Hola!! ¿Adivinen que les traigo? ¡Eso es! Un nuevo cap xD
Quería antes de mercharme y dejarles con el cap, dar un par de conotaciones.
1º: Esto es una historia un pelín (muy) tragica, es decir, va a morir muchos de los personajes y seguro que ahora direis "Ah bueno, como son personajes que no conozco no me importa" Pero para eso esta esta mala persona que va a intentar que os encariñeis de los personajes, para luego hacerles cosas muy malas... o cosas muy buenas quien sabe...
2º: Esta historia no sera como la de My Tough Boy ¿que quiero decir con esto? Que Alec y Magnus seran antes amantes que ha estar enamorados, pero bueno, no tardaran mucho en enamorarse no os preocupeis.
Solo queria dar este par de apuntes para que no haya lios y avisarles un poco de lo que vendra.
Bueno, lo de siempre. Espero que les guste, que voten y dejen muchos comentarios. Los Amo <3<3<3
¡Bien! El alba aun no había llegado. Me había quedado dormido abrazando a Lucy y cuando me desperté, creí que no llegaría a la chabola y fingir estar enfermo.
Aparte la puerta, entre y me tumbe en el colchón… que asco por favor…
Cerré los ojos y espere pacientemente a Alexander… bueno vale, me aburría y comencé a diseñar nuevos demonios con humo negro.
Hacía bastante que diseñaba, pero nunca creaba… no se por qué pero era como si ya no tuviera ganas.
Escuche pasos cerca de la chabola.
Comencé a mover los brazos de forma brusca y a soplar para hacer desaparecer el polvo negro. Con un chasquido de dedos ice que mi temperatura corporal aumentara para dar la sensación de que tenía fiebre. Aunque cuando veía a Alexander mi temperatura corporal si que aumentaba y no precisamente por fiebre.
Acomode mejor la chaqueta que me servía de almohada y puse mi mejor rostro de cansancio.
Alexander apareció por la puerta. Me miro a los ojos.
-Me dijiste que estarías aquí antes de que me despertara.-Dije.
-Lo lamento. ¿Llevas mucho rato despierto?
-Acabo de hacerlo.
Se acercó a mí con una leve sonrisa. Se arrodillo al lado del colchón.
-Déjame ver como va tu herida.
Mierda… Si veía que la herida estaba curada, querrá una explicación.
Piensa Magnus, piensa. “La boca de Alec junto a la tuya. Sus manos revolviendo tu pelo. Vuestros cuerpos…” ¡No esa clase de pensamientos maldición! Grite mentalmente ¿Cómo se le ocurría a mi cerebro pensar en eso en un momento así?
-Estoy bien de verdad.-Asegure.
-Déjame ver…-Dijo distraído mirando la zona donde “tenia” la herida.
Una mano fue hacía el borde de mi camiseta. Le agarre la muñeca impidiéndole continuar. Alexander me miro extrañado.
"Muy bien, Magnus, ahora utiliza tus encantos” Pensé con una sonrisa en la boca.
-¿Tantas ganas tienes de verme sin camiseta?-Pregunte con una sonrisa picara.
Las mejillas de Alexander se volvieron rojas al instante. Bingo.
Aparto mi mano con delicadeza y la dejo sobre el colchón, como si estuviera hecho de vidrio fino y no quisiera hacerme daño… Que dulce…
-No quiero que se te infecte, pero si no quieres que lo haga yo, puedo dejarte el desinfectante aquí para que lo hagas tu mismo.-Dijo sacando de la mochila dicho botecito.
Obviamente su presencia no me incomodaba y no me molestaba que me tocara (¿Cómo me iba a molestar?), pero así era mejor. Asentí. Alexander me miro expectante.
-¿Qué pasa?-Pregunte al fin. ¿Este hombre no se piensa ir o que?
-¿Cómo que pasa? Tú te limpias la herida, pero yo me quedo aquí.
Alce una ceja.
-Con que si que quieres verme sin camiseta.-Dije guiñándole un ojo.
-Solo quítatela.
-Me encuentro mal.-Dije para cambiar de tema. Me lleve una mano a la cabeza e hice una mueca de dolor fingido.
Alec me apartó la mano y coloco la suya propia sobre mi frente.
-Estar ardiendo…-Susurro rebuscando algo dentro de su mochila.
-Yo siempre estoy ardiendo.-Dije con un tonito pícaro, pero pareció que Alexander no se dio cuneta. Ice una mueca, parece ser que es más inocente de lo que aparenta.
