Narrador omnisciente.
Mientras Stefan buscaba dentro del edificio, preguntándole a vecinos y personal de limpieza si habían visto a un perro enano, gordo y gracioso, junto a una foto que Calem le envió.
El dueño de dicho perro caminaba alrededor del edificio llamando a su mascota y pidiendo información sobre Anpan a negocios vecinos que repetidas veces lo vieron paseándolo.
Pero... nada. No estaba en ningún sitio, la tierra se había tragado a Anpan.
Un derrotado Calem llegó a la puerta de su departamento y acto seguido Stefan, el cual maldecía la pérdida del, como solía llamarlo, perro estúpido.
Creyó que reflejaba desinterés la mirada despreocupada de su colega, pero era todo lo contrario, Stefan tenía una racha de pérdidas grandes. A tal punto que no lograba asimilar cuando algo que le importa desaparecía.
Solo niega la situación, ese sentimiento devastador no es algo que pueda procesar. Para él, perder cosas que ama o le importan, es muy doloroso. Sus sentimientos eran más fuertes que los del resto, por eso formó un carácter evasivo sin querer, para ahuyentar a todos los que pudiesen herirlo o aprovecharse de él.
Pareciera que no le afectase, pero la realidad es que, en el momento que aceptara que Anpan no iba a volver, estaría devastado igual que Calem. Era un perro poco inteligente y no muy bendecido con belleza, pero siempre estaba alegre, no tenía maldad y desbordaba amor, tanto así que había llegado a importarle a Stefan.
Se sentaron en el sofá y Calem parecía a punto de romper en lágrimas. Stefan ni siquiera habló, porque no quería provocarle llanto y sabía lo insensible que podía ser sin intención, lo malo que era consolando a otros.
Lo frustrante que fue para él no poder ayudar o reconfortar a Calem lo hizo apretar sus puños.
Stefan se levantó y nuevamente empezó a buscar al perro debajo de la cama, detrás de las cortinas y esa acción hizo a su colega levantar el rostro.
Mismo gesto que le dio ánimo e intentó no perder la esperanza, no iba a rendirse, si su colega no lo hacía, mucho menos él.
Entró al cuarto de baño, donde estaba la pequeña bañera, sus productos de higiene y limpieza baratos, la lavadora vieja y el espejo medianamente grande. Se miró en él y se sujetó del lavamanos, no quería llorar, no era alguien que llorase sin haber agotado todas las opciones, pero a veces el estrés lo superaba, como en ese instante.
Apoyó su frente en el espejo y suspiró. La calidez de las manos de Stefan en sus hombros lo devolvieron a la tierra y retrocedió un poco del espejo, apoyando su espalda en el pecho del mayor.
Seguido esos grandes brazos lo rodearon, con calma, lenta y sutilmente, por la altura de su pecho. Cerró los ojos y respiró hondo, al descubrir que su feroz colega sexual, podía esporádicamente ser tan cálido, tan suave.
Ambos se tensaron al escuchar ruidos dentro del lugar. Se miraron, vieron alrededor y pocos minutos después oyeron el mismo sonido. Calem recordó algo y miró en dirección al lavaropas, se inclinó y lo abrió.
De allí cayó de cara al suelo un gordo y alegre Anpan, que se levantó y movió su cola al ver a sus dos humanos. Se había dormido dentro y cuando Stefan se duchó cerró la tapa con su pierna, dejando al inconciente perro allí.
—¡Anpan! —Calem lo tomó entre sus brazos, todavía de rodillas en el suelo y lo abrazó con todas sus fuerzas, queriendo sinceramente romper en llanto.
Stefan comenzó a reír y se apoyó contra la pared con ambos brazos cruzados.
—Si seremos imbéciles —murmuraba éste, todavía con el corazón agitado por haber encontrado al adorable perro de Calem.
Se levantó con Anpan en sus brazos, caminó hasta Stefan y apoyó su frente sobre ese fornido brazo.
