Último Trapecio En El Fin Del...

By Marvelera2001

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U.T.E.E.F.D.M -Primera Parte- Estaba harta de ir por la vida con su traje azul lleno de distintos tipos de sa... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capitulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capitulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capitulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93

Capítulo 24

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Capítulo XXIV:
Deberías Encontrarte


Por la mañana...

Y con un breve intercambio de palabras, supe que todo se habia ido a la mierda.

—Es el único modo. —Remarcó Rick, mirándome a los ojos. —Nadie más lo sabe.

Sabía lo que Rick estaba haciendo. La culpa lo estaba carcomiendo, y buscaba nuestro apoyo para aliviarse, pero yo no sabía qué tanto aprobaba la propuesta.

No estaba de acuerdo en entregar a Michonne al Gobernador, porque era obvio lo que un tipo como él haría: La mataría, pero no sin antes torturarla de mil maneras posibles.

Y no, definitivamente no estaba de acuerdo con esto.

Y algo peor es que Hershel, aquí presente, también parecía conforme con la decisión de entregarla.

—¿Vas a decírselos? —Pregunté.

—Cuando ya esté hecho. —Me contestó.

Giré levemente mi cabeza y miré a traves del alambrado. En el patio, Michonne, Neferet y Carl parecían divertirse. Estos ultimos dos peleaban con palos como si fueran espadas, y la morena reía como no la había visto hasta ahora.

Neferet le tomó tanto cariño... ¿sería capaz de mirarla luego de ocultarle algo así?

—Debe ser hoy. Sin alboroto. —Continuó Rick.

Sentí un gran malestar al oír eso.

No digo que él no sintiera nada con esto, pero... parecía firme en haber tomado esta decisión.

—¿Tienes un plan?—Indagué. Él asintió:

—Lo llamaremos para hablar. Lejos de los demás. 

No, no podemos...

—Nosotros no somos así. — Me mostré en desacuerdo y sentí cierta desesperación de su parte.

—Pero haciendo esto, evitamos una lucha. No muere nadie más. 

Bajé la mirada al ver que esto era inevitable. Sé que Rick hace esto por todos nosotros, sus hijos especialmente, pero estábamos a punto de sacrificar a una mujer por una mísera certeza.

Pero comprendí que nada iba a frenarlo. Ni siquiera yo.

—De acuerdo... —Dije, rendido.

—Necesitamos de alguien más.

Capté su indirecta.

—Hablaré con él. —Propuse.

—Yo lo haré.

—Te acompaño. — Dije entonces.

—No. Quiero hacerlo solo...

[•••]

Cuando Rick entró al pabellón donde tenían a Merle encerrado, no pudo evitar sentirse extrañado al ver el desastre en los pasillos, repleto de trozos del relleno de las colchonetas de las literas. Tras avanzar y llegar al segundo piso, alcanzó a ver el causante de dicho desastre.

—Buscó una distracción. — Se excusó Merle, mientras escarbaba las colchonetas de la litera con la cuchilla de su "prótesis". —La mejor droga que probé estaba en un colchón. —Continuó. Al ver que no había nada, descontinuó su actividad y se recargó la pared más cercana. —Nada. Por lo visto nadie se divertía aquí.

Pero Rick no tenía tiempo para más juegos.

—Necesitamos tu ayuda. —Fue al punto. —¿Sabes por qué haces las cosas que haces? ¿Por qué tomas esas decisiones? — Planteó. Merle quedó en completo silencio. —Si llevamos a Michonne con el Gobernador, Woodbury nos dejará en paz.

Interesado y algo sorprendido, Merle se incorporó y caminó hacía él.

—No me gusta, pero es lo que debemos hacer. —Continuó el sheriff. —Debemos hacerlo sin alboroto. Necesitamos tu ayuda.

[•••]

Luego de que Rick se marchara, Hershel y yo nos quedamos mirando detras de la valla, donde Neferet y  los demás jugueteaban.

—No estás de acuerdo. —dijo Herhel.

—Tú tampoco.

—A veces hay que tomar decisiones difíciles. A veces debes quemar la cosecha para que vuelva a crecer.

Volví a mirar a Neferet, ahora tumbada en el suelo mientras Carl fingía victoria por haberla derrotado en su pelea con palos.

Hershel rió un poco, mirando lo mismo que yo.

—No sé que sea lo que esté pasando entre ustedes...— comenzó. Lo miré.

—Nada pasa entre nosotros.— me escudé.

—Repito: —dijo con autoridad. —no sé lo que pasa entre ustedes... Pero se romperá después de esto. —Y luego de eso, se marchó.

Me quedé un rato más, esperando...

[•••]

—Oh... —Merle comprendió todo, como si ese fuera un sucio secreto entre los dos. —No se lo dijiste a los demás. —Acusó divertido.

—Sólo a Hershel, a Daryl, y a tí.

