(Katie)
Raúl tuvo que parar el beso antes de que todo se nos volviera a salir de control. Podía notar la creciente excitación que había entre los dos, como me estaba derritiendo por sus caricias. Si no fuera porque él cortó el beso yo no podría haberlo parado. Era como droga.
Damián insistió llamando a la puerta llamándole.
-Que ya voy, he dicho.
Mientras agarraba su camisa, frote mis hinchados labios, la sensación de hormigueo haciéndome difícil de olvidar la abrasadora pasión que había provocado Raúl en mí.
-¿Qué vas a hacer con Gorka? –pregunte bajando la mirada.
Note como se detuvo mientras abotonaba la camisa y me miraba, con una sonrisa casi salvaje inclinando la cara hacia un lado.
-Me aseguraré de que nunca se acerque a ti de nuevo. Eso te lo aseguro y te lo prometo –y lo decía de verdad.
Le mire con mucha confianza en él. En vez de protestar parecía que le quería acompañar e incluso parecía desear unirme y pegarle una patada o dos a Gorka, en venganza por lo que me había hecho.
-Confío en ti –le dije de verdad.
Eso hacía que le gustaba mucho podía notar como se le hinchaba el pecho de orgullo.
-No tardo –dijo antes de irse.
En cuanto se fue, me levante corriendo a poner la oreja en la puerta y salí cuando ya deje de escucharle.
Abrí la puerta y no había nadie en el pasillo ni por alrededor.
Le había prometido a Raúl que no me iba ir de la casa pero ese tipo de compromiso que había aceptado, no sabía si estaba segura de poder cumplirlo. Me estaba asustando solo de pensar en un para siempre.
Así que decidí irme y ya vería luego que haría por lo que comencé a bajar los escalones, casi de puntillas para que nadie me escuchara. No quería encontrarme con nadie, no quería otra emboscada por parte de su familia.
-¿Todavía estas por aquí? –pregunto alguien a mi espalda me gire y vi a Reba, la prima de Zena y de Raúl- pensaba que ya te habrías ido agarrando tolo lo de valor y huido. O ¿Estas esperando por una mejor oportunidad de obtener más dinero?
Que alguien creyera que no era lo suficientemente buena para Raúl, fue lo que me enfureció.
Le gusto a Raúl, y mucho. El estar aquí y conocer a Raúl me estaba haciendo ser más atrevida.
-¡Dios mío!, ¿eres de esas personas que tiene problemas de celos? ¿O es que te mola el tema del incesto entre primos, para que los niños te salgan tontos?
La sonrisa que me había aparecido en la cara por haberme atrevido a contestar se me fue al ver como su cara se desfiguraba y le salía la mala hostia en una sola expresión.
Ella balbuceo sorprendida por mis brutas palabras.
-Tú eres la más molesta puta que se ha acercado a Raúl que he tenido el disgusto de conocer.
-Y tú eres la más pegajosa, pelo de paja arpía que me he encontrado. ¿Qué te parece si me marcho y fingimos que nunca nos conocimos?
Por alguna razón, eso hizo que Reba cerrara su mandíbula con un chasquido.
-Quieres salir.
-Bueno... No estaba sólo de pie en el pasillo por la vista.
-¿Raúl lo sabe?
-No, no lo sabe, y realmente no me importa si le gusta o no. No creo estar lista para el tipo de compromiso que él está pidiendo.
Por no hablar de que yo no estaba segura de poder manejar un tipo que piensa que era un lobo. Que piensa que es un lobo real.
-¿Lo estas rechazando? -La chica se veía indignada.
-Piensa en ello más como que acabo de admitir que no estamos realmente buscando la misma cosa ahora. ¿Y por qué te importa? Tú debes estar feliz de que me vaya.
La chica se sacudió y se enderezó.
-Tienes razón. Estoy feliz. Raúl lo que necesita es establecerse con alguien que se adapte a su estilo de vida.
Sin decir nada más acabe de bajar las escaleras y abrir la puerta. Para mi sorpresa, funcionó. Una parte de mí no creía que lo haría, segura de que Raúl de alguna manera había bloqueado la puerta su y evitar dejarme salir.
Con el objetivo de evitar la multitud de jóvenes que están en la piscina tomando algo, entre ellos Zena, Nada más salir fui directa en la dirección contraria para ir directa a la salida principal.
Nada más pasar la verja mí estómago rugió. Llevaba mucho tiempo sin comer. Me hizo desear haber tomado algo de la nevera antes de salir.
Pero no regresaría por una merienda.
Ya en la acera, no pare, ni mire atrás para nada. Rápidamente me aleje, moviéndome rápido, más rápido, probablemente por los murmullos de voces alteradas detrás de mí.
Pronto estaba corriendo. Llegue a la esquina del edificio. No era un lugar muy ajetreado, y los autos que circulaban ahora mismo eran pocos, casi nulos, el área era residencial.
Salí pitando, mis pies golpeando el pavimento, y, para cubrir mi rastro de posibles perseguidores, me metí en el primer callejón que vi.
Me escape. Lo logre. Mientras me acercaba al final del callejón, que daba a una calle bien concurrida, no dejaba de pensar que había sido muy fácil.
En cualquier momento, esperaba que Raúl me atrapara de nuevo y me preguntara con ese enronquecido murmullo de él ¿Hacia dónde estás corriendo, gatita?
Excepto que cuando unos brazos que me atraparon, no eran los gentiles que yo esperaba. Y la voz era una enojosa lección de porque yo debió escuchar a Raúl y de haberme quedado a salvo en su casa.
-Hey, perra, ya era hora de que mostraras tu asquerosa cara –dijo a mi oreja desde espalda.