Sugar, daddy ; kth, jjk [+18]...

By yourspanishunnie

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Una colaboración hará que Areum caiga en manos del Señor Kim, un narcisista que disfruta corrompiendo persona... More

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⚠️Antes de leer⚠️
1. [samsung × hyundai]
2. [noche de gamberradas]
3. [su despacho borgoña]
4. [castigo de novata]
5. [un café bien cargado]
6. [formalidades rechazadas]
7. [a su merced]
8. [cambio de actitud]
9. [bonito mientras duró]
10. [de buen humor]
11. [lenguas desconocidas]
12. [abracitos perfumados]
13. [ahogándose en azúcar]
14. [cumpleaños tropical]
15. [manos gucci]
16. [confrontación doble]
17. [otoño enigmático]
18. [malentendido]
19. [hentai cute]
20. [el príncipe mata al dragón]
21. [el hechizo del príncipe]
22. [areumsexual]
23. [técnica atleta]
24. [rota por completo]
26. [madrugada en las alturas]
27. [emergencia en los baños]
28. [la furia del dragón]
29. [atrapada en la rosaleda]
30. [estás muerta]
31. [castigo interno]
32. [anime and chill]
33. [mayoría de edad]
34. [por los suelos]
35. [el taller de las muñecas]
36. [tiritas]
37. [a escondidas]
38. [entre músculos y almohadas]
39. [los caminos trágicos a roma]
40. [tocando madera]
41. [el príncipe pierde el reino]
42. [escapada de la torre]
43. [mami y papi no me quieren]
44. [patada al corazón]
45. [la pócima del príncipe]
46. [azúcar, papi] I
47. [azúcar, papi] II
48. [azúcar, papi] III
49. las esquirlas que se clavan
Epílogo

25. [hipertensión]

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By yourspanishunnie

❣️Mi regalo de Reyes❣️

Jueves

Areum

Jungkook me esperaba en la entrada del colegio ya con el chándal de educación física, y se me formó una sonrisa inmediata al ver la suya.

-¡Vamos, Ari! Queda media hora y todavía te tienes que cambiar -dejó un brazo extendido en el aire, y me acomodé bajo él con una sonrisa.

Me hacía olvidar que había estado llorando toda la noche, las tres míseras horas que había dormido, y que seguía en el contrato con el Señor Kim.

Jungkook me alegraba las mañanas y la vida

-Lo dices como si tardara tanto en vestirme -alcé la cabeza para mirarle, mirando los lunares que adornaban su mandíbula mientras nos guiaba al pabellón de deportes sin ningún parón.

-Mira que eres tonta... -me apretó a su pectoral derecho, y sonreí como una verdadera estúpida-. Venga, te espero fuera.

Todavía no había ninguna chica debido a lo pronto que era, y me despojé del uniforme para cambiarlo por el otro deportivo disfrutando del silencio.

El cuello de la camiseta se enganchó con el collar, pero lo ignoré para no ponerme a llorar aquí. Ocupaba una buena parte de mi cuello y el negro era muy visible, pero intenté sobrellevarlo con la poca dignidad que me quedaba.

No sabía qué era peor, si sus chupetones o el collar.

Tenía pensado cómo pasar los veinticinco minutos antes de clase con mi mejor amigo.

Me hice una coleta floja en el espejo de la entrada del vestuario, y vi la mirada silenciosa de Jungkook recorrer un punto más abajo de mi espalda.

Se había portado con tanto respeto desde el sábado en su sofá que me sentía increíblemente cómoda. No me había presionado a hablar de nuestra ahora extraña relación ni a forzar etiquetas, pero veía cómo se aguantaba las ganas de pedirme explicaciones o un beso.

Y ayer me comí cerezas de forma bastante sugestiva frente a él...Jungkook era un bombón de chico, se merecía la misma miel que me daba

-Estás muy callado -apoyé la espalda en el lavabo, e incliné la cabeza a un lado al ver sus mejillas coloradas.

Estos últimos días se estaba dejando el pelo ligeramente abierto, y me encantaba ver lo atractivo y masculino que se veía con sus preciosas cejas marrones expuestas.

-Tú estás muy guapa... -se apoyó en el marco de la puerta con una sonrisa nerviosa, y a pesar de sentir una sensación cálida en el pecho al oír el cumplido, no supe qué responderle.