—El círculo de poder.— Silbó alagado. —Que honor, ¿sabes? Cuando salíamos a explorar... — Recordó brevemente.— él aplastaba cráneos, cortaba gargantas y decía: "No hay que desperdiciar balas". Siempre pensé que era una excusa... pero adelante: Entrégale a la chica. Él no la matará. Sólo le hará cosas... seguro le arrancará un ojo. Probablemente, los dos, ¿permitirás eso por una posibilidad? —Planteó; la mirada de Rick demostró la firmeza en su decisión. —Eres frío, mi buen oficial.—Silbó asombrado.—Vas a necesitar alambre, no soga. Alambre... Para que pueda romperlo con los dientes. ¿Sabes algo? Tienes razón. No sé por qué hago las cosas que hago. Nunca lo supe. Soy un maldito misterio para mi mismo. Pero a tí te conozco, Rick. Sí, pensé mucho sobre tí. No tienes valor para hacer esto.

—Debemos llevársela al Gobernador al mediodía. —Sentenció, antes de marcharse.

[•••]

Cuando Neferet por fin se encaminó a mi dirección, me dediqué a esperarla hasta que llegó. Cuando pudo verme en su campo visual, noté que la sonrisa que traía, disminuyó.

Rayos, está molesta otra vez.

—¿Podemos hablar?— Le dije. Ella frenó sus pasos y se quedó frente mio a una distancia prudente.

—"¿Pidimis hiblir?" ¿Es lo único que se te ocurre?

Quería reirme en su cara. Ni estando molesta me dejaba de parecer divertido.

—Eso es muy infantil de tu parte.—Acusé.

—Vete a la mierda.

—Lo que pasó...

—Lo que pasó, pasó... Entre tú y yo...— dijo y se detuvo. — No, eso es una canción. — Se dijo a sí misma. —¡No quiero hablar contigo! — dijo, pasando de mi.

Suspiré y solo fueron segundos en los que quedé sólo, cuando ella volvió.

—Michonne tiene una idea para esos caminantes. Asi que prepárate.— comentó y luego la vi marcharse.— Idiota...

—Te oí.— le alcancé a decir.

—No me importa... cara de rata.

Solté una risita.

[•••]

Al llegar al exterior, creyendo que eso lo despejaría, la mente de Rick sólo pudo encender todas sus alarmas posibles, oyendo el griterio que había afuera.

De pronto estaba corriendo, dirigiéndose a la valla. Estando cerca, pudo respirar tranquilo: todos estaban a salvo.

Esos gritos se trataban de Maggie y Carl, llamando la atención de los caminantes que habían quedado vagando en el campo. Hershel, por su lado, trazaba un camino por el campo con la camioneta, transportando bloques con alambre de púas que Daryl y Glenn colocaban estratégicamente sobre el suelo. Dejando que, por último, Michonne y Neferet se encargaran de cuidar sus espaldas, acabando con el resto de los caminantes.

Y la culpa volvió a torturarlo al verlas trabajar cómodamente en conjunto.

Una vez finalizaron, ambas subieron junto a Glenn y Daryl a la parte trasera de la camioneta, regresando al patio.

Anticipándose, Rick abrió la entrada para permitirles el paso. La camioneta ingresó. Y Carl y Maggie regresaron al poco tiempo.

—Si llegan a la puerta otra vez, podemos quemar llantas para detenerlos. — explicó Glenn.

—Gran idea.— Asintió Rick, de acuerdo.

—Sí, se le ocurrió a Michonne. — Mencionó Neferet, abrazando confianzuda a la morena. Tan ajena a lo que sucedería ese día que el nudo en la garganta de Rick creció considerablemente.

—No hace falta que ganemos, sólo tenemos que hacerles difícil el alcanzarlos. —Planteó Michonne.

Rick solo hizo un gesto silencioso y, junto al grupo, se adentró a la prisión.

[•••]

Neferet se mantuvo entretenida un buen rato en la cocina de la prisión.

Rick le había encomendado recargar los cargadores de algunas pistolas, con el fin de entretenerla. Su razón: no podía mirarla a la cara, no lo soportaba. Aparte de Michonne, Neferet era esa otra persona con quien sentía culpa, porque sabía perfectamente que ella se encontraba encariñada con la morena, y viceversa.

Y él iba a encargarse, ese mismo día, de romper aquella incipiente conexión que las unía. Así que sólo deseaba evitarla todo el tiempo que pudiera.

 —Esto iba así y... Esta por aquí... —Murmuraba concentrada en su tarea que no vio la hora en la que Merle se apareció en la escalera dentro de la misma habitación.

—¿Ocupada, cuñada?

Neferet se exaltó brevemente ante su voz sonando espontáneamente y volteó a verlo con una sonrisa divertida.

—¿"Cuñada"? ¿Es en serio? Lo último que tu hermano y yo podemos tener es una relación.

Merle rió, recargándose en la barandilla de la escalera.

