P.O.V LISA
Odiaba haber tenido que recurrir a Irene. Aunque yo la conociera desde antes de que Jisoo apareciera, Irene es una de las mejores amigas de Jisoo. Pero eso ya no importaba, me olvidaría de Rosé y Jisoo, ahora tenía que salir adelante. Tenía que construir un futuro junto a Jennie, y eso significaba que debía asegurarme de que ella obtuviera lo mejor, como por ejemplo el trabajo de sus sueños.
Lo cierto es que había planeado todo esto sobre la marcha. Esa misma mañana había ido a la anterior casa de Jennie. Quería hacerle saber a su madre que Jennie se encontraba en las mejores condiciones y que estaría invitada a la boda por supuesto, pero con la condición de que fuese ella sola. No quería al padre de Jennie cerca.
La madre de Jennie me recriminó el haberme robado a su hija, pero claro, yo no tenía la culpa, la culpa era de su marido. Ella me insultó un par de veces y me dijo algo sobre que echaría a perder el sueño de Jennie por el que su hija tanto había trabajado. Yo en lugar de quedarme de brazos cruzados le demostré que me importaba el futuro de Jennie, después de todo ella sería mi esposa, y en un futuro (cercano esperaba) la madre de mis hijos.
Me puse rápidamente al tanto de todo sobre Jennie en su universidad. Sobre sus profesores, cursos, asignaturas... todo una profesora llamada Amy me habló del sueño de Jennie de trabajar para Chanel, y ahí fue cuando llamé a Seulgi, la secretaria de Irene para concretar una cita urgente.
—¿Estás enfadada? —preguntó Jennie.
Estábamos de vuelta en mi Lamborghini de camino a casa.
—¿Po qué estaría enfadada? —le pregunto yo.
—Por decir que no quería ir de luna de miel... quiero decir, de todas formas sería extraño e incómodo ¿no crees?
—No. Todas las parejas tienen una luna de miel después de su boda, Jennie.
—Bueno, generalmente las parejas salen por años y se conocen antes de casarse.
—No puedo esperar más. Todos mis familiares antes de mi se casaban a los dieciocho o diecinueve, y solían tener hijos antes de los veintitrés, no tengo tiempo que perder.
—Estás bromeando ¿verdad?
—No. Mi familia se toma muy enserio el tema de la herencia familiar, Jennie. No sé si estás al tanto, pero mi familia tiene una de las mayores fortunas de toda Tailandia y ahora de Corea también durante varias generaciones. Mi padre fue muy arriesgado al tenerme solo a mi, y mi abuelo casi lo deshereda por no querer volver a casarse y tener más hijos. Por suerte mi tío tuvo dos hijos unos años después y eso calmó a mi abuelo. Pero mi padre es el hermano mayor y tiene más responsabilidades. —hecho una mirada en dirección a Jennie, y su rostro está blanco—. Responsabilidades que pasarán a ser mías cuando me case contigo. No puedo permitirme decepcionar a mi familia por segunda vez, no querría volver ha hacerlo.
—¿D-de qué formas has decepcionado a tu familia? Tú... quiero decir, tú has conseguido fundar tu propia empresa a los dieciocho ¿Cómo podría eso ser decepcionante?
—No es por eso por lo he los he decepcionado... creía que habías buscado sobre mí en internet.
—Y lo hice...
—¿Y no encontraste nada sobre el famoso monstruo Tailandés? —le pregunté con el tono más seco posible—. ¿Te has preguntado alguna vez por qué mis padres se mudaron a Corea después de mi nacimiento?
Vi por el rabillo del ojo como ella negaba con la cabeza, pensativa.
—Soy la vergüenza de mi familia, Jennie. Por mi condición sexual... mis padres... ellos se mudaron de Corea por miedo a que me hicieran algo...
—¿Hacerte algo?
—Matarme, mis padres tenían miedo de que sus propias familias pudiesen ser capaces de matarme.
—Lisa... eso no...
—No puedo decepcionarlos, Jennie...
◈◈◈
P.O.V JENNIE
Aún no podia asimilar todo lo que Lisa me había contado unas horas atrás. Y lo peor de todo era que ella misma se culpaba. Ella se sentía culpable por haber nacido así. Ahora me gustaría buscarla y decirle que ella no tenía la culpa. Cuando me contaba todo aquello me quede sin palabras y ahora me arrepiento de no haber intentado hacerla sentir mejor.
