Capítulo 52.
Todos le hacemos porras a Celia, ella está montando el toro mecánico y vaya que sí es buena, lleva un buen rato ahí.
Es domingo en la tarde, nos encontramos de nuevo en casa de Shea para ayudar a limpiar el desastre de la fiesta. Estoy con los que logré convencer cuando estaban ebrios: Caden, Owen, Celia y Atenea. Y aunque deberíamos estar limpiando nos tomamos un descanso para subir al toro mecánico antes que vengan a recogerlo.
Celia finalmente cae y celebramos, Owen y Atenea discuten sobre quién de los dos sigue; él le da un suave empujón para que pierda equilibrio y corre como un niño hacia el juego mientras ella lo maldice.
—Ese toro fue de las mejores ideas —comenta Caden sentándose a mi lado en el césped.
—Todos lo disfrutaron.
—Sobre todo Shea y Adam —dice Atenea mirándola a ella que está junto a Celia; Adam está dentro con Lucas—. ¿Verdad, Shea?
—¿Qué?
—Disfrutaste sujetarte de los cuernos del toro.
—Fue bueno... —Se sonroja y ríe—, haz de saberlo tú, ¿no?
—Malditamente bueno.
Caden susurra—: El toro mecánico uniendo y reforzando lazos, eh.
—Así parece.
—Yo recuerdo que Anne también lo gozó —comenta Celia divertida, baja y sube sus cejas.
—Me supo al paraíso —Y vaya que sí—. Pero, eso ya tú lo sabes, Cel.
—Todas ustedes son unas calenturientas —sentencia Caden cruzándose de brazos—. Yo en cambio vomité.
—Eso es porque te dedicaste a representar perfectamente a Jack Sparrow.
—Tanto como Shea y Adam siendo una parodia porno de Disney —añade Atenea.
Shea rueda los ojos. —Admítelo, fue la mejor porno que viste.
—¡Oh! —exclama Celia y aplaude.
—Qué caliente se está volviendo esto —dice Caden, las dejamos a ella con su conversación y ambos nos acostamos en el césped—. ¿Disfrutaste la fiesta, belleza?
—La mejor de mi vida —aseguro.
—¿Muchos regalos?
—Algunos.
—¿Demasiadas felicitaciones?
—Sí...
Recibí muchas felicitaciones, por mensaje privado y otras publicaciones en las redes. Mis amigos de Illiet lo hicieron, lectores, familiares lejanos, e incluso Maurizio envió un pequeño mensaje, también su madre. Excepto... Callum.
En mis anteriores cumpleaños siempre amanecía con mi desayuno favorito listo, iba conmigo a la comida familiar y me daba mi regalo ante todos. Ayudó a preparar mis fiestas, cocinó todos los aperitivos él mismo, aceptaba mis ideas de disfraces... Eran buenos tiempos. Estuvo en cuatro de mis cumpleaños hasta ahora que ni un mensaje recibí.
No es que vaya amargarme por eso, nuestra relación ha sido cortada, y los hilos que aun se mantienen están fríos. Es comprensible, pero no me engañaré, me hubiese gustado al menos un mensaje con las iniciales de 'feliz cumpleaños'.
Quizá si hubiese ya hablado con él recibiría el mensaje, pero he estado postergándolo cada que puedo. ¿Y si realmente no siento el perdón? ¿Y si corto con toda nuestra relación? ¿Y si no funciona para hacernos mejor? Son jodidas dudas que tengo cuando lo pienso.
Así que, de nuevo lo postergo.
—¿Qué tal si salimos a cenar después? —propone Owen, Atenea corre al toro.
—Sí, me gustaría.
—Hay una restaurante de comida tailandesa...
Dejo de escuchar cuando mi celular suena, lo tomo y veo el mensaje de Declan.
Míster Barman: ¿Tienes planes para esta noche?
Alannah: Acabo de hacer :(
Míster Barman: Macbride preguntaba por ti y cuándo vendrías. Tiene dibujos que darte.
Alannah: Prometo ir mañana en la noche.
Míster Barman: Ven para la cena.
Alannah: Allá estaré luego del trabajo.
