REVELATE (CANCELADA)

By mafebogota

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Liam es un chico de 18 años, es el típico chico guapo, popular, social y según las chicas de su escuela él es... More

PRÓLOGO
1. PRESENTATE
2. HABLAME
3.ACERCATE
4.PERDÓNAME

5. CÁLLATE

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By mafebogota

*LIAM*

Luego de que Danna quedó inconsciente, me aseguré de que nadie estuviera cerca para poder llevármela. Sería muy estúpido caminar con su cuerpo varios metros hasta mi auto, así que la amarré de pies y manos con unas cuantas amarraderas, para evitar problemas. Salí de la casa como si nada, llegué hasta donde se encontraba mi auto y lo acerqué a la entrada de la casa, ahorrándome trayecto. Estando ya más cerca, bajé sin apagar el auto y entré a la vivienda, para salir con el cuerpo de la chica en mis brazos.

La dejé en la parte trasera del auto, para comenzar el trayecto a mi casa.

Al llegar, bajé con el cuerpo de aquella chica tan molesta y patética. Entré sin ninguna dificultad a la propiedad, aún con la chica en mi hombro. Era bastante útil tener un buen estado físico. Cerré la puerta pon mi mano libre.

Atravesé la sala de estar para llegar a las escaleras que daban al sótano. Bajé con total confianza; aún sin prender ninguna luz, pues conocía cada rincón de esa casa.

Al llegar a la planta más baja, dejé a Danna en el piso mientras abría una última puerta, la cual tenía unos cuantos candados.

Crucé la puerta con el cuerpo otra vez en mi hombro. Era una habitación un poco pequeña; con paredes, suelo y techo de color gris. Prendí la luz y dejé a la chica en la silla que se encontraba en el centro del lugar. Era una silla metálica incrustada en el suelo con correas negras en los soportes para brazos y también en las patas.

Até a Danna a la silla, ajustándole bien las correas y poniéndole una mordaza en la boca. Salí de allí cerrando la puerta tras de mí y puse los candados. Decidí ir a mi habitación a cambiarme, no quería terminar con la ropa manchada de sangre.

Me cambié y volví al sótano, en dónde escuché unos leves quejidos que venían de la habitación en donde se encontraba Danna. Cogí las herramientas necesarias Entré con total tranquilidad a aquel cuarto, viendo como Danna dirigía su mirada hacía mí. Era una mirada llena de pánico y terror, me suplicaba con los ojos que la dejará libre. Era obvio que las cosas no iban a salir como ella quería.

-Nena ¿Te gustaría hacer más silencio? Créeme, no quieres enfadarme.

No dejaba de quejarse y soltar leves jadeos gracias al esfuerzo que había hecho para intentar soltarse. Esperé un poco a ver si entendía el mensaje, pero ya que no lo comprendió solo exploté.

-¡Cállate! -Rugí con fuerza acercándome peligrosamente a ella. En ese mismo instante se calló y una gran lágrima rodó por su mejilla hasta llegar a la correa de la mordaza, donde se dispersó y se perdió.

Me alejé un poco para agarrar unas pinzas de la bandeja que estaba a mi disposición con distintas cosas útiles para una satisfactoria tortura.

-En serio eres patética; es decir, te enamoraste de un psicópata. Aunque estoy seguro de que eso  no lo sabias ¿Verdad?

*DANNA*

Cuando Liam dijo eso sentí más que pánico. Ahí supe que no me dejaría ir. No quería aceptar la realidad; no solo no quería, no podía.

Salí de mi trance cuando noté que Liam se acercaba de nuevo a mí, pero esta vez a paso lento y con unas pinzas en la mano. Lo único que pude hacer fue negar repetidamente con la cabeza, de una manera tan frenética que me dolió el cuello. Mis mejillas estaban húmedas y pegajosas gracias al rastro que habían dejado las lágrimas que de hecho, no paraban de salir; así que al haber movido la cabeza tan bruscamente se me habían pegado varios mechones de cabello a la cara, dificultándome la vista.

