Os recuerdo que escribo porque me gusta y no para complacer a nadie XOXO.
Le seguí por todo el edificio, intentando no perderle de vista a pesar de su gran agilidad a la hora de esquivar a sus empleados en el vestíbulo, y no me detuve hasta llegar a su despacho, en el que él se había encerrado para evitar que yo entrara.
Sin embargo, no estaba dispuesta a que me dejara como una idiota esperando a que me conformara con sus inconclusas conversaciones, así que entré justo detrás de él y pegué un portazo detrás de mí, dándole a entender que no estaba de buen humor en aquel instante.
¿Cuándo iba a dejar de descubrir cosas sobre él? ¿En qué momento podría decir que conocía al verdadero Narciso Laboureche, el que no era dueño de la empresa, el que había provocado un accidente con una chica y el que, por lo visto, no se fiaba de mí aunque yo jamás le hubiera demostrado que no podría hacerlo?
Le vi apoyarse en una de las sillas que había frente a su escritorio, dándome la espalda, respirando profundamente y sin tener el valor de encararme después de lo que acababa de, supuestamente, descubrir.
—¿En qué momento pensabas contarme que Jon es tu maldito hermano, Narciso? —pregunté, acercándome a él, esperando que, al mirarle a los ojos, pudiera ver la verdad.
Pero él los tenía cerrados y parecía susurrar algo porque estaba moviendo los labios, a pesar de que ningún sonido salía de su boca.
—Es imbécil —le oí suspirar.
—No, la imbécil soy yo por no haberme dado cuenta de lo que ocurría en el momento en el que entré a trabajar en esta empresa —respondí.
Él se irguió, tomando aire profundamente, antes de girarse hacia mí, observándome desde su metro ochenta y ocho con impasibilidad, como si nada hubiera ocurrido.
—Relájate y déjame hablar —soltó, colocándome las manos sobre los hombros, intentando calmarme, aunque solo estaba consiguiendo alterarme más.
—¿Yo soy la que debería calmarse? ¿Crees que soy yo la que tiene problemas de agresividad? Porque me parece que el que le pegó la paliza de su vida a Guste el otro día en su propio desfile fuiste tú.
Le pegué un golpe seco en ambos brazos para zafarme de su agarre. Lo último que necesitaba en aquel instante era su contacto.
Mi jefe, o el que había estado fingiéndolo, suspiró, como si yo no pudiera estar enfadada en aquel instante, después de que ambos me hubieran acusado de revelar el nombre verdadero de Narciso a la prensa y, supuestamente, conocer el secreto que los relacionaba a ambos.
¿En qué momento Jung Jonhyuck había pasado de ser un aspirante a Selecto que hacía trampas para conseguir su puesto a ser el heredero de la fortuna Laboureche?
—Todo fue por mi padre —empezó, peinándose los tirabuzones con sus dedos, apartando su mirada de mí.
—¡Dime ya la maldita verdad! ¿Es Jon tu hermano, Narciso?
—¡Joder, Agathe, que me dejes hablar! —gritó, dándose la vuelta para rodear su escritorio y así alejarse de mí, aunque colocándose justo enfrente, como si necesitara que algo nos separara.
Le observé con rabia contenida, esperando que empezara su tan emocionante explicación.
—Narcisse Jonhyuck Laboureche es siete meses mayor que yo —confesó, al fin—. Mi padre estaba casado con su madre, Jung Joohyun, cuando conoció a la mía y no sabía que su mujer estaba embarazada hasta que ella descubrió que César se estaba acostando con mi madre e inició los trámites de divorcio. Él nació durante la dura separación que acabó con la vida de Joohyun y se crió con mis padres incluso después de que naciera yo. Él es el hijo primogénito y yo un bastardo fruto de un engaño. Narcisse es el heredero.
Algunas cosas iban encajando de pronto en mi cabeza, satisfaciendo mi necesidad de conocer, de una vez por todas, la maldita verdad.
Jon, mi compañero, a quien no siempre había tratado como tal, era Narcisse Laboureche y yo jamás me había dado cuenta de que aquello pudiera ocurrir.
—¿Y por qué eres tú mi jefe, Narciso? —pregunté, apoyándome en la mesa, esperando a que continuara hablando.