—Pero lo que sí tienen son relaciones, ¿no? no pienses que soy idiota, flaquita.

—Oh, ¿Ese fue un juego de palabras?— Expresó burlona.

—No te juzgo, cuñada, hay una posibilidad de ser asesinada el día de hoy, unos polvos antes de hacerlo debe ser la mejor forma de morir.

—¿Te estás ofreciendo?

—Ríete, rojita, pero aunque no lo creas, existen ciertos códigos entre mi hermano y yo. Lo que es suyo es suyo, lo que es mío es mío. 

—¿Y eso quiere decir...?

—Que puedo mirarte el culo si quiero, pero nunca lo tocaría.

—¿Porque ahora resulta que soy de tu hermano?—Dedujo ella, queriendo reírse.

—Nos estamos entendiendo, cuñadita.

—Eres un idiota. — Se carcajeó.— Pero te repito, tu hermano y yo nunca vamos a llegar a una relación... Al menos una estable.

—¿Qué ocurre?¿Ese cretino ya te rompió el corazón?

—¿Qué tienen los Dixon con ser unos rompecorazones? 

—Es parte de nuestro de encanto. Podemos romper corazones... u otras zonas de tu cuerpo.

—Para...—Le advirtió volviendo a concentrarse en lo suyo.— Demonios, aun no me acostumbro a estas cosas.

—Te llevará tiempo. ¿Tenemos whisky?

—¿Y qué tienen los Dixon con los vicios? Tu hermano fuma, detesto que fumen.

—Diablos, hasta tomaría vodka. —Ignoró a propósito su comentario.
No iba a contarle la historia de su vida para concluir en que el alcohol y la drogas funcionaban como escudo ante el dolor.

—Vete al demonio, Merle. — Rió ella.

El mayor Dixon acompañó su risa brevemente y avanzó en la escalera para poder marcharse.

—¿Estás con nosotros? —Le preguntó ella antes de que se fuera.

—Claro.— Contestó con obviedad.

—No me refiero a compartir el mismo espacio. — Aclaró, volteando a mirarlo otra vez. —¿Estás con nosotros?— Indagó con mayor firmeza en su mirada.

—Estoy aquí por mi hermano.

—Y tu hermano... Está aquí por ellos.

—Bueno, por ese culo yo también lo estaría.

—Repítelo en mi cara.— Desafió con diversión. Aunque parte de ella le molestaba ser sexualizada constantemente por Merle. Pero si podía lidiar con un Dixon, supuso que también podría hacerlo con dos. —El punto es que es no hora de beber. Es hora de escoger un  bando.

Merle sonrió complacido ante su actitud.

—¿Sabes? Eres más sagaz de lo que pensaba.— Alagó sincero. — Me sorprendiste. Me parecías una ratoncita nerviosa que temía por su propia sombra, pero en ocasiones, pareces no temerle a nada.

—Le temo a muchas cosas: como a mi corazoncito roto. — Ambos soltaron una carcajada. —Pero creo que soy algo... Diversa. —Teorizó, guardando el resto de las balas en una mochila.

—Deberías encontrarte. — Le sugirió entonces. Neferet colgó la mochila sobre su hombro, se incorporó y lo miró fijamente.

—Quizá tú también... Nos vemos... "Cuñado".

Merle soltó una risita.

[•••]

Había notado que, desde que había vuelto con Merle, Glenn y yo apenas  cruzábamos palabras.

Sé que él es lo suficientemente maduro para entender que el hecho de que yo comparta sangre con Merle, no me hace cómplice de nada de lo que sucedió.

Pero no dejo sentir que hay cierto enojo de su parte.

Al verlo solo, queriendo reforzar una de las puertas del vallado interno, decidí acercarme.

—¿Viste a Merle? —Pregunté. Él me ignoró abiertamente, así que decidí ayudarlo para que, por lo menos, no quedara un como idiota. —¿Ya te pidió perdón? Porque lo lamenta. — Le aseguré, a lo que Glenn bufó, tomó el canasto que traía con herramientas y se dirigió a una mesa cercana. —Va a portarse bien. Yo lo obligaré. — Insistí. —Tiene que haber un modo... Sólo necesita que podamos perdonarlo.

Y creo que, con esto último, alcancé a tocar una fibra sensible en él.

Dejó caer con fuerza una llave inglesa sobre la mesa y me miró con una hostilidad que nunca antes vi en sus ojos.

—Me ató a una silla, me golpeó y me arrojó un caminante encima.— contó furioso.— Tal vez podría perdonarlo, pero... Llevó a Maggie con un hombre que la aterrorizó, la humilló. Ella me importa más que yo... — y con aquello, me di cuenta que señalaba hacia un punto específico. Entonces volteé y la ví, vi a Neferet. — ponte en mi lugar.

Y seguido a eso, se marchó.