El alivio que sentían al tener a Anpan sano y salvo era indescriptible.
—Gracias —susurró frotando su rostro lentamente y cerrando los ojos con fuerza— Por no dejarme... por no odiarme.
Cuando algo muy malo sucedía en su vida, como pensar que le había pasado algo malo a Anpan por su descuido, pediría un poco el control de sus emociones. Se sentía abrumado, fuera de sus límites, culpable. Y haberle mostrado esa faceta suya a Stefan lo inquietó, ese lado infantil, desequilibrado y frágil.
—Hey, estás hablando de mí. No somos novios o algo así, no tienes que impresionarme, me vale que seas un desastre histérico y tembloroso cuando crees que alguien que amas esta perdido. Suena lógico, de hecho.
Stefan no era un tipo cualquiera para Calem, por un segundo olvidó que podía ser él mismo con su colega y al recordarlo sonrió con los ojos llorosos.
—Es desesperante no poder mantener la calma, aunque no me odies, no quería arruinarte el día genial con la búsqueda de Anpan y mi estado desequilibrado. Pero agradezco que haya pasado esto estando contigo, siento que mis lados malos cuando estamos juntos son... menos malos. Me tranquilizas —murmuró apretando la mejilla de su mascota y levantando sus ojos hacia Stefan.
—Eres un bicho raro igual que tu perro estúpido —Acarició su cabello e hizo lo mismo con Anpan— Aunque es una forma extraña de pasar las últimas horas de mi cumpleaños. Yo pensé que follaríamos y terminé buscando a un perro no-perdido.
Los ojos del menor se abrieron de par en par.
—Hoy es... ¿Cumples años?
—¿Creías que los "neandertales" como yo no cumplen años o qué? —soltó irónico y se dirigió a la sala— Se enfrió la pizza, al diablo, tengo hambre. —Se llevó una porción a su boca y Calem prácticamente le arrojó a Anpan a sus brazos— ¿Qué haces?
Sin decir nada tomó su sudadera, las llaves y salió corriendo, dejando a Stefan sin entender nada. Volvió algo sudado y con una bolsa de cartón cuadrada, con una cinta naranja que la envolvía.
—Ohh cielos... —resopló— Que fuera de forma estoy... —jadeó apoyando sus manos en sus rodillas.
—¿Qué es... —La curiosidad en Anpan y Stefan eran obvias con ambos rostros levemente inclinados en la misma dirección.
—Conozco una pastelería que esta abierta 24 horas, pero tu cumpleaños casi acaba... —Tomó aire— En diez minutos darán las doce, así que tuve que apresurarme... —Se irguió— Ahora sí, —sonrió y le entregó el pastel— feliz cumpleaños, bestia —Su sonrisa creció todavía más y el rostro de Stefan se apaciguó completamente.
Apoyó su codo en el apoyabrazos del sillón para después colocar su mano en su boca, cubriéndola y mirando a un costado, huyendo de la mirada de Calem.
—Es... Gracias... —musitó perplejo, luego se recompuso un poco y aclaró su garganta—. Ve y trae platos, ¿O los pobres comen directamente de la caja? Iluminame.
Bromeó queriendo calmar su pulso frenético y el enorme calor en su pecho.
—¡Ya voy por los platos! —Se quejó mientras iba— Muy gracioso, divertidísimo, chistes de pobreza de la boca de un ricachón, pff. Ricos de mierda. —Su rabieta hizo sonreír a Stefan.
O quizá no fue eso lo único que lo hizo sonreír... Tal vez, era otro el motivo y no quería admitirlo.
Las luces se apagaron y levantó una ceja al ver en la mano de Calem un encendedor y una vela de apagón.
—No es cumpleaños si no hay velitas. Bueno, esta no es de cumpleaños, pero no seas quisquilloso —manifestó poniéndola sobre el pastel y Stefan rió.
—Eres un experto en esto de improvisar sobre la marcha, una de las ventajas que te enseña la pobreza, culo angelical —bromeó y recibió un leve empujón.
