta. Y si bien todo esto había comenzado por el miedo de perder a Gina, ahora lo único que me aterraba era perder el cariño y admiración que había ganado.

-No del todo -Contesté sin siquiera mirarla a los ojos-, Eres una peste, Gina Pavardi. Tu piel se parece al popó que hace mi perro. Tu cabello es tan feo y opaco que ni siquiera un pájaro lo consideraría un buen nido. Da asco hablar contigo porque tu solo aliento es apestoso. Y tus pecas... me dan hasta ganas de vomitar.

Todos comenzaron a reírse y a echarme ánimos, mientras que Gina se acercaba a mi llorando sin consuelo. Federico aprovechó esa oportunidad y fue corriendo en contra de Gina haciendo que ambos cayeran a la piscina. Pasaron unos pocos segundos cuando ambos asomaron su cabeza por sobre el agua, y ella aún más enfurecida le pegó una cachetada.

-¡Estúpido pez gordo! -Exclamó y eso provocó que todos comenzaran a reír fuertemente.

Y así, empezaron a saltar de a poco a la piscina. Los que habían saltado primero, aplaudían mientras que los que estaba afuera se iban uniendo en ella chapoteando agua para todos lados. Y ni cuenta me di cuando Gina había llegado al lado mío nuevamente.

-¡Todos ustedes son unos estúpidos! -Las lagrimas en su cara ni siquiera se podían distinguir-, Y tú, Rusher, tú eres el pez mas gordo de todos.

El significado que se le daba a los peces gordos es que eramos pesados, y que pese a saber nadar nunca seríamos nada sin estar en lo bajo. Eramos unos patanes y todos lo sabíamos, pero sonreíamos de igual modo viendo como la persona que había ayudado a todos, ahora estaba destrozada.

-Es todo un honor para mí -Hice una falsa reverencia ante ella que fue suficiente para llenarla de rabia.

Me empezó a golpear en el abdomen repetidas veces hasta que caí de espaldas contra la piscina. Estando allí abajo dejé salir las lagrimas de la culpa y para cuando volví a asomar mi cabeza a la superficie pude ver la preocupación en su cara.

Porque Gina podía estar con el corazón roto por tu culpa, pero aún así nunca te desearía ningún mal.

Lo que ocurrió aquella tarde en la piscina dio mucho de que hablar, pero al final de cuentas nosotros quedamos como unos campeones. Nos habíamos convertido en los más cabrones del colegio. Y el no acercarse a Gina fue automáticamente una regla que todos aceptaron, e incluso, la misma Gina quien advertía a los chicos nuevos que se sentaban con ella que mejor no lo hicieran.

En primero medio, dividieron el curso en dos. Camila y Marla llegaron ese año. La primera se sentó con Gina durante una semana hasta que la cambiaron de salón y ahí se enteró de todo el tema de Gina y decidió darle la espalda.

-Nadie se arriesgaría a perderlo todo por ti, Gina.

-Y no los culpo, es mejor que me odien a que sean odiados conmigo.

Por eso siempre me he dicho que Gina es demasiado buena para este mundo. Ella nunca mereció ser tratada como una basura. Ella se merecía lo mejor del mundo, porque ella era lo mejor del mundo.

O lo era, hasta que yo se lo arrebate todo.

Sus notas desde primero medio en adelante fueron un total fracaso. Antes me pedía ayuda a mí cuando nos juntábamos a escondidas, pero cuando se enteró de todo no volvió a dirigirme la palabra. Mi sola presencia la irritaba.

En segundo medio Ivar, mi hermano, cumplió sus ocho años. Recuerdo que esa fue mi gran escusa para acercarme a ella después de un año entero en que solo la miraba de lejos y la humillaba con tontas bromas en publico.

-Ivar cumplió ocho años -Le conté emocionado-, Y mis padres volvieron a separarse.

-Felicidades a tus padres -Respondió con simpleza-, Solo espero que esta vez sea definitivo y así no cometan el error de criar a un niño sin amor.

-Ivar me tiene a mí.

-¿Y eso debería ser bueno? No puedo esperar mucho de una persona que destruyó una vida que no era suya.

En tercero medio Amori llegó al colegio. Se enteró desde un principio de lo ocurrido con Gina, y no tardó en ir hacia ella, espiarla en secreto y jugarle bromas para ganarse un buen lugar con los peces gordos. Yo me daba cuenta de que le prestaba demasiada atención como para solo querer humillarla, así que me dediqué a ganarme su confianza. Intenté decirle que dejará a Gina, que buscara otras opciones, pero él aparentaba estar seguro cada vez que se acercaba a ella.

Y este último año creí que por fin lo había superado. Conocí a seven por internet y sentí una conexión similar a la que sentí con Gina en un principio. Creí que podría dejarla ir, que podría dejar de atormentarla y que Amori podría ser digno de su amor...

Me había rendido con ella.

La noche del baile me junté con seven dispuesto a dejar fluir mis sentimientos. Pero cada actitud que ella tenía me recordaban a Gina. La forma en que hablaba, como se expresaba y hasta la calidez al momento de tomar sus manos. Al pensar en seven solo podía imaginar que era Gina quien estaba bajo esa misteriosa chica. Era como si la vida me estuviera dando otra oportunidad con mi pequitas.

Pero cuando volví a la realidad con Gina en el final de la fiesta, ella volvió a plantarme unas cuantas verdades a la cara.

Y la verdad es que soy un tonto.

La verdad es que me gusta Gina. Siempre me ha gustado Gina. Y tras trece años de habernos conocido recién me vengo a dar cuenta de que ella es lo único que motiva mi vida.

Estoy locamente enamorado de ella.

Así que ahora, dejando atrás la regla de Gina, espero ser ese rayo de luz en su oscuridad.

Quiero ser pura magia en su vida.

Sin trucos.

Sin miedos.

. .
¡La regla de Gina!
¿Les ha gustado?
Voten, comenten, y tomen agüita.

¿Qué piensan ahora de Rusher?
¿Merece acaso que lo perdonen?
¿O Gina debería cobrar venganza?😈

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