Saco una botella de agua, y empapo en trapo de tela para posteriormente ponérmelo sobre la frente. El contacto de mi piel caliente contra algo frio fue muy desagradable.
-Háblame de ti Alexander.-Dije solamente para sacar un tema de conversación.
-No hay mucho que contar, nací, vivo y moriré, como todos.-Se encogió de hombros.- ¿Y tu?
-Tampoco hay nada bueno que contar. Soy un Príncipe del Infierno que crea demonios para luchar contra ángeles en una guerra eterna.
Alec me miro con los ojos abiertos como platos.
-¿Enserio?-Pregunto repentinamente serio.
-No-Mentí con una sonrisa.- ¿Por qué? ¿Acoso existen los ángeles y los demonios?-Pregunte sabiendo la respuesta.
Alec se acercó a mí.
-¿Te gustarían que existieran los ángeles?
-No. ¿Y a ti?
La mirada de Alec se perdió en algún punto de mis ojos. Me miro de arriba abajo.
-No.
Era como si ese “no” escondiera más cosas que las que seguro me iba a contar. Me miro y me brindo la sonrisa más triste que he visto en mi vida. Me llego hasta el alma, bueno, lo que quiera que tenga yo.
Toco mi mejilla.
-Parece que la fiebre no esta bajando… Tendré que pedir la noche libre.
Enarque una ceja.
-¿Noche libre?
Alexander negó con la cabeza.
-Olvida eso ultimo, esta noche te cuidare, lo ultimo que quieras es que enfermes.
-No me conoces y te preocupas por mí. No pareces humano.
-En realidad haciendo esto demuestro que soy humano.-Dijo mirándome a los ojos.
Hubo un largo silencio. Alexander me quito la humada toalla de la cabeza y me seco la frente con un trapo seco.
Era extraño estar con Alec. Era como si todas las malas acciones que he cometido a lo largo de mi eternidad desaparecieran, como si ese muchacho alto, delgado, moreno, pálido y de mirada azul, fuera un ángel que venía a salvarme… no iba tan descaminado.
Me sonrió, y tuve que retener un suspiro, “¡Magnus!-Grito una voz dentro de mi cabeza.- ¿Qué son esos sentimientos? Quítatelos de la cabeza.”
-¿Te encuentras mal?-Pregunto.
¿Cómo alguien que vive en este lugar puede ser tan tierno y adorable? Le sonreí. Las mejillas de Alec se colorearon de rojo.
-Estoy mucho mejor, gracias.
Alec bajo la mirada.
-¿Te duele la herida? No tengo medicinas pero puedo inventar algo que calme el dolor.
Le mire.
Me fije que por el cuello de su camiseta se podía ver tres cicatrices aun más blancas que la piel. Una estaba debajo de la clavícula, la otra estaba debajo de la línea del hombro izquierdo y la otra empezaba en su pectoral derecho y se perdía debajo de la tela marrón que cubría su torso. Una tela que no debería estar ahí, si querréis mi más humilde opinión.
Estuve tan ensimismado en observarle que no me di cuenta que me había hecho una pregunta.
-¿Qué? Perdona pero no te estaba escuchando.
-¿Te duele la herida?-Volvió a preguntar gentilmente.
-No, esta perfecta.
Alexander bostezo cerrando los ojos y cubriéndose la boca con una mano. Parpadeo un par de veces, apoyo la cara en la palma de la mano y cerro parcialmente los ojos.
-Te ves cansado.-Dije tumbándome de lado en el colchón.
-Lo estoy. Ayer me acosté muy tarde y me costó mucho quedarme dormido.-Dijo cerrando los ojos del todo.
-Si te quedaras a dormir aquí no te pasaría eso.
Alexander abrió los ojos y me miro. Se mordió el labio inferior pensativo.
-Te he dicho que me quedaría esta noche ¿no?-Dijo con una sonrisa cansada.
Asentí.
Mis tripas comenzaron a gruñir. Lleve una mano a mi vientre, como si eso pudiera calmar el hambre que sentía. Alexander se levanto con un último bostezo.
-Hay un mercado a la vuelta de la esquina. Comprare algo, are una fogata fuera y preparare el desayuno ¿vale?
-¿Puedo acompañarte?-Pregunte incorporándome.
-No. Sigues enfermo.
-Un poco de aire fresco me vendrá bien.
Alexander me estudio con la mirada. Ice mi mejor puchero. Alexander lanzo un suspiro y me tendió una mano, la cual acepte. Me levanto del colchón como si fiera una pluma… caray… tiene más fuerza de la que aparenta.
