Mi Diosa.
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–Al fin termino el día... –
Natsu Dragneel un joven empresario de 20 años había llegado a su casa con un cansancio muy brutal, ya que este trabajo a parte de ganar un buen sueldo, también sacrificas mucho tus energias. El pelirosa se dispuso a ir a su habitación para descansar de un largo día.
Lo que no espero es que su habitación, había muchas almohadas de diferentes colores y mini focos de colores iluminando el lugar. El dudoso se fue al armario para colocarse una ropa comoda y se acosto entre todas las almohadas.
El cerro los ojos y disfruto del silencio, que duro unos 15 segundos, ya que alguien había entrado, generando que el pelirosa abriera los ojos y viera boquiabierto.
Ya que enfrente de el se encontraba una Diosa.
–Darling~, que bueno que regresaste –
La recién llegada tenia el cabello rubio hasta por el cuello, vistiendo con un collar dorado, sujetador muy escotado de color rojo, mangas transparentes morado y una especie de falda transparente, donde estaba unido de una especie de braga roja que tapaba su intimidad y buen trasero.
Cabe decir que esta vestimenta hacia ver a esa hermosa rubia una manera muy sensual, ya que mostraba mucha piel y aparte de que en sus manos tenia un plato lleno de uvas verdes.
–Dimy... ¿pero que es todo es..? –dijo Natsu
–Shhhh –silencio Dimaria poniendole un dedo en sus labios.– trabajaste muy duro este ultimo mes, así que dejame consentirte, Darling~
Dicho esto ella dijo el plato lleno de uvas sobre una almohada y se posiciono atrás del pelirosa para empezar a darle masajes en sus hombros, ganándose suspiros por parte de este.
–¿Te estas relajando? –cuestiono Dimaria mientras poco a poco recostaba a Natsu.
–Si... –
–Que bueno... –
Entonces Dimaria tomo el plato de uvas, para sostener uno y dijo.
–Abre la boca, Darling~ –
El Dragneel hizo caso y recibió la uva como si fuera un faraón egipcio, pasaron horas en las que la Yesta solamente se dedicaba consentir al pelirosa con muchos masajes, servir las uvas y pequeños besos en su cuerpo.
Despues de que sintió el cuerpo del Dragneel relajado ella se acomodo a lado de el con una sonrisa satisfactoria, generando que Natsu se sentara también y viera a su bella rubia.
–Gracias... Dimy –agradecio Natsu sonriendo apliamente.
–No lo menciones, el deber de una esposa es atender muy bien a su marido –dijo Dimaria sonriendo.
Entonces ambos se aceraron y se propinaron un beso muy apasionado, haciendo que el dedo de Natsu recorrerá por todo el cuerpo de Dimaria.
Cuando ambos se separaron ellos tenían un brillo en los ojos y dieron una sonrisa seductora y salvaje.
En lo que se convirtió en una noche de relajación, se volvió en una muy candente para esta pareja.
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