-
Estiro la espalda aun dentro del coche, ha sido un largo día en el trabajo y estoy exhausta por todo lo que me tocó encargarme. Sin embargo no voy a mi apartamento, acabo de estacionar en casa de Declan.
Salgo, el aire es frío debido que en dos días será noviembre, llego a la puerta y toco el timbre varias veces seguidas.
—Oí a la primera —dice Declan, aun así sonríe cuando abre.
—Hace frío —justifico entrando—. Me gusta más cuando estoy con calefacción.
—No es mi temperatura favorita —responde él.
—Yo utilizo el frío como excusa para dar abrazos.
—Conmigo no necesitas excusarte.
Me detengo al inicio de la escalera y volteo a verle sonriente, él me sostiene la mirada.
—Es bueno saberlo —contesto y termino por subir. Quito mi blazer y lo dejo en el mueble con el bolso, al voltearme un torbellino de cabello oscuro se estrella contra mis piernas.
—¡Muñeca!
—Mi muñeco —Lo alzo y apretujo en mis brazos, él se ríe mientras le doy besos—. ¿Cómo estás?
—Bien. Dex me dijo que cumpliste años.
—Sí, bellos veinticuatros.
—¿Te gustó el collar?
—Me encantó —contesto, lo saco de mi blusa para que lo vea y sonríe orgulloso—. Dex me dijo que tú tenías algo más para mí, ¿me lo enseñas?
—¡Sí!
Lo bajo, él va directo a las escaleras diciendo que vuelve pronto. Alzo la mirada a Declan que ha quedado paralizado y observándome con fijeza, cuando nota que lo veo eleva una comisura de sus labios dándome una sonrisa peculiar.
—Me vas a desgastar como sigas mirándome así.
Él encoge los hombros. —Sigues aquí después de tantas miradas, por lo tanto me permito dudarlo.
—Estás de un humor particularmente bueno hoy. ¿Algo que contar?
Declan duda, noto sus ojos vacilar; no alcanza a decir nada porque las gemelas aparecen.
—¡Feliz cumpleaños atrasado! —exclaman ambas para después abrazarme. Las abrazo devuelta y beso a cada una en la frente.
—Gracias, preciosas.
—¿Te gustó el regalo? —inquiere Lil.
—Me encantó —repito para ellas, señalo mi pecho donde se halla.
Noto a Kelyam bajar también, me ve directamente y esboza una pequeña sonrisa agradable.
—Hola, Alannah —saluda, no me abraza pero dice—: Felicitaciones atrasadas.
—Gracias, leona.
—¿Leona? —ladea la cabeza.
Río y despeino más su cabello con una mano. —Sí, tu cabello está esponjado y no me olvido que tienes un buen rugido para replicar.
Ella no se ofende, ríe y se encoge de hombros aceptando el apodo. Darik llega sonriente, cuelga las llaves y luego me saluda.
—Hola, Alannah.
—Rik —Beso su mejilla.
—Veo que sí te gustó —comenta señalando el collar.
—Por supuesto —afirmo, me alejo y reparo que está bien vestido—. ¿Y se puede saber para quién te vestiste?
Frunce el ceño. —¿Me veo mal?
—Sí.
—Al contrario —digo al mismo tiempo que las niñas; alzo y bajo las cejas—. Suéltalo, ¿Quién es la afortunada?
Él ríe. —Salí con tu hermana, ya sabes, por ahí.
—¡Aquí están! —Macbride vuelve saltando con unas hojas en mano.
—Vamos a sentarnos —digo y todos van directo al mueble. Me detengo al percatarme que Declan no se ha movido ni dicho palabra alguna, solo ha estado observando—. ¿Declan?
Parpadea, me ve y sonríe provocando que me relaje.
—De hecho, sí.
—¿Sí qué?
—Tengo algo que decirte, pero después —contesta y se va a la cocina.
Me siento entre Lil y Macbride, éste me pasa las dibujos que hizo mientras me los explica. Son cuatros, en uno solo soy yo, otro nosotros dos, hay uno con Declan y el cuarto todos nosotros.
