Al día siguiente, viernes, Severus se levantó de buen humor, satisfecho. Su trabajo de la noche anterior había ido de maravilla, mucho mejor de lo esperado, a decir verdad.
Justo después de la última clase del día, Dumbledore lo había llamado a su despacho añadiendo el encargo de llevar poción multijugos de sus reservas. Al leer Severus la nota ya había visto venir lo peor, y al llegar al despacho de Dumbledore sus sospechas fueron confirmadas.
No pudo evitar sentir cierto resentimiento hacia Albus. El tipo de resentimiento que se siente hacia un padre que te manda algo que no quieres hacer pero que sabes que tienes que llevar a cabo.
Así pues, partió para Londres antes de la hora de la cena, tomó la poción multijugos con el cabello arrebatado a Bellatrix Lestrange y se dirigió a Gringotts por el callejón Diagon.
No era la primera vez que tomaba multijugos, pero siempre era extraño. El peso del cuerpo y las proporciones cambiaban, básicamente te metías en el cuerpo de otra persona, con lo que tenías que acostumbrarte un poco para no parecer un pato mareado al andar. Severus rápidamente transfiguró sus túnicas en algo que pudiera llevar la señorita Lestrange, dándose cuenta enseguida de que, maldita sea, siempre llevaba tacones.
Sacrificó todo por la causa y se puso tacones. Tuvo que caminar tres o cuatro veces arriba y abajo de un callejón desierto para poder acostumbrarse e intentar imitar sus posturas. Si algo tenía Severus, era su gran capacidad de observación, por lo que era un imitador bastante bueno.
Así, convertido en una digna Bellatrix Lestrange, enfiló el extravagante callejón Diagon hacia el banco de los magos.
E, igual de digna y respetable, e igual de aparentemente loca, salió alrededor de media hora después, su mente celebrando por la jugada maestra, las plantas de sus pies algo resentidas por los zapatos de tacón a los que no estaba acostumbrado, en su bolsillo el peso de la Copa de Hufflepuff con un trozo del alma de Voldemort dentro.
Severus lo recordó con orgullo mientras se vestía para ir a clase esa mañana, cómo había entrado como Pedro por su casa y cómo había ordenado a los duendes, con su voz grave convertida en la chillona de ella, que la condujeran de inmediato a su cámara. Una vez allí, había hecho levitar la copa hasta su bolsillo sin tocarla en ningún momento para guardarse de un posible encantamiento de replicación.
Había tenido que hacer un leve control mental a los duendes para que no registraran que "Bellatrix" había estado allí ni lo que se había llevado, pero creía que no tendría mayores consecuencias.
Estaba tan contento que casi podría bailar, y eso era mucho decir, porque él era Severus Snape. Se acabó de vestir y se fue a desayunar teniendo que sosegar su alegría porque Severus Snape no se sienta a la mesa del desayuno con una sonrisa.
Se sirvió su café bien negro y tomó un sorbo, escuchando el saludo de Slughorn a su lado pero sin hacerle caso. Miró al café y alzó una ceja pensando que el que le había hecho Harry hacía dos días era mejor. Todavía no había tenido un pensamiento en condiciones para Potter aquella mañana, y se reprendió mentalmente por ello. No había tenido tiempo de avisarle de su ausencia la noche anterior y era posible que el chico le hubiera estado buscando. Su suposición se confirmó cuando vio a Harry entrar en el Gran Comedor, mirar hacia él y suspirar con alivio. Severus casi pudo oír el suspiró desde su sitio en al otra punta del comedor, con una ceja ligeramente levantada y dejando una sonrisa torcida mostrarse en sus labios. ¿Acaso Harry se había preocupado por él?
"Soy tonto" pensó al instante, llevándose la taza de líquido amargo a los labios. "Por supuesto que se ha preocupado por mí, con las noches que hemos pasado seguramente pensó que podía estar en peligro. En realidad, podría haberlo estado si no hubiera ido todo tan bien."
