Roma ~ La Casa de Papel [Part...

By 44_IRN

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Quién diría que de ser una chica a la que le gusta disfrazarse y arreglar objetos, pasaría a formar parte del... More

Introducción
2 años millonarios
De nuevo
Me dejaría buscar
Yo voy
La hija del Profesor
50%
Bum, Bum, Chao
Ibiza
Antes del atraco
En la boca del lobo
En la cámara acorazada del Banco de España
Las cajas Rojas
Escuela Alemana, la de Berlín
Se necesita valor
El Bella Ciao del enemigo
Río
En el ascensor
Axel
Por si acaso
La Operación de Nairobi
La ira de Palermo
Empiezan los problemas
Gandía
El ataque
El segundo ataque
No prometo nada
Sentimientos
La calma antes de la Tormenta
Me lo estoy pensando
Tokio
El discurso de Nairobi
El beso
El Reencuentro con Gandía
Nairobi
Retoma tu vida
La pesadilla
No matamos a prisioneros
Tú ya no puedes vencer
Plan París
Por Nairobi
Fin

El partido de Fútbol

986 65 19
By 44_IRN

Los días en el convento pasaban, mientras que la competitividad entre Palermo y Roma crecía.

Un día, eso quedó demostrado.

Los de la banda estaban comiendo. Al acabar de comer, Palermo se levantó de la mesa, y a los pocos minutos volvió con una pelota de fútbol y dos bolsas.

Ya empezamos con el fútbol. - Dijo Tokio.

Propongo un chicos contra chicas. - Le dijo Roma a Palermo.

Eso no lo podría permitir. - Contestó Palermo.

¿Y por qué? - Le preguntó Roma, acercándose a él. - ¿Por qué tienes miedo?

Palermo la miró desafiante.

Yo propongo que hagamos equipos mixtos, y vosotros 2 seréis los capitanes. - Dijo Nairobi, divertida.

Vale. - Contestó Roma. Se dirigió a Palermo. - ¿Aceptas?

Palermo asintió.

Acepto. - Contestó. - Pero con una condición.

Ya se está arrepintiendo. - Dijo Roma, lo que provocó la risa.

Quien pierda, tendrá un castigo. - Contestó Palermo. - Solo la capitana, el equipo no.

¿Qué castigo? - Preguntó Roma, desafiante.

Quien pierda lava los platos durante 1 semana. - Dijo Tokio.

Durante un mes. - Dijo Roma.

Vale. - Contestó Palermo.

Vale. - Repitió Roma.

Hicieron 2 equipos equilibrados. Uno era el rojo y otro el verde. El rojo fué Roma, Nairobi, Bogotá, Denver y Lisboa. Y el verde fué Palermo, Tokio Helsinki y Marsella.

Habían insistido en que el Profesor jugara con el equipo de Palermo, para hacer 5 contra 5. Pero no quiso. Prefirió hacer de árbitro.

El Profesor hizo sonar el silbido, y el partido empezó.

Palermo le pasó la pelota a Helsinki, y él la cogió y corrió hacia el campo contrario. Pero Roma se le apareció y se quitó la pelota. Corrió y esquivó a Marsella, que se quedó paralizado. Roma se acercó a la portería contraria (donde estaba Tokio de portera) y le pasó la pelota a Denver. Él se la devolvió. Ella se la devolvió. Eso lo hicieron bastantes veces, y marearon a Tokio. Denver acompañó la pelota hasta la portería, y Tokio no pudo hacer nada.

¡Gooooool! - Gritó emocionado Denver.

Se abrazó con Roma.

1 a 0. - Dijo el Profesor.

Buen comienzo. - Le susurró Roma a Palermo.

Él se la miró con cara desafiante.

El inicio no marca el final. - Replicó Palermo.

Roma lo ignoró, y empezó la segunda jugada.

Tokio le pasó la pelota a Helsinki, él se la pasó a Marsella. Marsella corrió y, a la mitad del campo, esquivó a Lisboa pasándole la pelota a Palermo. Palermo corrió y esquivó a Bogotá, que estaba de defensa. Palermo chutó a la portería, y Nairobi se la paró.

Palermo se quedó petrificado y sorprendido.

Nairobi le pasó la pelota a Roma, quien montó un contraataque rapidísimo. Roma le pasó la pelota a Bogotá, que había avanzado un poco. Bogotá se la pasó rozando el suelo a Lisboa. Ella la elevó y se la pasó a Denver, quien seguía al lado de la portería. Denver saltó, le dió con la cabeza, y la pelota pasó por encima de Tokio. Entró a la portería.

Habían marcado un gol entre todos, todos los miembros del equipo habían tocado la pelota.

¡Síí! - Gritó Roma, señalando a Denver.

2 a 0. - Dijo el Profesor.