—Todos están bellos —beso su mejilla y él sonríe grande—. Gracias, muñeco.
—¿Cómo estuvo tu fiesta? —inquiere Brid—. Rik dijo que fue genial.
—Lo fue —afirma él.
—Fue la mejor fiesta. La disfruté bastante.
—Dex nos mostró algunas fotos, ¡tu disfraz estaba increíble! —dice Lil—. Si yo hubiese ido también me disfrazaría de hada.
—Yo de bailarina de circo, son lindas.
—Me gusta la mujer maravilla, sin dudas elegiría ese disfraz —asegura Kelyam.
—En dos días yo seré Stich —cuenta Macbride emocionado—. E iré a pedir dulces. ¿Quieres venir?
—Si me dejas ser Lilo, tal vez.
—Serás Lilo.
Revuelvo su cabello, pongo de nuevo atención al resto.
—¿Cómo pasaron esa noche con su tía? —pregunto y de inmediato obtengo muecas por parte de las tres chicas—. ¿Tan malo fue?
—No, solo... —Lil se encoge de hombros—, preferimos a Declan.
—Te prefiero a ti sobre ella —comenta Brid—. No es mala, y la abuela es dulce, solo... no sé, casi nunca duramos mucho tiempo con ellas.
—Sí, hay momentos de silencios donde no sabemos qué decir —añade Darik, Kelyam lo apoya asintiendo—. En algún punto la charla se vuelve forzada y tensa.
—Y tía da muy poca atención —Kelyam rueda los ojos—. Como cuando ocurrió lo de Lil.
—Pero quizá mejore y puedan pasar más tiempo con ella, no será malo.
Kelyam y Darik se encogen de hombros, las gemelas hacen una mueca; todos luciendo como si no les agradara mucho la idea.
Decido cambiar de tema y les pregunto por la escuela, a Darik por la Universidad aunque sé que aun no obtiene respuesta. Converso un rato con ellos hasta que decido ayudar a Declan.
Él está concentrado en sazonar la carne, quizá incluso está perdido en sus pensamientos debido que sus movimientos parecen automáticos. Me acerco sigilosamente desde atrás, y al dejar caer las manos en sus hombros él salta.
—Estabas tan concentrado —río sentándome en un taburete.
—Trato de concentrarme en todo lo que hago.
—Lo sé, por eso todo lo haces bien —guiño un ojo y él sonríe de lado—. ¿Necesitas ayuda en algo?
—No, ya casi termino.
—De acuerdo... Por cierto.
—¿Sí?
—¿Alguna vez te dije que odio los malditos taburetes sin respaldar?
—Fue lo primero que me dijiste.
—Pues, los odio.
Declan deja la cuchara a un lado, da la vuelta y pone las manos en el taburete en el que estoy sentada, lo gira un poco de modo que estamos frente a frente.
—Así puedes apoyar tu espalda en la isla.
—Listillo.
—Tú misma lo dijiste, todo lo hago bien —contesta y se devuelve a la estufa.
Además de la espalda también apoyo los codos en la isla, me dedico a observarlo cocinar mientras hablo.
—Creo que tus hermanos no están acostumbrados a tu tía ni abuela.
—Lo sé —responde sin voltear—. Te lo dije, ellas no han sido exactamente frecuente en nuestras vidas. Es ahora que pretenden serlo.
—Bueno, tú le diste otra oportunidad, ellos deberían hacerlo también.
—Quizá, pero no los cuidará de nuevo —sentencia—. Por ahora a ellos no les agrada, así que quedarán en visitas.
Asiento pero no añado nada más al respecto, no es un tema que convenga hablar o sea fácil. De alguna perspectiva, Declan retrocede dos pasos luego de dar uno; desde otra, él solo quiere que sus hermanos se sientan cómodos.
—Dijiste que tenías algo que decir ¿Qué es?
—Después —contesta, voltea y se sienta a mi lado—. También debo mostrarte algo.
—Qué intriga me dejas.
Rueda los ojos. —Igual lo sabrás.
—¿Al menos puedo saber de qué se trata?
—Es algo sobre mi trabajo.
—Vale.