—Cállate o no comes. —Aclaró au garganta— Ahora sí. —Le acercó el modesto pero delicioso pastel— Pide un deseo y sopla.
Stefan levantó una ceja, Calem lo amenazó con la mirada y rodó sus ojos, rendido ante el pequeño monstruito.
«¿Un deseo? No deseo nada en realidad» Miró a Calem y volvió la vista a esa luz proveniente del fuego «Me gustaría... ser suficiente.» y sopló.
Encendieron las luces y comenzaron a comer con un ambiente muy apacible.
—Hablando de pobreza y eso ¿Cuánto te costó esto? —Hizo el amague de sacar su billetera pero fue detenido.
—Ni se te ocurra, es un regalo de cumpleaños, punto —afirmó seriamente.
—Ya, bien, como digas. Luego no te quejes de comer sopa toda la semana —contestó y levantó una ceja con obviedad.
—¿Podrías dejar de pelearme por un milisegundo? Es tu cumpleaños ¿No prefieres pasarla tranquilos como gente normal?
—¿Tú y yo nromales? —Ambos se miraron y suspiraron.
—Cierto. Retiro lo dicho. —Rieron por lo bajo y luego de comer pastel recalentaron la pizza y comieron finalmente.
Quedó una única porción y mientras veían el final de una película de acción no se dieron cuenta que solo quedaba una rebanada.
Sus miradas se conectaron, fueron a la caja y volvieron a unirse con la competitividad en su máximo esplendor, en el momento que empezó el tiroteo en el filme, Calem saltó sobre Stefan para impedir que robara la pizza.
—¡Comiste una pizza y media no seas obeso! —Tomó su brazo con ambas manos y enredó su pierna en el otro brazo.
—¡Mi cuerpo necesita más comida que el metro de huesos andante que te cargas! ¡Ahh joder! —Sacudió su brazo y Calem prácticamente colgaba de éste como un pequeño koala— No rasguñes enano anormal!
—¡Esto-es-Esparta! —gritoneó de un lado al otro sin soltar a Stefan, hasta que éste mordió el costado izquierdo de Calem.
Comenzó a reír mientras era mordido y en medio de la batalla vieron como Anpan acercaba el hocico a la caja.
—No... —susurró Calem.
—Que ni se te ocurr...
Los ojos saltones de Anpan observaron a ambos, se quedó quieto medio segundo y luego tomó la porción y comenzó a correr a toda velocidad con sus patas cortas y cuerpo rechoncho.
—¡Ven aquí! —Ambos iban a seguirlo, pero Stefan aflojó el agarre de la prótesis de Calem y éste cayó.
—¡Eso es juego sucio! —Tomó una de sus zapatillas y se las arrojó en la cabeza a Stefan.
Cuando llegó a la escena del crimen (la habitación donde había llegado Anpan con la pizza) vio a Stefan apoyado contra la pared, al perro muy feliz, panza arriba y con su lengua fuera.
—Tanto esfuerzo y nos ganó ese aborto de hipopótamo mutante. —Comenzó a reír y Calem apoyó su frente en el costado de Stefan.
Tomó su brazo e hizo que lo abrazara sobre su hombro.
—Vaya, es tan lindo que no puedo regañarlo —suspiró y levantó su rostro con una sonrisa en dirección a Stefan.
Guardó silencio unos segundos y sus ojos empezaron a cerrarse.
—Mucho ejercicio para ese cuerpito flácido. —Se burló y Calem hundió su rostro en el costado de Stefan.
—Corro los fines de semana, si fuese flácido no tendría "trasero angelical" como dices... Pero no soy un lunático musculoso como tú... —Llevó ambos brazos al cuello de Stefan y se colgó de él—. Vamos al baño, quiero lavarme los dientes, ducharme y dormir.
—Malditamente molesto.
—Por favor...
—Puta madre —fingió molestia con una media sonrisa y lo tomó entre sus brazos.
