"Te amo."
El par de palabras le salieron de la nada. O tal vez no. Tal vez salieron por verle fijamente a los ojos y encontrar en ella el universo donde realmente pertenecía. Por sentir su tacto en su mejilla durante ésto y varios besos que se esparcieron por toda su cara hasta premiarle llegando a sus labios antes de. Tal vez salieron solo porque así lo sentía.
Rosé mostró una sonrisa. De esas que mostraba cuando Lisa le pillaba cantando, o cuando quedaba con restos de comida en sus mejillas prominentes. Una sonrisa tímida. Hubo un brillo en sus orbes, se ocultó en su cuello y ahí susurró su respuesta. Su voz le vibró en la piel expuesta y el pequeño suspiro que emitió después le erizó los vellos pese a la suavidad del aire tocándole sin pena.
"Te amo, Lisa", había dicho.
Escalofrío.
Lisa le atrajo por medio de un abrazo y le estrujó tan fuerte en él que casi se le fue la vida en ello, aunque de todas maneras, su vida ya le pertenecía a ella y a los momentos que compartían. Únicamente teniéndose de ese modo se le permitía tener una probadita de felicidad, y de poco en poco iba añadiéndole plenitud a dicho sabor efervescente. Aún si solo podían estar así cuando no habían ojos que les juzgaran ni bocas que pudieran herirles.
Rosé salió de su escondite tras un rato. Se detuvo en su mirada y permaneció amarrada a ella conforme iba cortando la lejanía. A Lisa le atacaron los nervios y sus labios tiritaron, mas pronto encontraron la calma cuando Rosé posó los suyos encima y les abrigó con su calorcito húmedo. Solo así su cuerpo dejó de temblar.