Estaba tan ocupada preocupándome del resto, que no me percaté del lobo que saltó hacia mí con intenciones de morder mi cuello, era Leah y vino aquí para matarme. Uno de los vampiros cercanos, me empujó con la suficiente fuerza para cambiar el objetivo del ataque, al menos era mi pata delantera la lastimada, una mordida en mi cuello y terminaría bajo tierra.
– "Maldita seas perra"
Saltando hacia ella mordiéndola por todas partes, recibiendo los mismos ataques, ninguno mortal, pero podía apostar que sentía suficiente dolor para enlentecer sus movimientos.
– ¡Yo te ayudo Alfa!
Carmilla apareció de la copa de los arboles saltando sobre Leah, sujetó su cabeza y con un sutil movimiento, le rompió el cuello.
La perra estaba muerta.
Aullé de felicidad viendo a la maldita de Leah inerte en el piso, definitivamente llevaría su cadáver con la manada para lanzarla a la fogata juntos, ella no merecía ningún tipo de sepultura especial.
– ¡Hacemos un buen equipo!
Me transformé en humana chocando cinco con ella, Carmilla estaba tan eufórica como yo.
– ¡Yo sabía que una alianza era la solución! Gracias a ti, terminamos con una de los dos mayores problemas que teníamos.
– ¿El otro problema es su tía no es así?
Pateando al lobo inerte a sus pies.
– Así es. Cuando ella caiga, todo habrá terminado – observando a mi alrededor– mira a los forasteros, corren asustados, su esperanza está muerta.
– Hay tratados de paz, no puedes tomar las cosas porque te apetecen, es por eso que la manada de los Hale y mi clan Nix se llevan bien, respetamos las leyes y nos apoyamos en tiempos de crisis. Hace cien años, ellos hicieron lo mismo por nosotros, y sé que lo volverían a hacer.
– Sin duda Carmilla, mi manada estará dispuesta a ayudarte siempre que lo necesites, en la generación que sea.
Amablemente, estrechamos manos, volví a mi forma de lobo y subiendo a Leah sobre mi lomo, corrí con ella atravez del bosque llegando al centro donde la manada ya estaba reunida gracias a mi aullido.
– ¡Leah a muerto! –Adoptando mi forma humana– ¡Gracias a la ayuda del clan Nix, pronto podremos reestablecer la paz en nuestra manada! – todos celebraron euforicos– ¡Enciendan la fogata! ¡Quemaremos a esta traidora!
Estaba bastante herida.
Luego de dar ese pequeño discurso a mi manada, caí de espaldas siendo sostenida por unos fuertes, gruesos y morenos brazos conocidos.
Sonreí.
– Ya estamos por conseguirlo.
– ¿Cansada mi amor?
Cargándome como un bebé directo a nuestra tienda.
– Me mordió demasiado la condenada, déjame beber un poco de sangre y ya estaré como nueva.
– Por supuesto – Tomó asiento sobre la cama conmigo sobre sus piernas– bebe cuanto quieras preciosa que hoy celebraremos.
– Que delicia – lamiendo su cuello– desayuno a la cama.
Riendo.
– Para estar débil físicamente, estas de buen humor.
– Se acabó todo el problema de Leah ¿Quién no estaría feliz?
Mordiendo con delicadeza su cuello, bebiendo de a pequeños sorbos, intentaba ser consciente, no bebería demasiado.
– ¿Por qué no respondes?
Lamí su cuello viendo los perfectos orificios de mis colmillos.
– Porque disfrutaba del momento – besando mis labios cortamente– Ahora por fin tendremos un poco más de paz – limpiando la comisura de mi boca con su pulgar, lamiéndolo después– Por fin tendré yo paz ¿Sabes lo preocupado que estoy cada vez que te alejas del cetro? Temía que Leah te saltara encima para matarte.
– Eso casi pasó hoy, pero uno de los vampiros, creo que se llama Marcus, la alejó suficiente de mi cuello y me lastimó la pata – viendo mi brazo izquierdo con unos zarpazos bastante considerables– estos de aquí creo que debo vendarlos.
– Sí, creo que sí – robándome un beso– vístete mientras busco las vendas.
– Está bien.
Yendo por mi ropa perfectamente doblada junto a la entrada de la tienda.
– Carmilla le rompió el cuello, fue trabajo en equipo.
– Tenías razón ¿Cómo no pensamos antes en aliados?
– Porque ustedes piensan como unidad, siempre viendo material en la misma manada, pero yo vengo del exterior y he visto muchas personas de diferentes razas, diferentes creencias, diferentes gustos, en fin, personas muy diferentes, ayudarse y conseguir un objetivo en común, y cómo me comentaron que existían otras razas... pues, creí que quizás era posible.
Vistiéndome con cuidado, estaba lo bastante herida como para sentir la mayor parte de mis extremidades arder.
– Y lo fue – yendo hasta mí– No podíamos con todo solos y no hubiésemos aguantado tanto tiempo siguiendo igual, de hecho, hoy no hemos tenido bajas, esas son buenas noticias.
Me senté nuevamente en la cama dejando que él vendara brazos, torso y piernas.
– Estoy muy feliz por eso, me dolía el corazón cada vez que enterrábamos un lobo.
– Ya no más, presiento que estamos muy cerca de llegar al fin.
– También yo.