Una vez estuvo higienizado, limpio y fresco salió del baño renovado, encontrándose con Stefan semidesnudo en su cama.
—Ah no, vete al sofá.
—No. —Se negó mirando sus uñas.
—Oye, oye, la vez pasada tú dormiste en la cama, ahora es mi turno. Es ley. Lo dice en nuestro contrato —contestó con cierta seriedad dentro de su tono cómico.
—Cállate, enanito nalgón, es mi cumpleaños. —Eso dejó extrañamente en silencio a Calem.
—Oh... Eso... es cierto.
Stefan se removió, pero cuando Calem quiso rodear la cama, para dejarle habitación, sintió como tomaba su cintura y atraía hacia la cama.
—Cabemos los dos, deja de quejarte y duérmete —ordenó y le dio la espalda.
—P-Pero... —Se levantó sobre sus brazos y lo miró sobre el hombro, notando que también estaba nervioso su enrome colega.
Eso lo hizo sonreír con dulzura , apagó el velador de noche sobre la mesita de luz y se recostó.
Miró el techo, acostumbrando su vista e intentando asimilar cómo terminó durmiendo en la misma cama con su colega sexual. Pero eso se esfumó de su mente cuando por accidente comenzó a examinar ese cuerpos su lado.
Fácilmente lo pasaba por unos cuarenta centímetros de altura y ni hablar el ancho de sus hombros y espalda. Sus ojos lo recorrieron de arriba abajo, incluso su firme trasero bajo el boxer era lindo, aunque a Calem lo que más le gustaba dentro de ese bóxer estaba en la parte delantera.
Sonrió un poco avergonzado por sus pensamientos y apartó la mirada. Pero decidió dejarse llevar y volvió a verlo, llenándose de ganas de jugar y molestarlo. De tener atención de ese hombre.
Apoyó dos dedos al costado de Stefan, desde su cintura hasta casi llegar al hombro, hizo como si diera "pasitos" sobre su piel con dichos dedos, provocando que Stefan girara la cabeza un poco al contraerse por las cosquillas.
—Ya, no jodas —manifestó con su ceño fruncido, sin mirar directamente a Calem.
Notó que estaba algo inquieto y eso fue un detonante para que quisiera hacerle cariños a ese fornido y vulgar sujeto. Continúo molestando a Stefan, hasta que se giró completamente y tomó la mano de Calem.
—¡Si tanto querías dormir solo, al diablo, iré al sofa! —Se removió hastiado— ¡Deja de una maldita vez de hacer... —calló al sentir el calor de Calem en su pecho y que lo rodeaba con sus bracitos.
Estando en esa posición, el cuerpo de Stefan parecía el doble de grande para Calem.
—¿No te... —Aclaró su garganta— ¿No te incomoda? —preguntó Stefan.
—Nop. —Se acurrucó un poco más, mientras su corazón se aceleraba ligeramente y detectaba el gran corazón de Stefan latir a gran velocidad dentro de su pecho— Abrázame —demandó con cierto infantilismo.
—Un... No...
—Vamos, solo un poco.
—Es solo... Ya. Basta. Esto es raro.
—Que no lo es, es normal en nuestro acuerdo de C.S. Así que ya ríndete y hazlo... vamos.
Maldijo en voz baja pocos segundos y terminó accediendo a sus caprichos.
—Ahora... mimos —dijo cerrando un poco sus ojos, esperando la rotunda negativa de su colega.
—¡Deja de molestar, Calem! —Y ahí estaba.
—¡Quiero mimos! —Dejó salir su lado caprichoso y frunció las cejas— No te cuesta nada... —Acarició la espalda de Stefan y besó sutilmente su cuello— Así... —Se removió acercándose todavía más y con su pierna izquierda rodeó la de él.
Dejó un pequeño camino de besos hasta su mejilla y sonrió tímidamente al ver lo inquieto y atónito que estaba Stefan.
—Te lo dejaré pasar hoy porque es tu cumpleaños. —Respiró hondo y abrazó nuevamente a Stefan.