Ves arremangándote, que tendrás que lavar muchos platos. - Le dijo Roma a Palermo, al pasar por su lado.

El partido pasó. Gol (de Helsinki) del equipo de Palermo: 2 a 1. Después vino un gol de Roma: 3 a 1. Después uno de Palermo: 3 a 2. Otro (de Marsella) del equipo de Palermo: 3 a 3.

Remontada, pequeñaja. - Le dijo Palermo a Roma.

Nairobi le pasó la pelota a Lisboa. Ella corrió, pero Marsella se la quitó. Marsella se la intentó pasar a Palermo, pero Roma se la llevó por el camino. Roma corrió hacia la portería en donde estaba Tokio. Palermo corría detrás suyo.

Palermo le intentó hacer la zancadilla, pero Roma la esquivó. Roma se lo miró y le guiñó el ojo. Siguió corriendo, con la pelota controlada. Llegó a la portería y, sin detenerse, hizo como si fuera a elevar el balón, pero chutó arrán de suelo. La pelota pasó por debajo de Tokio y entró a la portería.

4 a 3. - Dijo el Profesor. - Y casi le haces falta.

No la he tocado. - Respondió Palermo.

Porqué ha saltado, que si no, tiras a Roma al suelo. - Contestó el Profesor.

Da igual, vamos ganando de todas formas. - Dijo Roma, con una voz que hizo enfadar a Palermo.

¡Pido pausa! - Gritó Palermo.

Pero si quedan 3 minutos de partido. - Contestó el Profesor.

No, no. - Dijo Roma. - Déjale una pausa, así se va mentalizando del castigo.

Como queráis. - Contestó el Profesor, mientras Palermo se miraba a Roma con los ojos medio cerrados.

El equipo de Palermo se reunió en una portería, mientras que el de Roma se dirigía al otro lado del campo.

¡Vamos ganando! - Exclamó Nairobi, chocando las manos con Roma.

Roma asintió y se rió.

¿Qué haremos ahora? - Preguntó Lisboa.

¿Cómo? - Preguntó Roma. - Haremos lo mismo que hemos estado haciendo.

¿No cambiaremos posiciones? - Preguntó Lisboa.

¿No te gusta tu posición? - Preguntó Roma.

Bueno, dígamos que hay pocos defensas. - Contestó Raquel.

¿Y yo? - Preguntó Bogotá.

He dicho pocos, no ninguno. - Contestó Lisboa.

¿Yo soy poco para tí? - Preguntó Bogotá, causando la risa.

Vale, a ver. - Dijo Roma. - Yo creo que Lisboa tiene razón. - Tenemos que bajar a defender, queda poco tiempo. ¿Quién quiere defender?

Pero eso no se pregunta, tú eres la capitana, tú decides. - Contestó Nairobi.

Bueno, vale. - Dijo Roma. - A ver, Lisboa, tú dejarás tu puesto como medio campo y bajarás a defender. Con Bogotá. Tú Denver, también. Y yo estaré defendiendo, pero también subiré por si se puede contraatacar. ¿Vale?

Todos asintieron.

Pues vamos. - Dijo Roma.

Se fué hacia el Profesor y vió que Palermo tardaba mucho.

Están tardando mucho, no tenemos todo el día. - Dijo Roma.

Palermo lo escuchó.

Roma tiene razón. - Contestó el Profesor. - ¡Se ha acabado la pausa!

Roma le sonrió a Palermo, y él se la miró con furia.

Palermo se le acercó.

Te voy a ganar, pequeñaja. - Dijo Palermo.

Eso ya lo veremos, abuelo. - Contestó Roma.

La jugada empezó. Tokio chutó la pelota, pasó por encima del Profesor (que estaba en medio del campo) y le llegó a Palermo.

Él la cogió y esquivó a Denver con un codazo. Palermo le pasó la pelota a Helsinki, él se la devolvió. Hicieron eso y pasaron a Lisboa y a Roma. En uno de los pases, Palermo le pasó la pelota a Helsinki, pero Bogotá le dió un golpe (a la pelota) y la desvió.

¡Fuera! - Dijo el Profesor. - Saca el equipo verde.

Helsinki cogió la pelota y se preparó para sacar.

¡Equipo, defendemos! - Dijo Roma.

Todos se apelotonaron cerca de la portería. Incluida Tokio, quien se suponía que tenía que estar en la otra portería.

Me siento acosada. - Dijo Nairobi.

Mientras se preparaban, Palermo se pegó a Denver. Él hechó la mano hacia atrás, y le tocó el paquete.

Palermo le intentó pegar.

¡Eh, eh, eh! - Gritó el Profesor, acercándose.

Los tuvo que separar.

¡Me está tocando los huevos! - Gritó Palermo.

¡No lo has visto! - Le dijo Denver al Profesor.

¡Maricón! - Lo insultó Palermo. - Te voy a matar, puto.

