Edwalls - Ninnock 1980
"Pulvis et cinis", así se fue Agatha Bloodie II.
El combate entre los cazadores y los vampiros fue despiadado, los cazadores no tuvieron oportunidad de dar pelea, los vampiros los mataron a todos, Harry y su familia nos habían ayudado en el momento en que más los necesitábamos, aparecieron en el momento justo, yo no entendía muy bien como habían llegado hasta la casa y habían decidido cruzar todos el río para andar por los terrenos de las brujas, pero lo habían hecho y quién sabe lo que hubiese pasado si ellos no hubieran llegado para salvarnos.
Mi abuela no dijo ni una sola palabra, de hecho ninguna de mis familiares lo hizo, yo le agradecí a Harry el padre luego de que me salvara la vida, él me dijo que no le agradeciera a él, que todos estaban allí gracias a la insistencia de Harry, su hijo, y la fidelidad moral que Sir Vincent había establecido conmigo. Los vampiros comenzaron a deshacerse de los cuerpos de los cazadores mientras mi familia y yo nos manteníamos en el suelo observando los restos de la que había sido nuestra casa, todos sabíamos en el fondo que la íbamos a recuperar, que íbamos a levantarla en menos tiempo del que se pensaría, pero ver las llamas arder sobre todas nuestras posesiones era una llamada de atención, nos dábamos cuenta de que no éramos invencibles. Sir Vincent se acercó a mí, estaba parado justo a mi lado.
— Estamos a mano, Marcus. — quise levantar la mirada para ser más cordial, al sentir el dolor en mi cuello preferí ahorrarme la cordialidad. Solo asentí mirando fijamente el fuego que seguía ardiendo.
— Gracias. — mi abuela habló finalmente. — por la ayuda. Esta familia siempre estará agradecida con ustedes. — sonaba como si estuviera empujando las palabras fuera de su boca por obligación.
— No es nada Hebola, tregua. — él dejó espacio en sus labios para que una sonrisa forzada saliera.
— Recuérdalo Vincent. — ellos conocían los nombres del otro, debía suponerlo. — es una tregua de familias, no de razas.
— Claro que lo es. — Sir Vincent se acercó a mi abuela agachándose delante de ella. Mi abuela arrugó la nariz, no podía soportar el olor a vampiro, para mí ya era una esencia agradable. — ya dejen de ser tan miserables y vengan conmigo, en mi casa estarán más cómodos y seguros, mañana podrán trabajar en la casa.
Dejé de mirar la casa y presté atención a su conversación, el resto de la familia también los observaba atenta, esa era una oferta muy tentativa y peligrosa, todos estábamos molidos, las brujas aún no se recuperaban por completo de los efectos del veneno que habían creado los cazadores, Gael había sido levantado por los aires, retenido a la fuerza y golpeado varias veces, y yo, no podía usar más magia, necesitaba recargarme por al menos una noche, sentía todas las extremidades entumecidas. Había toda una familia de vampiros en nuestro bosque pero eso no significaba que ya podíamos pasar a ambos lados cuando nos diera la gana, si íbamos a su casa para pasar la noche tendría que ser algo muy callado y con discreción.
— Muchas gracias. Pero no es necesario. — me parecía muy tonto no aceptar la oferta, ya mi abuela se había tragado bastante el orgullo, hacerlo un poco más no afectaría su imagen ante nosotros.
— Pero abuela. — traté de cambiar su opinión.
— Ya es una decisión tomada Marcus. — miré a Sir Vincent rogándole que siguiera insistiendo, él solo hizo una mueca de decepción.
— Yo si voy a ir Hebola. — era mi tía abuela quién hablaba.
— Pero hermana, nosotras nunca hemos cruzado. — la interrumpió.
— Acabo de perder lo que más quería Hebola. — palabras agrias. — no me interesan los limites, solo quiero descansar tranquila por el resto del día y la noche.