-Ven -me acerqué a él y extendí la mano, y me la tendió confundido. Le guié cuatro pasos a uno de los cubículos que había a la entrada, pero frenó en seco.

-Ari, esto es el vestuario de chicas -tiró un poco de mi mano al querer salir al pasillo exterior, pero le toqué suavemente los hombros y me acerqué a su cara hasta que se quedó mudo de tenerme tan cerca.

-Ven conmigo por fa, te quiero contar un secreto -le sonreí inocentemente, y su marcada nuez se movió al tragar duro. Di un tirón nuevo hacia un cubículo, y esta vez Jungkook no opuso resistencia.

-¿Tan secreto es? -no lucía cómodo estando en el vestuario del sexo opuesto, y antes de que se pusiera nervioso cerré la puerta detrás de mí.

El espacio era reducido: sus talones daban contra el retrete y mi espalda contra la puerta. Tenía las manos a los lados de su cuerpo y movía los dedos más nervioso que antes, treinta centímetros de distancia entre cada uno de nosotros.

Y yo de repente no era tan valiente

-Kook -cogí sus manos largas entre mis dedos, dando caricias delicadas para que se tranquilizara-. Siento mucho que no hayamos hablado de lo del sábado, sé que tienes muchas preguntas y te debo una explicación.

No destensó los hombros más que unos milímetros hacia atrás, y se le marcó un hoyuelo al sonreír.

-Te quería dar espacio, no quiero que ninguno de los dos se agobie con esto -se llevó mis manos a los labios para besar el dorso de una forma calienta-mejillas-. Quiero...que esto salga bien, con naturalidad.

-¿Pero tú estás bien con tu espacio? -posé las manos en sus hombros, dando un ligero tirón hacia mí. El flequillo le cayó sobre las cejas y se lo aparté sin dejar de mirarle, y estudió curioso mi cara. Sus iris parecían chocolate negro, ese que aunque pareciese amargo, se hacía dulce en las manos adecuadas.

Pegué mi nariz a la suya, y solo se movió su pendiente de lo tenso que estaba. Pobrecito, ¿pero por qué estaba así de nervioso?

-Pues ahora me gustaría besarte, pero no sé si está bien -susurró, sus manos saliendo de la petrificación y amoldándose a mi cintura con valentía.

-A mí me gustó el beso del sábado y los abrazos de después, estuve muy cómoda contigo, Kook -confesé.

Cerró los ojos cuando introduje las yemas de los dedos en su mata de pelo, y me dio un beso esquimal demasiado precioso. Parecía estar mucho más tranquilo al saber mis pensamientos.

¿De verdad merecía a Jungkook?

-A mí...me encantó, no pensaba que me fueses a besar -sus ojos me sonrieron con sinceridad-. ¿Qué secreto me tenías que contar? -lo formuló con inocencia pura, y me aguanté la sonrisa al ponerme de puntillas y rozar sus labios-. Oh...v-vale, me gusta ese secreto.

Era bastante tímido a la hora de besar, y aunque me costaba mucho creer que no hubiese besado jamás por lo perfecto que Jungkook era, no podía no creerle. A pesar de que yo solo había besado a un hombre (ahora dos) en mi corta vida, ya había notado una clara diferencia en los besos.

A Jungkook parecía gustarle picar mis labios y hacer soniditos al separarse, y le dejé experimentar como a mí me dejaron en su día. Cuando se dio cuenta de que esos besitos eran terriblemente románticos pero que no llevarían a nada mayor, los cambió.

Fui a coger su cara para tener un poco el control, pero se quejó de mi movimiento, ¿tal vez él también quería llevar el control?

-Hmmn no te apartes... -movió mis dedos a su pelo de nuevo, y como pareció gustarle probé a tirar ligeramente de las hebras castañas. La respuesta fue un gruñido condenadamente sensual en mis labios, y me aventuré a entreabrirlos para él.

No nos habíamos vuelto a besar desde el sábado, y la tensión sexual y sentimental había estado flotando sobre nosotros como el polen. Él tenía erecciones esporádicas y cada vez más frecuentes, y yo no me estaba haciendo la santa ni mucho menos.