—Esto es tan extraño ¿Por qué haces estas cosas? No eres una persona normal ¿Lo sabes, no?
—Duérmete —susurró antes de bostezar.
Así mismo, ninguno sabía si eso era algo correcto para su atípica relación, pero estaban demasiado cómodos para hacer algo al respecto.
Minutos después la seguridad de Calem empezó a flaquear, dándose cuenta de la situación atípica y vergonzosa que estaban y lo intrusivo que había sido. Es que se dejó llevar al ver tan inhibido a alguien tan frontal y descarado como Stefan.
Creyó que su respiración iba a chocar contra la piel de Stefan y eso iba a molestarlo. Al pensar en su respiración, le empezó a costar regularla y parecía contener el aire y se estaba mareando.
—¡Qué carajo te pasa? ¿Asma? —Lo zamarreó del hombro y su rostro enrojeció por completo al ver que Stefan había notado su respiración irregular.
—¡C-Callate!
—No te mueras en la cama, seré el único sospechoso si eso pasa. Bueno, yo y el hocico chato aquel. —Señaló al perro durmiente en una esquina de la cama.
—No... No es nada... solo estaba un poco ¿Nervioso? Nunca dormí con alguien así, es decir, con amigos sí, pero no así, ya, no sé. —Hizo un leve circulo en el pecho del contrario y vio como éste se llenaba de aire.
—No he dormido con nadie.
—Espera ¿Qué?
—Nada.
—Sí te oí —afirmó emocionado—, pero, dime... ¿Nunca fuiste a una pijamada o algo?
—No.
—¿Por qué? ¿Hablabas dormido o tenías miedo a la oscuridad? ¿No te gustaban las noches de pijamadas?
—No me invitaban a esas cosas. —Rascó su hombro y miró a un costado.
—Oh... Ya veo. —Le sonrió con honestidad— Después de perder la pierna tampoco fui muy popular para pijamadas y estaba justo en esa edad donde todos comienzan a experimentar y bueno, digamos que no tenía muchas ganas con eso yendo constantemente a curaciones, rehabilitación y mi constante llanto en las noches —rió un poco y respiró hondo.
—Y sí, no creo que hayas sido lo más entretenido dentro del catálogo de adolecentes calientes y sexualmente activos un virgen nalgón. Más con lo inexperto que eras, seguramente.
—Claro, como tú eras el experto follador me peleas.
—Si tratas de ofenderme, no lo estás logrando.
—No me importaba ser popular ¿Sabes? Ni siquiera me importó tanto perder la pierna... —murmuró lo último casi inaudible.
—A nadie le importa eso. Menos ahora.
—Pero tú sigues sin tener amigos.
Hubo un breve silencio y Stefan meditó aquello varios segundos.
—No es bueno relacionarse con otros a tal punto. Es exponerse sin razón.
—¿Nunca tuviste un amigo? Es que no lo entiendo, aunque fueses vulgar no es lógico que no tuvieras amigos. Porque vaya, no sé, con tu físico y "habilidad sexual" seguro atraías a muchas.
—No era así. Mi carácter era el mismo, creo, va... No. —Frunció sus cejas— Era un iluso y estúpido, casi como tú pero con dos piernas —bromeó.
—Si serás idiota —rió y le dio un golpecito.
—Si pudiera ir a esa época me rompería la nariz por retardado. No sabía nada en absoluto, mi forma de pensar era ridícula, joder. —Guardó silencio al replantearse lo que estaba diciendo.
Nadie necesitaba oír aquello. No era nada en especial.
La mano de Calem tocó suavemente la de Stefan y sus ojos se encontraron, ese contacto le dijo implícitamente que era importante para él.