-¿Qué tal la noche, Severus?- oyó que le preguntaba Dumbledore a su derecha. Respondió que bien a regañadientes, mirándole con sarcástica mirada de desprecio de la que el anciano solo se rio.
Recordó que tenía con sexto a primera hora y, tras echar una mirada a Potter, que desayunaba solo, se despidió de sus colegas y se dirigió al aula. Hizo desaparecer los pupitres para dejar espacio para la práctica y se sentó en su escritorio corrigiendo algunos ensayos de primer año, esperando a que llegaran sus alumnos.
Primero llegó Harry, lo cual no sorprendió a Severus, pero no hizo ninguna distinción y se quedó leyendo las inocentes redacciones de los chavales pequeños, mirándole distraídamente por encima del papel cada pocos segundos.
Poco después llegó el resto, todos en masa un momento antes de la hora, y Severus pudo dar por comenzada la clase.
-Buenos días a todos y todas- dijo levantándose de la silla y caminando hasta ponerse con elegancia delante de su escritorio. -Espero que estéis bien despiertos, porque vamos a empezar la mañana con un poco de acción. Vamos a hacer un torneo de Legeremancia y Oclumancia.
Los acostumbrados murmullos de excitación se oyeron en la clase y Severus sonrió mentalmente, pero mantuvo su expresión firme y desafiante.
-Los enfrentamientos serán aleatorios- dijo moviendo su varita hacia la pizarra, haciendo aparecer los nombres de todos ellos, y luego la volvió a mover de modo que los nombres se colocaron de dos en dos formando un esquema de torneo. -De cada pareja ganará el que logre ver más en la mente del otro, si hay alguna duda yo seré el juez. Son eliminatorias, por lo que los que pierdan quedarán fuera de la competición hasta que quede solo una persona, que podrá medirse contra mí- miró las caras de sus alumnos, en las que estaba reflejada la ilusión. -Señor Potter, controle su fuerza esta vez- añadió burlesco, y Harry lo miró falsamente indignado.
Harry en efecto controló su fuerza, derrotando a una de las hermanas Patil en la primera ronda sin mucha dificultad. La chica no había logrado penetrar en su mente, así que no hubo dudas sobre el ganador.
No fue así para todas las parejas, sin embargo. Siendo sinceros, Ron había ganado a Goyle, pero el Slytherin no lo admitía e insistía en decir que él había vencido, por lo que Severus tuvo que intervenir. Terminó, como no podía ser de otra manera, dando la victoria a Weasley. A simple vista Snape veía hasta qué punto llegaba cada uno en la mente del otro.
Estaban a mitad de la segunda ronda (Harry ya había vencido, esta vez a Justin Finch-Fletchley, pero la mayoría seguían aún empatados o recurriendo a Severus para discutir quién se merecía pasar a la siguiente ronda) cuando sonó el timbre indicando el final de la clase.
Severus observó de arriba abajo el cuerpo de Harry cuando salió el aula. Mentiría si dijera que no tenía ganas de pasar por fin una noche con él, pero aún quedaba casi todo el día para pensar en eso, y se dispuso a afrontar la próxima clase con alegría.
***
Al fin llegó la tan ansiada noche, y con ella la hora de cenar.
Harry bajó al Gran Comedor en grupo, cosa rara en los últimos días, y se sentó con toda su pandilla, al lado de Luna, como siempre. Se sentía tan bien cerca de ella sin tener que acercarse mucho a Ron (que últimamente parecía más sosegado, y Harry lo que ahora tenía era vergüenza), que se alegraba mucho de que ella también pareciera disfrutar de su compañía.
Sin embargo, no pudo concentrarse en más que en comer con un insistente rubor en sus mejillas, pues sentía una mirada taladrando su cráneo, y creía saber de quién era.
Se giró disimuladamente y allí estaba, mirándole fijamente con sus ojos negros, con cara de querérselo comer. Harry dio un brinco en el asiento, apartando la mirada de golpe y sintiéndose enrojecer aún más. No le importaba tontear con Severus a distancia siempre que estuviera solo, pero ahora estaba con más gente, y no hacía más que imaginarse la cara de Ron, de Hermione, de Ginny... si le vieran echarse miraditas con Snape.