Agatha I era una mujer fuerte, acababa de perder a su hija pero seguía luciendo decentemente compuesta, se veía igual de sofisticada que siempre, la gracia sí había abandonado su cuerpo. Se levantó del suelo y todos la imitamos, busqué mis guantes que estaban tirados en el piso y me los coloqué nuevamente, mi madre y Chloe todavía tenían dificultad para levantarse así que Gael y yo las ayudamos, todas cojeaban al caminar, tenían los pies dormidos y las piernas débiles, no hizo falta otra gran conversación, cumplimos el camino hasta la mansión Diamond utilizando la menor cantidad de magia posible, para atravesar el rio los vampiros tuvieron que cargarlas hasta dejarlas del otro lado, era un momento humillante para una dinastía de brujas que había mantenido su apellido en el tope sin la necesidad de pedirle ayuda a alguien externo a la familia, tenían que aguantarse, estábamos casi acabados, Sir Vincent fue quien ayudó a mi madre a pasar al otro lado, ella se vio un poco ruborizada, ignoré lo que estaba viendo, no creí que fuese relevante.
Al llegar a la mansión mi familia se veía escéptica, no confiaban mucho, lo que era entendible, habían aceptado quedarse en esa casa porque los dueños acababan de literalmente salvarnos el trasero en un momento de vulnerabilidad, pero era extremadamente difícil confiar de un día para otro en los que se suponía que eran tus enemigos mortales, Kadin nos miraba a todos con desprecio, decidí que no estaba de ánimos ni me sentía preparado para argumentar o prestar atención a personas fastidiosas de nuevo. En la mansión habían varias habitaciones, había espacio para siete personas, Harry ofreció su habitación para que yo me hospedara, ni siquiera habíamos hablado desde que ellos llegaron para salvarnos, solo lo había visto luchar con uno de los cazadores y torcerle el cuello sin pensarlo dos veces, sabía que era una reivindicación para él, por haber quemado su lugar favorito. También lo hizo por mí, prefiero no darle mucho rollo a eso. Algunas veces quieres importarle a una persona pero no tanto, cuando le importas mucho a alguien es más fácil decepcionarlos.
Harry me ayudó a subir las escaleras para llegar al segundo piso, su habitación quedaba en el segundo piso como la mía. La habitación de Harry era interesante, estaba casi vacía, las paredes y la alfombra eran blancos, un armario mediano se ubicaba en un rincón de la parte izquierda, su cama era matrimonial, cubierta con sabanas beige, al lado de esta estaba una pequeña mesita de noche que tenía encima dos pequeñas macetas con cactus sembrados dentro de ellas y un reloj electrónico. Me dejé caer sobre la cama y cerré los ojos, me dormí al instante. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, al inicio del día estaba durmiendo con Harry sobre los restos del césped quemado, después había tenido que rescatar a toda mi familia de los efectos de un demonio de los deseos, más tarde seguí a Agatha II junto con Chloe y Gael, pensado que ella sería infinita, horas después pasó la guerra. Mi abuela había visto una guerra en la esfera, su visión se había vuelto realidad, ella dijo que los diamantes se llenarían de sangre y que una bruja moriría, terminaron siendo los cazadores quienes comenzarían la guerra y matarían a Agatha II, no los vampiros como creímos desde el día que mi abuela lo vio en la esfera.
Me desperté varias horas después, creí que dormiría hasta el siguiente día pero no fue así, cuando abrí mis ojos vi en el reloj electrónico de Harry que eran las ocho de la noche, aun sentía algunas partes de mi cuerpo entumecidas y otras con calambres, no tanto como antes, sentí que a mi lado había un cuerpo, imaginé que era Harry, me volteé, vi sus ojos esmeralda mirándome fijamente, la vergüenza hizo que hundiera mi cara en una almohada.
— Luces pesado. — susurró muy cerca de mi oído, lo que me causó escalofríos. Sí lucía pesado, mi lenguaje corporal era como el de un zombie.
— Lo sé. No puedo creer lo que hice.
— ¿Qué hiciste?