Jungkook era un idol andante, el pack perfecto de Corea al que ni siquiera yo me podía resistir. No sólo estaba más bueno que un tren, sino que no era un gilipollas creído como otros.

Me sujetó la mejilla con dulzura hasta que me derretí bajo su tacto, y Jungkook se decidió por tomar las riendas del beso. Esta vez me sonrojé yo cuando su lengua buscó a la mía, y exploró en mi boca a fuego lento.

Este beso fue el silencio que calló las voces de ¿y si no le gusto?, ¿mejor como amigos? Yo misma tenía esas dudas, y supongo que a Jungkook le bombardeaban el cerebro todos los días.

Y sinceramente, el beso también me calentó un poco.

-¿Lo hago bien? ¿Te gusta así? -no me soltó la cara al separarse, y observó mis mejillas sonrojadas con una sonrisa de lado. Tenía los labios un poco hinchados, y se veía muy besable.

Joder, sentía que su mirada chocolate caliente me derretía por completo

Oímos pasos y una conversación entre dos chicas, y supuse que toda la horda de chicas estaba a punto de entrar en el vestuario a cambiarse.

Jungkook miró preocupado al techo, afinando su audición para calcular cuántas chicas nos podían descubrir, pero le cogí del cuello de la camiseta para acercarle a mí.

-Oye -llamé su atención en un susurro-, besas muy bien.

Me estiré un poco para besarle la mejilla, y pareció dejarle con ganas de más. Incluso yo tenía ganas de más, pero no quería sobrepasar la tensión sexual en el colegio.

-Todavía nos quedan diez minutos, Areum... -se inclinó a mi oído, y su respiración caliente me puso la piel de gallina. Jungkook parecía saber el efecto que estaba teniendo en mí.

Me pegó sutilmente contra la puerta y colocó uno de sus muslos ejercitados entre los míos. Vi sus ojos oscurecidos por un momento, y no sabía si era por la sombra del flequillo o por el deseo, pero me costó tragar saliva.

No reconocía esta faceta suya, pero me gustaba la posición dominante que estaba adoptando. Sabía que estaba poniendo todo su esfuerzo y ganas en hacerlo bien, y su primera vez seduciendo a una mujer estaba siendo más que exitosa.

-¿Mañana tendremos el viernes para nosotros? -se mordió el labio al mirar los míos, acunando mi cara entre sus manos con algo de desesperación.

Jungkook solo quería estar conmigo, y francamente yo deseaba lo mismo.

-Sí -le sonreí levemente, tensa por su grueso cuádriceps entre mis muslos. Noté otra cosa gruesa en la cadera pero no dije nada, yo tenía la suerte biológica de que mi excitación no se notaba. Y tampoco me disgustaba sentir su erección-, nos podemos ir de fiesta o quedarnos en la biblioteca, c-como prefieras...

Bajó la mirada a su propia pierna, y al presionarla contra mi entrepierna sonrió de lado. El gesto candente no concordaba con su ternura habitual.

-¿Te estoy agobiando?

Se me disparó el corazón con su extremada consideración, y le di un beso esquimal con una sonrisa sincera.

-No, estoy bien -rodeé mis brazos en sus hombros de forma vaga, abrazándole aunque los dos tuviésemos ganas de hacernos cosas más que censurables.

Enganchó un dedo curioso en el cuello de mi camiseta, y noté su respiración en la mandíbula. Dejó un beso inofensivo ahí, pero como Jungkook estaba aprendiendo a dar besos candentes, humedeció más mi piel en busca de una reacción por mi parte.

-¿Así? -casi di un salto por lo ronca que se le había puesto la voz, casi exacta a cuando bromeaba con el acento satoori que me hacía temblar las rodillas. Asentí tímida con la cabeza, y la fricción contra su muslo me hizo entreabrir los labios. Continuó el camino de besos húmedos los dos centímetros que pudo antes de dar con el obstáculo-. ¿Te puedes quitar el collar?

Me apretó contra su pecho, y me mareé por el placer que se comenzaba a acumular en mi vientre bajo. Al no recibir respuesta, intentó apartar el collar él mismo con los dedos, y besó la zona con mordisquitos, desesperación y resuellos.