-Esta bien, pero no te separes de mí.-Dijo agarrando su mochila y dirigiéndose a la salida.
Le seguí.
El sol me golpeo en la cara. Alexander comenzó a caminar entre las chabolas, hasta que llegamos a lo que era el mercado.
Había un gran bullicio, y la gente compraba lo que podía, otros simplemente robaba.
Mire los puestos.
Había un puesto de verduras con manchas negras en casi todos sus productos. Había otro puesto de verduras pero tampoco estaba mucho mejor. Más adelante había un pequeño están que vendía pan. Alexander y yo nos acercamos al puesto en cuestión.
Una mujer nos atendió. Tenía una horrible cicatriz que le cruzaba en forma vertical toda la cara, pasando por encima de su ojo que estaba cubierto por un parche negro. Tenía muchas quemaduras en las manos y en los brazos, y en su mano derecha faltaban dos dedos. Su labio inferior había desaparecido, dejando ver encía y dientes amarillentos. Seguro que en otra época fue una mujer hermosa, pero ahora parecía una de mis hijas.
La mujer nos tendió la hogaza de pan que habíamos comprado. La agarre y me gire con la intención de marcharme del lugar, pero al ver que Alexander miraba fijamente a la mujer desfigurada me quede inmóvil en el sitio mirándole y preguntándome que estaría pensando.
La mujer atendió a los demás clientes, mientras la mirada azul de Alexander la seguía atentamente.
-¿Ocurre algo?-Me atreví a preguntar.
Alexander parpadeo un par de veces antes de mirarme como si se acabara de dar cuenta de que estaba allí con él.
-¿Qué le habrá pasado?
-Quien sabe.-Respondí.- Un incendio… Un ataque de algún animal… Un accidente…-Dije barajando las posibilidades.
Alexander torció la línea de la boca. Agarre su codo y tire un poco de él.
-Vamos.-Dije guardando el pan dentro de mi bolsa.
Alexander asintió. Comenzamos a caminar el uno al lado del otro en silenció. Al parecer ver aquella mujer le había chocado. Mantenía los ojos fijos en el suelo, mientras mordía su labio inferior.
-¿Estas bien?-Pregunte.
Alexander me miro de reojo.
-¿Por qué lo preguntas?
-No pareces estar muy bien…-Susurre.
-Es solo…-Izo una pausa que se me izo eterna.- Me siento inútil. Ver a gente sufrir y pasarlo mal, me duele.-Dijo mirando a los vagabundos y enfermos que estaba tirados en el suelo, tosiendo sangre o delirando de fiebre.- Parece que estoy solo en esto. No soy capaz de ayudar a las personas. No soy capaz de salvar vidas.
-Oye.-Alexander quien había estado mirando el suelo, me miro.-Tu no eres un Dios. No puedes culparte por las desgracias que les ocurren a las personas, este mundo es cruel y no puedes hacer anda para cambiarlo.-Ice una pausa. Los ojos de Alexander brillaban de culpabilidad ¿Cómo puede existir alguien tan noble?- Además, me estas ayudando a mí.
Alexander me dejo ver una leve sonrisa. Caminamos un rato más y compramos un poco de grasa de vaca (lo que antes se conocía como mantequilla) y nos dirigimos rumbo de vuelta a la choza.
Alexander volvió a bostezar y a estirarse. Sus ya por si brillantes ojos azules brillaron más, cuando pequeñas lágrimas se acumularon en sus ojos a causa del bostezo.
-Si que tienes sueño.-Dije mirando como sacudía la cabeza para intentar ahuyentar al sueño.- ¿Qué has hecho tu esta noche?-Dije con una sonrisa pícara.
Alexander me miro sonrojado.
-Estaba pensando en ti.-Dijo.
Me reí. ¡Por el penúltimo circulo infernal! ¿Este chico piensa lo que dice?
-¡No me refería a eso!-Se excuso. Sus mejillas están cada vez más rojas. Me lleve una mano a la boca para que mi risa no fuera tan estridente.- Estaba preocupado por tu estado, nada más.
-Eso es muy tierno.-Dije sin poder evitarlo.
Alexander se ruborizo un poco más.
Abrí la boca para decir algo más, pero la mano de Alec me tapo la boca. Me rodeo con los brazos, pegando su musculoso pecho a mi espalda. Pego mi cuerpo al suyo. Me sorprendió notar que cada parte de mi cuerpo encajaba a la perfección con el suyo.
Mire a Alexander.