— ¿No lo viste? — él negó con la cabeza. — maté a uno de los cazadores con mis manos. — seguía sintiéndome culpable, lo que realmente me hacía sentirme culpable era haberme sentido bien al hacerlo, haberlo disfrutado.
— Ese cazador iba a matarte Marcus, hiciste lo correcto. — tomó mi cabeza entre sus manos y me hizo mirarlo. — eres el mejor brujo que existe, y ya es hora de que te des cuenta. — asentí.
— ¿Cómo es que supiste que necesitábamos ayuda? — me moría por averiguarlo, todo había sido muy oportuno, me refiero a su llegada.
— Me dijiste que nos encontraríamos después del almuerzo, Marcus, no llegaste y me dio curiosidad, pensé que tal vez el demonio te había atrapado, qué se yo. — me derretía por dentro, era bueno saber que las personas se preocupaban por mí, especialmente él. — ser súper rápido tiene sus beneficios, eché un vistazo a tu casa y justo en ese momento iba llegando la camioneta, supe que algo iba raro así que le dije a mi abuelo que si de verdad era un hombre de palabra me ayudaría a ayudarlos a ustedes.
— No sé qué hubiese pasado si no hubieran llegado ustedes. — en realidad si sabía, todos hubiéramos muerto.
— Tú me importas Marcus, no dejaré que te pase nada nunca.
— Te amo, Harry. — quizás fue el drama el momento, pudo ser una sensación de agradecimiento tal vez, o simplemente si lo amaba y necesitaba decirlo. No muchas veces siento la necesidad de decir algo. Nos besamos por un largo rato, cómodamente, húmedamente, hubo algún que otro toqueteo, finalmente podíamos ser dos adolescentes normales que se demostraban su amor sin ninguna interrupción o presión.
Hablamos durante al menos media hora, le conté todo lo que había pasado con el demonio y cómo habíamos seguido a Agatha hasta su encuentro con los cazadores, me costó un poco contarle que había sido mi prima quien había enviado a los tres cazadores que habían intentado atacar la casa Diamond, pero como es de esperar él reaccionó de la mejor manera, me dijo que no la culpaba, que ella simplemente había querido proteger a su familia, dejamos el tema de lado rápidamente, yo no quería hablar mucho de mi prima, aún seguía sintiendo pinchazos por todo mi cuerpo cuando recordaba su expresión al sentir entrar la daga en su pecho, toda la sangre que salía de su herida. Salí de la habitación con Harry detrás de mí, quería ver a mi madre, hermana, mi abuela, a mis tías, a Gael y a Chloe.
La mansión Diamond tenía una estructura diferente a la de la mansión Bloodie, tenía más paredes y era más cuadriculada, todo lucía más parejo y rígido, tenía la impresión de perderme entre los pasillos, no sé qué camino seguimos, llegamos a una especie de sala en la que estaba mi mamá; pensé en acercarme hasta que vi que Sir Vincent estaba en la sala también, me cubrí detrás de la pared y le hice señas a Harry para que hiciera lo mismo.
— Es bueno tenerte aquí de nuevo Mariethe. — el abuelo de Harry se dirigió a mi madre.
— Había olvidado lo frío que era el ambiente en este lado del bosque.
Miré a Harry, de seguro yo tenía la cara de estúpido que haces cuando no te esperas alguna información, él también se veía confundido. No podía creer que después de todo el drama y los golpes morales me estuviera enterando de que mi madre también había cruzado el río y había caminado por el bosque muerto, por eso Sir Vincent le mandaba saludos, yo necesitaba averiguar esa historia a fondo, mi madre me debía algunas respuestas. Tal vez por eso mi abuela había sido tan estricta conmigo, no quería que yo siguiera los pasos de mi mamá, así mismo lo dicen los humanos, de tal palo tal astilla.
— Tu mamá le escondió bien lo nuestro a tu hijo, él es idéntico a ti. — ¿lo suyo?, ¿qué tenían?, mi abuela había escondido algo.
— Lo nuestro nunca debió pasar Vincent. — el hombre gruñó. — tengo miedo, no quiero que Marcus sufra, no importa si nuestras familias están en tregua, un vampiro y una bruja, o bueno, brujo, nunca podrán estar juntos.
