Abro los ojos sintiéndolos muy pesados, todo mi cuerpo me duele y tengo una sensación extraña en mi brazo derecho. Escucho los pitidos de máquinas y finalmente me percato de que estoy en un cuarto de hospital. Duele mi cabeza al moverla y apenas si logro poder mover un dedo sin tener que esforzarme mucho. Comienzo a intentar sentarme en la cama y llamar a alguien para que me diga que paso. ¿Dónde está Dylan? ¿Por qué estoy aquí? Hice mucho esfuerzo por intentar incorporarme, pero una mujer entró en mi habitación y me obligó a recostarme.
—No hagas eso, llamaré al doctor quédate tranquila —hablo la joven enfermera mirándome con sus ojos marrones y una sonrisa comprensiva.
—¿Dónde está Dylan? —pregunté a la enfermera que me retenía para que no volviera a incorporarme. Por la puerta entró otro hombre con bata blanca y uniforme azul oscuro.
—Yo me encargo Fiona —la enfermera me suelta y se va de la habitación dejándome con el hombre. —Hola, Isabella soy el doctor Alvin Jones ¿Sabes por qué estás aquí? —del bolsillo de su bata saca una linterna con la que me encandila los ojos.
—No —respondo dudosa porque en verdad no me acuerdo de nada más luego de que salimos de la fiesta de Valentino se supone que debería estar en mi departamento con Dylan. —Lo último que recuerdo es salir con mi novio de una fiesta y desperté aquí —el doctor anota algo en su tablilla y luego vuelve a observarme dejando la tabla sobre una mesa que se encuentra junto a mi cama.
—Isabella lo que pasó fue que tú y tu novio sufrieron un accidente de tránsito, te diste un fuerte golpe en el cráneo y hombro está dislocado, pero tuviste suerte si tu novio no te hubiera protegido habrías muerto —el hombre no me dice más nada y se pone a revisar las máquinas anotando cosas en su tablilla.
—Doctor Jones ¿Cómo está mi novio Dylan? —quería verlo y saber que él estaba bien al igual que yo necesitaba decirle gracias por haber salvado mi vida.
—Está en terapia intensiva mi colega el doctor Murphy está trabajando en su caso le preguntaré cuando podrás verlo —asiento viendo al doctor no intente moverme de nuevo porque todo mi cuerpo dolía.
La puerta se abrió de nuevo dejando entrar a mis amigos que no parece que lo hayan pasado muy bien. Están vestidos con la ropa de la fiesta y traen caras de no haber dormido nada. Agustina es la primera que se me acerca con los ojos rojos por haber llorado y me toma mi mano sana apretándole entre sus dedos.
—Bella esto no debió haber pasado, si yo no me hubiera emborrachado tú y Dylan estarían bien —la rubia comenzó a llorar sin poder contenerse y yo me sentí mal, nunca me gustó ver a Agustina llorar es algo que detesto y más si lo hace por mí.
—No llores algodón rubio esto hubiera pasado de todas formas cada uno tiene su destino marcado. Vamos a estar bien linda —intentó consolarla a ella y en parte también a mí porque no me han dicho mucho del estado de Dylan, pero saber que está en terapia intensiva me aterra.
—Qué bueno que no moriste —comenta Cassandra parándose al lado de Agus mientras la abraza para que esta deje de llorar. Las palabras poco delicadas de Cassie no me sorprende ella es así y la queremos por eso.
—Lamento haber arruinado su noche y tu cumpleaños Valentino —le hablo al chico que está al final de mi cama viéndome preocupado al igual que los demás. —¿Saben algo de Dylan? —todos se miran entre sí y luego se voltean a verme, no hay que ser un experto en lenguaje corporal para saber que me están ocultando algo.
—No nos dejan verlo está en terapia intensiva se llevó la peor parte del golpe —comenta Agus aun con lágrimas en sus ojos y con la voz un poco aguda por el llanto que intenta no largar.
—Necesito verlo —intenté levantarme de la cama, pero mi cuerpo no me responde y mis amigas me obligan a mantenerme recostada. —Tengo que ver a Dylan por favor —suplicó mientras mi vista se empaña por las lágrimas retenidas. Agustina me sostiene de manera delicada de la cabeza y apoya su otra mano en mi muñeca impidiendo que me mueva.
—Descansa es por tu bien —antes de que pueda decir algo más una enfermera entra con sus colegas y me piden que me calme mientras otra prepara una dosis de calmantes. Lo inyectan en mi suero mientras me retienen acariciando con suavidad mi cabeza y pidiendo que me tranquilice. Mis fuerzas son vencidas y caigo en un sueño profundo sin sentir ningún dolor en mi cuerpo cansado.