Me planteé: ¿Y si Neferet hubiera estado en ese lugar? ¿Y si el Gobernador la hubiera manoseado?¿Humillado? ¿Golpeado?... ¿Violado?

No quisiera que ninguna mujer en el mundo tuviera que vivir eso, pero pensarla a ella específicamente en ese lugar...

Ni siquiera tengo palabras. Solo sé que buscaría a ese malnacido por cielo y tierra, y me encargaría de darle un largo sufrimiento antes de asesinarlo de la manera más dolorosa.

Mierda...

Vine hacia Glenn con un objetivo, y terminé dándome cuenta algo completamente diferente.

A pesar del poco tiempo de conocerla, me di cuenta de que Neferet me importaba mucho más de lo que imaginaba.

Y eso era tan... Tan malo.

[•••]

Ahora yo parecía un maldito psicópata.

Y eso no me daba ni un poco de gracia.

¿Qué mierda hacía yo siguiéndola hasta el cuarto de lavandería?

Debería dejar lo que "sea que tengamos" según Hershel, y simplemente seguir cada uno por su lado. Y...

Y no puedo. No puedo, simplemente no puedo.

Mierda, estoy volviéndome loco...

Abrí con cuidado la puerta empujé despacio, sin hacer ruido alguno. Ya dentro, cerré de la misma forma, totalmente sigiloso.

Di la vuelta y...

—¡Mierda!

Neferet estaba literalmente a dos o tres centímetros de distancia, con una mirada acusadora y sus brazos cruzados, claramente esperándome.

—Déjame ver si entiendo... —Comenzó ella.— Primero, me rechazas, luego me mandas a la mierda, me abandonas a mitad de un orgasmo, vuelves a buscarme, pero te digo que no quiero hablar contigo y ahora sólo, ¿qué? ¿me persigues?

"Sí". Esa era la respuesta.

Ya lo dije: debo parecer un demente.

—No te mandé a la mierda.— me defiendo.

—¿Eso es todo lo que vas a decirme? —dice indignada. —¿Qué haces aquí?

Y esa era una buena pregunta... que debería haberme hecho antes de cometer toda esta estupidez.

¿Qué diablos hago aquí?

—No lo sé.

—¿Quieres saber qué creo yo?

Y mierda, lo admito, me puse algo nervioso. Porque la situación se había vuelto en mi contra e incluso mis propias decisiones parecían burlarse de mí en estos momentos.

Y por si fuera poco, la debilidad que tenía por esta mujer, me estaba sobrepasando.

—Creo que... En realidad, no quieres dejar lo que sea que tenemos, pero eres demasiado orgulloso para retractarte. Lo que dices de "no puedo darte lo que quieres"— dijo con voz gruesa. ¿Acaba de imitarme?

—Yo no hab...— pero ella puso un dedo sobre mis labios y me mantuvo callado.

—Creo que lo que quisiste decir es  que no quieres romperme el corazón... Y es noble de tu parte. Pero siento que, en realidad, eres tú quien teme tener sentimientos por alguien más.

—Eso no es...

—Ahí lo tienes: —Me interrumpió.—tu maldito orgullo. Vas a negarlo todo el tiempo que puedas.

Me mantuve en silencio. Sus dichos no eran del todo cierto, pero sí admito que no podía controlar lo que le sucedía a mi mente y mi cuerpo cuando este estaba cerca suyo.

—No romperás mi corazón...—Me susurró ella entonces, acortando esos dos pequeños centímetros. Sentí cómo su boca tocaba la mía y automáticamente cerré los ojos. No me estaba besando y yo no la besaba a ella, pero el roce de sus labios me resultaba devastador, porque me hacían necesitar todo de ella.

¿Por qué diablos me sucedía esto?

Sé perfectamente que no siento nada por Neferet. No estoy enamorado, sería ridículo, además de toda una locura. Me importa, puedo aceptar eso, y quizá me importa un poco más que el resto del grupo. Eso seguía sin ser nada grave, lo verdaderamente peligroso era la forma en la que todo de mi reaccionaba ante ella.
Era automático seguir los impulsos que se presentaban... Como si estuviera a su merced.

—Puedes pensar que todo esto es complicado, —Continuó.—pero estás muy lejos de la realidad si crees que es así: No romperás mi corazón, Daryl... —Repitió, en un tono aún más bajo.— Porque no pienso dártelo.  —susurró, su voz cargada de provocación.

Mis dudas se despejaron.

Y no soporté un minuto más.

La besé.

La besé en un beso feroz, cargado de todo ese deseo acumulado.

Neferet jadeó contra mi boca, mis manos envolviendo su cuerpo, las suyas agarrándose a mi chaleco y tirándolo de mis hombros. La urgencia en sus movimientos comenzaron a ponerme duro. La empujé contra la lavadora más cercana, acorralándola. Mis manos fueron a su cinturón, mientras besaba su cuello y mordía suavemente su piel.

