Cuando llegué a casa, Nash estaba sentado frente a la puerta de mi casa con su mirada perdida en sus pensamientos.
Me vio y sonrió poniéndose de pie de un salto antes de atacar mis labios y abrazarme con fuerzas. Respondí el gesto y aproveché para refugiarme en sus brazos porque quizás, esa sería la última vez.
Nash había comprado una pizza que de inmediato metió al horno mientras me contaba cómo Merlina lo había abandonado en las comprar para irse con una chica que estaba conociendo. Me sorprendí al enterarme que ella era lesbiana, pero aún más cuando me dijo que en realidad ella era una mujer trans. Yo quedé pensativo con respecto a cómo era aquello de que ella solía ser un varón y ahora era una niña y no sólo eso, sino que también le gustaban las chicas. Nash trató de explicármelo riéndose de mi cara de confusión pero me recomendó que le preguntara a ella porque podía explicarlo mejor.
Servimos la comida y el jugo en completo silencio, cuando estaba por dar el primer mordisco Nash habló.
—Tiziano es el chico del que está enamorado Ian —moví mis ojos a él y bajé mi pizza sin comer de nuevo al plato. Él estaba viéndome fijamente, siguiendo todos mis movimientos. —Llegué antes de lo pensado, Tiziano llegó también y estuvimos charlando un rato.
—Oh... —largué imposibilitado de decir algo más.
—Yo sabía que lo conocía de algún lado... —suspiró bajando su pizza también —pero no me había dado cuenta que era él. Entonces, mientras hablábamos me contó que conocía a Josh y que también conocía a Ian. Me contó que Ian es demasiado tímido pero que no parece un mal hombre... Y tú sabes, Ian es todo menos tímido, a menos que le pase algo —volvió a verme. —Allí recordé las fotos. Yo no te había contado de eso pero cuando pasó lo de Carla, yo busqué en las cosas de Ian las fotos que ella había comentado alguna vez. Pensé, estúpidamente que podía ser yo. Que quizás Ian me había seguido durante algún tiempo y me había observado a escondidas. Pero no era yo. Era otro hombre.
—Tiziano —dije con la garganta apretada. Yo definitivamente no sabía esa parte de la historia.
—Tiziano —repitió asintiendo levemente. Suspiró. —No me había dado cuenta a pesar de que en todas las fotos, bueno, en la mayoría de ellas se veía su rostro con claridad. Sólo me di cuenta cuando él lo mencionó.
—¿Y?
—Yo pensé que sería importante que lo sepas, para evitar confusiones. Quizás en algún momento, si lo de ellos se llegara a dar y ustedes tenían algún tipo de relación, Tiziano lo podía comentar y yo no quería que tú... —bajó la voz y junto con ella la mirada. Tardó unos segundos antes de volver a mirarme, yo sentía que apenas estaba respirando. —Lo que me genera Tiziano estando cerca de ti no tiene nada que ver con Ian. No quiero que pienses que es por él.
—Oh... —bajé la mirada a mi comida y alejé el plato. Ya no tenía hambre. Respiré profundamente varias veces antes de levantar mis ojos a Nash que esperaba expectante. —¿Qué hubiera pasado si eras tú?
Me miró confundido unos segundos antes de negar con su cabeza. No había entendido.
—Si eras tú el de las fotos —aclaré y otra vez su rostro se endureció. —¿Qué hubiera pasado si eras tú y no Tiziano?
—No lo sé. Porque no era yo —dijo con la voz rasposa. Carraspeó y miró su comida antes de arrastras el plato lejos de él.
—Pero si eras... ¿Hubieras considerado volver con él?
—Probablemente —respondió entrecerrando sus ojos para observarme. —Lo de Carla había sido grave, pero estaba dispuesto a perdonarlo si era yo... aunque yo sabía que no era desde el principio —se encogió de hombros. —Pero ya no importa porque
—Importa —interrumpí y noté cómo apretó su mandíbula con fuerzas. Sentía mi corazón golpear con fuerza en mi pecho.
—No importa. Porque ahora estoy aquí y contigo. Quiero estar aquí y contigo —dijo con tono enojado.
—Nash... —suspiré. —¿Qué pasa si ellos empiezan a salir? —se encogió de hombros. —¿No te molestaría?
—¿Por qué me molestaría? —quiso saber confuso. Lo miré alzando las cejas y solté una carcajada burlona. Él me estaba tomando el pelo. —Ian es la última persona que me importa en este momento —se levantó de la silla y me miró enojado. —Sólo te lo quería contar para que luego no pensaras que lo que me pasaba con Tiziano tenía que ver con Ian. Pero mejor me callaba y nos evitábamos esto.