Él se inclina adelante, ve a través del estante de fotos hacia sus hermanos sentados en los muebles.
—¿Kelyam te habló?
—Por voluntad propia y sin sacar sus garras, sí.
—Eso es bueno —dice, gira quedando de frente a la barra, sus dedos empiezan a hacer un repiqueo en la superficie mientras me ve—. Y ¿cómo estás, Alannah?
—Bien, hoy fue un día bastante ocupado en la oficina.
—¿Estás cansada? Quizá debimos postergarlo...
—No, estoy bien.
Él asiente, mira sus dedos crear el sonido contra la isla y luego vuelve a mí ladeando la cabeza.
—¿Ha mejorado la situación con tu ex?
Suspiro, giro el taburete y apoyo los brazos en la isla.
—No puedo decir que sí pero tampoco no. La última vez que lo vi quedé preocupada, está pasando por un mal momento y no quería empeorarlo con más drama —alzo los hombros—. Así que he estado pensando en si hay algo que pueda hacer para ayudarlo y considerándolo.
—Uhm, ¿ya encontraste algo? Te hubiese ayudado si sabría.
—No quise contarte mis problemas cuando tú tenías algunas complicaciones —respondo seriamente.
Declan alza los hombros. —Te hubiese escuchado.
—Lo sé, lo agradezco, pero solo quería que te enfocaras en lo tuyo.
—Eso es considerado de tu parte, pero créeme —Fija sus ojos en los míos—. Oiría cada una de tus complicaciones, te aconsejaría y celebraría contigo cuando lo resolvieras. Es exacto lo que ambos hacemos por el otro.
Tiene razón, por supuesto que sí; nuestra relación se ha basado en estar para los malos momentos y celebrar los buenos, un auténtico lazo de apoyo incondicional.
Sonrío. —Lo haría sin dudar.
—Yo también.
Alarga su mano para tomar la mía, da un suave apretón antes de soltarla y volver a la estufa.
—Entonces, ¿estás considerando qué hacer para tu ex?
—Él está pasándolo realmente mal, Declan, tiene cargo de conciencia y creo que si yo lo perdonara, él aprendería de la experiencia...
—Un acto no debe ser perdonado para aprender de él —dice, me parece haber escuchado esa frase antes.
—Lo sé... pero como te dije, lo sigo considerando.
—De acuerdo. La comida está lista.
—Voy por los niños.
La cena transcurre con tranquilidad, bueno, con toda la tranquilidad que puede haber en un comedor con siete personas. Varias conversaciones se llevan al mismo tiempo, no es la primera que vez que ceno con ellos así que me es fácil integrarme.
Cuando acabamos Darik propone ver una película, así que vemos Coco porque es lo que Macbride pide; Kelyam no se quedan, está los primeros minutos de la película y luego se va a su habitación
Estoy sentada al lado de Macbride, él poco a poco se fue quedando dormido con la cabeza en mi regazo y sus piernas en el de Declan. Cuando la película termina él se lleva a su hermano menor a la cama y las gemelas se van tras él, yo converso un poco con Darik sobre algún libro que Adara le dijo que leyera.
—Buenas noche, Alannah —se despide, me levanto y beso su mejilla.
—Descansa, Rik.
Él sube y Declan vuelve, me hace un gesto hacia la puerta de su estudio así que lo sigo sabiendo que me mostrará algo.
—¿Recuerdas cuando hablamos de nuestras metas profesionales?
—Sí —afirmo, me coloco a su lado y observo la laptop que maneja—. Dijiste que te gustaría ser reconocido, querías dejar una fotografía para la historia.
—Dije que me iba bien si era un hecho histórico o una imagen que recrear —asiento porque lo recuerdo—. Creo que he tenido más claro el concepto de mi meta; quiero capturar el tiempo en una fotografía y dejarla para mi historia, que al verla me hace volver al tiempo en que la tomé, y que les haga experimentar a otros lo que sentí o pensé al tomarla.
—Fotografía artística —digo—. Cuya función es transmitir una sensación, sentimiento o concepto. Me dijiste eso.
