NO ME DEJES IR © COMPLETA✅

By lorenngu_

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Rebecca creía haber olvidado su pasado pero, cuando su ex vuelve con la misma intención de hacer miserable su... More

ADVERTENCIA +18
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1 | Rebecca
Capítulo 2 | Andrew
Capítulo 3 | Rebecca
Capítulo 4 | Andrew
Capítulo 5 | Rebecca
Capítulo 6 | Andrew
Capítulo 7 | Rebecca
Capítulo 8 | Andrew
Capítulo 9 | Rebecca
Capítulo 10 | Andrew
Capítulo 11 | Rebecca
Capítulo 12 | Andrew
Capítulo 13 | Rebecca
Capítulo 14 | Andrew
Capítulo 15 | Rebecca
Capítulo 16 | Andrew
Capítulo 17 | Rebecca
Capítulo 18 | Andrew
Capítulo 19 | Rebecca
Capítulo 21 | Rebecca
Capítulo 22 | Andrew
Capítulo 23 | Rebecca
Capítulo 24 | Andrew
Capítulo 25 | Rebecca
Capítulo 26 | Andrew
Capítulo 27 | Rebecca
Capítulo 28 | Andrew
Capítulo 29 | Rebecca
Capítulo 30 | Andrew
Capítulo 31 | Rebecca
Capítulo 32 | Andrew
Capítulo 33 |Rebecca
Capítulo 34 | Andrew
Capítulo 35 | Rebecca
Capítulo 36 | Andrew
Capítulo 37 | Rebecca
Capítulo 38 | Andrew
Capítulo 39 | Andrew
Capítulo 40 | Andrew
Capítulo 41 | Rebecca
Capítulo 42 | Andrew
Capítulo 43 | Rebecca
Capítulo 44 | Andrew
Capítulo 45 | Rebecca
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 20 | Andrew

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By lorenngu_

‹‹Andrew››

Salgo de la cocina y me dirijo hacia la sala, tomo mi celular, ya es tarde. ¿La llamo o no la llamo? Sé que está con su amiga. Pero me acostumbré a tenerla a mi lado estos pocos días. Y ahora la extraño. La he extrañado todo el jodido día.

El timbre de la puerta suena.
Me encamino para abrirla. Y cuando lo hago, veo a Rebecca que está recargada a un lado de la pared.

La observo por unos segundos. ¿Está borracha?

Las comisuras se le alzan en una sonrisa y parpadea un par de veces.

—Hola  aamoooor —dice arrastrando las palabras.

—¿Bebiste alcohol?

—Soolo un poco.

Me acerco a ella y le rodeo la cintura, tomo su mano para pasarlo por mi hombro y la guío al interior de mi departamento. Después como puedo cierro la puerta.

Entonces, la llevo hasta la sala. Y la ayudo a sentarse.

—¿Solo un poco? Pero si ni siquiera puedes sostenerte sola. ¿Por qué no me llamaste? ¡Pudo haberte pasado algo!

—Claro que puedo, llegué hasta aquí. ¿Estas enojado? —hace un puchero.

—No, claro que no. Solo no quiero que te pase algo malo.

—Mmn tienes el torso desnudo —observa mi abdomen. Se endereza. Alza la mano y me toca el ombligo con el dedo índice. Desliza su dedo hacia abajo, hasta llegar al borde de mi pantalón.

Se ríe y se muerde el labio inferior.

Me agacho y apoyo las manos en sus rodillas.

Ella acerca su rostro junto al mío. Sus labios se rozan con los míos. Y, comienza a besarme. Y pruebo el sabor a vino.

—Te extrañé todo el jodido día —le digo. Y succionó su labio una vez más.

Acerca su boca a mi oreja.

—Demuéstrame cuánto me extrañaste —susurra en mi oído.

—¿Qué? —la observo a los ojos.

—Tócame —se moja el labio inferior con la lengua.

Sé que es el alcohol quien esta hablando.