—¿Dónde vas? —consulté confundido mientras él tomaba sus cosas.
—A casa. No quiero pelear contigo y estoy enojado ahora.
—No... Hey... —lo detuve parándome frente a él con mis manos en su abdomen. —No te vayas.
Me miró unos segundos respirando con rapidez y luego dejó caer su mochila para cruzar las manos por detrás de mi cintura. Lo abracé también y me quedé allí mientras los latidos de su corazón iban, poco a poco, normalizándose.
—Estoy celoso Nash, demándame —susurré aferrándome más a él porque amagó con cortar el abrazo. —Nunca voy a poder competir con Ian. Sería una locura siquiera intentarlo. Sólo quiero cuidarme, no quiero que me lastimes.
—Yo no... —me apartó de él con brusquedad y me sujetó por los hombros para mirarme a los ojos. —Milo —me regañó. —¿Competir? ¿Qué es eso?
—Porque nunca ganaría si es contra él —respondí y bajé mi mirada. —No me elegirías sobre él, yo lo tengo asumido, pero necesito saber si has considerado volver con Ian ahora porque no quiero sufrir.
—Milo —me llamó acariciando mis hombros, con suavidad. Esperó paciente hasta que levantara mis ojos a los suyos. —Cuando pensé lo de las fotos, cuando pensé que si era yo podía volver con él, lo que había pasado entre nosotros había sido un juego para mí. Pero luego, luego de esas dos semanas ya no era lo mismo, incluso quizás desde antes, pero no me di cuenta sino hasta después de pasar ese tiempo contigo —aseguró sujetando mi rostro con sus manos. —Porque tú me mostraste que yo podía volver a sentirme bien, porque sentirme bien no era algo malo ni algo a lo que temer a pesar de estar asustado todo el tiempo. Y me gusta sentirme así y verte feliz también Milo —respiró profundamente antes de continuar porque había dicho todo de una vez. —No haría nada para dañarte porque si hay algo de lo que estoy seguro es que verte mal a ti me afecta también y no quiero eso. Te quiero Milo.
—Yo también —susurré acercándome a sus labios antes de esconderme en sus brazos. —Lo lamento.
—¿Por qué? —consultó largando una carcajada.
—Porque casi peleamos y no quiero pelear contigo.
—Oh, eres tan lindo. Antes me peleabas todo el tiempo —dijo besando mi cabello.
—Quizás sólo quería llamar tu atención —me separé de él y le sonreí. —O quizás simplemente me caías mal.
—Yo creo que te gustaba mucho, quiero decir, mírame.
—Engreído.
—Niñato —dijo revolviendo mi cabello e indicándome la mesa. —Vamos a comer.
Negué con la cabeza. Yo debía decirle también.
—Yo te invité a cenar porque me había enterado lo de Tiziano —dije mientras él me devolvía una mirada cautelosa. —Yo no lo sabía, no podía recordar si tú me lo habías dicho, pero Josh me dijo quién era él.
—Sí, yo sabía que Josh lo sabía aunque no me lo hubiera negado.
—Él quería ser quien te lo dijera, pero me negué. Quería ver cómo reaccionabas.
—¿Reaccionar? ¿A qué?
—A Tiziano estando cerca de Ian y la posibilidad de que ellos estuvieran juntos —dije con cuidado. Nash levantó sus cejas y negó con su cabeza. —Pensé que quizás tú querrías evitar aquello, que
—Yo quiero que Ian sea feliz —interrumpió tirando de mi cuerpo para volver a sentarme en la silla para luego imitarme. —No conmigo, pero sí que pueda encontrar a alguien y que pueda dejar de destruir a la gente que lo quiere. No por que se lo merezca, él no es una buena persona, pero lo fue... en algún momento lo fue y ese Ian se merece a alguien bueno que le enseñe a amar. Si es Tiziano u otra persona, no me importa. Porque él ya no está en mi vida y quiero que siga así. Yo hablé con él, lo entendió. No debes preocuparte por eso, lo digo en serio.
—Está bien —suspiré apretando sus manos. —Porque tú, sabes, lo verás seguido por aquí ya que ahora "son amigos" con Tiziano.
—No me importa, mientras no se metan contigo, no me importa. Debes creerme —dijo arrastrando su silla para llegar a mí y besar castamente mis labios. —Yo sé que me crees.
—Engreído —me quejé apartándolo de mí.
Lo miré de reojo esbozar una hermosa y tranquilizadora sonrisa, y desee que dijera las palabras que me quitarían las dudas definitivamente, pero supuse que lo que él sentía por mí no era tanto como lo que él me hacía sentir y debía conformarme con un simple "Te quiero", aunque aquello doliera un poco.