Nuestras respiraciones se volvieron un caos en cuestión de segundos.

¿Teníamos tiempo para hacer esto? No. Pero íbamos a enfrentarnos a una guerra, así que quizá tampoco lo tendríamos después.

Con facilidad, la tomé de los muslos, elevándola lo suficiente para que terminara sentada en la lavadora. Sus piernas se enredaron a mi cadera, presionando, provocando que mi entrepierna endurecida se apretara contra su sexo.

Respiró agitada entre beso y beso, mientras me encargaba de quitarle la delgada camiseta que llevaba y luego su sostén. Mi boca se deleita con la piel de uno de sus pechos; mi mano retuerce su pezón izquierdo, endureciéndolo tal como mi polla en estos momentos.

—Daryl... —Gimió por lo bajo, gruñi.

Demonios, sólo eso necesitaba oír:  mi nombre saliendo de su boca mientras disfruta lo que le hago.

Mierda...

—N-no tenemos tiempo...— insistió.

—Silencio.— volví a callarla de un beso, mi lengua entrando en contacto con la suya.

Yo sabía de sobra que hasta los segundos escaseaban.

Pero definitivamente iba a tomarme mi tiempo en esto.

—Deberíamos ayudar a los demás...

Me separé brevemente de ella y la miré a los ojos, casi podría jurar que estos reflejaban el deseo con el que yo la miraba.

—¿Quieres parar...? —propuse. Mis manos desabrocharon su pantalón, mis dedos se colaron dentro suyo.

Su gesto se intensificó, su respiración agitada chocó contra mi boca. Y yo... Mierda, estaba impaciente por devorarla entera.

—No.

Eso fue suficiente para mi.

[•••]

El grito ahogado de Neferet resonó en la lavandería, y me moví con fuerza, cada embestida llevándonos más cerca del borde. El placer era abrumador, una ola de calor que nos envolvía, haciéndonos perder el sentido de todo lo que no fuera el otro.

—Más fuerte... —jadeó, sus uñas arañando mi espalda.

Obedecí, aumentando el ritmo, sintiendo cómo su cuerpo respondía al mío. La lavadora se sacudía bajo nosotros, pero no me importaba. Todo lo que importaba era este momento, esta conexión feroz y primitiva que teníamos.

A punto de llegar, volví a unir nuestras bocas, y mientras acababa fuera suyo, ella me besaba.

Ambos terminamos agitados, nuestras frentes unidas. Yo no soltaba su cintura, uno de sus brazos rodeaba mi cuello. Sentía todo de ella: su calor, su olor, su respiración... Y lo más peligroso de ello es que no quería que terminara.

—Entonces... ¿Sin sentimientos?— Propuso ella.

—Sin sentimientos.— afirmé. Ella sonrió y acabó besándome nuevamente, despacio. Le correspondí, completamente abrumado.

Porque ese beso y lo que me hacía sentir... Me decían todo lo contrario.

[•••]

Mi mente estaba más clara ahora. No podía sentir que avanzaba si no arreglaba las cosas con la pelinaranja. Pero ahora pensaba claramente. Lo primero que hice tras abandonar la lavandería, fue buscar a mi hermano.

Había buscado en los pasillos entre pabellones, en los pabellones, en el patio y no encontraba nada. Se me ocurrió bajar a los generadores y resulta que ahí estaba.

—¿Merle? — bajé la ballesta en cuanto me vio. —¿Qué diablos te pasa? —me quejé. Toda la sala era un desastre.

—Estaba a punto de contestarte. —Respondió despreocupado.

—¿Qué haces aquí abajo? —indagué, bajando la ballesta.

—Buscaba un poco de meta... —confesó. Aquello hizo que toda la frustración volviera a mi. —Sí, ya sé. No debería arruinarme la vida ahora que todo va sobre ruedas, ¿no?

Todavía tenía el descaro de joder. ¿Por qué tiene que hacerlo todo más difícil? ¿Por qué no quiere cooperar?

—¿Ya hablaste con Rick?

—Oh, sí. —dijo despreocupado. —Voy a ayudar. Pero él no tiene estómago para esto. Va a arrepentirse. Lo sabes, ¿verdad?

—Sí...— Asentí de acuerdo.— Pero si se arrepiente, bien.

—¿Quieres que se arrepienta? —preguntó.

No tenía nada claro en estos momentos. Sólo pienso en eso que Hershel me dijo de las decisiones difíciles. No concebía la idea de que ninguna mujer cayera en manos de ese tipo, menos si este se trataba de un psicópata potencialmente violador. Y si bien Michonne apenas se incorporó al grupo... No creo que sea mala persona, ni tampoco creo que se merezca un final así.

Pero dejarla con nosotros significaba guerra. Y ahora teníamos una bebé en el grupo, teníamos a Beth y a Carl, Hershel estaba en recuperación, y no todos saben protegerse.