Me empuja y caigo sentado al suelo. Me apoyo con ambas manos  a cada lado. Rebecca sube encima de mí. Y vuelve a besarme. La tomo de las mejillas. Meto la lengua en su cavidad bucal y nuestras lenguas chocan. Sus manos se pasean por mi torso y la siento moverse encima de mí.

—Rebecca —gimo, sus besos y toques son torpes pero eso no impide que me excite.

—Andrew quiero...

—Rebecca estás borracha, no quiero aprovecharme de que lo estas. Estoy seguro que mañana no te acordarás de nada.

—Pero yo si quiero. Hazme el amor —pide, volviendo a mis labios. Tira de ellos provocándome un gemido más. Si sigue así no se si pueda contenerme

Me separo de ella.

—Cuando te haga el amor, quiero que estés sobria, y ahora no lo estas.

—¿Quieres que lo hagamos? —me pregunta, su aliento chocando contra mi boca.

—Sí… pero ahora es mejor que te des una ducha con agua fría.

—Duchémonos juntos…

—Solo entraré contigo para ayudarte.

Hace un puchero.

La ayudo a ponerse de pie. Entonces la tomo por las rodillas y paso una mano por su espalda. Y la llevo en brazos hasta mi habitación y de ahí hasta el baño.

La dejo en el suelo. Se tambalea, pero se apoya en la pared. Abro el grifo de la ducha. Y cuando la encaro ya esta descalza. Me acerco a ella y le desabrocho su camisa y, cuando termino prosigo a deslizarlo por sus hombros. Le bajo la cremallera de su pantalón, le ayudo a deshacerse de ella. Y queda solo en ropa interior.

Se acerca y me besa nuevamente. Pasa sus manos por mi espalda.

—Me gusta tocarte la espalda.

—A mi también me gusta tocarte.

—Hazlo —pide— tócame.

—Lo haré cuando estés sobria. Anteayer me dijiste que aun no estabas lista y ahora no voy a tocarte porque estás borrachas, no quiero que después te arrepientas.

—No me voy arrepentir.

La beso una última vez.

—Ven —la tomo de la muñeca y la guío a la regadera.

—¡Está muy fría!  —se queja cuando, el agua comienza a empaparla.

—Ajá. Eso es lo que necesitas.

Dejo que el agua fría caiga por su cuerpo por unos minutos.
Tomo el shampoo de ducha. Cuando alzo la vista. Parpadea y quita el agua de la cara con la mano. Y me observa unos segundos.

—Yo, yo puedo sola —dice rápidamente.

—¿Segura? —me río. Le dije que estaba borracha.

—Sí.

—Vale.

Me alejo y tiro de la cortina. Aguardo por unos minutos, hasta que la oigo cerrar el grifo. Salgo del baño y me encamino hacia la cocina a prepararle una taza de café bien cargado.

Cuando vuelvo, está de pie a mitad de la habitación. Envuelta con una toalla y con la otra se seca el cabello.

—Toma —le doy el café—, esto te hará bien.

—Gracias.

Cuando termina de beber el café, deja la taza en el buró. Busca su ropa interior y cuando termina de ponérselos, prosigue a buscar su  pantalón de pijama.

—Oye…

—¿Sí?  —voltea a verme.

—¿Cómo te sientes?

—Ya un poco mejor.

—¿Ya sabes lo que haces?

—¿Por qué me preguntas eso?

—¿Puedo pedirte algo?

—¿Qué cosa?

—Quitate la ropa interior.

—¿Qué?

Me río nuevamente.

—Si, ahora ya sabes lo que haces y dices —se muerde el labio y baja la vista—. Ven —le digo.

Me observa unos segundos y después camina en mi dirección.
Extiendo la mano, ella lo toma y la siento en mis muslos. Pongo los mechones de su cabello que están un poco mojados, y se los llevo detrás de cada oreja. Deposito un beso corto en sus labios.

—¿Olvidaste que me pediste que te tocara? —la observo, morderse el labio inferior—. Me pediste que te hiciera el amor...