—Siempre he sabido que yo jamás iba a tener esto —dijo, observando el techo de su despacho antes de devolver su mirada a mí—. De hecho, nunca tuve planes de dirigir la empresa porque era obvio que él iba a heredarla y yo, como mucho, podría ejercer como jefe de alguno de los departamentos. Sin embargo, los planes de mi padre eran distintos. Llevaba años tapando lo que había ocurrido con Raquelle e intentando que mi presencia por la ciudad pasara desapercibida para la prensa pese a mi constante interés por hacerme notar, algo que jamás había hecho a la sombra del primogénito, así que, cuando Jon dijo que quería estudiar diseño de moda y nuestro abuelo murió, dejando de nuevo a nuestro bisabuelo al mando, a mi padre se le ocurrió que debía de ser yo el que ocupara el puesto de mi hermano durante un tiempo, para enmendar mis errores del pasado y demostrar a César que podía responsabilizarme de algo en mi vida.
Parpadeé, esperando a que continuara con la conversación, pero él tan solo se sentó en el sillón, escondiendo su cabeza entre sus manos, como si esperara a que reaccionara de alguna forma.
—¿Y por qué fingir que Jon, o Narcisse, o como quiera que sea que se llame, era un diseñador como yo y hacer una maldita prueba para que entrara a formar parte de los Selectos?
Volvió a suspirar, mirándome de nuevo.
—Mi hermano iba a heredar la empresa de un momento a otro, cuando mi padre decidiera que yo ya no debía de ejercer más como líder y que era su turno de dirigirla, pero, mientrastanto, creímos que era una buena idea que él se infiltrara de alguna forma en la empresa para conocerla mejor, para poder formar parte de ella en el anonimato, algo que él siempre había querido, así que, para que fuera más creíble, convocamos una prueba de Selectos que debía de ganar él en la que acabaste apareciendo tú con tus ideas de destruir lo que llevábamos meses planeando. Él debía de ser el sexto Selecto, el irreconocible Jonhyuck y yo hacerme pasar por Narcisse Laboureche.
Era todo tan surrealista, pero a la vez tenía cierto sentido... Narciso siempre había parecido proteger a Jon frente a todos, le había defendido cuando le acusé de hacer trampas y le había confiado cosas, que probablemente el coreano ya sabía, que jamás iba a ser capaz de contarme a mí. Eran hermanos y yo ni siquiera lo había sospechado.
—Y habéis tenido que esperar para acusarme de chivata para descubrir que ni tú eres mi jefe ni él es mi compañero —solté.
Sus ojos me atravesaron con intensidad.
—Es que tú no tenías que enterarte. No debías de trabajar aquí porque no era tu destino y jamás deberías de habernos conocido ni a Narcisse ni a mí, así que yo no tenía por qué contarte absolutamente nada —dijo con fiereza.
—¿Perdona? —balbuceé—. Te recuerdo que fuiste tú el que estuvo buscándome durante un tiempo, el que me dijo que me quería y el que decidió contarme tus problemas en los momentos que tú mismo quisiste. No te he forzado a contarme nada de lo que me has dicho y no tienes derecho a hablarme así, Narciso.
Se levantó, golpeando la mesa a la vez que lo hacía, intentando demostrar autoridad.
Su respiración agitada mostraba su furia, así como sus nudillos, blancos por la presión que ejercían sus puños, me revelaban que estaba intentando contenerse, a pesar de que ya había demostrado en varias ocasiones que aquel no era su fuerte.
—Tú no tenías derecho a hacerme daño de la forma en la que lo has hecho, pero mira, ambos estamos en igualdad de condiciones.
—¡¿Igualdad?! ¡Llevas mintiéndome desde el momento en el que nos conocimos! —grité.
—¡Y tú te has acostado con mi enemigo sabiendo lo mucho que me dolería! —me recriminó.
¿Qué...? Creía que me había acostado con Guste. ¿De verdad lo creía?
—¿Puedes dejar de creerte el ombligo del mundo? No todo gira en torno a ti y no todos quieren herirte, así que basta de hacerte la víctima.