Jungkook parecía decidido a arrancarme algún gemido, y lo conseguiría si continuaba besándome así.

No íbamos a salir de aquí si seguíamos así, joder

-Oye K-Kook... -la llamé en un susurro, y aunque le costó bastante fuerza de voluntad soltar mi piel se apoyó contra mi frente intentando recuperar la respiración. Parecía que al que le estuviesen dando placer fuese a él y no a mí.

-¿Vas a hacer educación física con el collar ese de perro? -dio un tirón suave del cuero negro, mirándolo con desaprobación. No era mi culpa llevar esto en el cuello, pero me sentí más humillada que nunca.

Eso era yo, ¿un perro? Joder.

-Vamos a clase ya -le sonreí forzadamente y le aparté, pero antes de que pudiese retirar el seguro de la puerta una mano rodeó mi muñeca. Jungkook había notado mi repentina seriedad, pero no quería pensar en el Señor Kim porque si no me pondría a llorar. Dio un nuevo tirón de mi muñeca-. ¿Qué pasa?

Abrió la boca con mi contestación seca, y sus cejas se fruncieron tragándose las palabras que tenía anteriormente pensadas.

-Perdona, no quería decir que el collar era de perro... -hizo un esfuerzo por no frotarse las manos nervioso, y costaba creer que hace un minuto estaba comiéndome el cuello.

-Da igual, Kook. Solo has sido sincero -abrí la puerta y salí, precavida de que no hubiera ninguna chica alrededor y haciéndole una señal a él. Caminé emocionalmente decaída hacia el pabellón, sus pasos apresurados a mis espaldas.

-Ari -Jungkook se interpuso en mi camino, y lucía realmente arrepentido-, no debería haberme burlado de algo que te gusta, no te lo pondrías si no te gustase. Perdón, me he dejado llevar por el momento.

-Que no pasa nada, ¿vale? -cogí su mano sabiendo que era su punto débil, y continué caminando por delante de él solo para que no viera mis ojos llorosos.

Oí un "vale" no muy convencido, y solo solté su mano cuando tuvimos que empezar a correr alrededor de la pista.

...

Acabé de alargar mis pestañas con el rímel antes de que sonara la alarma de las 21:00. Recibí un mensaje nada más fueron en punto, y cogí el bolso que había seleccionado para esta noche.

El vestido era sencillo, lo suficiente como para que complementara al collar sin que pareciera de sumisa. La seda azul marino caía por mis sencillas curvas y los tirantes me permitían tener movilidad.

Y estaba tan guapa que me sentía preparada para comerme el mundo esa noche.

-Volveré después, adiós mamá -cogí el abrigo, y la brisa nocturna dio un frío beso a mi rostro.

-Sé amable con Taehyung, cielo -eran las mismas palabras del primer día conociendo al mismísimo demonio de Kim.

Si ella supiera que ni siquiera le puedo llamar por su nombre sin que me amenazase...¿le importaría?

-¿Te da igual que cene con un hombre ocho años mayor que yo pero no quieres que vea a mi mejor amigo? -espeté, el pomo de la puerta de repente siendo arrancable entre mis manos.

-No empieces otra vez con eso y vete a cenar.

No me lo tuvo que repetir otra vez

Salí de casa rondando los ojos, y mi pulmones se establecieron en permanente estado de ansiedad al ver unas piernas largas apoyadas contra la puerta de copiloto.

Habíamos quedado en la calle principal, no exactamente en mi casa.

El Señor Kim

No tuvo vergüenza alguna en apreciar el vestido en mi cuerpo, pero aún así contuve algún tick nervioso mientras me acercaba a él.

-Buenas noches, Señor Kim -apreté el asa de mi bolso blanco roto al establecer contacto visual con él, dándole acceso a la anulación de mi persona.

Expulsó el humo, tiró la colilla y la chafó y me cogió la muñeca. Ya casi me había olvidado de lo largos que eran sus dedos y lo frágil que me hacía ver en comparación.

Ya no me molestaba, me estaba acostumbrando

Me quedé estática y aguanté la respiración por si acaso. Por si acaso me quería coger del cuello, por si me quería castigar por algo que no sabía. Su pelo largo arañó mi mejilla como juncos crecidos.