Terminando de curarme, entrelacé sus dedos con los míos, caminando juntos hacia la tienda lila donde Thomas nos esperaba.
– Adivina quien ya no está en este mundo mi amor – cargando al pequeño– Mami y la tía Carmilla eliminaron a esa zorra.
– Zorra.
Repitió el pequeño.
Abrí mucho los ojos.
– No Thomas, no repitas el mal ejemplo de tu madre.
Riendo.
– Le enseñas malas palabras a nuestro hijo ¿Qué pensarán las maestras en el jardín?
Riendo conmigo.
– Si dice zorra y Leah en la misma oración, no estaría mintiendo.
– Zorra.
Repitió otra vez.
– Thomas... – abrazando al pequeño, hoy estaba de muy buen humor– creo que no volveré a decir groserías frente a ti, aprendes muy rápido.
– Zorra.
Dijo otra vez con esa sonrisa preciosa que me robó el corazón.
– Está bien, iremos afuera para distraerte, necesito que olvides esa palabra.
– Ay Dios... mi mamá se partirá de la risa cuando lo escuche decir zorra.
– No digas esa palabra, creo que le gustó.
Saliendo juntos de la tienda lila viendo la enorme fogata que estaban preparando, hoy abría fiesta... otra vez.
– ¿Qué dices si vamos al río? No estaría mal un momento familiar.
– Vamos al río, necesito un baño ya que alguien me hizo revolcarme por la tierra hoy, iré por unas toallas y útiles de aseo, alguien más necesita un baño.
Besando el cabello de nuestro pequeño.
– Yo también creo lo mismo – besando el cuello de Thomas– baño familiar ¿Qué dices cariño?
Thomas balbuceó, lanzó un poco de saliva provocando sonidos divertidos con su lengua entre sus labios mientras movía los brazos, él estaba feliz.
Pues mami también lo estaba.
Y papá... papá se volvía loco, adoraba a su nuevo pequeño ¿Quién no? Thomas era un encanto, se robó nuestro corazón.
– Ya estoy aquí.
Corriendo hasta nosotros con las cosas entre las manos.
– Desnúdate preciosa, yo le quitaré la ropa a este pillín.
– Te toca lavar su pañal.
– Traje uno limpio, lavaré este y lo pondré a secar.
Desnudándome, entré al agua sintiéndola menos fría que otros días ¿Será porque estoy sumamente positiva hoy?
– Ve con mami campeón.
Entregándome al pequeño, comenzó a desnudarse mientras me encargaba de mojar al pequeño quien reía al hacer chapotear el agua a su alrededor con sus manos.
– Está frío, bañemos al enano primero – mojando su cabello– aún es temprano – tomando el shampoo– no quiero que se resfríe.
– Quien te viera y quien te ve Hale – sujetando al pequeño con su cabeza hacia atrás lo bastante cerca del agua para que Jackson levantara el agua con sus manos y mojara su cabello, enjuagando– serás buen papá.
– Soy buen padre ¿A qué te refieres?
– ¿No quieres tener otro bebé?
– ¿Otro? ¿Ya? Estamos acostumbrándonos a la vida de padres con Thomas.
– Bueno... me gustaría una familia numerosa como la que tuvieron tus padres, y ya sabes... que sus edades no sean tan alejadas para que se acompañen ¿No quieres tener otro hijo?
– Contigo lo quiero todo – besando mis labios– ¿Lo quieres ya?
– En el próximo calor, no debe faltar demasiado para que comience.
– Creo que regalaré todos mis preservativos entonces – besando la frente de Thomas– se abrió la fábrica de bebés.
– Papi y mami te harán un hermanito o hermanita – Jugando con el pequeño en el agua– serás hermano mayor mi bebé.
Viendo a Jackson sumergirse y luego salir para lavar su cabello.
– Acabas de entusiasmarme, le haré una cuna preciosa a Thomas cuando regresemos y si resulta nuestra campaña de bebés y quedas embarazada, haré una enseguida para el bebé que venga.
– ¿Cómo son los partos en la manada? No hay hospitales por aquí.
– Bueno... creo que no te gustará esta parte.
Dejé de moverme, dándole toda mi atención.
– Quiero saber.
– Hay parteras, mujeres que se encargan de traer a los bebés al mundo y como sabrás, eso debe doler un montón, no hay esas inyecciones que usan los humanos.
Suspiré.
– Bueno... no hay dolor que por bien no venga.
Viendo mis vendajes mojados.
– Qué optimista.
– Hoy es un día feliz.
Entregándole al bebé viendo que ya había terminado, era mi turno de lavar mi cabello.
– Entonces ¿Aún así quieres otro bebé?
– ¿Quieres comenzar a practicar esta noche?
Sonrió viéndome con ese brillo especial en los ojos.
– Esta y todas las noches para que nos quede perfecto cuando entremos en calor.
Con mayor razón debía poner fin a esta guerra, quería regresar al pueblo y preparar la casa para Thomas y el bebé que queremos tener
¿Alguna vez se me pasó por la cabeza ser madre cuando viví en Nueva York? Claro que sí, y creí que sería la mayor estupidez que podría hacer en mi vida, pero como dice el dicho "Por la boca muere el pez" no lo entiendo, pero sé qué quiere decir, me pisé la cola yo misma, ahora estoy pensando en tener una numerosa familia, lo quería todo con Jackson.