— He vivido más que tú Mariethe, mucho más. — me pregunté cuál sería la edad de Sir Vincent Alphonse. — ellos son niños aun, déjalos experimentar, si alguien tiene que apoyarlos somos nosotros.
Ya había escuchado suficiente, regresé por el mismo camino que había llegado y crucé en otro pasillo que me llevó hasta la sala principal de la casa, en el mueble grande estaban sentadas mi abuela, mi tía Clarence, Chloe, Gael y Martha, la Tía abuela Agatha no estaba por ningún lugar, en un mueble más chico estaban Harry I y Keith sentados juntos, el ambiente era tenso, no pude evitar correr hasta Chloe y tirarme encima de ella, todas se veían mucho mejor que antes, ya tenían completo control sobre su cuerpo, abracé a mi prima muy fuerte, no me gustaban los abrazos pero en ese momento sentí que necesitaba darlos, nunca se sabe cuándo tendrás la última oportunidad de abrazar a alguien, hice lo mismo con todos los que estaban en el gran mueble, incluido Gael. Harry se sentó entre sus padres, yo me senté entre mi abuela y mi tía Clarence.
— ¿Cómo estás abuela? — hablé bajo para que ella fuera la única que me escuchara, probablemente todos escucharon.
— Estoy bien. — respondió de manera seca.
— Sé que es difícil, pero mañana. — intenté animarla.
— Es muy guapo, Marcus. — esta vez fue ella quien habló bajo, ella si sabía susurrar. — disfruta mientras puedas. — lo decía en serio, estaba siendo sincera, su sinceridad sonaba agridulce.
Desde que puedo hablar recuerdo anhelar la aprobación de mi abuela, esa mujer significaba mucho para mí, una autoridad gigantesca en mi vida, tenía mucha más autoridad sobre mí que mi madre, nunca fue difícil sentirme aprobado por mi abuela o sentir que ella estaba orgullosa de mi, hasta que ese verano todas las cosas cambiaron, y a pesar de que habíamos perdido un miembro de la familia y nuestra casa había sido destruida yo sentí que con la aprobación de mi abuela de nuevo a mi favor todas las cosas iban a mejorar.
— Finalmente apareces, princesita. — la voz sarcástica de Kadin inundó la sala. Se dirigía hacia mí con su nariz respingona elevada.
— Ay por favor, hoy no estamos de humor. — Chloe volteó los ojos. Pude ver a los padres de Harry negar con la cabeza.
— ¿Quién es este chico hija? — Clarence miró a Kadin de pies a cabeza.
— Kadin Diamond, un gusto. — sonrió falsamente, mi tía Clarence volvió a mirarlo de pies a cabeza. — te recuerdo, rubia. — volvió a dirigirse a Chloe. — que me retaste, y yo nunca me acobardo ante un reto. — se giró en mi dirección. — tu y yo vamos a enfrentarnos en un torneo amistoso, esta noche.
— No puedo creer esta falta de respeto. — mi abuela se levantó, seguida por Keith.
— Hermano, por favor, ya ellos han tenido un día largo. — Harry también se levantó, de un momento a otro todos estaban de pie menos yo. Empezaron a cacarear como gallinas en un gallinero.
— Está bien. — dije para que se callaran, todos hicieron silencio y me miraron atónitos.
— ¿Qué dices? — me preguntó Kadin incrédulo.
— Dije que está bien, pelearemos. — recibí varias miradas de reproche. — pero no hoy Kadin, nuestra familia acaba de recibir muchos golpes, te pido, por favor, que dejes de ser un zopenco por una noche y nos dejes al menos un día de duelo. — la sala se quedó en silencio durante un minuto.
— Bien. — de nuevo mostró sus dientes en una sarcástica sonría y se volvió a ir a otro lado.