-Hola, cielo -apartó un mechón de pelo tras mi oreja, y acarició la piel de detrás de forma gélida y sádica-. Métete en el coche antes de que te arranque el vestido y tus vecinos lo vean, ¿sí?

-Sí... -me puse el cinturón nada más me abrió la puerta, y cuando entró rodeó mi nuca con la mano. Le miré cautelosa, precavida de no hacer ningún movimiento rápido que le pudiese molestar.

Era él quien siempre marcaba el compás, y yo simplemente me tenía que ceñir. Vivía subordinada a él.

-Pareces una muñequita... -cogió mi mentón y me giró la cabeza en varios ángulos para estudiarla con ojo de coleccionista. Pellizcó mi mejilla de forma siniestra y peinó mi pelo con superficialidad. Sus dedos dieron con el grueso collar y sonrió de lado-. Veo que esta vez no te lo has quitado.

No le devolví el comentario sarcástico, estaba perdiendo esa faceta activa de mi personalidad. En su lugar le sonreí, cosa que pareció acrecentar su sonrisa felina.

Me quitó el abrigo y lo tiró al asiento trasero con algo de desesperación por tocarme, sus feroces ojos bajando por mis clavículas y hombros expuestos.

¿Ya estaba excitado?, ¿ya me quería comer?

Me sentí un poco desnuda al no llevar sujetador, pero no encogí el cuerpo.

-Señor Kim, ¿vamos a ir a cenar? -intenté centrarle en el tema inicial de la "cita laboral", pero no tuvo el efecto deseado y miró mis pechos.

-Claro, Areum -me congelé cuando sus dedos decidieron jugar con uno de los tirantes, e invadió mi espacio personal en busca de mis labios. El Señor Kim se mantuvo quieto, sus pestañas flirteándome hacia un beso-. ¿Te he dicho que esta noche estás arrebatadoramente preciosa?

Tal vez fueron sus palabras o el seductor juego que había empezado con los ojos, pero me sonrojé hasta el punto que vi su bonita sonrisa sincera a centímetros de mi boca.

-Gracias...

Era más que obvio que me quería besar, pero como no le solía devolver los besos supuse que no desgastaría su preciado orgullo para pedirme que le besara.

La escena era de película erótica o de terror: estaba sutilmente acorralada entre la ventanilla polarizada y su brazo, con un hombre igual de apuesto que perturbado extremadamente cerca, y sonrojada por ello.

-No estás muy habladora hoy, ¿eh? -su nariz se apretó contra la mía al rozar mis labios en un beso demasiado casto para ser suyo, y se puso el cinturón antes de guiñarme el ojo-. Arreglaremos eso después, no te preocupes.

...

Kim parecía ser un cliente habitual por cómo le sonrió el camarero, y me sentía demasiado artificial alrededor de tanta gente elegante.

Prefería irme a una pizzería con Jungkook.

-Ven -giró la cabeza hacia mí, levantando las cejas para que le diese la mano. Se la di; ya no valía la pena resistirse. Cuanto antes acabase mejor.

Llegamos a nuestra mesa, pegada a una pared beige y con iluminación de salón de baile. Me apartó la silla para que me sentase, y me acarició los brazos seductoramente con las yemas de los dedos.

Tenía la sensación de que el Señor Kim no había tenido sexo desde hace un tiempo, estaba siendo muy sutil con su lujuria habitualmente animal, se estaba portando demasiado bien.

-...traiga una botella de Pauillac, por favor -le dio una sonrisa cortés al camarero, y cuando nos dejó solos el silencio se apoderó de la mesa.

Tenía muy claro que no iba a tener una conversación casual con él, por muchas sonrisas que me estuviese regalando.

Aún así, tenía que pedirle una cosa.

-Señor Kim... -moví los dedos por mi copa de cristal vacía, la manicura picando el cristal como la lluvia. Era puro zorreo, a él le gustaba la extremada elegancia y delicadeza y yo sabía ponerme ese disfraz-, le tengo que pedir un favor...

Le miré, las pestañas haciéndome más coqueta que de normal. Conseguí que bajara la vista por mi torso y apoyase el mentón en sus manos. Tenía toda su atención.

