DESCRIPCIÓN Donde los gatos de Lisa se pelean con el perro de Jungkook...
* * *
— ¡Leo!— Llamó a su gato. Suspiró frustrada y enojada consigo misma.
¿A quién se le perdía sus tres gatos en una cafetería de mascotas? Y otra cosa ¿Por qué Rosé aún no había llegado?
Con miles de confusiones en su cabeza siguió caminando por la cafetería. Era linda y había pequeñas secciones para cada mesa. Eso le encantaba, la privacidad que le brindaba era increíble.
— ¡Lily prometo comprar aquel juguete de ratón que tanto querías!— Dijo, pero no hubo ni un maullido de respuesta, como solía ser.
Hizo un puchero. Ella sólo había ido al baño y cuando regresó ninguno de sus gatos estaba. Le había marcado a Rosé, que traería al perro de Jisoo ya que ella estaba enferma, pero no le contestaba.
— ¡Luca!— Pegó otro grito.
— ¡Niña cállate!— Les respondieron los chicos de la mesa lejana. Lisa los miró ofendida y puso una mano en su pecho.
— ¿Disculpa? Para tu información se me acaban de perder tres gatos. Así que mete esas palabras por donde no te da el sol.— Dijo y antes de ser insultada caminó rápidamente hasta la entrada de la cafetería.
Sus ojos se iluminaron al ver tres cuerpecitos juntos, que se la hacían muy conocidos.
— ¡Lily, Luca, Leo!— Exclamó feliz y no dudó en acercarse.
Antes de que pudiera tomarlos a todos, una mano tatuada se lo impidió.
— Así que tú eres la dueña.— Exclamó el chico.
Lisa frunció el ceño y alzó la mirada. Sus ojos se abrieron llenos de sorpresa al verlo. Era muy guapo. Tenía el cabello largo y suelto, traía chaqueta de cuero y el resto de su atuendo era completamente negro.
Parecía todo un chico malo.
— Sí, lo siento. Tuve un percance y se escaparon, no sucederá de nuevo.— Dijo e hizo una gran reverencia. Cuando estuvo dispuesta a girarse una voz hizo que casi se tropezara con sus propios pies.
— Claro que no, tus gatos lastimaron a mi cachorro.— Le reclamó y Lisa suspiró cansada.
Se giró de nuevo y se cruzó de brazos. Los tres gatos miraban ambos chicos con ojos curiosos.
— No, ellos no son así. Tal vez su perro fue el que decidió pelear primero.— Se defendió Lisa.
Jungkook puso una mano en su pecho sintiéndose ofendido por las palabras de la tailandesa. Y antes de que pudiera decir algo, Lisa ya estaba alzando como podía a sus tres gatos para marcharse.
El chico negó con la cabeza y siendo el padre sobreprotectivo que era, no dejaría que aquella niña se fuera sin hacer algo por su perro.
— ¡Oye! ¡Espera!— Le llamó Jungkook, levantándose de su asiento.
Lisa suspiró y paró en medio del pasillo, sin darse la vuelta ya que no tenía ni la más mínima intención de verle la cara a ese chico guapo.
— ¿Qué quiere?
— Quiero que se haga responsable. Mi perro está mal por culpa de sus gatos salvajes.
Y ahora sí se enojó Lisa. Lo que es con los gatos, es con ella.
Mientras contaba hasta diez se giró en su lugar y dejó a los tres gatos en el piso, de nuevo. Cruzó sus brazos y alzó una ceja hacia Jungkook.
— ¿Qué pretende que haga?
— Quiero que pagues la cita al veterinario.— Respondió como si nada. Lisa soltó una risita sarcástica.
— Señor, no me joda. Ni siquiera lo conozco. Además puede que la cara de su perro ya estuviera así, no me sorprende viniendo de un dueño como usted.— Dijo con un tono mucho más pícaro.— En pocas palabras, déjeme en paz.
— Claro que no. Usted fue una descuidada que dejó a sus gatos solos y ellos se desquitaron con mi cachorrito.— Se quejó y casi que sonó como un niño pequeño.— ¡No es justo!
— ¡Pues la vida no es justa!— Respondió Lisa.— Mire, puedo darle diez dólares ¿Lo toma o lo deja?
Jungkook le miró incrédulo y pasó una mano por su cabello.
— ¿Y usted piensa que voy a poder tener una cita con diez dólares? Eso ni siquiera me alcanza para el transporte. — Dijo con tono duro.
— No, el señor multimillonario le dicen.— Soltó sus palabras llenas de burla.— Conejo mal formado.— Dio un paso acercándose más a él.
— Niña descerebrada.— Jungkook dio otro paso.
— Rata de alcantarilla.— Movió sus pies más cerca.
— Trasero mal oliente.— Narices rozaban.
— Lindas pestañas.— Opinó de repente. Porque se habían acercado tanto que podía ver lo largas y abundantes que eran sus pestañas. Y a pesar de que era un comentario random, quiso decirlo.
— Lindos labios.
Y antes de que Lisa pudiera procesar sus palabras, sintió algo suave contra su boca. Abrió los ojos de par en par cuando cayó en cuenta de lo que estaba sucediendo.
Jungkook bajó sus manos hasta su delgada cintura y se acercó más a su cuerpo, como si no fuese suficiente su acercamiento.
La pobre tailandesa sólo pudo cerrar los ojos y mover sus labios a la par del chico. Debía admitir, que el condenado sabía besar y muy bien. Hasta podría pagarle la cita al veterinario si le daba un besito a cambio.
Pero, el oxígeno empezó a faltarles, así que muy a su pesar se separaron. Jungkook traía en sus labios algo del labial color rojo de Lisa, la última con las mejillas como un tomate.
— Supongo que...— Dijo pero las palabras parecían no querer salir.
— Ten.— Alzó la mirada y vio una tarjeta de Jungkook.
Abrió sus ojos de par en par cuando leyó lo que está decía.
— ¡¿Eres veterinario?!
— Sí y una cita no se logra con sólo diez doláres. Digamos que quise saber más de ti, así que use esa táctica. Me salió bien, supongo.— Dijo y sonrió de una manera tan encantadora que Lisa sintió sus piernas temblar.— Abajo está el número. Me encantaría volver a ver esos gatitos y... a su dueña.
Y con esto dicho, tomó a su cachorro para después marcharse del lugar. Dejando a Lisa confundida, sonrojada y avergonzada.
Sonrió mirando de nuevo la tarjeta. Definitivamente pediría una cita.