Habían tantos puntos a analizar.

—Haré lo que él diga. —Le respondí.

—Cielos... — Se rió. Supe de antemano toda la mierda que soltaría tras esa risa. —¿Acaso tienes un par de pelotas, hermanito?¿Pegadas al cuerpo? —Continuó.—Si es así, ¿te pertenecen? — Bufé. — A las personas así, les decías "ovejas". ¿Qué te pasó?

—¿Qué te pasó a tí con Maggie y Glenn? — Contraataqué con calma. La realidad es que no tenía ganas de pelear.

—Hice cosas peores. — Se escudó.   —Debes madurar y dejarte de andar con tus jueguitos románticos con esa mujer.

—¿Qué diablos tiene que ver ella con...?

—Que veo que le estás tomando demasiada importancia a un simple culo. Te estás ablandando. Hablo de que ahora todo es distinto.— Respondió.— Tus amigos me miran como si yo fuera el diablo porque me llevé a esos dos tortolitos. Ahora ustedes quieren hacer exactamente lo mismo: entregar a alguien al Gobernador. Igual que yo. La gente hace lo que debe hacer para no morir.

—Ya no puedes actuar por tu cuenta. — Advertí.

Merle rió nuevamente, noté su sarcasmo.

—Quizás esta gente necesita de alguien como yo: alguien que haga el trabajo sucio. Alguien malo. Si, quizás ahora las cosas sean así, ¿qué opinas?

No, quería parar con eso. Quería que vieran que Merle y yo no sólo éramos los tipos que hacían el trabajo sucio de este lugar. Quería que vieran ese hermano que me defendía cuando nuestro padre nos golpeaba.

Me acerqué a él, y puse mi mano sobre su hombro.

—Yo sólo quiero recuperar a mi hermano. — Le dije. Vi cómo eso le había afectado: lo había desconcertado. Apartó su mirada de mi y la desvió hacia el suelo, me dijo:

—Lárgate de aquí.

Y accedí sin rechistar.

[•••]

Rick caminaba como un ente por el patio de la prisión.

La culpa lo traía abrumado. Sentía como si dentro de sus oídos estallara un incesante pitido que no lo dejaba pensar con claridad.

Trataba de respirar, tomárselo con calma, pero no...

No había respuesta.

La ausencia de su esposa era un vacío que nada podía llenar, una herida abierta que no dejaba de sangrar.

Y ahora la culpa de tener que entregar a Michonne a un psicópata estaba a punto de hacerlo estallar.

En un momento alzó la vista. Sus ojos puestos en la pasarela que conectaba dos pabellones. Ahí estaba ella: Lori. De pie, en aquel puente, con sus una de sus manos tocando su crecido vientre y con la otra sosteniendo el alambrado que vallaba el mismo, mirándolo fijamente.

—¿Rick?

No era Lori; no podía distinguir quién lo llamaba, solo podía mirar a su esposa con sus ojos llenos de lágrimas. La mirada de Lori era la de un juez dictando su condena si él cometía tal crimen.

—¿Rick?—Llamó con insistencia esa voz.

—No está ahí. —Se repitió a sí mismo, tratando de convencerse. Refregó sus ojos, pretendiendo que aquella visión desapareciera, pero sólo aumentaba sus lágrimas. —Ella no está ahí.

De pronto su tormenta cesó. Neferet apareció en su campo visual y él no hizo más que aferrarse a ella como lo único tangible que pudiera sacarlo de esa bruma.

Neferet correspondió, abrazándolo con fuerza, para que él la sintiera.

—Dime que no está ahí, por favor. —Suplicó sobre su cuello. Ella acarició su espalda suavemente.

—Tranquilo, sólo somos nosotros.

Él se separó brevemente y la miró con profundidad a los ojos. Su mirada llena de lágrimas despertó toda la compasión y el cariño en el corazón de la circense.

—No puedo hacerlo... — musitó con su voz quebrada. —no lo haré.

Neferet se moría por preguntar. Evidentemente Rick sentía culpa por algo, algo que todavía no había dicho. Pero en cambio sólo pudo ver la urgencia con la que él pedía un poco de comprensión, un poco de compañía. Y ella supo acudir a ese llamado.

—Tranquilo... Estaremos bien.

Mientras tanto...

En el pabellón D.

Merle y Michonne caminaban a la par.

—¿Dónde se encuentra? —Preguntó ella.

—Liquidamos a los caminantes y luego hacemos una barricada entre todos. Una brecha como esta podría ser una invitación abierta para el Gobernador.

—No es una persona muy sutil. —Comentó en lo que detenía su paso a la espera de dos caminantes que llegaban a la par.

—¿Quieres correr el riesgo?

Entonces Michonne atravesó su caminante con la katana y Merle con su cuchilla.

Tres caminantes más aparecieron. La morena se adelantó dos pasos a la espera, pero Merle se encargó de dormirla de un duro golpe sobre su cabeza, con el dorso del metal de su brazo.