-¿Te has ganado el privilegio de pedirme algo? -comentó divertido, mirando mis dedos extendidos sobre el cristal de la copa. No estaba haciendo nada más que extender mucho la mano, pero lo estaba haciendo de forma extremadamente sexual.

Me costó sostenerle la mirada por cómo parecía echarse encima mío sólo con los ojos, porque veía que tenía hambre y no solo de comida.

El camarero regresó con la ridícula botella de vino, y me sirvió aún cogiendo la copa entre mis esbeltos dedos. Era joven, y no tardé en flirtearle con una sonrisa descarada.

Era mejor tener a Kim excitado que enfadado, aunque me estuviese ardiendo la cara debido a su mirada. El collar no me dejaba salir de su mundo, así que no pasaría nada si me adentraba un poco más.

Me mojé los labios con el vino. Moví el pie debajo de la mesa y acaricié su pierna con la punta del zapato de tacón, y vi cómo abultó su mejilla con la lengua.

El pobre camarero estaba en medio de nuestra follada visual. Se retiró cuando el Señor Kim le tiró dagas con los ojos.

-Hoy estoy un poco juguetona, Señor Kim -le sonreí, el vino borgoña contrastando con mi vestido-, espero que no le importe.

-¿A qué se debe este comportamiento tan... -achinó los ojos buscando la palabra, e involuntariamente se le volvió a ir la mirada a mi cuello-, agradable? Casi me haces olvidar que te debo un castigo, princesa.

Mierda

Me guiñó el ojo con cinismo, satisfecho de haberme descubierto.

-¿Era eso el favor? Me temo que te voy a tener que denegar la petición. Has sido demasiado fácil de leer esta noche, Areum, y me gustan los retos. Me estas zorreando (como deberías hacer siempre) cuando ayer me estabas llorando pidiéndome que rompiera el contrato -bebió de su copa llena, sus ojos castaños poniéndome en mi lugar-. ¿Te crees que soy tonto, acaso?

-No, Señor Kim -me recoloqué tensa, como si me hubieran metido un palo por el culo-. Solo quería librarme del castigo -abusé un poco de mi copa, el sabor amargo quemándome ligeramente el paladar-. Fue un poco abrumador follarme a un hombre ocho años mayor que yo como primera vez, llámeme loca si necesito un poco de espacio.

Oí una risa ronca y genuinamente bonita, y me sentí bien al haber hecho reír a una piedra como él.

Los platos comenzaron a venir, y después de una leve reverencia formal comenzamos a cenar.

-Pues yo me siento totalmente al contrario, solo quiero estar contigo para follarte bien -no me podía creer que estuviésemos teniendo esta conversación mientras comíamos y en un restaurante.

-No hable de eso ahora, por favor -me cubrí la cara un poco avergonzada, no queriendo recordar la noche del hotel ahora.

-Esta noche me puedes tutear, Areum.

No lo hice, no quería establecer nada que significara confianza con él.

-¿Qué le ha dicho a mi madre? Estaba encantada de que saliera a cenar con ust...-

Algo me frenó la mano que cortaba el pescado, y las gemas de colores me apretaron durante dos segundos. Una advertencia, había hecho algo mal.

-Tutéame -repitió con énfasis, sus cejas alzadas con autoridad. Ya no había sonado a sugerencia, y sabía cómo se podía poner si no le hacía caso-. Simplemente he hablado con ella, una conversación formal. Es una mujer muy inteligente y prudente, no pareces su hija.

Joder, ¿aquí también iba a recibir reproches familiares?

-Tu tampoco pareces hijo de tu padre -me llevé un trozo de pescado a la boca, masticando enfadada y bebiendo vino. Se volvió a reír. Era muy raro presenciar esto, verlo así de relajado y de tan poco gilipollas. Supuse que aceptaría un poco de humor-. Eres la primera generación de sadismo, por lo que parece.

Me volvió a apretar la muñeca.

-No me lo recuerdes mucho, todavía tienes un castigo pendiente y me pongo muy mal solo de pensar en oírte gritar, ¿entendido, Areum? -la faceta bonita y normal se le fue, volviendo a la de extrema dominancia. Asentí presionada por sus ojos, y me dio un asentimiento satisfecho-. Si te portas bien te quitaré el collar después, las chicas buenas tienen premios.

Se me iluminó la mirada enseguida, y me besó el dorso de la mano con delicadeza.