Estábamos escondidos detrás de una chabola, y miraba con el ceño fruncido a la chabola donde estábamos. No me lo puedo creer. Los hombres que me atacaron estaban en la choza gritando y gesticulando.
-¡¿Quién leche a dormido aquí?!-Grito un gigantón rubio.
Me encogí aun más entre los brazos de Alec. Mire mi cuerpo envuelto entre los musculosos brazos de Alexander. Un brazo me rodeaba la cintura pegándome a él, mientras una mano me tapaba la boca.
Sentí su cuero tenso contra el mio.
Los hombres estuvieron gritándose los unos a los otros durante unos minutos más antes de separarse y alejarse del lugar. Cuando los hombres desaparecieron del todo de nuestra vista, Alexander suspiro. Dejo caer la mano que tapaba mi boca, dejándola sobre la clavícula.
Alec cerró los ojos y se relajo. Su brazo seguía rodeando mi cintura. Sonreí con picardía.
-¿Estas disfrutando?
Gire sobre mi mismo quedando cara a cara con él. Alexander me miro sonrojado.
-Y-Yo…-Tartamudeo.
Le tape la boca con una mano, tal como él lo había hecho antes conmigo, la única diferencia era la intención. Esta era mi oportunidad.
Perfile con un dedo sus labios. Sus ojos estaban muy abiertos y sus mejillas estaban totalmente rojas. Me mordí el labio inferior… seguro que me lo iba a pasar bien con él.
Alexander tomo mi mano y la aparto de su rostro.
-No puedo…
-Tranquilo.-Dije acercándome a su rostro.-Un beso no te matara.
Su mano aun seguía sujetando fuertemente la mía, así que con mi otra mano libre acaricie su mejilla. Enrede los dedos en su pelo negro y le atraje más hacía mí.
Sentí el suave roce de sus labios contra los míos, hasta que giro la cara bruscamente.
¿Acaba de hacerme una cobra? ¡¿Acaba de hacerme una cobra?!
-Te conozco de dos días.-Dijo.
Ahora esto es personal… Nadie rechaza Al Creador. Ese chico sería mío si o si. Acaricie su mejilla para intentar calmarle.
-¿De que tienes miedo?-Pregunte.
Él me miro. Ver tanta pureza, soledad y necesidad de ser amado reflejada en sus ojos izo que involuntariamente diera un paso atrás, pero su brazo aun me rodeaba la cintura e izo fuerza para que no me separara de él.
Coloque ambas manos encima de su pecho y note como su corazón iba a mil… ¿Cuánto tiempo ha estado solo?
-No le temo a nada.-Dijo antes de estampar sus labios contra los míos.
Sus labios estaban duros contra los míos, pero poco a poco el tacto se suavizo. Deje que mis parpados cayeran, mientras notaba que la mano libre de Alexander se enredaba en mi pelo. Rodee su cuello con los brazos y mordí su labio inferior. Alexander gimió pero abrió la boca, lamí la comisura del labio, simplemente para ver su reacción. Escuche que emitía una especie de gruñido y me apretó aun más contra él. Colé mi lengua en su boca… y todo mí alrededor desapareció.
Alexander me agarro de los muslos y me impulso hacía arriba. Me sorprendió ver que tenía tanta fuerza. Rodee su cintura con mis piernas y gire una poco la cara para profundizar el beso. Nos separamos para respirar. Nos miramos y no pude evitar que una risita tonta saliera de mis labios. Alexander sonrió.
-¿Vamos acabar esto?-Pregunto.
Sonreí.
Abrí la boca para responder, pero los gruñidos y gritos de los hombres que habían estado con anterioridad me acallaron.
Tanto Alexander como yo giramos el rostro en la dirección de donde provenían las voces. Alec me dejo en el suelo.
-Acabaremos esto no te preocupes, pero ahora no.-Dije. Alexander me miro.-Esta noche.-Dije con una sonrisa picara.
-Esta noche…-Susurro.- Tengo que irme, pero volveré esta noche. Busca un lugar donde quedarnos y ten cuidado.
Asentí.
Alexander me agarro la mandíbula y volvió a unir nuestros labios en un desenfrenado beso. Nos separamos y vi como la figura de Alexander desaparecía entre las chabolas.
Y así mis niños es como seduce el Príncipe del Edom.
Sonreí. Esa noche la iba a pasar con uno de los hombres más sexys que he conocido en toda mi eternidad. Quien me iba a decir a mí que lo que iba a ser una simple noche acabaría convirtiéndose en algo más.