— Mamá. — Pronunció al momento en el que corría hacia ella.
Esta le recibió con brazos abiertos, llorando con su hijo, este al abrazarla pudo sentir las alas de ángel escondidas en su espalda.
— Lo siento por solo poder verte en persona cada luna azul. — Lamento.
— Sabía que era tu hijo. — Afirmó.
— Claro que lo eres, siempre te escucho y te contesto. — Sonrió viendo el rostro de su hijo.
— Sabía que no estaba loco. — Río bajito.
— Claro que no estas loco. — Negó. — Mi hijo eres tan hermoso. — Halago.
— Supongo que lo heredé de ti. — Sonrió a la par de que sorvia por la nariz.
— Por supuesto. — Limpio las lágrimas de su hijo. — Veo que... — Dirigió su mirada a el lobo. — Ya conociste a JeonGguk. — Sonrió.
— ¿Aque se refieres?. — El alto pregunto curioso.
— ¿Aún no lo saben?. — Pregunto sorprendida y el par negó. — Bueno supongo que lo sabrán pronto. — Sonrió.
— No nos los dirás mamá. — La miro triste.
— Yo no puedo. — Acarició su mejilla. — ¿Puedes darte vuelta?. —
— Si. — Este quedó de espaldas, no sabia que haría su madre pero el solo hizo caso.
— Gguk puedes venir y abrazarlo, puede que le duela. — El alto asintió y vino hasta el pequeño para abrazarlo por la cintura.
Su madre llevo sus manos a la espalda de su hijo, en un lugar en especial, y ahí uso su magia para crear algo que tenia que tener. En seguida el cuerpo de JiMin tembló de dolor, a JungKook se le encendieron sus ojos rojos pues podía sentir el dolor de su pequeño ángel.
No duro mucho tiempo, cuando acabo los dos dejaron de sentir el dolor, y si se preguntan qué era lo había hecho esta mujer pues le había puesto las respectivas alas que le pertenecían a JiMin.
— Si te incomodan a la hora de dormir o algo, pues desaparecerlas. — Sonrió.
— Eso quiere decir que ¿soy mágico y vuelo?. — Se sorprendió.
— Si. — Río. — JungKook te enseñará, el también tiene virtudes. — Lo miro a el y después regreso la mirada a su hijo. — Ahora yo... — Bajo la mirada. — Yo debo irme. — Pronunció triste.
— Mamá. — La miro. — Te extrañaré. — Fue abrazarla.
— Yo también hijo mío. — Recibió el abrazo. — Te adoro. — Se separo de el y se movió hasta HyunAh. — Hiciste un trabajo excelente, sigue cuidándolo. — Le sonrió.
— Lo haré. — Sonrió.
La luz azul volvió aparecer sobre esta mujer llevandosela hacia la luna, donde desapareció. JiMin sintió un vacío en el, a pesar de que nunca estuvo con ella sentía esa conexión de madre e hijo.
— Tranquilo pequeño ángel. — Lo abrazo por atrás. — Estoy aquí para ti. — Susurro en su oído.
JiMin sólo se voltio para abrazar a su gran lobo.
— Gracias por estar aquí para mi. — Sonrió para el.
— Siempre estaré aquí para ti. — Le devolvió la sonrisa.
— JiMin. — Llamó su padre. — Lo siento por interrumpir esta hermosa escena pero creo que llego la hora de que... — Sonrió nostálgico. — Seas el nuevo jefe. — Hablo feliz.
— ¿En serio?. — Soltó a JungKook y voltio para mirar a su padre.
— Si. — Asintió.
— Quiero serlo. — Sonrió. — Lo seré. — Afirmó.
— Entonces hay que ir a casa. — JungKook lo abrazo por detrás.
— Vamos. — Sus ojos brillaron.
Y así toda la gente que estaba ahí, empezó a moverse para irse del bosque, incluso JungKook, parecía como marcha ya que había mucha gente.
Aunque ahora caminaban mucho más felices, todo el pesado sentimientos de sufrimiento y tristeza se había esfumado para dejar uno de alegría y amor.
— Creo que tendré que aprender a volar. — Abrió sus alas.
— Te ayudare en eso. — Le sonrió al momento en el que acariciaba una de sus alas.