Me quería morir, literalmente quería morir y quería llorar, quería llorar y después morirme.
Había llegado a la escuela primero que todos, así que recosté mi pesada cabeza sobre mi mesa tratando de pensar sólo en unicornios y en nada más. Hoy también era un horroroso día de lluvia, por lo tanto faltaban muchos más compañeros dentro de la nueva aula, que ganamos por culpa del payaso.
Agnes cruzó la puerta de entrada y frunció el ceño desde lejos al verme.
-¿Qué sucede?... -me preguntó preocupa dejando caer su mochila sobre su banco y se sentó junto a mí colocando una mano en mi espalda.
-Mi mamá no cree poder pagarme el viaje... es demasiado costoso -expliqué y mis ojos comenzaron a cristalizarse.
Agnes frunció los labios, pero cuando iba a hablar Sebastián y Flor aparecieron por detrás llamando la atención.
-Buenos días, chicas -saludó Flor indiferente y se sentó en su lugar seguida de Sebastián.
-Hola -dijo Sebastián sin un ápice de signos vitales.
-¿Todo bien?... -preguntó Flor notando enseguida mi aura deprimente.
-No muy bien... el viaje de egresados es en verdad costoso y la mamá de Jessica no puede pagar toda la cuota -explicó Agnes, gracias al cielo, porque si hablaba empezaría a llorar.
-¡Hola, hola mi pelona llegó tu corazón de melocotón! -saludó Rayan haciendo un gran escándalo al entrar al aula y sentó su fastidioso trasero frente a mí.
Apreté la lengua con los dientes tratando de mantenerme inmóvil con la cabeza aún sobre mi banco.
-Anda despierta, ya has dormido suficiente cuando me dejaste solo en el hospital -Rayan comenzó a molestarme golpeando su dedo en mi cabeza repetidas veces sin detenerse.
Mi aura de depresión fue suplantada por la furia.
-¡Déjame en paz! -exclamé levantando mi cabeza y golpeando las palmas de mis manos sobre el banco, provocando un gran escándalo en el salón.
Rayan palideció por causa de mi instinto asesino y quitó su estúpida mano de mi espacio personal.
-¿Otra vez te vino?... -me preguntó con el ceño fruncido.
Gruñí y traté de saltar sobre él para ahorcarlo, pero Agnes me detuvo a tiempo.
-Tranquila, sólo ignorarlo. Nosotras trataremos de ayudarte, ya se nos ocurrirá algo -me dijo Agnes sin soltarme de entre sus brazos para que no salte sobre la yugular de Rayan.
-Es verdad, sólo hay que pensar alguna forma de hacer dinero antes del viaje y listo -apoyó Flor, colocando una mano sobre mi hombro también para calmarme.
Cerré los ojos y suspiré borrando todo rastro de deseo asesino.
-¿Hacer dinero antes del viaje?... ¿De qué me perdí? -preguntó el descerebrado de Rayan.
-Jessica está apretada con el costo del viaje -reveló Sebastián.
Volteé a verlo recobrando mi instinto de mutilar hombres.
-¿Por eso tanto escándalo? El dinero está en el aire -comentó Rayan sin consideración alguna.
-Agárrame porque te juro que lo mato -le pedí a Agnes antes de que salte sobre él y le corte el cuello con mi regla.
-Buenos días, chicos. Buenos días, bombón -saludó Marcus apareciendo detrás de Agnes e inclinó su silla para besar sus labios.
-¡Requete wákala! ¡Por favor, vayan a comer tacos! -les grité asqueada.
Rayan río como un tonto apuntándome con su dedo.
-Se nota que nunca viste porno -comentó con una sonrisa.
Tomé mi carpeta y le advertí que me dejara en paz o cobraría.
Levantó los brazos rendido, mi carpeta era un jodido ladrillo, le entendía.
-¿Algo nuevo? -preguntó Marcus mientras tomaba asiento delante de la roja Agnes.
-Jessica es pobre y se va a prostituir junto con sus amigas para conseguir dinero e ir al viaje de egresados -contó Rayan súper relajado.
Marcus rio y volteó a verme con una ceja levantada.
Vaya suerte la mía...
-Los chismes si que vuelan -comentó Marcus con gracia al igual que el otro payaso.
-Tu novia también se va a vender con nosotras -escupí apretando el ceño.
La sonrisa se le borró por completo de su rostro y volteó hacia Agnes con una mirada bastante rencorosa.
-¡Nadie se va a vender! -exclamó mi amiga con los ojos sobre salidos y las mejillas aún incendiadas.
-Pues yo te pago el viaje entero si me ofreces tus servicios, Jessica -esbozó Rayan mirándome con seriedad.