—Así es, y hallé una galería de fotografías artísticas en donde puedo exponer alguna obra mía.
Sonrío emocionada, no lo evito.
—Eso suena fantástico, Declan —exclamo, tomo impulso para subirme al escritorio al lado de su laptop—. Cuéntame todo, ¿qué tipo foto planeas?
—De hecho, estuve viendo las que ya tengo y hay una en especial que me gustaría exponer.
—¿Cuál es? No hay foto que tomes y no me guste. Eres buenísimo en ello.
Declan ladea la cabeza, con una mano gira la laptop de modo que la pantalla queda en mi dirección.
—Observa ésta.
Bajo la mirada y ¡joder! Soy yo.
Ese es mi cuerpo, ese es mi cabello, ese es mi vestido blanco. Soy yo en medio de la lluvia, acostada en el césped, y recuerdo todo al instante.
Fue cuando estábamos de vacaciones en casa de mi tía, deduzco que es una de las fotos que me tomó luego de hacerlo en medio de la arboleda. Fueron fotos rápidas, tomadas en minutos, sin embargo esa foto es... fenomenal.
Mi cabello está expandido a los costados de mi rostro, tengo los ojos cerrados, el mentón inclinado sobre mi hombro izquierdo, las manos sobre mi abdomen, mis piernas lucen largas y la derecha está semiflexionada hacia arriba. Hay ciertas áreas enfocadas como mis pómulos, percibiendo las pecas, las curvas de mis piernas hasta que se alcanza a ver la cicatriz debajo de mi rodilla, mis clavículas sobresaltan y mi cabello es lo que más resalta, incluso noto el sutil enfoque que hay en mis labios. Las corrientes de agua también se perciben, y lucen como si se unieran a mis curvas, mezclándose conmigo.
Es... hermoso. No solo yo, la foto, su estilo... no sé exactamente cómo describir algo tan maravilloso que me ha dejado sin palabras.
Observo a Declan que me devuelve la mirada con fijeza, atento a mi reacción. Exhalo hondo, creo que tengo la palabra correcta.
—Inefable —expreso—. No hay una palabra concreta y exacta para describirlo. Maravilloso es muy poco, fenomenal no alcanza; es indescriptible por falta de términos grandiosos.
—Entonces...
—Me fascina, sí —afirmo, observo de nuevo la foto—. Pero, ¿qué quieres transmitir exactamente?
—La belleza de la naturaleza humana —contesta, señala la foto—. Dijiste en tu libro Mi Musa que habrá cosas poco convencional en una musa, pero aun así el artista se sentirá inspirado.
>>Quería que vieran que hasta lo que se considera poco convencional es precioso... Es lo que tú me transmites y es el pensamiento exacto que tuve al tomarla.
Trago grueso. —Me dejas sin palabras, Declan.
—No las necesito, creo que con solo verte transmites más que suficiente.
Ahora hay más que el corazón latiendo deprisa. Intuyo que mi cuerpo anhela temblar, cada palabra dicha por él empuja a mi cuerpo estremecerse debido las intensas sensaciones que crea y se está volviendo complicado controlarlo. Estoy complicándome.
Y ya he dicho que lo evitaré, así que cambio el rumbo de la conversación.
—¿Piensas exponer esa foto en la galería?
Asiente. —Solo si tú me lo permites.
—Tienes mi permiso —sonrío—. No puedo condenar a la gente a privarse de verme en una obra de arte.
—Yo creo que ya de por sí eres una.
¡Joder! ¿De dónde está saliendo todas esas réplicas que hace irregular a mi corazón?
—Un momento —Elevo mi dedo índice, entrecierro los ojos y trato de esbozar una sonrisa divertida—. Si quieres acostarte conmigo ya sabes qué decir y no son halagos.
Sonríe de lado y asiente. —Lo sé, solo... hay algo más que quiero decirte.
—Dímelo.
—No sé cómo hacerlo.
—Tú pareces tener siempre las palabras correctas, me es difícil creer eso.
—Esto es diferente.
—¿Por qué, Declan?