Salgo del baño después de haber tomado una larga ducha. Voy hacia el vestidor y casi tropiezo con una vieja caja de cartón. La miro y enseguida la reconozco. Ahí guardé algunas de mis fotos, libros y demás recuerdos que guardaba en mi anterior casa. BamBam, el chofer de Lisa la trajo unos días atrás y aún no la había abierto. De un tirón arranco la cinta que la mantiene cerrada y contemplo el interior. Mis libros de Harry Potter, la única cosa que mi madre fue capaz de permitirse regalarme por mi cumpleaños número doce, desde aquel año no volví a recibir regalos. Algunas fotos de cuando era un bebé, algunas otras de mi madre cuando era joven, libre y feliz, y mi favorita, mi mamá, la abuela, es decir la madre de mi madre y yo. Mi madre estaba en una camilla de hospital radiante después de haber dado a luz mirando sonriente hacia la abuela que me sostenía con la sonrisa de orgullo más bonita que jamás había visto. Una enfermera tomó la foto unas horas después de mi nacimiento, ella era amiga de mi mamá y quise inmortalizar aquel momento, yo le estaré eternamente agradecida por ello.
Saco una pequeña caja de madera decorados con algunos dibujos que hice de cuando era pequeña. En la tapa ponía; abuela. Y es porque allí era donde guardaba las cartas que la abuela nos enviaba a mamá y a mí, ella vivía muy lejos de nosotras, por lo que no podíamos visitarla muy a menudo así que ella nos escribía todos los meses para contarnos cómo estaba y cuanto nos echaba de menos, saco un de las cartas, y ahí está, el anillo que la abuela me regaló a los nueve años. Era un pequeño anillo con una margarita. No era nada en especial comparado al precioso anillo de Lisa, el anillo que Lisa me regaló tenía mucho valor monetario, pero éste pequeño anillo de metal tenía muchísimo valor sentimental para mí.
Recuerdo que había estado muy triste, unos días atrás había recibido la noticia de que Jisoo, mi mejor y única amiga se iría lejos, mi mamá se lo contó a la abuela a través de una carta, y unos días después la abuela me envió aquel anillo junto a una pequeña nota:
Mi niña, mi Jennie, no estes triste mi cielo, estoy segura de que Jisoo no se olvidará de su mejor amiga en todo el mundo. Te he comprado un pequeño regalo para que recuerdes siempre cuanto te quiero. Es un anillo de margarita que simboliza el amor más puro, la inocencia, alegría y un nuevo comienzo. Quiero que siempre lo lleves puesto, y cada vez que te sientas triste mira el anillo y acuérdate de mí y de cuanto amor te tengo.
Con amor, abuela.
Nunca me lo quité, hasta que no me sirvió más, solo me entraba en el dedo meñique, pero me quedaba grande y tenía miedo de que se pudiera perder, por eso lo terminé guardando.
Miro hacia el techo y susurro: —¿Es esto una señal abuela? ¿Que me quieres decir con esto?
Vuelvo a mirar el anillo en mi mano. Aquello debía ser una señal sin lugar a dudas, aquella misma mañana había estado pensando en comprarle un anillo a Lisa y ahora aparece éste. Aprieto el anillo en un puño y me dirijo a la habitación de Lisa, llamo a la puerta pero no hay nadie, así que me dirijo a su despacho y allí está ella.
Llamo a la puerta a pesar de que está entreabierta, ella levanta la mirada hacia mí y enseguida abre sus ojos sorprendidas mientras me mira. Yo bajo la mirada y me doy cuenta de que solo visto un albornoz. Me sonrojo enseguida.
—Ahora vuelvo. —salgo corriendo a mi habitación y me visto rápidamente con lo primero que encuentro, luego vuelvo a donde Lisa. —Ya estoy aquí.
—¿Ocurre algo?
—Quería darte algo...
Ella alza sus cejas sorprendida.
—¿A mí?
Yo asiento y me acercó a su escritorio.
—Hoy he estado pensando... sobre el anillo, y bueno, he pensado que quizás yo debería regalarte uno a ti también.
—Jennie no...
La interrumpo.
—Por favor, Lisa. Esto es importante. Yo... estoy muy agradecida por lo que has hecho hoy por mí y, también he pensado que si yo tengo un anillo que simboliza que estoy comprometida... pensé que quizás tú también deberías llevar uno. —sin saber muy bien por qué me sonrojo—. No es lujoso ni nada de eso, pero sentimentalmente es una de las cosas más valiosas que tengo, así que... aquí... —le tiendo el pequeño anillo—. Me gustaría que lo tuvieras, se que es pequeño, pero quizás podrías ponerlo en una cadena y utilizarlo de colgante o...
Lisa me quita el anillo y rápidamente lo coloca en su dedo meñique.
—Encaja a la perfección. Puede que no sea el dedo indicado pero me gusta. Gracias, Jennie. Gracias de verdad, te prometo que lo cuidaré.
Sonrío y asiento.
—Lo sé. Gracias.
Ella se levanta y sin esperarlo me abraza. Me toma unos segundos corresponderle al abrazo pero finalmente la estrecho fuerte contra mí. Algo me dice que ella tampoco ha tenido la oportunidad de tener afecto físico por parte de muchas personas, pero ahora, ella me tendría a mí, y yo a ella.