¡Calla! - Le dijo el Profesor. - Queda un minuto, ¿y os lo vais a pasar discutiendo?

Estaba defendiendo y se me ha pegado, ¡pop! Con la merienda fuera. - Dijo Denver.

Estocolmo se rió.

Clong, clong le has hecho en los huevos. Que lo he visto, pedazo cerdo - Dijo Tokio, de una tirada.

Roma se rió.

Palermo y Denver empezaron a discutir.

¡Basta ya! - Dijo el Profesor, separándolos de nuevo. - No le vuelvas a tocar.... ¡Nada!

Denver asintió.

¿De acuerdo? - Siguió el Profesor. - Así que al siguiente, expulsado.

Vamos. - Dijo Roma. - ¡Vamos venga va, equipo!

Venga va. - Dijo Helsinki, y se preparó para sacar.

Helsinki tiró la pelota. Bogotá y Palermo saltaron para darle con la cabeza. Y Denver le bajó los pantalones a Palermo.

Eso hizo reír a Nairobi y Roma, e hizo gritar a Palermo y Denver.

¡Penalti! - Gritó Helsinki.

Marsella se acercó a Denver.

No le he bajado nada. - Dijo Denver. - ¿Qué pasa mudito?

Las chicas se fueron a la portería.

Y ahora se van a pelear. - Dijo Nairobi, mientras todas se miraban el espectáculo.

Bogotá separó a Marsella y a Denver, y le dijo algo a Marsella.

Mira para arriba. - Le dijo.

Marsella le hizo caso y Bogotá le pegó una torta.

Ooooooh. - Hizo Lisboa, en la portería.

Marsella se tiró al suelo, fingiendo dolor.

¡He dicho que al siguiente expulsado! - Le dijo el Profesor a Bogotá. - Venga, fuera.

Bogotá obedeció.

Parece un perrito obediente. - Susurró Nairobi.

Roma se la miró y sonrió.

¡Penalti! - Dijo el Profesor. - ¿Quién lo chuta?

Yo. - Exclamó Palermo.

Roma, páratelo tú. - Le dijo Nairobi a Roma.

Roma asintió, se metió en la portería y se puso los guantes de portera.

Palermo puso la pelota en el punto de penalti.

Palermo se miró a Roma a los ojos, y ella le hizo un gesto de estar limpiando un plato.

Palermo negó con la cabeza y se preparó para chutar.

Hechó el cuerpo hacia atrás, y chutó la pelota. La pelota voló, y Roma salió con las dos manos en alto. Se paró la pelota, que salió disparada hacia afuera de la portería.

Palermo se lamentó, y Roma se abrazó con Nairobi.

Roma se le acercó a Palermo.

Venga, levántate, que tienes que lavar platos. - Le dijo Roma.

Nairobi se les acercó.

¡Vamos! - Exclamó. - Ves con los monjes, que ya te esperan.

Palermo se levantó, y caminó dirección a la cocina.

¡Después te iré a visitar! - Le dijo Roma a Palermo.

Él se giró y se la miró con los ojos entreabiertos, mientras Roma se reía.

Palermo entró al monasterio, y Roma felicitó a los miembros de su equipo. También felicitó a los del otro equipo.

Allí empezó la verdadera rivalidad entre Roma y Palermo.

Ese mismo día por la noche, Roma se fué, acompañada por Nairobi, a las cocinas del monasterio.

Querían echarse unas risas.

Llegaron a la cocina y vieron a Palermo limpiando los platos, malhumorado.

Hola chicas. - Dijo Palermo, disimulando su enfado.

¿Qué tal van los platos? - Le preguntó Nairobi.

Palermo no dijo nada.

¿Te lo estás pasando bien? - Le preguntó Roma.

Podría no hacerlo. - Contestó Palermo, y dejó de limpiar.

Pero estarías incumpliendo tu palabra. - Le dijo Roma. - Y uno de los jefes no debería hacer eso.

Es verdad, que Tokio también será jefa. - Dijo Nairobi, haciendo enfadar (a propósito) a Palermo.

Sí, que buena notícia. - Contestó Palermo, cojiendo otro plato. - No sé quien le habrá dado la idea.

Yo tampoco lo sé. - Mintió Roma. - ¿Y tú, Nai?

Nairobi sonrió.

No, ha sido toda una sorpresa. - Dijo.

Palermo frunció el ceño.

Bueno, te dejamos trabajar. - Dijo Roma. - Que lo pareces estar disfrutando.

Nairobi se rió y ella y Roma salieron de la cocina.

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Hola :). Os quiero decir que esta escena, y todas (menos en las que yo avise), es exactamente igual que en la serie. Esto es gracias a YouTube :v. Busco el video de la escena, y lo intento escribir todo lo parecido que pueda. Bueno eso, solo que lo sepáis. Un besito :3.

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