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Despierto por el ruido de las máquinas y las voces de dos personas hablando de algo que no llego a entender bien. Aún no tengo fuerzas, pero con las pocas que tengo logró abrir los ojos para ver a mi doctor hablando con otro médico de bata blanca y uniforme azul oscuro.
—No sé si podrás verlo, está con los ojos abiertos, pero aún no puede moverse el choque fue muy fuerte. Estamos esperando al doctor Salvatore para ver si puede operarlo. Solo un milagro podrá salvar a ese chico —habla con desgana el médico que no conozco mirando a mi doctor que lo para luego mirar la tablilla que tiene en las manos.
—Yo no creo en los milagros, pero esta profesión me hizo presenciar más de uno. Espero que ese chico salga de esta es muy joven, puede que con sus fuerzas logre superar lo que se viene luego de una operación como esta —algo muy en el fondo me decía que lo que estaban hablando tenía que ver con mi Dylan. Sobre exigiendo intenté hablar, pero tenía la garganta seca y no pude. Pero si logré captar la atención de ambos médicos que dejaron de ver sus notas para ayudarme. El doctor me dio a beber un poco de agua y logró refrescar mi garganta para hablar.
—¿Doctor cuando podré ver a mi novio? —mi voz sonaba tan bajita que dudaba si ellos me oyeron. Ambos doctores intercambiaron una mirada y luego me miraron a mí, su mirada me hizo recordar cuando mi abuela fue internada. En sus ojos había lástima, pena y tomando una bocanada de aire evitaron verme para responder.
—Isabella este es el doctor Murphy es quien está a cargo del cuidado de Dylan —el segundo doctor estaba serio con las manos en los bolsillos de su bata y apenas asintió con las palabras de su compañero.
—El paciente está en un estado muy delicado, no puede recibir emociones fuertes y no es conveniente que reciba visitas por ahora —el doctor Murphy sonaba seguro de sus palabras por lo que no quise preguntar si me dejarían verlo al menos unos minutos.
—¿En dónde está doctor? —pregunto ya estando algo cansada de que nadie me responda las cosas con la verdad, no soy una niña ya estoy bastante mayorcita como para saber ciertas cosas.
—Se encuentra en una habitación de la unidad de cuidados intensivos siendo monitoreado por enfermeras para verificar que esté bien en todo momento —apenas terminó de hablar suspiré moviendo mi cabeza al costado para cerrar mis ojos. No podía girar mi torso porque el cuerpo no me respondía del todo aún. Los médicos me dejaron sola para que descansara y como mis padres no llegaran hasta mañana por la mañana Agustina se quedó a cuidarme.
En cuanto las luces se apagaron y los pasillos se volvieron silenciosos, abrí las sábanas de la cama para salir. Llevando conmigo el suero y sosteniéndome por ese soporte de metal camine despacio hasta la puerta. Cada parte de mi cuerpo me dolía, pero aun así logré llegar hasta la zona de enfermería donde estaban de guardia dos chicas jóvenes. Pegándome a la puerta espere a que algo pasara y ambas tengan que irse e internamente que nadie me vea aquí parada.
Cuando mi cuerpo se empezó a cansar uno de los teléfonos de las enfermeras sonó, al atenderlo la mujer se puso en pie y le indico a su compañera que la siguiera con un código azul. Aprovechando esa situación atravesé el lugar directo a la zona de cuidados intensivos. Cuidándome de que el guardia no me viera entre buscando la habitación de Dylan viendo ventana por ventana hasta que lo halle. Tenía un cable en su nariz, un yeso en su pierna derecha y otro en el brazo izquierdo. Su cara estaba algo magullada y parte de su brazo derecho estaba con moretones. Cubrí mi boca para no llorar y me acerqué despacio a la camilla tocando con suavidad su rostro pálido.
—Bombón estoy aquí —susurré acercando mi rostro a su oreja, no quería despertarlo, pero me fue imposible ocultar mi sollozó. Él despertó abriendo sus ojos azules que me veían tan preocupados. Sequé mis lágrimas y acaricié su rostro con suavidad. —Te amo bombón, no olvides eso Dylan yo te amo —con mis manos temblando continué acariciando su rostro hasta que una lágrima rodó por su mejilla. Intenté limpiarla, pero las luces de la habitación se encendieron y una enfermera me sacó de allí.
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Voten y comenten si quieren mas capítulos, dejare esto aquí y me retirare lentamente.