Traga saliva y, baja la cabeza unos segundos.

—Yo... Lo siento...  —pongo mis dedos debajo de su mentón y le alzo el rostro.

—No tienes porqué disculparte.

—Te amo Andrew.

—Yo te amo más.

**

Emito un quejido entre la oscuridad cuando siento el terrible dolor de cabeza. Me muevo en la cama acostándome de lado, me llevo las manos a la cabeza y me levanto abruptamente. Abro los ojos y parpadeo entre la oscuridad de mi habitación. Y emito otro quejido más fuerte.

—¿Qué pasa? —logro escuchar que Rebecca pregunta. Ella enciende la lámpara. Y la siento tocarme el hombro—. ¿Qué pasa Andrew? —pregunta nuevamente— ¿qué pasa?  ¿dime algo?

—Me duele la cabeza —mascullo.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Dime qué hago? ¿Te llevo al hospital? ¿Qué hago? —suena desesperada y preocupada.

—¿Puedes traerme una vaso de agua?

—Sí, sí, claro —baja rápidamente de la cama y sale corriendo por la habitación.

Bajo de la cama y busco el frasco en el cajón inferior del buró. Cuando la encuentro saco dos píldoras. Rebecca llega segundos después.

—Aquí tienes —me entrega el vaso.

—Gracias.

Dejo las píldoras en la punta de la lengua y doy unos tragos al contenido del vaso.

Dejo el vaso en el buró, me siento al borde del colchón, apoyo la espalda en la cabecera. Subo los pies. Y cierro los ojos, esperando a que las píldoras hagan efecto prontamente.

Rebecca gatea hacia a mí, sentándose en mis muslos. Aferra las manos en mi cuello. Llevo mis manos en su cintura, escondo mi rostro entre su cuello y su hombro, sé que ya no hay espacio pero la acerco sin dejar que el aire pase en medio de nosotros.
Y nos quedamos así, en esta posición por lo que parece ser varios minutos.

Se aleja unos centímetros. Me observa sosteniéndome el rostro con ambas manos. Y yo lo único que quiero ahora es besarla…

Presiono mis labios contra los suyos y segundos después me corresponde el beso.

—¿Ya te sientes mejor? —pregunta.

—Tenerte en mis brazos y sentir tus labios me hacen sentir mejor.

—Estoy hablando en serio. ¡Me asustaste!

—Lo siento. No fue mi intención.

—¿Qué fue lo que pasó? —inquiere segundos después y observa hacia el buró. Tomando el frasco— ¿Píldoras para dolor de cabeza? ¿Tienes dolores de cabeza?

—Sí.

—¿Por qué? —indaga.

Esa también es la pregunta que me he hecho varias veces: ¿por qué? ¿Por qué a mí?

—Rebecca tú eres lo único bueno que me ha pasado en la vida.  Llegaste para hacerme vivir, para hacerme sentir —me llevo la mano al pecho—, sentir amor de verdad. Estoy enamorado de ti como un jodido idiota. Y sé que esa noche en el club no fue la mejor manera de acercarme a ti, pero sabes, no me arrepiento en lo absoluto. Y te amo, te amo con todo mi corazón.

—Andrew... ¿qué pasa?

—Pasa que tengo miedo.

Ella frunce el entrecejo.

—¿De qué?

—De que… tal vez te vayas…  huyas de mí.

—¿Porqué haría eso?

—Porque soy un maldito desastre.

—Yo creo que eres todo lo contrario —dice, y me acaricia el rostro

—Aun no quería decirte esto porque no quiero que las cosas cambien entre nosotros.

—Nada va a cambiar entre nosotros —dice—, te lo prometo.

Y quiero creerle…

—Lo dices porque no sabes cómo realmente soy.

—Pues entonces dime cómo eres.

Tardo unos minutos en empezar, pero finalmente ho hago.

