–Wanda, ¿has visto el apio? –pregunté.
Los chicos habían preparado un pastel de carne y a nosotras nos tocaba la ensalada.
–¿Lleva apio? –preguntó Wanda
–Es una ensalada Waldorf así que sí –respondió Nat.
–Bueno, pues no nos queda, tendrá que ser una ensalada Waldorf sin apio –el acento marcado de Wanda hizo que sus palabras parecieran mas duras de lo que eran.
–Chicas –Sam llamó nuestra atención desde el sofá –tenemos hambre.
–Después del desastre que habéis organizado para hacer un simple pastel de carne, lo último a lo que tenéis derecho es a decirnos cuanto tardar –Nat le tiró un paño húmedo a Sam.
–¡Estábamos enseñando a Steve a cocinar! –dijo Rhodey divertido
–Sí aun no entiendo como ha podido vivir solo todo este tiempo –dijo Sam logrando que Steve se riera
–Seguro que le ha sido muy fácil evitar el contacto humano –comenté en voz baja, solo Wanda y Nat me escucharon.
Desde que habíamos dormido juntos, hace casi un mes, Steve intentaba mantener distancias conmigo, de hecho, lo más próximo que habíamos estado era en las comidas, donde se sentaba a mi lado. Ya ni me daba besos en la frente.
–Bien, vamos a comer –dijo Wanda cogiendo la ensalada y llevándola a la mesa.
–Por fin –dijo Sam ganándose una mirada de odio por parte nuestra.
La cena transcurrió con tranquilidad, cada uno aprovechaba para sacar algún tema trivial, algo que les evadiera de sus responsabilidades.
Cuando terminanos de comer, nosotras recogimos la mesa mientras que los chicos se encargaban de limpiar el desastre que habían ocasionado horas antes en la cocina, después, íbamos a jugar a las cartas todos juntos en el salón, pero yo no tenía ganas.
–Chicos –me acerqué a la cocina –yo me voy a descansar, buenas noches.
–¿No te quedas? –preguntó Rhodey.
–Deberías –dijo Sam –vamos a desplumar al abuelo, digo... a Steve –reí ante su comentario ganándome una mirada de Steve. La primera en todo el día.
–No de verdad... estoy realmente cansada, buenas noches –dije sin mirar a Steve
–Tío, estás en un buen lío –el comentario de Sam fue lo último que escuche antes de salir de la cocina. Una vez en mi habitación solté un sonoro suspiro.
No entiendo a Steve. Según Wanda aquel día sintió deseos carnales por mí, por lo que salió de la habitación. Supuse que estaba avergonzado, no era en lo que nos habían educado, pero no entiendo cómo ha estado un mes sin hablarme, se supone que somos pareja y él me trata como a una recién conocida.
Estaba divagando, a la vez que me ponía un pijama, que consistía en un camisón de tirantes de seda, cortesía de Tony, a juego con una bata del mismo material. Algo que tenía que concederle a esta época es que la ropa era muy bonita.
Salí de mi trance cuando tocaron en la puerta, por suerte le había puesto el seguro.
–Eliza, soy Steve, abre por favor –escuché que decía detrás de la puerta.
–No puedo estoy en pijama y, basándome en experiencias anteriores, no querrás verme así.
–Eso me lo merezco –respondió.
–Y tanto que te lo mereces, llevas un mes sin apenas hablarme Steve, casi ni me miras.
–Por favor, abre para que hablemos, no quiero tener que hablarle a la puerta –después de pensarlo unos segundos me puse la bata encima del pijama y le quité el seguro a la puerta.
Lo primero que hizo Steve nada más cerrar la puerta tras él, fue analizarme. Tanto el camisón de tirantes, como la bata, me llegaban por encima de las rodillas y pude ver como su mirada se perdía en mis piernas. Hace un mes me habría gustado, ahora solo me enfada, por lo que crucé mis brazos en un intento por parecer más enfadada de lo que estaba en esos momentos.