—No tenía citas, sexo o cosas por el estilo. Me gustaba pensar que en algún momento conocería a alguien interesante, vaya... no sé como explicarlo, mi madre dijo algo ingenuo cuando era niño y lo tomé en serio por muchos años. Pero sí tuve un amigo, a pesar de todo y ser tan... yo. Él era... era... —Su respiración se detuvo, sus ojos vacilaron y apretó la mandíbula— No terminó bien. Fui un jodido imbécil. Todos en mi instituto eran retardados. No sé cómo será en una escuelita de campo como la tuya, pero yo fui a una de élite, malditos cabrones interesados y doble cara...
Calem llevó la mano de Stefan a su espalda, haciendo que lo abrace y subió sus propios brazos hasta ese caliente cuello, acariciando dicha zona.
—Esta bien. Entiendo —susurró en su pecho—. Yo era muy inmaduro ¿Sabes? Ahora te dejo ver mi lado vergonzoso, pero no tienes idea de cómo era antes, jodidamente osado, de esos que uno sabe que terminarán mal. En mi pueblo esperaban que algo me sucediera tarde o temprano, me apodaban "Un accidente que esta por suceder" y... sucedió. No creo que me hayan echado mala suerte —rió cómico y con cierta ironía— Yo provoqué lo que me pasó, una moto y un chico que no mide consecuencias ¿Qué podría salir mal?
Cerró sus ojos y apretó los labios, para luego relajar la mirada.
—Todos lo veían venir —continuó—. Todos excepto yo, porque claro, los adolescentes somos indestructibles, no vemos el riesgo aunque esté frente a nuestros ojos.
—Y que lo digas, confiar es tan fácil cuando no te ha sucedido nada realmente grave. Hacerlo después de eso, es la parte jodida —afirmó Stefan con pesadez y sin darse cuenta presionó su agarre en la cintura de Calem, acercándolo por completo a sí.
Deseaba hacerlo sentir bien, creía que no iba a poder ayudarlo verbalmente a afrontar sus problemas, pero su cuerpo de alguna forma quiso confortarlo, cubrirlo. También sin ser conciente de ello, él mismo se sentía protegido al abrazar a ese pequeño cuerpo lleno de vida.
—Oye, Stefan —Hizo un sonido con la garganta afirmando que lo había oído—. La pasé genial hoy, hacía tiempo no me divertía tanto... llegué a pensar que no debía divertirme demasiado, pero esta bien, no puede ser malo ser feliz ¿Verdad?
—Dices que es fácil hacerme feliz, pero tú eres igual, solo comimos pastel y fuimos a un concierto. Oh, y el perro perdido, será una buena anécdota de tu idiotez.
—¡Hey, tú también lo buscaste departamento por departamento! —sonrió para sí mismo al notar lo que Stefan había hecho por él.
—Pff, era mejor que oírte moqueando.
—La verdad fue un día emocionante, de muchas formas. Además no te sorprendas tanto, siempre que estamos juntos soy feliz... aunque veamos una serie y comamos sopa de fideos... gracias por eso... yo... me gsah... —balbuceó quedándose dormido en contra de su voluntad.
—Joder... —Cubrió su rostro con una mano y se tranquilizó a sí mismo, respirando pesadamente— Me estoy volviendo estúpido, otra vez. —Masajeó el puente de su nariz.
Vio como Calem se acurrucaba y llevaba una de sus manos sobre su labio, emitiendo pequeños quejidos, al parecer estaba destapado y tenía frío.
Eso lo enterneció por completo y su corazón se oprimió, no podía luchar contra ese sentimiento.
Tomó la sábana, cubrió a ambos y le dio la espalda a Calem. Seguido sintió esa delicada mano plantarse en su pecho y presionar su piel, frotando ese suave rostro sobre su gran espalda.
—Mierda... —El calor en sus mejillas aumentó y cubrió su cara con ambas manos, para luego de eternos minutos quedarse dormido.
Stefan sueña con estar frente a un barranco y debajo podría haber algo, lo desconocido, lo que fuese, no podía ver más allá, solo el barranco gigantesco.