Una vez que él estuvo frente a mí se puso de cuclillas a un lado de la silla a la que yo estaba atada. Levantó la mano en la que tenía las pinzas y sin decir nada acercó las pinzas a mi dedo meñique, apretando mi uña. De un momento a otro jaló mi uña con mucha fuerza y velocidad, tanta que no sentí casi nada hasta unos milisegundos después. Cuando noté lo que había hecho no pude hacer más que gritar y llorar de una manera increíble. Había arrancado mi uña, podía ver la carne de un color rojo vivo mientras sangraba la punta de mi dedo. 

Liam no paró ahí. Repitió lentamente lo mismo en los otros dedos, incluso en los dedos de mis pies, todo sin dejar de mirarme, sin dejar de ver como la sangre me dejaba y se acumulaba en el suelo. Después de todo eso no sentía los dedos y ya casi no sentía el resto de mis manos y pies.

-¿No te parece satisfactoria la manera en que la sangre cae,  la manera en que deja un notorio rastro de dolor y lentamente se va acumulando en el suelo?

Me quitó la mordaza, como esperando a que yo respondiera lo que él quería que dijera. Sin pensarlo  grite en el mismo instante en que liberó mi boca, pero él reaccionó rápidamente y me abofeteó de tal manera que escupí un poco de sangre.

-¡¿No te dije que te callaras?! -Me gritó. Luego de eso se quedó en silencio apretando sus ojos y el puente de su nariz- Si no quieres que empeore tu situación no grites, tu sola existencia me molesta y tus gritos me sacan de mis casillas. Por más satisfactorio que pueda ser causarte dolor y escuchar como rompes tus cuerdas vocales gracias a mí, realmente me molesta el dolor de cabeza que llega a causar tu voz chillona.- Dijo un poco más calmado.- Ya fue suficiente por hoy. Y por cierto, ¿Por qué no miras tus manos? Ya sabes, para que recuerdes este momento conmigo. Un momento que recordarás hasta el día de tu muerte.

Lo último lo dijo en un susurro casi inaudible pero que, para mi desgracia, alcancé a escuchar. Me alerté de nuevo cuando giró su rostro para dirigirme una mirada que solo expresaba una locura inexplicable. En el momento en que salió de allí escuche como cerraba y ajustaba múltiples candados y cerraduras.

Ya casi no tenía fuerzas gracias al esfuerzo que había hecho antes para intentar soltarme y gracias al estrés físico y mental que sentía en ese momento. Ya no sentía mis manos ni mis pies; tanto por la pérdida de sangre como por las correas; estas últimas estaban demasiado apretadas, tanto así que tenía rasgada y muy maltratada la piel de mis muñecas y mis tobillos.

Instintivamente mire el lugar en el que deberían de estar mis uñas. Era espantoso, simplemente espantoso. Solo se veía el cambio de piel a carne fresca y roja, podía ver como a través de las fibras de la carne brotaba sangre. Abrí mis ojos a más no poder. Solo pude bajar los dedos y apartar la vista; pero por más que intentaba olvidar esa imagen no podía, volvía y se repetía en mi cabeza y cada vez que se reproducía es desgarradora imagen volvía a sentir un dolor horrible que cada vez empeoraba. Como pude giré la cabeza a un lado y solo vomité todo, vomité tanto que volví a llorar; era tanto lo que expulsaba por mi boca que sentí que mi garganta iba a explotar por el esfuerzo que hacía para liberar todo.

Luego de eso se repitieron otras imágenes; imágenes de Liam en la escuela, en la calle, en su auto e incluso imágenes del momento en que entró a mi casa. Inmediatamente comparé esas imágenes con las que acababa de ver y vivir; para mí, Liam dejó de ser el chico bueno y amable de siempre para ser un completo psicópata sediento de sangre y dolor ajeno.

Me desmallé con un último pensamiento, una última pregunta para la que seguramente no tendría respuesta: ¿A CUÁNTAS PERSONAS MÁS LE HABRÁ HECHO ESTO?


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