—Tú eres la única que se hace la víctima. Así, con tu carita de buena, con tus torpes intenciones y con tus ganas de tener en dos meses todo lo que no has tenido en toda tu vida. Te mereces sufrir tanto, o incluso más, de lo que lo hago yo.
Sus palabras dolieron más que si me hubiera pegado un puñetazo en el estómago. Él sabía perfectamente lo que decía y estaba seguro de que aquello iba a afectarme y, en aquel momento, no estaba dispuesta a darle aquella satisfacción.
—Déjalo, Narciso, todo esto ha sido un error —solté, intentando mantener un constante tono de voz, mirándome fijamente a los ojos.
Él tragó saliva, esperando a que añadiera algo más, pero no lo hice. No hice absolutamente nada más que quedarme frente a él, esperando a que diera por concluida la conversación.
—Lo que ha sido un error ha sido enamorarme de una estúpida como tú.
Y eso sí que dolió. Tanto, que casi tuve que doblarme sobre mí misma para evitar sentir aquella patada en la barriga que su lengua afilada acababa de provocar.
Quise golpearle, llorar y gritarle todo lo que nadie le había hecho jamás, pero me contuve, porque él no se merecía verme sufrir por sus palabras, lo único que llevaba buscando desde que empezó a hablar.
—Será mejor que me vaya a trabajar y que no te atrevas a hablarme así nunca más —le dije, manteniendo mi mirada firme en la suya, segura de que no podía mostrar signos de debilidad frente a él.
—Yo creo que ya no hace falta que vayas a ninguna parte en mi edificio, ni en mi empresa, ni en mi vida —soltó, totalmente serio.
Supe lo que estaba diciendo. Sabía a la perfección lo que sugería y, aún así, no quise darme por vencida en mis intentos por parecer firme ante él. No podía parar de repetirme que no podía verme vulnerable como en otras ocasiones, porque aquello solo le iba a proporcionar más ego, más sensación de poder y le haría creer que tenía algún tipo de control sobre mí. Y no iba a permitir que lo hiciera, porque yo ya no quería ser así.
Y, con el corazón roto y desalmada, le dirigí una última mirada de odio que a él le hizo sonreír, haciéndole creer por unos segundos que había ganado.
Todo, hasta que mi orgullo superó al suyo por primera vez.
—No me estás despidiendo, Narciso. Soy yo la que decide dimitir y la que no quiere volver a verte, jamás.
* * *
Annyeonghaseyo!
Ayer no hubo capítulo y, aunque ya advertí que podría ocurrir, algunos seguís exigiéndolo además de decir que lo queréis porque "mi novela es aburrida, inconclusa y me está cansando". BITCH, WTF, WTF????? Eso era un meme, que nadie me agreda por insultar, porque vaya cojines.
HOLA LLEVO MÁS DE CINCUENTA DÍAS PUBLICANDO A DIARIO Y ENCIMA TE QUEJAS PORQUE NO PUEDO UN DÍA? ¿ME DEJAS VIVIR?
Después del griterío, thnx a los que comprendéis que no vivo por QJN y que nadie me paga por publicar esta historia y que lo hago porque quiero, cuando quiero y como quiero. Oye, ¿se puede ser más pedante y creída que yo? JAJAJA ME ODIO LOL
Pero bueno, para los desubicados, Jonhyuck siempre ha sido Narcisse Laboureche y el que decía serlo, se llama realmente Narciso, que es su hermano pequeño. Tienen el mismo nombre porque me da la gana. Bueno, en verdad porque no tendría sentido el encubrimiento sino, pero ahí lo dejo xd
Y sí, hay padres que ponen el mismo nombre a sus hijos, preguntarle a mi abuela, que sus dos primos mayores se llaman Cristóbal y Cristòfor, que es el mismo nombre pero uno en español y el otro en catalán xd Originalidad, perras.
Ole, ole, lo que se viene ahora. #Venganza. ¿De quién? Who knows. Idk, you do. Bueno, mentira, ni yo lo sé. O sí. JAJAJAJA COMO CAMBIAN LOS CAPÍTULOS.
Btw, "acción" como la llamáis no va a haber hasta TQA, la secuela, bc esta novela es para todos los públicos y no quiero que me la vuelvan a borrar por 2 capítulos de mierda xd
Annyeong!