Pero ve a Calem y éste sonríe, ni siquiera se veía preocupado por lo que hubiese debajo, por la caída o la altura, su mirada delataba claramente que quería saltar. Quería saltar. Definitivamente iba a saltar. Pero se quedó allí de pie, esperando a Stefan, o eso sintió él.
De repente sintió un golpe y bajó nuevamente a la realidad.
Desperteron de lados opuestos de la cama, para ser más precisos Stefan despertó primero, con parte de la pierna de Calem sobre su rostro.
—Oye, shtt —Lo empujó y la pierna de Calem, o lo que quedaba de ella, volvió a su posición sobre Stefan— ¡Ya! Quita el muñon de mi cara.
Ya medio despierto se lo refregó en la cara maliciosamente.
—Chupalo, vikingo morboso, a ti te van esas cosas ñamm... —lo empezó a molestar y Stefan le daba manotazos.
—¡Deja! Eso fue solo un impulso. No me gusta lamer piernas, rarito fetichista de armarios.
—Mmhh patas —Insistía y Stefan le tomó la pierna derecha y mordió detrás de la rodilla, haciéndolo chillar— ¡Ahhh no! ¡Que horror! Puta sensación tan mala, no, no, no —reía de manera nerviosa con carcajadas frenéticas, manoteando y jugando con aquél enorme sujeto que lo mordisqueaba y nalgueaba entre risas.
—Insultaste, que grosero. —Se burló entre risas y de repente, sin ningún aviso, se desplomó a propósito sobré Calem, con cero cuidado por ese pequeño cuerpecito.
—Ahh auxilio, Anpan, ahh... —jadeaba sin aire, siendo casi completamente aplastado por su colega.
El perro vino corriendo, se detuvo cual cazador, miró a ambos, puso cara de supercan y dando un salto heróico quiso subir a la cama. "Quiso", porque así como saltó, chocó contra el borde y cayó al suelo de espaldas.
—¿No pensaste enlistarlo para perro policía? Es tan feroz como el puto dueño. —dicho lo último sintió que Calem dejaba de moverse y quejarse.
Por alguna razón se preocupó y levantó ligeramente de la cama, se giró hacia él y miró su rostro. Por un segundo sintió pánico, pero al recibir una patada que lo arrojó al suelo se le pasó.
—¡Abusivo! Casi que me muero ahí. La próxima te pegaré más fuerte y juro que te va a doler como... No sé, mucho, hijo de... Ah... Estuve frente a san Pedro de nuevo, cielos... —Se quejaba con cierta adrenalina e ironía, sujetándose de las cosas y yendo hacia el baño, ya que no tenía puesta la prótesis.
Se giró, lo miró, llevó dos dedos a sus ojos y luego los señaló en dirección al mayor.
—¡Llorón y tramposo de mierda! Ven y dímelo en la cara —contraataco tocándose la mandíbula y riendo por lo bajo mientras Calem sacaba la lengua y le cerraba la puerta.
Nunca jugaban con él de ese modo. Ni en su niñez, adolescencia y menos en su adultez. Ser tan alto y físicamente fibroso hizo que no se animaran mucho a jugar bruto con él. Hasta que conoció a Calem, claramente.
Stefan se vistió con su ropa ya seca y notó que el perro había dormido sobre ella luego de caerse de la cama.
—Mira esto, lo arruinó tu baboso perro llenándolo de pelos. —Se quejó sacudiendo su ropa.
—No te preocupes —Calem ya higienizado, la prótesis y su carita lavada, salió del baño.
Buscó en un armario y sacó una especie de cepillo.
—Cuando mi hijo precioso se sube a la ropa recién extendida o se duerme sobre mi camisa, uso esto. —Lo levantó cual martillo de Thor.
Stefan levantó una ceja, a lo que su colega lo empezó a cepillar con cuidado, recorriendo su pecho con el cepillo y su otra mano.
—Si no fueras tan grande me ahorrarías trabajo, bola de músculos.
—Son para follarte mejor —imito la voz del lobo e hizo reír a Calem.