Acabó fácilmente con los tres caminantes y cuando se halló despejado, tomó la katana y luego las piernas de Michonne para llevarla arrastras de allí.

[•••]

Cuando Daryl acabó su conversación con Merle, se dedicó esta vez a buscar a Rick por la prisión, a ver cómo procedía todo.

Y cuando pudo encontrarlo, sintió nuevamente esa sensación quemando dentro suyo, al verlo en los brazos de la pelinaranja.

— ¿Rick? — Ella se separó brevemente. —¿Estás mejor?

Él suspiró y asintió. Ella barrió las pocas lágrimas que tenía en el rostro con sus dedos, Rick cerró brevemente sus ojos ante ese contacto.

Trató de que su enojo no lo dominara y se abrió paso entre esa nube de complicidad que rodeaba a aquellos dos.

—Rick.— Llamó con la voz firme.

Neferet se separó del susto, estaba tan sumida en la tristeza del sheriff que la voz del cazador la exaltó.

Rick asumió nuevamente una postura firme y le dijo:

—Se cancela. Vamos a arriesgarnos. —Decidió de repente.

Cuando Daryl se terminó de acercar, Neferet quedó entre ambos hombres.

—¿Qué se cancela? — Preguntó curiosa.

—No digo que fuera una mala decisión, —Daryl la ignoró.— pero esta es la correcta, sin duda.

—Eso espero.

—¡Oigan! — Dijo ella, exaltada. —¿De qué me estoy perdiendo? —

Ambos hombres se miraron a los ojos. Daryl asintió y Rick finalmente lo confesó todo:

—Cuando me reuní con el Gobernador me ofreció un trato: — Neferet lo miró con algo de susto. —la paz a cambio de Michonne.

—¿Qué?— Preguntó completamente confundida, abriendo sus ojos de sobremanera. —No...— Comenzó a negar con la cabeza.— No te... no los dejaré hacerlo, yo... ¡Si se atreven a tocar a mi Samurai les juro que les voy a cortar...!

—No lo haremos. —Aseguró Rick. —Tranquila.

"No puedo hacerlo". Recordó a Rick hablando mientras lo abrazaba

—¿Eso es lo que no podías decirme?— Inquirió. Estaba algo ofendida, porque si bien no lo harían, sí consideraron entregar a su amiga.

—Yo... — a punto de responderle, Rick de pronto se encontró mirando para todos lados.

—Sí, —Espetó ella.— hazte el desentendido...

—¿Qué ocurre? —preguntó Daryl, interrumpiéndola.

—No encuentro ni a Merle ni a Michonne. —Reveló.—Se fueron.

Dixon y la circense se pusieron alertas también.

—¿Creen que la haya secuestrado? —Sugirió ella.

Daryl fue determinante:

—Vamos.— Dijo, llevándolos a la sala de generadores donde previamente se había encontrado con su hermano. —Él estaba aquí. Dijo que buscaba drogas. Dijo muchas cosas, en realidad.

—¿Cómo qué? —Inquirió el sheriff.

—Dijo que ibas a cambiar de ideas...—Reveló y luego fue tras la primera pista.— Aquí.— se inclinó para tomar un saco tendido en el suelo.—Sí, aquí le puso esto, y luego se levantaron.

—¡Maldita sea! Voy tras él. —dijo Rick.

—No sabes rastrear. — Dixon lo detuvo.

—Entonces vamos los tres. —Propuso Neferet.

—No. Sólo yo.— Contradijo el ballestero.— Dije que iría e iré. —Se antepuso a ambos antes de tirar de la puerta. —Además, tienen que estar preparados. Los demás también.

[•••]

Tras correr y correr, Dixon finalmente se topó con Michonne en la carretera, estaba se encontraba sola con su espada, decapitando un caminante.

—¡Oye! — Le dijo. Michonne volteó hacia él. —¿Dónde está mi hermano? —Inquirió, peor la dura mirada de la morena le hizo suponer mil cosas,  aunque solo una de ellas le preocupaba más: —¿Lo mataste?

Michonne no dijo nada, solamente negó con la cabeza. Dixon suspiró más tranquilo.

—Él me dejó ir. — Reveló ella.

—No dejes que nadie me siga. — Dijo únicamente, pasando por su lado antes de echarse a correr.

Al poco tiempo, Michonne vio llegar a la pelinaranja. Esta se detuvo y se imclinó brevemente, apoyándose en sus rodillas mientras respiraba agotada.

—Que bueno que estés bien. — Dijo cuando recobró el aire, saltando a los brazos de la morena.

—Apestas a sudor.— Le dijo con calma.

—Lo siento.— Se separó. —No dejes que nadie lo siga. — Le dijo, antes de correr tras Daryl.

Michonne se le quedó viendo mientras ella huía.