Sin embargo, ya casi acabada la cena, no se pudo contener y miró de nuevo de lado hacia la mesa de los profesores. Severus parecía no haberse movido ni un ápice, pero cuando lo vio mirarle se mordió lentamente el labio inferior e hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta.
Harry lo cogió al vuelo y se despidió de sus amigos, sintiendo la sangre queriendo fluir hacia su miembro en anticipación. Salió del Gran Comedor mochila al hombro y alcanzó a Severus en un corredor cerca de su despacho, pero no le dijo nada, simplemente lo siguió hasta allí, entró detrás de él, cerró la puerta y se lanzó a besarle.
Atrapó sus labios tomándole de la nuca, y Severus lo envolvió en sus brazos fuertes, sin embargo ralentizando el frenético beso, exponiéndole a Harry su intención de hablar un rato antes de... retirarse a su habitación.
Con ese propósito se separó lentamente de él, sonriendo de lado.
-¿Ya eres un experto legeremante?
-Aún no- respondió Harry divertido.
-¿Quieres whisky?- dijo Severus escabuyéndose de sus brazos hacia su estante lleno de botellas.
-¿Por qué no?
Snape cogió una botella mirando su etiqueta y casi acariciando el vidrio, agarró dos vasos, puso hielo en ellos y sirvió aquel líquido dorado en ambos. Después, sin siquiera molestarse en coger su varita agitó los dedos en dirección a uno de los vasos y provocó que un vapor blanco saliera de él y se disipara en el aire.
Le tendió el vaso a Harry, que lo cogió seductoramente acariciando la mano de Severus en el proceso, a lo que el profesor respondió frunciendo los labios y alzando levemente una ceja.
Severus se dirigió a su gran escritorio y se apoyó en él mientras daba el primer sorbo, notando la deliciosa sensación del alcohol en su garganta.
-Y bien...- empezó Harry después de probar su bebida. -¿Dónde coño estuviste ayer?
-En el bosque prohibido- dijo Severus con un ligero toque de amargor en la voz. Dumbledore le había ordenado no decirle nada al chico sobre su misión en Gringotts, y él no estaba de acuerdo. -Recogiendo ingredientes.
-Oh... Tiene sentido- dijo Harry algo tímido. -Sinceramente, me preocupé. Pensé que Voldemort te había llamado de nuevo o algo- Severus dio el habitual brinco al escuchar ese nombre. -Perdón, perdón... A veces se me olvida que...- las palabras parecían no querer salir de la boca de Harry. -Bueno, nada. ¿Qué tal tus heridas? Veo que la de la cabeza se te ha curado bien.
-Sí, sí, está bien- dijo Severus colocándose el pelo detrás de la oreja. -Las del pecho...- se estremeció ligeramente recordando el dolor -bueno, dejarán marca, pero las tengo peores.
Harry suspiró ligeramente y se acercó a él, poniendo una mano en la mesa y acariciándole suavemente el pecho por encima de la tela.
-Me alegro de que estés bien- le dijo dulcemente, dándole un beso en la mejilla y sentándose en el escritorio a su lado. -En los últimos días no hemos tenido mucho tiempo para estar juntos. Te he echado de menos.
-Y yo a ti- respondió Severus sonriendo, y un instante después echó la cabeza atrás y se bebió el resto del vaso de whisky.
-Despacio, Snape- dijo Harry sorprendido, riendo. -Poco más y te tragas el hielo.
-Así que tú sí que tienes derecho a llamarme por mi apellido...- dijo Severus mientras se servía más whisky.
-Podemos considerar esta como una de las circunstancias especiales en las que los apellidos están permitidos.
-De acuerdo, Potter. Salud- brindaron haciendo chocar sus vasos, y Harry no perdió detalle cuando Severus se lo llevó a los labios y condujo aquel líquido dorado hacia dentro de su boca. Vio cómo lo saboreó por un momento antes de tragarlo con el varonil movimiento de la nuez de su garganta, y su mano se colocó ella sola encima de la rodilla del hombre.