Ahora yo me puse como un tomate, tomé mi carpeta y siquiera le advertí antes de partírsela en la cabeza.
-¡Aaaaauuuch! -exclamó y se fregó con ambas manos la cabeza, donde le di con ella.
-¡¿Pero qué te pasa?! !¿Te volviste loca o qué?! ¡Esa cosa es una maldita piedra! -me gritó en verdad furioso.
-¿Cómo pudo dolerte si tienes el cráneo vacío? -le pregunté con toda la compostura que me era posible.
Rayan me fulminó con sus ojos sin dejar de acariciarse el golpe.
-Saquen una hoja, hay examen sorpresa -mandó el profesor de química entrado al aula.
Santa virgen de la pizza...
Entre las emociones colapsadas y el incómodo recuerdo de la propuesta de Rayan, hacer el examen de química fue un fiasco para mi cabeza, desaprobaría seguramente.
La campana tocó al fin y me coloqué mi campera para bajar al recreo.
-Ni se te ocurra ponerme el pie -me advirtió Rayan pasando por mi lado hacia el recreo.
-Descuida, no repito la misma trampa dos veces, soy más creativa.
-¿Ah sí chica creativa? ¿Cómo planeas conseguir esa cantidad de dinero, que sale el viaje, en dos meses sin tener que prostituirte? -me preguntó Rayan con una sonrisa engreída.
-¡No todo es sexo, Rayan! -exclamé con las mejillas infladas de la vergüenza.
-Chicos, por favor salgan del aula... -pidió amablemente el preceptor al escuchar la vergonzosa exclamación que le hice a Rayan.
Marcus y Sebastián carcajearon sin respeto alguno; Agnes y Flor al menos se mordieron la lengua conteniendo un poco la gracia que causé.
-Créeme Jessica, todo es sexo -rectificó Rayan con una sonrisa en su estúpido rostro.
-¡No lo es y no me voy a venderme idiota! -le repetí mirándolo fijamente a los ojos.
-Es verdad, hay que pensar algo razonable que nos deje subiente dinero como pagar la cuota del viaje y tiene que dar resultado antes de que pasen dos meses -esbozó Flor, sentándose de espaldas contra la pared del pasillo bajo las escaleras. Era el lugar perfecto para poder pasar el receso y pensar algo concreto tranquilamente.
-¿Qué tal una venta de cupcakes? -propuso Agnes, apoyándose sobre el pecho de Marcus quién la envolvió entre sus brazos con una sonrisa.
Malditos tortolitos ya los estoy odiando con toda mi alma...
-Esa es buena idea, podemos pedirle permiso al director para vender en el recreo, serán ventas aseguradas, aquí todos parecen muertos de hambre -le apoyó Flor a mi amiga con entusiasmo.
Mmm... tengo una mal presentimiento de que el director nos de ese permiso justo a nosotros...
-No se adelanten. Agnes, Marcus, Rayan y Jessica fueron castigados este mes, no se confíen de que el director les dará su palabra -advirtió Sebastián, tomando asiento junto a Flor en el suelo.
Mi pequeño pony me leyó la mente.
-Rayos... -renegó Agnes entre los brazos de su boyfriendmuñequitoken.
-No sean tan pesimistas, verán como el director me da el permiso -expuso Rayan y salió arrastrándose con sus muletas hacia la oficina del director.
-¡¿Pero qué estás haciendo?! Tenemos sólo una oportunidad de pedirle permiso, no pienso dejar que tú seas quien hable con él -le retuve capturándolo a medio camino del destino.
Rayan me rodó los ojos.
-Tranquila, sé como lidiar con él, llevo práctica -trató de darme confianza e intentó seguir su camino pasándome por al lado, pero yo tenía dos piernas intactas y ni muerta le iba a dejar pasar.
-No, no permitiré siquiera que le digas hola -le repetí apretando el ceño.
-Buenos días chicos. ¿Cómo va esa pierna Rayan? -preguntó el director con ánimos, apareciendo casualmente por el corredor.
Se me congeló la sangre, Rayan, en cambio, lo miró con una enorme sonrisa.
-Muy bien, Direc -le saludó Rayan completamente relajado.
¡¿Direc?! ¡¿En serio le dijo Direc?! Comenzó a temblarme el ojo, no podría ni soñar con el permiso luego del ridículo apodo de mi amigo. ¡¿Le dije amigo a Rayan?!
-Me alegro -le respondió el director continuando su camino hacia su oficina.