Él echa la silla hacia atrás y se levanta, poniendo más distancia entre ambos. Lo observo confundida mientras peina su cabello hacia atrás, sus ojos miran a todos lados menos a mí hasta que los fija en un punto y adopta esa posición de manos en la cadera que hace cuando parece debatir en su mente.
Estoy por interrumpir su momento cuando se adelanta, voltea y me da una mirada directa.
—Vampiro tres.
Frunzo el ceño. —Ehm... ¿Vampiro cuatro debería responder?
—¿Qué significaría?
—¿Qué quieres que signifique?
Hace una pausa.
—Un 'yo también'.
—Entonces, ¿qué significa vampiro tres?
Declan abre y cierra la boca casi de inmediato. Yo, confundida, lo observo en lo que parece su momento de confusión.
—Olvídalo —dice al final—. Me quedo con el vampiro uno.
Antes que pueda responder se acerca, toma mi rostro y estampa sus labios en los míos. Sé exactamente lo que esperaba: rapidez, pasión, descontrol... pero solo hallo pasión combinado con caricias lentas en sus labios.
Siempre he sentido que sus besos me atrapan, pero ésta vez me envuelve. Su lengua humedece mis labios antes de introducirla, ladeo la cabeza y de esa manera profundizamos el beso. Sus manos se quedan en mi rostro, los pulgares acariciando las mejillas mientras sujeto su camisa en puños y me dejo ser envuelta por los suaves movimientos de sus labios.
La mayoría de las veces somos todo desenfreno e intensidad, esto se caracteriza más como una pasión embriagadora.
No es que nunca me haya tratado con delicadeza, pero ésta vez cuando me hace rodear su cintura con mis piernas y me alza del escritorio, su toque es más fino y casi tierno. Él camina sujetándome firme pero no me aparto, escucho la puerta cerrarse y luego otra vez antes de caer momento después en la suave superficie de su cama.
Mi respiración pesada se mezcla con la suya cuando nos apartamos por aire, está prácticamente sobre mí y entre mis piernas, sus manos acarician mi cadera por debajo de la blusa. Solo presto atención a las sensaciones que parecen ser suficientemente fuertes para nublar los pensamientos.
Suspiro cuando desliza su nariz en mi mejilla a la vez que esparce besos, cada inhalación y exhalación que tengo es profunda. Conduzco mis manos a su espalda, lo presiono para que su pecho colisione con el mío y sentir toda su calidez, al percibirlo guío una mano a su oscuro cabello para que no se aleje.
—¿Vampiro tres es el código para hacerlo lento? —murmuro con voz ronca en su oído.
Lo siento estremecer, a la vez que mi mano se desliza de su espalda al costado y percibo los rápidos latidos de su corazón.
—No —susurra devuelta—, no exactamente.
—Como sea... me gusta.
—¿Sabes qué me gusta a mí? —inquiere desde mi garganta, deja tres besos en la lateral—. Tus lunares, sobre todo ésta hilera de tres. Debí haberlo enfocado en la foto.
—Pensé que no le dabas atención a los lunares.
—Hasta que noté los tuyos, fue cuando supe que las estrellas terrestres existían.
—Oh, Declan... —jadeo, no por su toque sino por las palabras—. Quiero sentirte, quiero todo... tú...
Hago que se aleje y le saco la camisa, él me ayuda con mi blusa. Sus labios vuelven a los míos y el toque de nuestras pieles me hace suspirar además de su beso concentrado y arrollador. Debo encoger los dedos de mis pies y aferrarme a su espalda porque creo que en cualquier momento me desarmaré.
No siento un fuego ardiente inmediato como en mi cumpleaños, es una pequeña llama que poco a poco me cubre y a medida que lo hace es fuerte, intenso, igual que un incendio forestal.
—Por esto —susurro sobre sus labios—, diré más seguido vampiro tres.
De repente se detiene, sus hombros bajan al suspirar. Cuando abro mis ojos él los cierra y descansa la frente en la mía, dejando de tocarme, solo se paraliza con sus manos en mi cintura.
—¿Declan?
Aprieta los párpados antes de abrirlos y mostrarme una mirada más allá de lo intensa que me hace estremecer. No estoy ciega, y él justo ahora se muestra fácil de leer, sus ojos me transmiten solo algo: derrota.