—Cuando tenía doce años… —inicio— me desperté a mitad de la noche a causa de un terrible dolor en la cabeza. El dolor fue insoportable. Sentí que la cabeza se me partía en dos. Lloré y grité como no tienes idea... después mi papá me llevó al hospital. El dolor logró cesar con la ayuda de medicamentos. Dormí lo que restaba de noche y prácticamente todo el maldito día. Desde esa noche mi vida cambió. Nunca pude dormir correctamente. No puedo conciliar el sueño porque cada vez que cierro los ojos y trato de dormir los dolores aparecen.

››Al principio no entendía el porqué de los malditos dolores. Y como era un niño pues decidieron no decirme nada. Pero le insistí mucho a mi papá a que me contara la verdad de mi enfermedad. Y me dijo que: los dolores son una secuela a causa de una caída que se llevó mi mamá cuando estaba embarazada de mí; exactamente a los ochos meses. Cayó y rodó por las escaleras. Mi papá al percatarse del accidente llamó a la ambulancia para llevarnos al hospital. Mi mamá se llevó golpes al igual que yo y ella había quedado inconsciente. Le hicieron una cesárea urgente. Por suerte o por milagro que se yo, no morimos. Nací prematuro y me tuvieron un mes más en la incubadora. Y logré sobrevivir. Los doctores dijeron que había sido un milagro. Ellos mismos digeron que el golpe más fuerte que me llevé fue en la frente y que traería secuelas en unos dos o tres años más tarde. Pero no, fue hasta mis doce años.

››Mi vida cambió completamente. Me convertí en un niño solitario, con dolores de cabeza por todas las malditas noches. Comencé a tomar clases en casa. Comencé a ingerir píldoras que me recetaba Sarah. Para que pudiera conciliar el sueño. Pero solo lograba dormir solo unas horas. A veces me enojaba y no las ingería. Pero mi papá me regañaba, diciéndome que eso empeoraba más si no trataba de dormir al menos unas horas. Y después de estar en casa como unos dos o tres años. Decidí que era momento de regresar a las escuelas. Ya, en la preparatoria, creí que tenía amigos. Creí que tenía a alguien a quien yo quería y con eso me bastaba. Tener a Meghan a mi lado, como mi novia. Pensé que todo iba bien. Pero la decepción me la llevé, cuando Meghan me confesó todo. Fue una tarde en mi habitación, cuando me vio ingerir las píldoras. Le conté de mi enfermedad. Y lo que ella hizo fue reírse en mi cara. Me dijo que solo estaba conmigo porque sus papás los había obligado. Su familia estaba atravesando por una crisis económica y vieron en mí; en mi familia como una oportunidad para salir de eso. Sus papás querían planear a que nos casáramos. Me dijo que nunca me amó y que mientras yo estaba enamorado como un idiota de ella, ella siempre estuvo engañándome con otros más. Mis supuestos amigos se fueron. Porque ella misma se encargo de contarles a todos de cómo soy realmente. Me dijo que soy un maldito idiota que solo vive de píldoras. Y que ¿cómo podía pensar siquiera que ella va a estar con alguien como yo, por el resto de su vida? Que solo bastaba con mirarme al espejo para darme cuenta que soy un jodido desastre que no tiene remedio. Al que ella no quiere. Y que solo sería un estorbo en su vida.

››Y, entonces me enojé conmigo mismo. Y comencé a creer lo que mi mamá me decía. Que ninguna mujer podría estar a mi lado con está maldita enfermedad. Y entonces, tuve un especie de odio a las mujeres. Todas las noches salía con mujeres para tener sexo. Que ellas me satisfacieran a mí. Después las ataba y… las castigaba sin llegar al orgasmo, las pegaba con el látigo o les dejaba mordidas en el cuerpo, las hacía sufrir de dolor... Las marcas siempre eran visibles en ellas. Al principio fue en diferentes hoteles con diferentes mujeres cada día. Ese era mi manera de escape de la realidad. Siempre decía que ellas se merecían eso. Y al hacerles eso me olvidaba por un momento de que tengo dolores de cabeza. Pero… un día conocí a una chica y ella sugirió a que fuéramos al hotel red. Yo no sabía que en la parte más alta era solo para amantes que sólo quisieran tener sexo… y tampoco sabía que esa chica era novia de Peter. Con ella me pasé más de lo que debía...