-¿Me puedes dar el contacto de Soyeon? -disparé la pregunta sin pensarla, y alejó el tenedor con comida que estaba a punto de comer.

-¿Para qué? No le vas a poder comer la cabeza, créeme -se apartó el flequillo rizado de la frente-. Ya te dije que ella no ve la misma faceta que tú ves de mí, ella es una buena chica.

-Solo quiero tomar un café con ella, irme de compras -y también meterle sentido en la cabeza a la pobre chica.

-Soyeon no se encuentra muy bien en estos momentos -lo dejó en el aire, y cambió el tema de conversación radicalmente-. ¿Acaso no tienes amigas?, ¿todas las chicas te miran con envidia por tener a Jeon detrás?

Su agudeza me pilló desprevenida, y alzó una ceja paciente.

-No quiero hablar de eso -contesté cortante, bebiendo más vino y notando un ligero adormecimiento corporal.

-¿Ya le has enseñado tu nuevo collar? -continuó-. Es una pena que no puedas compartir tu fetiche en el cuello con él... -su pierna rozó la mía, y tragué duro notando los dedos temblorosos-. Ahora que lo pienso, llevo mucho tiempo sin marcarte...

-...

No pude decir nada porque se me hizo un nudo en la garganta.

Intenté pagar mi parte con mi Black Card, pero los dedos del Señor Kim se entrelazaron alrededor de los míos como si fuesen enredaderas, controlando todo.

No me gustaba que pagaran por mí, y menos los herederos, pero este hombre era otro caso.

Se acercó para cubrirme los hombros con mi abrigo, y debido a la diferencia de altura vi cómo el vestido le permitía un ligero atisbo de mi escaso escote.

-Todavía falta el postre -me pasó la mano por el pelo de forma macabra, su sonrisa resaltando sus ojos oscurecidos.

El frío de Seúl me abrazó por poco tiempo, pues el Señor Kim me indicó que subiera al asiento trasero. Me subió en su regazo y comenzó a apretarme los labios con los dedos, como si fuera una muñeca inflable.

-Me vas a dar un beso, ¿a que sí? -trazó líneas en mis clavículas que me dieron escalofríos, su respiración caliente sobre la mía. Notaba su entrepierna, y aunque no estaba excitado todavía me parecía grande-. No sabes las ganas que tengo de comerte entera.

Hundió los dedos en mi pelo para darme los masajes que despertaban mi sumisión, y cuando entrecerré los ojos sus gruesos labios abrazaron los míos.

Los movimientos era más pasionales que de costumbre, dándome a conocer la lujuria que le estaba comiendo vivo. Disfruté bastante del beso, movía la lengua bien y estaba cómoda, y en algún momento me colocó a horcajadas.

El Señor Kim gruñía de vez en cuando, y me ponía bastante que fuera un hombre vocal a la hora del sexo.

-¿Me perdona el castigo, Señor Kim? -corté el beso y volví a los honoríficos, sabía cuándo ser formal o no con él. Y me había dicho explícitamente que en momentos candentes le llamara así. Le sonreí coqueta, acariciando la apertura de su camisa-, ¿por fa?

-"¿Por fa?" Serás malcriada... -sonrió excitado, y extendió los brazos a lo largo del respaldo-. ¿Por qué no me convences de otra forma, huh?

Enredé los dedos en su nuca, y dejó caer la cabeza hacia atrás por el placer. Expuso su cuello y su nuez definida, hogar de su voz ronca.

-¿Le puedo tocar, Señor Kim?

Emitió un "hmmn" desinteresado y grave antes de pegarme más a su creciente erección, y soplé entre dientes con un gemido.

Comencé a besarle el cuello bronceado, aplicando fricción con los labios y humedad con la lengua.

-¿Me puede... -mordí su piel sin mucha fuerza-, ...quitar -acaricié la parte desnuda de su pecho, y vi cómo comenzó a respirar con pesadez-, ...el collar? Me estoy portando muy bien, Señor Kim.

Continué calentándole con besos húmedos que me estaban encendiendo incluso a mí, y hubo un momento en el que me cogió del pelo para que le mirara.

Tenía los labios rojos de mordérselos, y parecía el hijo íncubo de Eros y Dionisio.