Como si hubiese caído y ahora es sumiso del golpe, aceptándolo de paso.
—Debo decirte algo, Alannah.
—Dímelo —digo, lo veo apartarse y sentarse a mi lado. Me incorporo, no siento frío pero extraño su calidez—. ¿Qué pasa, Declan?
—Rompí la regla invisible —lo dice como una confesión pesada.
—¿De qué regla me estás hablando?
—La que no dijimos pero por lógica estaba ahí.
Parpadeo, no entiendo nada y él lo sabe. Suspira pasándose una mano por el cabello.
—¿Conoces esa sensación de conocer algo nuevo que no pensabas que querías, pero cuando lo tienes te das cuenta que es exactamente lo que anhelabas?
—Creo que sí.
—Cuando me ofreciste este tipo de relación, lo analicé y no lo vi mal, solo era sexo casual, pero a medida que avanzaba el tiempo sentía, a veces, que iba a más y me confundía —Me ve con fijeza—. Las relaciones no han sido prioridad para mí en años, quizá he llegado a esquivarlas pero hay razones como que tengo demasiadas responsabilidades, no quería otra, y tampoco quería ponérselas a alguien más o que las entendiera.
>>Y luego, no sé, tú hiciste exactamente eso. Las entendiste e incluso me ayudaste sin esperar algo a cambio. Me das cierto aire de libertad cuando estás, no siento tanto peso ni represión. Creí en un punto que serías algún tipo de otra responsabilidad, pero se siente más como una recompensa y por eso no lo entendía, hacía que me confundía hasta que logré entenderlo y... Y la conclusión es: no te esperaba ni buscaba, pero te quiero.
Ya no solo estoy sin palabras, ahora ni aire tengo tampoco.
¡Joder! Solo puedo ver la sinceridad en su rostro, impactada, sin poder creer lo que ha dicho. Ha dicho mucho.
—Vampiro tres —susurro—, ¿qué significa?
Declan suspira. —Vampiro tres significa que estoy enamorado de ti, Alannah.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Los segundos pasan y sigo sin poder asimilarlo. Pero cuando lo logro, me emociono y... me aterro. ¡Jesús! Jodidamente me aterro.
No puede ser, no ahora.
Sus palabras hicieron que mi corazón latiera deprisa, pero ahora mi pecho se siente pesado. No es el momento.
En un solo segundo lo analizo y la conclusión es: el intento con Marcus falló porque no estoy preparada, eso nos hirió a ambos, y la sola idea herir a Declan, no, no puedo. No quiero otra herida, mucho menos quiero herirlo. No a él. Porque si se trata de Declan, no sé cuál es peor: herirme o herirlo.
Cuando pensaba en las complicaciones por las repentinas sensaciones y dudas que me provocaba, internamente agradecía ser solo yo porque podía controlarlo y no arruinarlo para él. Pero ahora eso me deja un solo pensamiento claro: no quiero herir a Declan.
E intentarlo cuando aun no estoy preparada, sin dudas lo herirá más que darle una negativa ahora. Y no puedo, no puedo.
Lo peor viene cuando debo decirlo, porque he estado en silencio desde que empezó a hablar y solo observando su rostro que ahora está hacia el piso, con la mirada en el suelo.
Le veo asentir, levantarse y caminar hasta el baño. Cierra la puerta. Está poniendo distancia entre ambos porque sabe la respuesta, él lo sabe.
Y sin embargo, se arriesgó.
—Lo siento —susurro a la nada—. Dios... lo siento, joder.
Me pongo de nuevo la blusa, con el pecho pesado cierro la puerta de su habitación y me siento temblar mientras voy por mis cosas en el sofá, luego me voy.
Y siento que todo el esfuerzo que he hecho para reparar mi corazón se ha puesto en riesgo al tener otra herida por esto. Parte de mi corazón se separa.
Pues.... ¿Opiniones?
Este capítulo va dedicado para mi cuñado Juan, disfrútaloooo.
No olviden su voto y comentario, espero les guste.
Nos leemos.