Luego de la escena de Kadin la sala volvió a sentirse tensa e incómoda, Keith mantuvo cara de pocos amigos por un largo rato, el proceso sería largo y difícil, no íbamos a llevarnos bien todos de la noche a la mañana, después de haber llevado vidas pensando que nunca nos cruzaríamos o tendríamos relación alguna. Creo que los vampiros son más arrogantes que las brujas, no por mucho pero sí lo son, están acostumbrados a mandar, tener el poder en cualquier territorio que habitan. Lo chistoso es que ambas razas son muy parecidas, los vampiros están menos vivos que las brujas y normalmente tienen alguna habilidad, las brujas están menos muertas y poseen muchas más habilidades, los vampiros devoran sangre, las brujas no.
De vuelta en la habitación de Harry todo era mucho más íntimo, me daba un poco de pena aun estar a solas con él en un lugar tan privado y pequeño, cuando estábamos solos era normalmente en el bosque o espacios más abiertos, la cercanía que teníamos era como una carga eléctrica, dos chispas esperando a encontrarse y crear una explosión, más como la gasolina y la flama. Él comenzó a desvestirse, yo solo me quedé observándolo disimuladamente de vez en cuando hasta que se bajó los pantalones, no quise ver más, o tal vez si quise pero no pensé que debiese, luego se colocó unos pantalones de pijama de cuadros, su abdomen se quedó al descubierto, entre segundos miraba atentamente su extensión, detallando los músculos que resaltaban y la carne que los cubría, la piel dorada llena de pecas que tenía.
— Puedo prestarte unos pantaloncillos, o un pantalón de alguna de mis pijamas. — me atrapó mirándolo.
— No, no te preocupes. ¿Puedo usar el baño? — pregunté.
— Hay varios por este mismo pasillo. — me sonrió.
Entré a uno de los baños esperando que no fuese la habitación de alguien, era un baño grande, con azulejos brillantes, me miré en el espejo que estaba sobre el lavamanos, el reflejo era terrible, tenía raspones en los cachetes, los mechones azules de mi cabello estaban más desordenados que nunca, con tierra por encima, decidí darme un baño en la bañera que era mucho más grande de lo normal, alejé todas las prendas de ropa de mi cuerpo, estaban muy sucias, las llevaba desde antes de ir a las fiesta. El agua estaba muy fría, eso no me molestó para nada, quería tener estímulos fuertes en mi piel, no me gustaba sentirla entumecida o acalambrada, miré mis manos, deseaba entenderlas, comprender el motivo de su existencia, siempre creí que eran destrucción, pero hoy me habían ayudado a defender a mi familia, algunas veces la destrucción es necesaria para alcanzar los objetivos más difíciles.
Pasé mis manos por toda mi cara y mi cabello, era como si ellas supieran que a mí no debían hacerme daño, tenía que haber una manera de controlarlas, de que funcionaran solo cuando fuese necesario. Usé el hechizo "Dirthout" para limpiar mi ropa, quedó impecable, como siempre la dejaba ese hechizo. Los ejercicios estéticos eran muy fáciles, hacer aparecer unos pantalones de dormir no era tan difícil. Llegué a la habitación con unos pantalones negros de dormir muy sueltos y una camiseta de algodón del mismo color.
— ¿Dónde conseguiste esa pijama? — Harry estaba acostado.
— Magia. — hice una mueca chistosa. Él soltó una carcajada.
Me acosté en su cama evitando aproximarme mucho a él, aún era difícil acostumbrarme a estar muy cerca de alguien, mucho más después de haber asesinado a un hombre solo tocándolo, me gustaba abrazar y tener contacto con alguien, pero en ocasiones especiales, donde sintiera la necesidad de hacerlo, donde sintiera que no habría otra oportunidad. Harry se aproximó un poco más a mí, yo me acerqué más al borde de la cama, él me miró extrañado.
— Lo siento. — dijo buscando mi mirada.
— No, yo lo siento. — lo miré a los ojos. — hemos esperado tanto para esto, y, no lo sé, todo está muy reciente.
— No importa Marcus, cálmate. No me importa, con verte estoy bien. — pasó un dedo por mi mejilla. — buenas noches.