-Eres tan sexy cuando bebes...
-¿Ah, sí?- dijo Severus interesado. -Cuéntame más.
Harry lo cogió por la mandíbula y aproximó la boca a su oído.
-Desearía ser alcohol para que mojaras tus labios en mí, me saborearas y quemarte al pasar por tu garganta.
-Mmm... ¿Dónde aprendiste tanta poesía?- preguntó Snape con su voz especialmente grave y sugerente mientras su brazo se cerraba en torno a la cintura de Harry, pegándolo a su cadera.
-En tu cama- susurró Potter, y Severus sintió cómo su polla se llenaba al instante. Harry también debió notarlo, porque fue subiendo su mano por la parte interna del muslo de Severus hasta meterse por debajo de la levita y palpar su fuerte erección.
Snape empezó a desvestir a Harry con presteza, y el chico retiró su mano de debajo de su levita para empuñar su varita y desabotonar de un tirón la fila de botones que esta tenía, suficientes para acabar con su paciencia.
Severus de repente se bajó de la mesa, cogió a Harry y lo levantó del suelo, haciéndole abrazar su cintura con las piernas.
-Dime, ¿qué quieres hacer esta noche?
-Oh, Severus, quiero que me folles- dijo con voz felina, muy consciente de que a su amante le excitaba verbalizar las cosas y que le hablara mientras lo hacían. Un gruñido bajo salió de la garganta de Severus.
-Mmm... Excelente- susurró lamiéndose los labios. -¿Lubricante?
Harry apuntó con la varita a su mochila y convocó el bote de poción que había preparado el otro día.
-Hice más.
-¿Dónde y con qué ingredientes?- preguntó Severus sospechando.
-Si te digo que tengo una copia de la llave del aula de pociones porque soy el alumno favorito de Slughorn, ¿me creerías?
-Sí, por desgracia- dijo Snape antes de beberse de un trago el resto de su segundo vaso de whisky. Inmediatamente después, Harry le devoró la boca con deseo incontrolable, pensando que sin duda degustar el alcohol en la boca de Severus era malditamente ardiente.
-Vamos a la cama- dijo Potter en el corto lapso de tiempo en el que sus labios se separaron, para luego volverse a fundir unos con otros con más fuerza que antes, si cabe.
Severus se dirigió a su habitación apretando las nalgas de Harry en sus manos, lo tumbó en la cama y, sin resistir más la espera, los acabó de desnudar a ambos con magia.
Harry rodó encima de él rápidamente, rozando su entrada sin dilatar contra el miembro erecto de Severus y, apretándole un pezón con los dedos, le preguntó:
-¿Qué postura tiene preparada para mí esta noche, señor?
***
¡Buenas!
Soy una corta-lemmons, lo sé
(~ ̄³ ̄)~ sorry
Llegó el domingo y con él un nuevo capítulo de esta historia. Tengo otros cuatro escritos (*se felicita a sí misma*) y el quinto en proceso, estoy intentando perfilar un poco la trama porque los fanfics no duran para siempre y llevamos casi 40 capítulos, que es más de lo que tienen muchos. Pero tranquil@s, que aún queda mucho de estos dos para acabar. Me he puesto como propósito terminar la historia en el transcurso de este año (estamos en enero aún, yo creo que se puede a no ser que me desanime mucho o que lo deje, que espero que no).
No hay nada que me sea más útil que los comentarios. Llegar a casa y ver que alguien se ha leído la historia votando en todos los capítulos es maravilloso y lo agradezco muchísimo, pero nada como el día que llegué y había 96 notificaciones (una persona había empezado a leer y dejado muchísimos comentarios). Así que, por favor, que no os dé vergüenza (XD)
(。•̀ᴗ-)✧
Eso sería todo, muchas gracias por leerme y hasta el domingo que viene 💙
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