Alzó el rostro, para mirar a Rebecca. Su vista esta clavada en el buró y las manos en su regazo.

—Peter se enteró poco después... —prosigo—, y él le contó todo a mi papá. Obviamente me llevé tremendo regaño por parte de él. Me dijo que lo estaba haciendo estaba mal. Que no todas las mujeres eran así. Que ellas no merecían que yo las usara o las hiciera sufrir de esa manera porque no eran objetos. Pero yo había creído que si. Meghan me había usado. Y ninguna mujer se quedaría a mi lado si se enteraba de que tengo una enfermedad de por vida. Y por enojo. Por un arranque de rabia, con la intención de que despidieran a Peter… invertí en el hotel. Pero luego pensé en las cosas que mi papá me había dicho. Y decidí no hacerlo. Y olvidarme de todo eso.

››Entonces cuando salí de la preparatoria poco después. Mi papá me ofreció trababar en la editorial. Y, solo llevo dos años trabajando. Esos dos años me encerré en la habitación de cuatro paredes que es mi oficina. Y ya me tenía harto pero tampoco podía hacer nada. Mi papá constantemente me decía a que saliera a que conociera a otras personas. Pero era algo que yo no quería hacer. No quería un rechazo más. Pero lo que si decidí hacer es comprar el Club. Y… te vi esa noche.

La observo nuevamente.

—Eres la única mujer que amo y no quiero amar a nadie más que solo a ti Rebecca.

—Yo creo que eres lo mejor que me ha pasado Andrew. Admito que tu manera de acercarte a mi no fue como me lo hubiese esperado, pero tampoco me arrepiento que lo hayas hecho —sus ojos buscan los míos—. No tienes que tener miedo, porque no me quiero ir de tu lado.

—Pero soy un desastre.

—Yo también soy un desastre.

Niego con la cabeza.

—Tú eres lo más hermoso que he visto en mi vida.

—Pues yo puedo decir lo mismo de ti, que eres tan bello como todo lo que me haces sentir aquí —toma mi mano y se lo lleva a su pecho—. Yo te amo Andrew, y no me quiero ir. Yo también tenía miedo de tu reacción, ¿sabes? Pero ya me cansé de temer...

—¿No te irás?

—No.

—¿Me lo prometes?

—Te lo prometo.

—Entonces juntos le patearemos el trasero al miedo —asiente frenéticamente—. Que la opinión negativa de la gente hacia nosotros nos importe una mierda. Porque a mí lo único que me importa es a ti. Si te tengo a mi lado y que me ames con eso me basta.

Tomo su rostro con las manos y la beso. Al finalizar el beso tiro de su labio inferior y deposito besos por todo su hermoso rostro.

—Te amo Andrew. No me dejes ir.

—Creéme que eso es lo que menos quiero.

Rebecca me besa de nuevo, luego recargada su frente con la mía. Y de la nada comienza a reír.

—¿Qué es tan gracioso?

—Solo estoy contenta. Gracias por hacerme sentir así.

—Me alegro que lo estés. ¿Sabes? —alza un poco el mentón y le acaricio el labio con mi pulgar—.  Deberíamos de irnos a la playa tu y yo juntos de vacaciones por vaaaaaaarios días. Creo que nos lo merecemos y lo necesitamos.

Rebecca sonríe mirando a la nada.

—Eso suena increíble.

—————
¡Rueguen para que esos tórtolos vayan a la playa!

Okay... No lo hagan xd

Holi... 😅

Espero que les haya gustado, y si es así ya saben que hacer ⭐ 👇

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bueno no soy buena describiendo pero los uchihas son revividos por shinigami pero son gatos jeje