[•••]

Maggie y Glenn fueron los últimos en llegar hacia aquella reunión que Rick había convocado . Este se situó frente a todos y comenzó a hablar.

—Cuando me reuní con el Gobernador, él me propuso un trato: Dijo que nos dejaría en paz... Si le entregabamos a Michonne. —Y esa confesión sólo logró hacer ver a Rick los rostros afiligidos y miradas de  decepción de su familia.— Yo había decido hacerlo, para mantenerlos a salvo. Cambié de idea. Pero Merle se la llevó para cerrar el trato, y Daryl y Neferet fueron a detenerlo. Pero no sé si es demasiado tarde. Estuve mal en no contarles. Lo siento. Lo que dije el año pasado, la primera noche después de la granja, no puede ser así...— "Esto no es una democracia". Recordó su polémica frase en base a que, si debían mantenerse unidos para sobrevivir, deberían permitirle a Rick tomar las decisiones dificiles. —Lo que estamos dispuestos a hacer, quiénes elegimos ser, no es decisión mia. — Decidió. —No puede serlo. Yo no podría sacrificar a uno de nosotros por un bien mayor, porque nosotros somos el bien mayor. Si seguimos aquí, es por nosotros, no por mi. Hablamos de la vida y la muerte. Cómo viven... Y cómo mueren no depende de mi. No soy su gobernador. Podemos elegir irnos o quedarnos. Pero vamos a mantenernos unidos. Vamos a votar. Podemos quedarnos a luchar o podemos irnos. —Finalizó, marchándose de aquel lugar para subir a lo alto de la torre y así poder vigilar, pero una imagen logró alterarlo y rápidamente tomó sus binoculares para ver.

Era ella, era Michonne.

[•••]

Sentía la tensión en cada músculo de mi maldito cuerpo, mi pulso latía de una forma que parecía que el corazón se me saldría del pecho.

El rastro de Merle me llevó a una vieja tienda, que inicialmente no tuvo sentido para mi, pero al ver las marcas de un auto despegando desde allí en dirección a esa vieja fábrica donde habíamos cerrado el trato con el Gobernador, todo cobró sentido.

Recorrí con sigilo el lugar. Notando que hubo una masacre muy recientemente: un auto estrellado, armas y balas en el suelo, cuerpos desperdigados por el lugar, mucha sangre fresca alrededor e intestinos expuestos. El lugar olía a pólvora y a sangre.

Seguí caminando y vi un caminante devorando uno de los cuerpos.

Sentí cómo mis oídos perdían el sentido de la audicion, sólo podía escuchar mis latidos desenfrenados. Mis lágrimas a punto de caer...

Disparé una flecha y me acerqué al cuerpo cuando este cayó con su cabeza perforada. Tuve un momento de alivio cuando ví que el caminante era un completo desconocido para mí.

Pero luego alcé la vista más allá, y fue como si todo mi mundo se viniera abajo.

Absolutamente todo.

El azul en los ojos de Merle se había esfumado, su caminante sólo me  miraba de una forma inerte y perdida, en tiempo y espacio. Su piel había perdido el color.

Ya no era él. Ya no pertenecía con nosotros...

Mis lágrimas comenzaron a caer.

[•••]

Merle alzó su mirada, esa que se hallaba despojada de sentimientos, de vitalidad, esa que estaba pérdida en un abismo indiferente; y cuando acabó por tragar los órganos de aquel cuerpo bajo sus manos se alzó contra su propio hermano.

Allí develó un agujero enorme en su pecho y la sangre todavía brotando de él: aquello le había dado muerte.

Daryl estaba devastado. Merle no había sido el mejor hermano, las veces que pudo lo abandonó, su cariño era nulo y ni siquiera podía recordar cosas tan básicas como un tonto "Feliz cumpleaños" de su parte; y aún así, él era su sangre y era lo único que él había llegado a amar.

Entre lágrimas, repleto de ira empujó a Merle cuando este se acercó lo suficiente, una y otra vez.

El caminante gruñía enfurecido, absorto en querer devorarlo.

Y cuando aquella ira pudo más con Daryl, este enterró su cuchillo en su garganta y lo arrojó al suelo, dejando ir su dolor en cada puñalada que enterraba entre sus ojos.

Se echó para atrás viéndolo inmóvil sobre el suelo. No sabía que hacer, lloraba con tristeza y dolor. Quiso acercarse, y dos brazos rodeándolo lo detuvieron.

—Ya no me queda nada... —Sollozó cuando giró su torso y su cabeza acabó por enterrarse en el cuello de Neferet quien lo abrazó con fuerza.

—Pero yo nunca me voy a apartar de tu lado, Daryl... — le susurró ella en una promesa inquebrantable, viendo por última vez el cuerpo del mayor de los Dixon, enorgullecida en gran parte por saber que él había escogido un bando antes de morir...

"Adiós, Merle".

Él se había encontrado.

















































Editado.

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