–Quiero disculparme –Steve tragó saliva antes de continuar –me porté como un imbécil.
–Dime algo que no sepa Steve.
- Quiero explicarte qué pasó - Steve se mantenía cerca de la puerta, seguía alejándose de mi
–No necesito que me expliques, sé lo que pasó, no soy tonta Steve –era cierto que, técnicamente, no llegué solita a la conclusión, pero eso no tenía por qué saberlo.
–¿Cómo? créeme no tienes ni idea –respondió en voz baja.
–Ah ¿no?, ¿no saliste de mi habitación porque empezaste a sentir deseo por mi cuerpo Steve? –el aludido abrió los ojos todo lo que pudo y asintió con la cabeza baja –no sé que crees que pasa por mi cabeza, pero eso no es algo que me disguste, somos adultos y estamos enamorados, es lógico tener ese tipo de deseos –Steve me miró sin creerse mis palabras. –pero lo que no voy a pasarte es el hecho de que hayas estado alejado de mi durante un mes sin siquiera mirarme
–No es fácil para mi gestionar este tipo de sentimientos, pensé que te sentirías incómoda si te llegases a enterar de lo que ocurrió –Steve mantuvo su vista en mis piernas.
–¿Y por qué tanto tiempo Steve? estamos hablando de un mes –pregunté en voz baja.
–Porque cada vez que estaba cerca de ti no dejaba de pensar en esa mañana y volvían mis deseos, lo último que quería era incomodarte y no sabía cómo sacar el tema.
–¿Y por qué es tan malo sacar esos deseos a la luz? ¿tanto te incomoda ese aspecto? –estaba dolida y eso se reflejaba en mi voz que salió ahogada en un intento de contener las lágrimas. Steve al verme así se acercó y tomó mi cara entre sus manos
–Jamás dudes de mis sentimientos por ti, seas cuales sean, daría cualquier cosa por estar unido de todas las formas posibles Eliza –Steve tomó aire antes de continuar –es solo que... me gustaría... poner un anillo en tu dedo antes de dar ese paso –habló tan bajito que pensé que había oído mal.
–¿Quieres casarte conmigo? ¿desde cuándo? –hablé en el mismo tono que él.
–Desde 1944.
–¿1944? no pensé que... –mis palabras desaparecieron cuando vi que se arrodillaba y sacaba un anillo del bolsillo de su chaqueta.
–Compré este anillo en 1944, no es de oro, es de un metal simple, no es el anillo que te mereces, pero cuando lo vi pensé que solo había un lugar en donde quedaría bien –tomó aire antes de continuar –quiero todo contigo Eliza, lo quiero desde que me di cuenta de que estaba totalmente prendado de ti, eres mi luz, eres mi corazón... así que, ¿me concederías el honor de ser mi esposa?
El tiempo se detuvo ante la pregunta de Steve. Siempre supe que sería él el padre de mis hijos, mi marido, pero jamás imaginé que se iba a declarar tan pronto y de esta manera. Aunque, sinceramente, solo había una única respuesta correcta a esa pregunta.
–Sí –respondí conteniendo las lágrimas –rotundamente si.
¡Hola! este capítulo es de los más cortitos... pero lo tenía escrito desde hace tiempo y como no he tenido tiempo para añadir nada más, prefiero publicarlo ahora.
Me gustaría aclarar una cosa... se supone que actualmente la historia está entre "la Era de Ultrón" y "Civil War", pero como comenté en algún capítulo anterior (de este libro o, de la primera parte) este libro estará narrado casi al 90% desde el punto de vista de Eliza, me gustaría poder tener la capacidad de narrar las escenas de peleas épicas, pero como sé que no les haré justicia, lo más probable es que las escenas "importantes" de la película no aparezcan, o únicamente salgan mencionadas.
¡Muchas gracias por leer y feliz semana!