—¿No tienes perfume puesto? —Inquirió incrédulo.
—Na, pero me pondré en la oficina, tengo allí.
—Mis perfumes baratos no te complacen eh —ironizó con una mirada cómica.
—Exacto. —bromeó con una sonrisa juguetona.
Calem, casi terminando de limpiar la ropa de Stefan, se colocó de puntitas y tomando la nuca del mayor no inclinó hacia sí. Respiró hondo en su cuello, casi rozando su piel con los labios.
—Así que esta es tu fragancia natural... —cerró sus ojos y respiró con profundidad—. Me gusta tu perfume, es sofisticado e imponente... pero tu piel... Este aroma en particular es muy tú. —Le sonrió y miró a los ojos— Me gusta mucho.
A lo que el corazón de stefan se oprimió y contuvo el aliento.
—No sé... —Ladeó su rostro— No sé cómo procesar lo que dices. —Lo acorraló contra la pared de la habitación— Pierdo contra ti, Calem. —Llevó sus grandes manos a la cadera del contrario y presionó allí, provocándole un gemido.
Calem no pudo ni pestañear, su respiración se detuvo y labios se secaron. Incluso sintió que me bajaba la presión y no estaba pasando absolutamente nada. Habían tenido sexo miles de veces y ahora, solo con su cercanía, era mil veces más intenso.
"A veces me asusta su osadía, dice lo que cree sin miedo. Pero al mismo tiempo, eso me gusta de él." Pensó Stefan.
El sonido del móvil de Stefan los sobresaltó y al coger la llamada la ligeramente desesperada pero firme voz de Daisy lo hizo rodar los ojos.
—No me jodas, en quince minutos estaré ahí y me secarás la cabeza cuanto quieras, ahora no tengo ganas. —Y así colgó.
Peinó su cabello hacia atrás y notó que Calem no estaba a su alrededor. Llegó a la cocina y sostenía una taza en cada mano.
—Tomemos algo y te acompañaré abajo ¿Quieres? Sacaré a pasear a Anpan —afirmó con una sonrisa.
—¿Hoy entras tarde? —inquirió.
—Nos dijeron que fuésemos a las nueve. Seguramente ascenderan al señor Vaughan. —Ese apellido salió como una oración a algún Dios, llena de devoción y Stefan rodó los ojos.
—No empieces —gruñó.
—Quizá sea promovido. —Frotó sus manos en su ropa, con nerviosismo y respiró hondo, volviendo a mostrar confinanza.
—Quien sabe. Quizá. —Stefan vio como bajaba la mirada con cierta decepción y creyó morir— A-Avisame. Envíame un mensaje y dime qué pasó.
Levantó la cabeza emocionado y lo abrazó.
—Gracias, te mantendré al tanto de todo —afirmó alegre.
—Sabes, hablando del trabajo, es la primera vez que escucho la voz de Daisy tan... estresada. Ella vive sufriendo crisis y estrés por mi culpa, es como que ya esta acostumbrada, por eso nunca pierde los estribos. —Revisó su móvil y tenía una llamada perdida de su hermano mayor— Empiezo a creer que algo sucedió.
—Entonces mantenme informado ¿Sí? —Stefan sonrió sin poder evitarlo.
Hacía mucho no tenía a alguien, fuera de su familia, con quien contar si las cosas no salían bien o algo le sucedía. Había dejado de hablar de sí mismo y sus problemas hace años.
Empezó a creer que solo preguntaban "¿Cómo estás?" por absurda cortesía y que realmente a nadie le importaba.
Pero estaba muy equivocado. La forma en la que Calem demostraba que quería contar con Stefan y que éste podía contar con él, lo hizo bajar la guardia.
Y ese día, con el desastre que encontraría en su empresa, necesitaría a alguien de confianza en quién apoyarse.
👉👈Buenas...
Creo que me voy a pasar de los veinte capítulos, ay me odio jajaja perdón.
Los amo, gracias por leer, espero que se encuentren sanos y felices♥