-Dame un beso de los tuyos -hice lo pedido, suspirando más de lo normal y pegando mis pechos al suyo-. No sabes lo que me estoy conteniendo de quitarte el puto vestido.

Su mano rodeó mi nuca para atraerme en otro beso, y perdí la noción del tiempo correspondiendo sus labios hinchados y obscenos.

Oí un tintineo metálico, y noté cómo uno de sus dedos cogió el asa del collar negro. Un click más tarde, dejé de notar la presión que se había hecho habitual alrededor de mi cuello.

Me había quitado el collar

Le acaricié más los pectorales calientes en forma de agradecimiento, y cortó el beso para acercarse a mi cuello.

-Cuánto tiempo... -hizo un sonido húmedo al besar mi piel, y gemí muy alto en comparación al ambiente de susurros. Me tapé la boca al segundo, pero ya la había cagado-. Alguien está muy sensible...

Los sonidos se hicieron cada vez más frecuentes debido a que comenzó a besar la piel sin piedad, y sentí mis bragas humedecerse con los besos eróticos.

-Señor Kim -no sabía si le había llamado para que tuviese piedad o si lo había gemido. Prefería pensar en la primera posibilidad.

La combinación de su respiración caliente jugaba con la saliva que creaba sensaciones frías, y me mordía cuando quería joderme y hacerme perder la cabeza.

-¿No te encanta que te toque así? Tienes la piel tan sensible que si bufo ya te excitas, estás hecha un puto desastre hormonal -se rió seco, y empujó sus caderas hacia arriba. Noté toda su erección contra el muslo, y coló una mano bajo el suave vestido-. ¿Quieres que te toque, Areum? Sabes lo largos que tengo los dedos y lo mucho que te hago gritar con ellos.

Cogí su camisa cuando una ola intensa de calor me azotó, y notaba los ojos llorosos por la excitación. Me quemaba la vagina, necesitaba sentir algún tipo de estimulación. Estaba segura de que tenía fluidos en los muslos.

-Sí, por favor... -incliné más el cuello a su total disposición, y rodé los ojos cuando volvió a besarlo con hambre, tal vez demasiada.

-Areum -me cogió la cara para que le mirase, y en ese momento noté una especie de conexión increíblemente sexual con el Señor Kim-, vuelve al asiento delantero y vamos a mi casa -me susurró en la oreja, mordiendo y lamiendo el lóbulo haciéndome sufrir-. Puedo cambiarte el castigo por una noche de fetiches, todavía no me has desvelado los tuyos y tengo muchas ganas de follarte.

Joder, sonaba muy bien

-Uh... -desvié la mirada a la ventana para pensar con el cerebro, y me estabilicé un poco-, no lo sé, tengo que volver a casa, mañana tengo instituto...

-No te preocupes por eso -delineó mi labio inferior con la punta de la lengua, invitándome a pecar en su mundo-. Me la has chupado varias veces y yo llevo un tiempo sin comerte el coño, soy un hombre que lleva sus cuentas con precisión. Me gusta pagar mis deudas -acarició mi hendidura mojada por encima de las bragas, mordiéndose el labio con lascivia-. ¿No te apetece una noche de placer después de tanta mierda estresante? Tienes las bragas prácticamente empapadas, y llevas un vestido que parece un babydoll para la cama.

Me lancé a sus labios, y esta vez sentí la compenetración sexual entre nosotros.

-Solo si me promete que se portará bien -le advertí, soltando sus labios enrojecidos.

-Podemos llegar a un acuerdo, princesa.

Me senté delante, y cuando me inmovilicé un poco más con el cinturón noté una mano en mi cuello desnudo. Me estremecí, pero aún así miré al conductor demoníaco con sonrisa sensual.

Tenía una cinta de seda entre los dedos.

-Te voy a vendar los ojos, ciérralos -me guiñó el ojo y le obedecí, el suave tejido contra mis párpados. Frotó su nariz en mi cuello, y aunque no le podía ver supe que estaba sonriendo-. No te dejaré salir hasta que estés afónica, Areum.

-No puedo esperar a verlo, Señor Kim.

Tengo exámenes pero me apetecía escribir, se vienen cosas muy turbias

-Spanish unnie ❣️

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