Mi corazón resuena con fuerza y por un instante temo que él lo escuche.
-¿Qué haces en Hogwarts?- Parece reflexionar su respuesta.
-El castillo cuenta con una biblioteca sin parangón.- Chisto escéptico. Y voy yo y me lo creo.
-Prueba con algo más creíble.- Me mira fijamente y parece darse cuenta de algo.
-Claro, algo como que he venido para matarte, ¿Verdad?-Aprieto mi mano derecha donde tengo mi varita preparada.
-Por ejemplo.- No niega nada y mi corazón se acelera aún más. Siento la adrenalina aliviar cualquier dolor procedente de mi frente. Sigue sin responder y soy incapaz de mantener el silencio.- En el cementerio, ¿Por qué dejaste que me fuera?
-Me pareció divertido.- Mis ojos se abren sin asimilar bien lo que ha dicho.
-¿Y eso qué significa?
-¿Necesitas buscar la palabra divertido en el diccionario?- Respiro profundamente para controlar mi impulso de atacarle.
-Mataste a mi familia.- Escupo con un nudo en la garganta.
-Mataste a mi basilisco, según vi en la mente de tu amiga...- Mi boca se abre y se cierra sin saber cuál será su reacción.
-No es lo mismo, fue en defensa propia y para proteger a los demás... ¡Y deja de meterte en la mente de mis amigos!
-Mis mismas razones cuando maté a tus padres...- Levanto la varita y le lanzo el primer hechizo que cruza mi mente, admiro la velocidad con la que ha desviado el rayo con su propia varita. Le lanzo otro y vuelve a bloquearlo. Lo intento varias veces sin ningún éxito y bufo frustrado.- Ahora me toca a mí.- Me devuelve un hechizo de color rojo que contrarresto a duras penas con mi expelliarmus. Los rayos colisionan y se mantienen en equilibrio, quizás demasiado cerca de mi posición. Por alguna razón mi varita parece transmitirme fuerza y mi hechizo comienza a ganar terreno hasta pararse justo en medio de los dos. Durante unos segundos nadie cede, una especie de onda nade de la colisión de nuestra magia y, en cuestión de segundos, salimos disparados hacia atrás.
-¿Qué ha sido eso?- Pregunto reincorporándome. Él obviamente está perfectamente de pie. Se acerca hacia mí y yo retrocedo hasta chocar con la puerta. Cuando está junto a mí me agarra la mano y sujeta mi varita. La sensación ante su toque regresa y la experiencia de la librería se repite. Me observo desde ojos externos, sujeto mi varita sin ser mi mano. Con espanto me doy cuenta de que estoy en su cabeza.
-Tenemos varitas gemelas...- Explica. "Curioso" Resuena con fuerza, "Tenemos demasiadas cosas en común"
-Tú y yo no nos parecemos en nada.- Le aclaro. "Está en mi cabeza". Curiosidad y molestia me abordan con fuerza, pero no son sentimientos propios, sino suyos.
-¿Cómo lo haces?- Aparto su mano y disfruto del alivio de sentirme solo a mí mismo. No sé qué responder, y en el fondo presiento que él también lo sabe. Parece estar concentrado en algo cuando vuelve a enfocar su vista en mí.- Entraste en mi cámara, puesto que mataste al basilisco.- Trago saliva a la espera de que continúe.- Vi en la mente de tu amiga ese hecho, con claridad, pero no cómo lograste entrar.-Aparto la mirada deduciendo la dirección de sus pensamientos.- Supongo que si no nos parecemos en nada...- Apoya su mano al lado de mi cabeza mientras, para mi molestia, aún sujeta mi varita con la otra mano. No sé dónde ha puesto la suya propia.-... "No deberías entender esto"- Abro los ojos sorprendido del sonido del pársel en sus labios. Es electrizante, familiar, hace que me sienta como en casa, y eso me aterroriza. Vuelvo a desviar la mirada cortando el corto contacto visual que habíamos establecido.- "Vamos, habla". Cierro los ojos intentando calmarme. Lo vuelvo a mirar con decisión.
-No sé qué coño estás diciendo, dame mi varita.- Extiendo en el pequeño espacio entre él y yo mi mano a la espera de que me la devuelva.
-¿No lo hablas?- Parece inseguro unos instantes. Estará intentando averiguar de qué otra forma entré a la cámara de los secretos.
-No soy una serpiente...- Le digo esperando que no lea a través de mis palabras.- Mi varita.- lentamente me la ofrece y la cojo guardándola en mi túnica. Me remuevo incómodo por el nivel de cercanía entre él y yo.- Y puedes alejarte ya Riddle.
-Dilo otra vez.- Susurra, yo lo miro sin comprender.- Dilo.
-Aléjate, Riddle.- Repito con menos seguridad. Me mira con atención y sin poder evitarlo siento cómo me sonrojo.
-"Adorable"
-¡Que no soy adorable!- Le grito enfadado. Sus ojos me muestran sorpresa y satisfacción, ¿Pero qué? ¡Mierda! Ha hablado en pársel.- ¡Eso no vale!- Exclamo molesto, más conmigo mismo que con él.
-"Habla, di algo"- Me niego a mirarlo y a moverme. Hasta que yo no lo hable no podrá confirmar nada. Puede caber la mínima posibilidad de que yo estuviera en su cabeza como antes.- "Harry"- Levanto la cabeza en acto reflejo y vuelvo a maldecir en mi interior.- "Me entiendes"- Niego con la cabeza, abrumado ya por la propia situación. Me pego una torta interiormente por responderle, para qué tendré las neuronas. Mi cara se calienta aún más cuando escucho su risa. Es breve y suave, pero profunda y, sorprendentemente, sincera. Me giro en mi sitio para irme pero su mano aún en la puerta me impide abrirla. Siento cómo se pega a mi espalda y sin poder evitarlo contengo la respiración.
-¿Qu- Qué haces?- Pregunto con la voz temblorosa. Debería sentir miedo, sin duda alguna, pero eso es lo último que siento ahora mismo... ¿Qué me pasa en la mente joder?- Aparta.
-"Dilo en pársel"- El siseo al lado de mi oído en esta posición me manda un fuerte escalofrío por todo el cuerpo. Apoyo las manos en la puerta e intento impulsarme hacia atrás pero no logro moverlo ni un ápice. Consigo el efecto contrario cuando se pega aún más a mí ¿Qué está haciendo? ¿Por qué? ¿Y por qué reacciono yo así? Me cago en mi puta vida... Necesito salir de aquí, necesito ordenar mis pensamientos.
-Aparta.- Suspiro mientras se me nubla cada vez más la mente por su cercanía. Ni rastro del dolor de cicatriz, ni de invasiones en mentes ajenas. Solo su presencia y la mía, demasiado embriagante.-"Por favor". – Siseo suavemente. Escucho cómo contiene la respiración a mi espalda y mis ojos se abren como platos cuando siento algo duro en mi espalda. Siento mis mejillas arder y antes de que Riddle vuelva en sí lo aparto con fuerza y salgo corriendo de allí. No paro de correr hasta estar de nuevo en mi habitación. ¿Qué cojones acaba de pasar?