-¡Ah! Una cosa Direc -le volvió a llamar Rayan con ese ridículo apodo y el director frenó su camino para prestarle toda su atención-, verá como en esta época del año comienzan los preparativos para el viaje de egresados, aquí Jessica tiene problemas económicos para pagar el viaje y es su sueño poder hacerlo. El punto es que planeó conseguir dinero a través de la venta de cupcakes, pero le sería de gran ayuda si usted le diera permiso para vender dentro de la escuela en el intervalo de los recreos -pidió Rayan con tanta amabilidad que mis oídos no creían lo que escuchaban, ni yo hubiera podido hablar así de corrido sin trabarme o ponerme nerviosa. No obstante, el director frunció el ceño aparentando desacuerdo.
-Sé que no soy el alumno con la mejor posición para pedirle esto, pero Jessica sí y si terminó este mes en la sala de castigos sabe que fue sólo por mi culpa -continuó insistiéndole al director con la misma seriedad.
La salud mental se me cayó al infierno. ¿Qué rayos acababa de decir? ¿Aceptó la culpa?
El director ahora relajó su ceño y sonrió de lado.
-Lo sé, pero reaccionó a tus ataques, así que también se merecía el castigo, aún así tienen mi permiso. De todos modos, ustedes no serán los únicos insistiendo por un lugar en el patio... Es época de ceder con los estudiantes o me tacharán de mal director por hacer lo que es debido -comentó con desdén, pero nos dio el maldito permiso y se fue a su oficina.
Estaba tan emocionada que, sin darme cuenta, salté sobre Rayan para abrazarlo y caímos juntos al suelo, porque tenía sólo una pierna y yo no estaba muy bien de peso últimamente, por culpa del invierno y su chocolate caliente... linda rima.
-¡Lo siento! -exclamé con las mejillas sonrojadas, levantándome del adolorido Rayan en el suelo.
Literalmente, casi lo mato. Estaba con los labios apretados y los ojos sobresalidos a punto de derramar una lágrima de ellos.
-¿Qué sucedió aquí? -preguntó Agnes al acercarse a nosotros junto con los chicos.
-¡Fue un accidente en verdad lo siento! -me seguí disculpado con Rayan que seguía sin poder moverse en el suelo.
-¿Puedes levantarte? -le preguntó Marcus con seriedad.
Rayan asintió pero no pudo responderle. Marcus tomó sus muletas y le ayudó a levantarse junto con Sebastián.
-¿Qué fue lo que le hiciste? -me preguntó Flor con curiosidad.
-Salté sobre él... -conté en un susurro mirando mis pies avergonzada.
-¿Qué, qué? -me preguntó ahora Agnes con los ojos afuera.
-Descuiden... estoy bien... valió la pena el golpe -dijo Rayan tratando de tomar aire para retener el agua en sus ojos.
Lo miré muy apenada, en verdad que lo hice sufrir, tenía su rodilla recién operada por el amor a los unicornios...
-¿Y por qué saltaste sobre él? -continuó indagando Flor.
-Conseguimos el permiso para la venta -comenté recobrando el entusiasmo.
-Conseguí... el permiso -rectificó Rayan aún sin aire en sus pulmones.
Todos lo miraron perplejos y luego apuntaron a mí con sus ojos exigiendo la verdad, rodeé los míos.
-Sí, es cierto. Él lo consiguió -me rebajé, pero se lo debía.
Consiguió lo imposible.
Me sonrió satisfecho e infló el pecho tomando sus muletas sin más ayuda de los chicos que le cuidaban de que no se vuelva a desplomar sobre el suelo.
-Y con esta ya me debes dos -apuntó con una sonrisa.
-¡¿Dos qué?!... No te debo dos, sólo una.
¿Qué rayos se creía este con tan sólo darme un simple favor?
-No olvido el golpe que me diste -me acusó entrecerrando los ojos.
Aaah, claro, la traba.
-Te acabo de volver a tirar y está vez te dolió más -le recriminé tratando de salvarme de al menos una deuda, no es bueno tener tan solo una con el enemigo.
-Pero está fue de alegría, la otra me querías ver muerto... -expresó sin dejar de fulminarme con sus acusantes ojitos de perrito.
¿Por qué ahora le dije ojitos de perrito? ¡Jessica reacciona!
-Oigan el timbre tocó hace rato. ¿Podemos irnos?... -pidió Sebastián siempre cansada de estar a nuestro lado.
-Si te quieres ir pues vete, nadie te detiene -le dije cruzando los brazos ofendida.
-¡Todos debemos irnos! -exclamó impaciente.
-Sí, es verdad vayamos a clases antes de que nos quiten el permiso por un retraso -le apoyó Agnes y todos le hicieron caso.
A mí ya no me importaba nada, tenía permiso para vender, me haría el dinero para el viaje de fin de curso.
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